Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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jueves, 25 de noviembre de 2021

La canción de Aquiles, Madeline Miller | Reseña

Portada de La canción de Aquiles
Sinopsis: Dioses, héroes y hombres en un mundo aparentemente gobernado por el Destino. La más grande epopeya de nuestra civilización sigue presente hoy más que nunca. El joven príncipe Patroclo mata por accidente a un muchacho. Repudiado por su padre, es exiliado al reino de Ftía, donde lo acoge el rey Peleo, un hombre bendecido por los dioses, inteligente, apuesto, valiente y reconocido por su piedad. Tanto que se le concedió el más alto honor, la posibilidad de engendrar un hijo con una diosa: Aquiles. Aquiles es fuerte, noble, luminoso. Patroclo no puede evitar admirar hasta el último de sus gestos; su belleza y perfección hacen que sea incapaz de contemplarlo sin una punzada de dolor. Por eso no se explica que Aquiles lo escoja como hermano de armas, un puesto de la más alta estima que lo unirá a él por lazos de sangre y lealtad, pero también de amor. Así emprenden juntos el camino de la vida, compartiendo cada instante, cada experiencia, cada aprendizaje y preparándose para el cumplimiento de una profecía: el destino de Aquiles como mejor guerrero de su generación.

La reseña no puede ser cómo me quedé yo en mi charco de lágrimas y nada más, creo que necesito elaborar un poco más. 

No es secreto que me fascinan las reinterpretaciones o reimaginaciones a partir de los grandes poemas épicos de los griegos y los romanos. Se puede ver en mi blog: adoro Dido para Eneas, El velo de Helena, Lavinia. Los recuentos de la Iliada y la Odisea, incluso la Eneida, me fascinan todos. La figura de los héroes que proyectan, los conflictos y lo tremendos matices que le dan a las figuras de las que hemos oído hablar una y mil veces: Ulises, Aquiles, Eneas, Héctor. Hoy vine a hablar un poco de algunos de ellos, un mucho de Aquiles.

Fotografía de Madeline Miller
Madeline Miller

Madeline Miller se hizo muy conocida por este libro (al menos, en español yo empecé a ver su nombre por todas partes gracias a La canción de Aquiles) y yo busqué un poquito sobre ella para hacer esta reseña (sobre todo porque sospechaba que la ñoñez con la literatura clásica había salido de alguna parte). Tiene una licenciatura y un masters en Literatura Clásica en Brown y es profesora de Latin y Griego hoy en día. La canción de Aquiles ganó el premio Orange de Ficción en 2012 (y miren, si creen un poco en los premios, well deserved) y definitivamente sabe evocar a los poemas épicos mientras escribe. Así que, vamos por partes con este libro.

La figura de Aquiles

—¿Es cierto lo que dice?
—Lo es, pero hay más; él no te ha contado la peor parte —repuso con voz monocorde, como si las palabras fueran pronunciadas por una estatua—. Jamás regresarás si vas a Troya. Morirás joven allí.
Aquiles empalideció.
—¿Eso es cierto?
Eso es lo primero que preguntaban todos los mortales con incredulidad, miedo y sorpresa. «¿No soy yo una excepción?».
—Lo es.
Yo me habría venido abajo si Aquiles me hubiera mirado en ese momento, me habría echado a llorar y jamás me había detenido, pero no apartaba los ojos de su madre.
—¿Qué debo hacer? —inquirió con un hilo de voz.

Creo que al enfrentarse a las figuras de los héroes de la mitología habemos de enfrentarnos también a la idea de que son figuras complejas y llenas de matices, lo que hoy les encanta llamar "personajes grises" sin saber que existen desde hace miles de años (literalmente). Personajes llenos de dilemas y conflictos que recordamos como héroes por sus hazañas y por el destino que los dioses trazaron para ellos. Mitos que hemos contado y recontado y que cada vez, si quien los reimagina es realmente apasionado, nos dan algo más.

Pintura titulada La Furia de Aquiles
The Fury of Achilles, Charles Antoine

Para mí cada recuento de la guerra de Troya es triste: me cae muy bien Héctor, pero me cae muy bien Aquiles. No importa como termine, yo siempre lloro. 

