Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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miércoles, 27 de enero de 2021

Howl's Moving Castle de Diana Wynne Jones: lo doméstico en la fantasía

Sinopsis: En el país de Ingary, donde existen cosas como las botas de siete leguas o las capas de invisibilidad, que una bruja te maldiga no es algo inusual. Cuando la Bruja del Páramo convierte a Sophie Hatter en una anciana, la joven abandona la sombrerería familiar para pedir ayuda en el único lugar mágico que se le ocurre: el castillo ambulante que atemoriza a los habitantes de Market Chipping. Pues dentro no sólo se halla un demonio del fuego, sino también el perverso mago Howl, tan diestro en realizar hechizos como en robar los corazones de las damas. El libro está considerado uno de los clásicos modernos de la literatura fantástica.

Pues esto en realidad es para hablar de toda la serie de Howl's Moving Castle. O más bien, es un pretexto para hablar del papel de lo doméstico dentro de la fantasía y todos esos pequeños quehaceres que no caben en las grandes batallas y que son mirados por encima porque son "cosas aburridas" o "cosas de mujeres". Y algo de lo mejor logrado en los tres libros que componen la serie (El castillo ambulante, El castillo en el aire y La casa de los mil pasillos) es cómo Diana Wynne Jones, muy sutilmente pero de manera muy firme, nos recuerda que alguien siempre cuida de nosotros y que todo el desastre alguien lo tiene que limpiar. 

Como muchos, llegué a este libro a través de la película que hizo Estudio Ghibli y me enamoré de ella. Leí el libro muy chica, esperando una historia muy parecida, pero Diana Wynne Jones me sorprendió con una historia diferente, donde los personajes eran los mismos (y se parecían mucho a los de la película, claro, porque esa es una adaptación), pero diferente en tono, en lírica, en todo. Y no me lo tomen a mal, adoro la película. No pretendo hablar de ella en la entrada más que de poner contexto en cómo llegué a la historia (mis sobrinos la vieron conmigo un día porque ajá, soy una tía con sobrinos de su edad) y en decir que ambas cosas son muy buenas y son obras que se sostienen por sí mismas. Disfruten las dos sin buscarle semejanzas con la otra. Dicho eso, vamos a los libros. 

Sophie Hatter es la mayor de tres hermanas (las otras son Lettie y Martha), tiene dieciocho años, es bastante bonita (aunque no se percibe así a sí misma) y no tiende a mirarse con demasiada atención. Como la mayor, es la encargada de quedarse en la tienda de sombreros de su padre mientras sus hermanas viven aventuras. Hasta que la bruja del páramo la confunde con Lettie y le echa una maldición que la hace volverse una anciana. Buscando una solución a la maldición, Sophie deja la tienda de sombreros y acaba convirtiéndose en la señora de la limpieza en el castillo de Howl, hace un trato con Calcifer, un demonio de fuego y limpia detrás de los dramas y berrinches de Howl Pendragon (que llamarse así, no se llama así, prueben mejor con Howell Jenkins, que no era un nombre tan dramático) además de recordarle que los desastres no se limpian solitos. Una de las cosas que más me gusta del primer libro es la sinceridad (creo que podríamos llamarle así) con la que cuenta la historia de Sophie. Incluso en la casa de un poderoso hechicero dramático y berrinches que no es particularmente guapo y se tiñe el pelo hay que limpiar. La magia de repente no te quita las pequeñas tareas domésticas e incluso en historias con hechiceros hay que cuidar al otro, sea con magia o no (y el hacer el que hacer es cuidado, para uno mismo, para una pequeña comunidad que colabora o para otros). No sé si era el propósito de Diana Wynne Jones al escribir la historia de Sophie, Howl y el resto de los habitantes del castillo, pero definitivamente ahora resuena mucho en mí (y quizá, admito, no lo hizo tanto en mi adolescencia). 

