Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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jueves, 15 de febrero de 2024

Razzies Literarios (IX)

Si hiciera esta sección el día de hoy probablemente sólo le pondría peores lecturas del 2023, pero bueno, las tradiciones se siguen siempre. La verdad es que 2023 fue relativamente un año bueno en cuanto a lecturas y no tengo demasiadas que quise arrojar por la ventana. Sí hay dos libros que abandoné porque eran pésimos (Hermanastra y Reencarnación, que no salen en el ranking porque no los terminé), y unos cuantos que no me gustaron. Así que, vamos a hablar de ellos. 

No le pasen esta entrada a ningún autor, no creo que sea productivo, hay una razón por la que no etiqueto a nadie, y si se lo encuentran, pues se lo encontraron y ya. Especialmente porque los tres que comparten el dudoso honor este año son literatura hispana. La advertencia de siempre para la gente no sabe leer es que todas estas opiniones son subjetivas y que lectores hay un mundo y seguro estos libros tienen lectores que los disfrutaron, yo no fui una de ellas.

Cordeluna, Elia Bacerló

Empecé este libro con muchísimas esperanzas porque era fantasía, misterio y abordaba a Rodrigo Díaz de Vivar, el Mío Cid, muy de pasada. Pero es malo. La prosa es superficial cuando menos en casi todo el libro, suena como el meme de hello my fellow youngsters mal, es como lo que las editoriales te piden de lo que yo llamo libros pa' la banda, que es lo que los editores creen que los adolescentes leen en cuanto a calidad porque no pueden comprender nada más complicado. Además me resultó en sí un libro desagradable, en el que los personajes están poco desarrollados y muchos existen un poco por existir o para llenar el cast. La verdad es que aunque comprendo qué clase de historia quería contar Elia Barceló no creo que lo haya logrado y lo más que conseguí con este libro fue curarme el insomnio, lo cual es muy triste porque genuinamente trata de un tema interesante al que simplemente creo que no se le da ni el lugar ni la importancia porque todo el libro parece que lo dumbificaron para que los jóvenes entendieran

Tsunami 2, varias autoras

Es pésimo y ya hice una entrada sobre él. Hay uno o dos buenos ensayos y uno o dos que ir, no van a ningún lado pero tampoco dan tanta pena. ¿Los peores? Los que se murieron de repetición porque no tienen argumentos, los que directamente demostraron que no saben investigar y esparcieron la misma propaganda anticomunista que las mujeres burguesas llevan esparciendo décadas en el feminismo a ver si las proletarias se lo creen para desarticular el movimiento. Entre ellos hay un montón de ensayos vacíos de toda alma que son superficiales a más no poder y que nada más repiten consignas que ya suenan vacías. No creo que el mundo me de la oportunidad de no tener Tsunami 3, pero sí les recomendaría que pisaran el freno e investigaran. No es posible que edición tras edición se le siga permitiendo a la gente decir cosas tan falsas como que Marx y Engels (y nada más ellos dos, sin tomar en cuenta a nadie más) no hablaron de la cuestión femenina

Mándame un mensaje cuando llegues a casa porfa, Oralia Torres de la Peña

La cosa está así: si vamos a escribir poesía, vamos a respetar la poética. Y si vamos a escribir haikú, vamos a respetar el género. No puedes escribir haikú (o jaiqu) si no respetas su base: cinco, siete, cinco. Hay que aprender a contar. La autora pretende rebelarse contra la esencia del género: en lugar de causar tranquilidad y paz, busca más bien causar horror y angustia, lo cual me parece un buen punto de partida para retar al género y subvertirlo, si de verdad hubiera algo en ellos que remitiera al haiku. Cuando vamos a romper reglas, creo que es importante saber que si todavía queremos ser parte de algo o una subversión de algo, no podemos romperlas todas. ¿Cómo subvertimos el haiku si no escribimos ninguno? Todo este libro consta de frases cortadas con enter cuyas imágenes a mí personalmente no me remitieron a muchos horrores (pero sí a la sombra de ellos: o sea, entiendo la intención, simplemente no llegan conmigo, a pesar de remitirme, sin duda alguna, al 2006, a Calderón, a la militarización) y ninguna sigue la métrica del haiku. La métrica en este género importa. Hay que tenerle respeto al género para subvertirlo. Sobretodo: saber escribirlo primero. No puedo calificar algo que no respeta esas bases y quizá soy muy snob, pero creo genuinamente que respetar la métrica hubiera hecho maravillas por muchas de las imágenes presentadas aquí, sobre todo porque habría obligado a que su escritura fuera más reflexiva del lenguaje y no hubieran acabado siendo frases cortadas con enter