Pero no es fácil competir con la figura de Aquiles. Héroe entre todos ellos, el mejor guerrero de todos los tiempos, que acudió a Troya no por un juramento, sino porque era su destino. No hay otra guerra. "Si vas a la guerra de Troya no volverás nunca, pero es tu única oportunidad de convertirte en el héroe que deseas ser". Verlo desde el punto de vista de Patroclo, que es quien narra la historia lo vuelve todo más desgarrador, porque Aquiles elige la gloria antes que una vida larga y pacífica. Elige la posibilidad del mito y la leyenda, antes que la tranquilidad. Después de todo, el príncipe de Ftía: ha sido críado para comandar ejércitos, para pelear, no puede negarse a ello sin esconderse o acabar con su honor concienzudamente. Y el enorme peso que Aquiles le da a su honor (y que otros le dan, como Tetis, que amenaza a Patroclo, advirtiéndole que no debe mancillar su honor bajo ningún motivo) pesa también en el libro, en las palabras de Aquiles, en lo que espera.

En La canción de Aquiles, él sabe de su muerte y eso lo vuelve también una figura trágica. Se atisba la desesperación de ganarle al destino al negarse conscientemente a atacar a Héctor. ¿Por qué lo mataría, aunque eso acabara con la guerra de Troya, si eso significa también su muerte? Después de todo, como al libro le encanta remarcar: Héctor no le ha hecho nada. (Porque la autora cuenta con que conozcamos la historia y eso le da el poder de mover los hilos correctos, poner las palabras correctas en los sitios correctos y recordarnos que, después de todo, La canción de Aquiles terminará por rompernos el corazón).

Fanart de Aquiles y Patroclo juntos en un columpio con el siguiente título: “He smiled, and his face was like the sun.”
“He smiled, and his face was like the sun.”
Arte de Arcane Gold (twitter, portfolio)

Ver a Aquiles desde los ojos de Patroclo es también enfrentarnos a todos los claroscuros de su figura. Aquiles, que toca la lira; Aquiles, que mata a toda una familia, pero deja vivo a un hijo para que su linaje no se extiga; Aquiles, que salva a las mujeres de las manos de Agamenón, pero ha matado a sus padres, esposos y hermanos. Aquiles, acostumbrado al aplauso y víctima de su honor, pero también el Aquiles más vulnerable, que le pregunta a Patroclo: si voy a Troya, ¿vendrás conmigo? (si camino hasta mi muerte, ¿me acompañarás?). Este libro nos recuerda una y otra vez que Aquiles no es sólo el héroe que mató a Héctor, Príncipe de Troya, sino el que también devolvió su cadáver a Príamo. ("Así celebraron las honras de Héctor, domador de caballos").

Al final, enfrentarnos a una figura más compleja de Aquiles que sólo el héroe que aparece en muchas versiones dulcificadas para niños (no olvidemos que hay una parte del mercado editorial que considera que adaptar los clásicos para niños es también despojarlos de cualquier complejidad que puedan tener), nos obliga a vera un ser humano completo como lo somos todos. Contradictorio, complicado, lleno de claroscuros, recordándonos que en historias como la Iliada, la separación entre héroes o villanos, si es que llega a darse, depente también de quién y cómo nos esté contando la historia.

La guerra de Troya (y su mito)

Aprendí a dormir de día con el fin de no estar cansado a su regreso, pues Aquiles siempre necesitaba hablar y contarme hasta el último detalle de los semblantes, las heridas y los movimientos de los hombres. Y yo deseaba ser capaz de escuchar para asimilar las sangrientas imágenes y pintarlas luego vulgares y corrientes en el vaso de la posteridad, y para librarle de ellas y conseguir que volviera a ser Aquiles.