Sophie Hatter de Lauren Greiner

Y no digo sólo lo doméstico en lo que se refiere a cuidados, sino que ahora que estuve leyendo a Diana Wynne Jones recordé por qué de niña el libro se me hizo un poco más pesado. No malo ni aburrido, sólo que lo leí en una época en la que yo misma estaba acostumbrada a las grandes aventuras y este es un libro que va más lento, que se fija en cosas que otros no, en los que las historias de amor no son apasionadas de matar o morir, sino que se van construyendo poco a poco. Y esos romances (romántica que soy, aunque no lea casi ese género), también me gustan. La declaración entre Howl y Sophie, esa vez que por fin se están viendo a sí mismos tal cual son y están además reconociendo al otro como es es una de mis partes favoritas de toda esta serie, justamente porque reconoce que aventurarse a vivir por siempre jamás (aunque a veces ese siempre jamás tenga fin) con alguien es mucho más ajetreado de lo que en verdad sugieren los cuentos y esas historias que oímos donde todo termina en un "y vivieron felices para siempre". 

—Creo que deberíamos vivir felices por siempre jamás —le dijo Howl, y a ella le pareció que hablaba en serio.
Sophie sabía que vivir por siempre jamás con Howl sería muchísimo más ajetreado de lo que sugerían los cuentos, aunque estaba decidida a intentarlo.
—Diría que va a ser espeluznante —añadió el mago.
—Y tú me explotarás —respondió Sophie.
—Y después tu cortarás todos mis trajes para darme una lección

Luego de eso pasé muchos años sin leer ningún otro libro de Diana Wynne Jones. En parte porque no los encontraba en español y en ese entonces no leía en inglés (leer en inglés tiene la ventaja de que de repente tienes disponibles más cosas de manera relativamente accesible). Y después ya los tenía, pero no los leía. Me aventuré por fin a seguirle en un maraton llamado Femme Fantale, en octubre del año pasado, y lei El castillo en el aire en idioma original. Hice una entrada recopilatoria de otras lecturas, por si están interesados. La historia de ese libro sigue a Abdullah, un vendedor de alfombras de un país lejano a Ingary; tiene una familia molesta que añora darle una o dos esposas, no lo dejan en paz y sueña con dejar sus alfombras para otra ocasión y lanzarse a vivir aventuras. En una de esas, resulta que una de las alfombras que llegan a su tienda puede volar y acaba conociendo a la princesa Flower-in-the-Night, una princesa que nunca ha visto a otro hombre, pues se dice que acabará enamorada del primero que vea y su padre quiere prometerla en un matrimonio arreglado. Las cosas se complican cuando un Djinn se roba a la princesa y Abdullah tiene que ir tras ella y entonces sí, descubre con pesar, que las aventuras no son como el creía. 

Abdullah y Flor-en-la-noche

De este libro me gusta mucho la frustración de Abdullah al enfrentarse a la incomodidad de las aventuras y toda esa narración que dice que tiene uno que cuidarse a sí mismo y es bueno tener una mano aliada o amiga. Lamento, solamente, que Flower-in-the-Night no aparezca más porque es una princesa de un intelecto muy agudo. También porque al final, que no les puedo contar, nos demuestra que por más héroe en busca de su amada en peligro que sea uno, las amadas en peligro se pueden salvar a sí mismas también. Y como no les puedo decir el final, porque esto cumple papel de reseña mezclado con ensayo que quiere probar que Diana Wynne Jones es una master de hablar de lo doméstico en la fantasía, me conformo con presentarles a Flower-in-the-Night (Flor-en-la-noche en la traducción) a través de un fragmento: 

—¿Por qué no? —inquirió ella—. ¿Estás ya casado?
—No, no. No es eso. La ley permite que un hombre tenga tantas esposas como pueda permitirse, pero…
El ceño de Flor-en-la-Noche volvió a fruncirse.
—¿Cuántos maridos se permite tener a las mujeres? —preguntó.
—¡Sólo uno! —exclamó Abdullah, bastante asombrado.
—Eso es extremadamente injusto —observó Flor-en-la-Noche, pensativa. Se sentó en el terraplén y reflexionó—. ¿Dirías que es posible que el príncipe de Ochinstan ya tenga otras esposas?