 

miércoles, 19 de julio de 2023

Tsunami 2 y mi relación con el feminismo

Sinopsis: ¿Cómo respondemos? ¿Con la voz entrecortada? ¿Con el cuerpo? ¿Con la lata de aerosol? ¿Con un coctel molotov? ¿Con toda nuestra rabia? ¿Con nuestra inteligencia? ¿Con todo lo que tenemos y somos? ¿Cuántas formas posibles de respuesta hay? Tantas como nosotras. «Nuestra arma es la voz», dijo Marichuy en la toma reciente del INPI y ya había mencionado Gloria Anzaldúa que la responsabilidad es nuestra habilidad de responder: con la boca, la voz, y en las puntas de los dedos cargamos y enunciamos esa responsabilidad. Las voces aquí reunidas cuestionan el amor tradicional entre una hija y su madre, las relaciones posibles y el deseo en una comunidad zapoteca; reflexionan sobre las historias que nos han contado sobre la identidad, sobre los cuerpos normados, las periferias, las disidencias; se preguntan por las luchas de izquierda que hacen jerarquías entre los cuerpos, por la «sororidad» entre unas a costa de otras; cuestionan nuestra participación en el juego de la estupidez desde la valentía adolescente; se duelen por el extractivismo que penetra nuestros cuerpos-territorios; ponen en entredicho las teorías racistas, clasistas y discriminatorias de ciertas manifestaciones radicales del feminismo, e imaginan las posibilidades de un futuro alegre después del hartazgo y el dolor, desde las perlas-cicatriz o los monumentos vueltos archivos íntimos, y las voces que la historia quiso borrar hablan fuerte y claro. Escriben para un nosotras que se vuelve un bosque de mujeres —metáfora potente de la diferencia y la equidad—. Porque si el feminismo y las luchas de las mujeres no son de todas y para la emancipación de todas entonces no son para ninguna.

A ver, antes de cualquier otra cosa, creo que es justo que aclare algo: el movimiento feminista mexicano no me parece especialmente brillante en los últimos tiempos. Yo salí de ahí en 2018, más o menos, rumbo a otros lados y fui rompiendo poco a poco con todo lo que él implicaba. Me molesta el interclasismo, la falta de análisis, el anticomunismo rampante, ese sector que se la pasa pactando con la derecha, la transfobia, el racismo y el desprecio a quienes no nos nombramos feministas. No tengo claro cuándo se produjo mi ruptura oficial, pero sí el día que me empecé a alejar: me dijeron que cuidaba pijas de los muertos, refiriéndose a Marx y a Engels. Con los ojos de esa experiencia leí este libro. De buena fe, pero con ojos que no esperan más que lo que ya han conseguido el movimiento: desprecio a la cosmovición que una admira y se esfuerza en comprender y lástimas porque cómo va a ser que una mujer ande entre los comunistas. Es sincero reconocer ese resentimiento, porque forma parte de mis lecturas

Por lo demás, el libro como libro me parece lamentable y no hay mucho que decir al respecto. Cada tanto se ponen unas cuantas mujeres de moda (y unas cuantas tienen suerte, otras mucha enjundia para abrirse paso a codazos, y las últimas simplemente tienen todos los contactos posibles) y las invitan a que den su opinión de todos los moles o las encasillan en su solo tema del que parecen ser las representantes únicas (como ejemplo, una mesa de escritoras y maternidades en la FILO Oaxaca 2022 en la que se dijo: a la mejor ya nos conocen, no es la primera vez que nos invitan a estas mesas, siempre nos encontramos, como si de tanto buscar los organizadores no más tuvieran tres o cuatro tokens). Todas tienen cosas importantes qué decir, pero creo que la edición se les está quedando corta.