Para algunos la guerra de Troya está metida en el imaginario popular gracias a Brad Pitt y al único papel que no ha matado a Sean Bean (yo no conecté nunca con la película, entonces...), otros conocemos a los Crayola Kids (si conocen esa adaptación de la Iliada, sean mis amigos, por favor). Lo cierto es que se ha contado un montón de veces según distintas visiones y perspectivas. Se ha recuperado la voz de Héctor, de Paris, de Helena, de Cassandra, de Briseida y otro montón de personajes que hoy forman parte del imaginario popular. Se ha eculubrado sobre Aquiles miles de veces y sobre su leyenda. Hay narrativas que parten del mito del amor a la guerra o que hacen más romántica la masacre troyana. Hay obras que así son hermosas a pesar del horror, ¿cuántos poemas épicos no lo son? (ya habla de eso Luned en El fuego verde de Veróica Murguía), pero Madeline Miller, desde los ojos de Patroclo, nos muestra otros detalles.

La entrada del caballo de Troya, pintura
La entrada del caballo de Troya, por Giovanni Domenico Tiepolo

Nos mete en la parte del campamento dedicada a los heridos, nos habla de las víctimas, de los muertos, de los despojos de la guerra, de los hombres que reclaman mujeres cómo trofeos para sí (y la manera en que insta siempre a Aquiles a pedir a las mujeres para sí, para salvarlas de peores destinos, como los de volverse concubinas de Agamenón). Dice: esto también es la guerra y esto también es una batalla. Pone énfasis en el ego de los hombres al reclamar sus tesoros, al alardear quien ha matado, aplaudir a los mejores guerreros, cuyas lanzas no fallan, habla también de la imagen de Aquiles que surge entre los soldados. (¿En qué piensa cuando mata a otros? En nada, porque quizá es la única manera en la que soporta la masacre, aunque luego la narre entera, para compartirla con Patroclo). 

Me gustan también esas imágenes. La que hablan de las esperanzas de los soldados y que también los muestran como humanos. Van a la guerra arrastrados por el deber, en busca de oro, porque deben seguir a un líder a quien le deben vasallaje; van en busca de gloria, creyendo que esta se esconde en la masacre, en la pelea y que el honor también está allí. Resulta interesante ir viendo todas esas perspectivas desde los ojos de Patroclo, que tiene una sensibilidad especial de la que voy a hablar más adelante. 

Achilles y Patroclo por awanqui ilustrations. Juntos y felices
Achilles y Patroclo por awanqi illustrations. (Art Station

En muchas reseñas vi que demeritaban mucho el trabajo de Madeline Miller diciendo que más de la mitad del libro era tan sólo un resumen de la Iliada. Y bueno, cada quien tiene su opinión, pero creo que eso es algo inexacto. Sí, Madeline Miller vuelve a narrar pasajes del poema épico que ya se conocen en varias versiones. Nos volvemos a enfrentar al engaño que Agamenón a Clitemnestra al mandar por Ifigenia, alegando que va a desposarla, cuando en realidad es el sacrificio que reclama Afrodita para que haya viento y las naves puedan zarpar. A la plaga que asola el campamento cuando Agamenón (que piensa con el pito la mitad del tiempo, sin importar qué versión de la historia leamos) ofende a Apolo secuestrando a una de sus sacerdositas, Criseida. Y sí, quizá uno pueda adelantarse, pero Madeline Miller para mí nunca dejó de ofrecer nueva perspectiva y de generar sentimientos en mí; su prosa, incluso traducida, tiene un lirismo muy interesante (del que suelen carecer los resúmenes, especialmente aquellos hechos sin pasión alguna; esos el único sentimiento que han llegado a causarme es furia por tenerlos que leer). 

Ahora sí, ya que hablamos un poco de la guerra, voy al punto que seguramente le interesa a todo el mundo: la relación entre Aquiles y Patroclo. 

Patroclo y el subtexto

—Di el nombre de un héroe que fuera feliz.
Me detuve a considerarlo. Heracles se volvió loco y mató a su familia. Teseo perdió al padre y a la novia. [...]
—No eres capaz. —Se incorporó y se inclinó hacia adelante.
—No.
—Lo sé, nunca te dejan ser famoso y feliz. —Enarcó una ceja—. Voy a contarte un secreto.
—Dime. —Me encantaba cuando se comportaba así.
—Yo voy a ser el primero. —Me cogió por la palma de la mano y la sostuvo con la suya—. Júralo.
—¿Por qué yo?
—Porque tú eres la razón. Júralo.