En fin, me gusta el énfasis que, en las aventuras de Abdullah, tienen las cosas que no tienen tanta relevancia en las historias heroicas y me gusta el tono amigable de la historia, Diana Wynne Jones siempre me hace reír muchísimo. También me gusta el ritmo tranquilo, porque cualquiera de los libros de esta serie son como una casa para mí y justo ahora necesito de eso: libros que sean casas y se transformen en hogares. 

Calcifer, película de Ghibli

Y antes de que me digan que hablo mucho como borracha en karaoke vamos al último libro, La casa de los mil pasillos, que es el que acabo por cimentar mi opinión de que la escritora le daba una importancia increíble a lo doméstico y al cuidado. Charmain Baker es una jovencita respetable (según su madre) que pasa sus días con la nariz metida en un libro. Si hay un problema: a leer y tantán. Finalmente la mandan a la casa de un pariente lejano (su tío) para que se encargue de cuidarla un tiempo. Para colmo, obtiene una misión del rey, se encuentra a una bruja llamada Sophie, resulta que hay un aprendiz sin maestro en la casa de su tío y la dichosa casa tiene los pasillos más confusos del mundo. ¿Mencioné también que es un desastre? 

Entre tanta cosa, gran parte de la narración pasa contando las aventuras de Charmain y Peter, el aprendiz sin maestro, lidiando con los desastres de la casa. Peter sabe cuidar de sí mismo, pero Charmain ve un desastre y huye a leer y tener pesadillas con hacer la lavandería. Nada del trabajo doméstico es algo que hace "una señorita respetable" como Charmain, que se da cuenta de que es una perfecta inútil gracias a la manera en que la han educado. 

—¿Qué pretendías ordenándome la habitación? —preguntó Charmain.
[...]
—He pensado que te gustaría —musitó él.
—Bueno, ¡pues no! —dijo Charmain. Se sorprendió a sí misma al notar que estaba a punto de ponerse a llorar—. Estaba empezando a aprender que, si dejo algo tirado en el suelo, ahí se queda a no ser que lo recoja y que, si desordeno las cosas, tengo que ordenarlas porque no lo hacen solas, ¡y entonces llegas tú y lo haces por mí! ¡Eres tan malo como mi madre!

Charmain Baker por Dina Norlund

Me encantan sus pesadillas con lavar la ropa, los platos sucios y cómo ante cada inconveniente mete la nariz en un libro. Además la acompaña Waif, un perro mágico, que es encantador. Peter me encanta, también, porque hay cierta tendencia en los libros a retratar a los hombres como unos inútiles incapaces de limpiarse el trasero y Peter es ordenado, pulcro, sabe mantener todo en su lugar o al menos lo intenta y se indigna ante la ignorancia de Charmain burlándose de lo que la madre de esta dice que es de "una señorita respetable". Además es aprendiz de magia al que todos los hechizos le salen mal, tiene encanto. 

Ya voy a ir poniendo punto el final, porque ya me explayé mil años como siempre, pero mi conclusión es que larga vida a Diana Wynne Jones y ojalá poner más al frente los cuidados en los libros de fantasía. Muchos de los que leí últimamente tienen algo que me remite a ese tema y eso me encanta, además. La mayoría, en este caso particular, escritos por mujeres [inserte aquí a una Nea fingiendo que está sorprendida]. Es interesante siempre ver estos temas porque no hay escritora que los trate de la misma manera y recuerda que la fantasía no tiene que ser de grandes guerras, sino que puede tratarse también de cosas cotidianas y no por eso ser ni aburrida (recuerdo que alguien puso que la primera parte de Las nieblas de Avalon de Marion Zimmer Bradley era malo porque hacían muchas cosas de mujeres) ni mala ni faltante de sus aventuras. 

Les recomiendo mucho esta serie. Los tres libros son de lectura independiente, pero los tres transcurren en el mismo mundo y en los tres podemos ver a personajes de uno y otro.