Todo es un ciclo hasta que encuentran nuevas y vuelve a pasar lo mismo, porque el sistema es el sistema y aunque a veces logremos brillar un ratito, el sistema nos tira para abajo (curiosamente, no hay autocrítica a este sentido casi ninguna y muchas partes del movimiento siguen muy jerarquizadas). Algunas mujeres son muy brillantes, otras tienen mucha enjundia y ganas de aprender y escuchar a otras, algunas no más para figurar, otras porque si no dicen que sí, las instituciones tampoco invitarán a nadie más, la verdad es que cada quien sabe por qué va a donde va y hace lo que hace y me consta que en la gran mayoría de los casos hay muy buenas intenciones (no más que de buenas intenciones no se hace el mundo, ojalá, me ahorraría leer esto y decir chale, qué malos ensayos). Quién sabe. Pero si se fijan, el patrón estará allí. 

¿Pero y los ensayos? Mientras estaba leyendo hice una lista. Ensayo por ensayo, porque la calidad es variable; de todos anoté lo que pensaba, poco a poco, mientras lo iba leyendo. Esta la lista, refinada, estilizada, un poco más analizada. Vamos allá.

1. La rebelión de las Casandras. Marina Azahua tiene, quizá, uno de los ensayos más vacíos de todo contenido de todo el libro. Lista consignas, se la pasa metida en los lugares comunes: cosas que las lectoras de este libro ya saben, ya intuyen, simplismos exagerados. Lista las consignas de las marchas como adorno del ensayo y, entiendo, pretende lograr algo con eso, pero sólo me parece que quedan vacías de contenido, allí, adornando. Esa manera de repetir consignas que nos convence que estamos del lado de los buenos con una rabia absoluta. Triste, en sí, pero da vueltas sobre todos lados y no llega a ninguno. Vacío: no puedo decir nada más de él. Abrí el libro, lo leí y pensé: ¿cuándo me volví tan cínica sobre el movimiento? ¿Por qué me causa tanta desprecio esto? Pero es que no tiene alma, ¿cómo puede interesarme algo así?

2. Fragmentos del diario de una feminista. Lydia Cacho tiene una carrera. No puedo pararme y negar el legado: consiguió una de las primeras condenas por explotación sexual infantil en México e hizo una de las investigaciones más completas que existen en el país sobre trata de mujeres con fines sexuales. Ahora, no por eso me voy a sentar y voy a decir qué chido ensayo, que padre, porque escribió de lugares comunes, pero tomó un camino relativamente seguro, hiló una idea, siguió una tesis y, en general, me dio uno de los ensayos más gratos de leer. Innovador cero, y hay que reconocer que tampoco es nuestro deber innovar todo el tiempo, así que el problema, como quien dice, soy yo; después del primero tenía la barra en el subsuelo, tampoco pedía tanto. 

3. Feminismo sin cuarto propio. De este sólo puedo decir: la ignorancia es atrevida. Es del único que tengo una nota a la mitad y es porque Dahlia de la Cerda intentó mentar a Marx y, en una especie de gotcha moment rarísimo decir que obvio leyéndolo no se podía aprender igual que trabajando doce horas. Se puede estar parada doce horas y defender a los patrones y actuar en contra de tu clase (da tristeza, pero se puede, hay gente en Monterrey y en el Bajío que lo hacen todos los días).  

Pero Marx no escribía para los burgueses, ni para la pequeña burguesía; Marx también escribía para el proletariado y se negaba a considerar estúpidos a los obreros y a los trabajadores y algo que siempre me he topado en el feminismo es esta insistencia a encontrarlos, encontrarnos, pendejos sin querer siempre con sus frases esas de yo aprendí en la fábrica no leyendo, porque desprecian el saber, la teoría y cómo se une a la praxis y se niegan a considerar que alguien en ese contexto lea a Marx (y por eso Domitila Barrios de Chúngara los sorprende a todos, capaz). 