No es secreto que durante mucho tiempo se ha discutido del subtexto entre Aquiles y Patroclo. ¿Serían algo más de lo que el texto original dejaba ver? ¿Había allí alguna relación romántica? Estas lecturas, no sólo en esta obra sino en muchas otras, existen porque a pesar de estar en el año 2021 de nuestro señor, la literatura que se enfoca en personajes LGBT y en sus relaciones (con todos sus matices y complejidades) sigue siendo mucho menos que lo que consideramos hegemónico. Ya no es tan escasa como lo sería hace cien años, pero sigue sin ser lo que más existe. Se hacen lecturas como estas de Drácula, de El señor de los anillos o de cuanto libro y clásico se les ocurra. Muchos se llevan las manos a la cabeza y dicen "¡pero es que dos hombres pueden ser amigos!" y es cierto: hay ternura también en la amistad y la visión que hoy se tiene de la masculinidad es muy dañina y también ignora esto. Y también necesitamos representaciones sanas de amistad entre hombres (y entre hombres y mujeres, y entre mujeres), pero amistad y romance y sus múltiples lecturas nunca han sido cosas peleadas, porque en los ojos de cada lector hay una historia y leer es tener una y múltiples conversaciones y la variedad de estas es lo maravilloso (nunca buscar que existan menos). Por eso no es de extrañar que durante años y años y años y años la gente lea la Iliada y vea a Aquiles y Patroclo y hable sobre ellos. ¿Primos? ¿Amantes? ¿Amigos?

Mismo arte que Aquiles y Patroclo de Awanqi Ilustrations, ahora de lejos. Llamado A Fleeting Dream
A fleeting dream, por awanqi illustrations. (Art Station

Madeline Miller sostiene La canción de Aquiles sobre ese subtexto. Son amantes, dice. Trae una parte del subtexto al texto y sobre él construye la historia, con Patroclo al frente y en primera persona. Patroclo no es un héroe y, en La canción de Aquiles, ni siquiera es un guerrero destinado a la gloria. Quirón le dice: podrías ser un soldado decente con entrenamiento, ¿quieres serlo? y él responde no, muy seguro, recordando que ya una vez mató a alguien. Las virtudes de Patroclo no están en las lanzas ni en la pelea. Lo están en su sensibilidad, en su atención, en su ternura (lo cual le ha granjeado unos cuantos insultos en algunas reseñas, pues parece que en el imaginario todavía es muy difícil concebir a un soldado tan sensible, más aún al compañero de armas del mismísimo Aquiles). 

Para la historia resulta ser el contrapeso perfecto para Aquiles y quizá en eso radica su tragedia. Allí donde Aquiles sólo ve una mancha en su honor, Patroclo ve también a todos los que saldrán heridos cuando Aquiles se ofende. No duda en ir en su contra cuando se trata de proteger a alguien a quien quiere ni en hacerle frente como bien puede a Tetis, la madre divina de Aquiles (a quien también teme). Es menos ingenuo que Aquiles para algunas cosas y mucho más para otras; comprende por qué su amante cree ciegamente en su madre, aunque ella ser divina y, por ello, no piense en los sentimientos de los humanos como lo hacen ellos. Ver a Aquiles desde los ojos de Patroclo es maravilloso a la vez que desgarrador. Lo vemos a través de los ojos del dolor, pero también hemos de enfrentarnos a él cuando Patroclo está desesperado o dolido. Cuando se pone de rodillas ante él y le ruega que salve a los griegos. Que lo mande a él, a él frente a los Mirmidones, para salvarlos, para que la disputa entre Aquiles y Agamenón no acabe con la masacre de todos sus compañeros de armas. 

Fanart de Aquiles y Patroclo
Aquiles y Patroclo, por f e l i.

Adoré los matices de su romance al leer. Las cosas que se decían entre líneas. El miedo, la felicidad, sobre todo el amor. Madeline Miller nos ofrece la posibilidad, con su libro de decir que sí, en una de las tantas versiones de La Iliada que existen, Aquiles y Patroclo son amantes, sin lugar a dudas y descansan juntos. Aquiles y Patroclo, por los siglos de los siglos. Nos dice que, a pesar de la tragedia, fueron felices y que Aquiles soñó con ser el primer héroe que hubiera muerto feliz.

La vida después de La canción de Aquiles

No les voy a mentir, terminé de leer este libro en un charco de lágrimas. Sabía que iba a pasar porque La Iliada despierta esa clase de cosas en mí y a pesar de todo valió enteramente la pena todo el sufrimiento. Lo leí en el momento justo y preciso. Mi conclusión es que se los recomiendo mucho, con mucha fuerza y voy a recomendarlo en todas partes. Si les gusta la mitología griega y en algún momento se vieron interpelados por los héroes de la Iliada, La canción de Aquiles puede ser para ustedes. Y si no, pero de todos modos les interesa un poquito, pues los insto a que le den una oportunidad. Si lo leen, pues ya saben a donde venir a comentarme qué les pareció. 

Patroclo y Aquiles en el campo, tirados sobre la hierba, con la lira. Por awanqi ilustrations
Patroclo, Aquiles y la lira, por awanqi illustrations. (Art Station

martes, 28 de enero de 2020

El velo de Helena, María García Esperón & Claudia Navarro | Reseña

Sinopsis: La belleza de Helena es un preciado regalo otorgado por los dioses, pero su belleza también será su perdición. La diosa Afrodita ha destinado el amor de la mujer más hermosa sobre la tierra al troyano Paris, desatando entre ellos un romance que culminará en una larga y cruel guerra entre Troya y los reinos de Grecia en la que Helena estará a punto de perder todo, incluso su propia vida. Redescubre la fascinante y mítica historia basada en la Ilíada y la Odisea, vista desde los ojos de la propia Helena, confirmándola como una de la figuras más apasionantes y modernas de la tradición griega.

Esta reseña ya me estaba mirando a lo lejos con ojos de "a ver cuánto te acuerdas de mí" porque el borrador ha estado más o menos un mes y medio (poco más) en el blog. Yo le devolví la mirada con ojos de "es que es muy difícil escribirte" todo este tiempo pero pues eventualmente tenía que sentarme a escribir porque necesito hablarles de este libro con desesperación. Así que aquí vamos.

El velo de Helena es la historia de la Iliada desde los ojos de Helena de Troya (reina de Esparta). Voy a suponer aquí que todos conocen, más o menos, la historia de la Iliada de todas las adaptaciones que se le han hecho. Ya sea por Brad Pitt o por las Aventuras Crayola (díganme por favor que es por las Aventuras Crayola, si me lo dicen me van a hacer la persona más feliz del mundo), los libros de mitos para niños donde se habla del Caballo de Troya o de la manzana de la discordia, lo que sea. Muy bien. Usualmente todas esas historias no se cuentan desde el punto de vista de ninguna mujer, mucho menos de Helena (que siempre es vista y retratada como la causante de la guerra) que nunca parece tener agencia o decisión propia. Aquí es donde interviene este libro: Helena nos cuenta, desde sus ojos, la guerra de Troya. Pero no sólo la guerra. También el amor.

Bueno, si revisan un poquito mi blog con atención van a descubrir que me dedico a ser la promotora no. 1 de María García Esperón porque es una de mis autoras favoritas. Es mexicana, muy aficionada a la mitología y a la historia clásica (muchos de sus libros son de corte histórico o retellings de mitos y prácticamente todos están reseñados aquí) y la conozco de cuando todavía existía el Hi5. A ver, imaginen esto: un Hi5 horrible, con un layout en negro, rosa y morado, porque la niña (o sea, yo) era emo. tenía doce o trece años. Mi blog todavía no existía, yo dividía mi tiempo entre poner canciones de La Oreja de Van Gogh y My Chemical Romance en el Hi5 (con reproductores de esos molestos que tienes que buscar por toda la página para poder quitar), jugar rol en un foro que se llamaba Mundo Mágico (que luego cerraron, pero sobrevivió uno de Charmed) y escribir un fanfic en los foros de Hi5 (Potterfics llegó justo después) y una novela malísima en un blog (aquí, en blogger; el blog existe y se puede acceder, pero no es indexable, así que suerte encontrándolo).  Entonces en esa parte de Hi5 donde ponías tus cosas favoritas yo elegí responder a Libro Favorito con "El disco del tiempo de María García Esperón". Nombre completo y todo. Así que lógicamente (no, la verdad no) un día recibí un mensaje de una señora que se llamaba María García Esperón donde, entre muchas cosas, me agradecía que su libro fuera de sus favoritos.

Me fui para atrás (notemos que yo acababa de cumplir trece años), creo que era el principio del 2009 o finales de 2008.

Desde entonces no he dejado de leerla y de ser testigo de cómo ha evolucionado como escritora. Así que obvio vengo a hablar de su última novela para decirles que la lean. Bueno, toda la palabrería fue para contarles como este libro llegó a mis manos (no tenía otro destino).

La historia está escrita desde la voz de Helena, que es una mera espectadora de una guerra de la que se siente responsable (aunque ella sólo esté siguiendo los designios de Afrodita y de la manzana de la discordia, esa que dice "Para la más bella" y que Paris le dio a la diosa a cambio del amor de la mujer más hermosa del mundo). Desde el principio me enamoré de su personaje, especialmente cuando habla de su matrimonio con Melenao (que eligió ella) y de cómo no puede evitar sentir envidia por Penélope, que se casó por amor con Odiseo, porque ella no eligió a su marido por amor: no estaba enamorada de Melenao y no lo había estado de nadie. Creo que una de las cosas mejor logradas de la novela está el hablar de amor, específicamente, del enamoramiento. Especialmente cuando Paris, el príncipe de Troya, entra en escena.

Paris estaba parado detrás de mí y pensé que si me volvía y lo contemplaba, el suelo se hundiría bajo mis pies, los cielos se abismarían sobre mi cabeza. ¿Qué era esa sensación de morir sin morir, de volar y estrellarse en el suelo, de nacer de nuevo en un lugar desconocido sin moverse del mismo sitio?


Hay una cosa que me encanta a mí: escribir de romance. No me refiero tanto a escribir historias que sean sólo románticas, sino a meter romance en historias de aventura, de fantasía, de ciencia ficción, de lo que sea. Me esfuerzo porque sea natural porque odio esa tendencia a escribir romances forzados sólo porque sí, esa tendencia a renegar de las historias románticas (sí, quizá mi última historia de aventuras no necesitaba un romance pero me dio la chingada gana meterlo porque el amor es el amor y punto y en este mundo nos faltan ejemplos de romance que no sean del corte de Crepúsculo), esa tendencia a escribir historias románticas que más bien apestan a relación tóxica esperando que sean un deseo al que aspirar (léase, Crepúsculo de nuevo, o El Diario de una Pasión). Por eso me emociona tanto que un libro hable de un amor tan pasional como el de Helena y Paris; la protagonista habla de "el fuego de un amor que creció en segundos para llenar e incendiar el mundo entero". Todo el libro se mueve sobre el hecho de que Helena tenga agencia y decida huir con Paris y convertirse en la princesa de Troya (y como los Troyanos le preguntan primero si Paris la rapto o ella fue con él por decisión propia, para saber qué hacer) y el hecho de que, también a lo lejos, Afrodita está moviendo los hilos de la pareja (véase la portada).


Además, una de las cosas que más me gustó del libro es que sigue toda una historia de amor. Desde el enamoramiento hasta el desamor. Al principio están los para siempres y al final las desilusiones, pero Helena nunca deja de ser la voz que lleva la historia, nunca deja de recordarnos que es más que la cara bonita que causó una guerra.

Que el abrazo de Paris durara para siempre, que esa mirada que me envolvía no se apagara nunca, que su voz me cantara hasta que la última estrella se extinguiera, hasta la última marea y el último amanecer del mundo.

Ya no me queda más que decirles del libro más que las ilustraciones de Claudia Navarro lo complementan de una manera preciosa y que es un soplo de aire fresco (perdón, no encontré otra expresión más cliché) sobre la historia de la Iliada. (Y que yo volví caer como estúpida por Héctor, eso siempre me pasa). Lo edita El Narajo, una editorial para niños y jóvenes que ha estado varios años apostando por un montón de historias muy diferentes y me permito hacerles publicidad porque su trabajo editorial ha sido siempre de calidad. Entonces, si tienen la oportunidad de conseguir un ejemplar de este libro, no duden en leerlo y contarme qué les pareció.