El marxismo es una cosmovisión, pero qué va a saber de eso gente que te dice, de frente y claro, que no entiende qué es el proletariado. Cita textual: Los de arriba y los de abajo, y que burgueses son «los que tienen los medios de producción». A esto le llamo fragilidad burguesa, que es la incapacidad de las clases sociales privilegiadas para reconocer sus privilegios de clase bajo un argumento teórico. Suscribo el concepto de que los burgueses son de la clase media acomodada hacia arriba. El marxismo no dice eso, pero a la mejor lo sabría la autora del ensayo si hubiera investigado, y sí, si no tienes medios de producción, no eres burgués y la burguesía no va a ver por ti cuando te vaya de la verga (pero esto se arreglaría si uno supiera qué se categoriza dentro de la pequeña burguesía y por qué existe ese término). Pero bueno, mi conclusión de todo el ensayo fue que la ignorancia es audaz y la puedes adornar bonito si sabes hilar frases bonito y sabes de estructura y tienes buen ritmo al escribir. No más que es eso: puro adorno, las mamadas ignorantes no se van porque lo adornes

4. Hacer(nos) casita. Una de las críticas más agudas de comunistas hacia el feminismo de principios de siglo era que las burguesas se acercaban a las mujeres y les decían: somos todas iguales, somos hermanas, nos une el ser mujeres y sobre esas bases fundacionales se construyó gran parte del movimiento; Kollontai les reclamaba ese interclasismo: ¿cómo van a ser las trabajadoras iguales que las mujeres burguesas? Todavía es vigente esa crítica cada que leo ensayos como el de Diana del Ángel que, insisten, en alguna parte, que no importa de donde vengamos, las mujeres somos iguales. No, que me perdonen, pero yo no soy igual a una señora burguesa, yo apago el cerebro cuando intentan decirme que sí. (Por lo demás el ensayo es cursi, no llega a ninguna parte clara y no tengo nada más qué decir sobre él).

5. A mares sobreviviremos: metáforas del dolor trans. De todo el libro, probablemente uno de los ensayos mejor formados es el de Lía García. Sabe qué quiere escribir y por qué. No se mete en lugares complicados, es clara, es concisa y si bien en algún lado acabó metida en los mismos lugares comunes cursis de este movimiento, en general el ensayo fue de los únicos decentes de este libro; realmente disfruté leerlo, preguntarme hacia donde iba, qué planeaba. 

6. Agua negra (fragmento del ensayo sonoro Echoes from the Borderlands). Yo no voy a negar que Valeria Luiselli me parece una mamona porque yo igual soy una mamona cuando se trata de las estructuras al escribir (y este juicio dice más sobre mí que pienso que soy una mamona que sobre ella, a la mejor ella simplemente es y ya), pero no todo puede serlo la estructura: no siento que consiga que su tesis llegue a ninguna parte porque sólo estoy leyendo un pedazo de algo que a lo mejor si se sostiene en otro medio. No tengo nada más que decir: ni siquiera es un ensayo completo. El tema que trata (la libertad reproductiva y sexual y cómo la atraviesa brutalmente la clase) es importante y da un poco de rabia que quede tan diluido entre el performance que propone. Creo que se pudo haber equilibrado mejor. 

7. Temblores en el corazón: crónica de una geografía emocional. El ensayo de Fernanda Latani M. Bravo tiene alma y eso me gustó, me hizo preguntarme qué seguía, querer saber su opinión, escucharla. Esta bien. Decente. Hagan con esa información lo que gusten. 

8. ¿Quién apagará los incendios? También este fue de los mejores del libro. Lo escribe Luna Marán. Me desespera un poco que aterrice en lugares comunes que ya resultan muy estériles a la lucha de las mujeres, pero también siento que tiene un buen punto de partida. Es una lástima que en algunas partes de tantas vueltas para no decir nada en absoluto y que yo esté dispuesta a concederle el título de los mejores del libro habla de mi decepción general. Lo importante del ensayo, me parece, es el tema y, aunque yo no esté de acuerdo con todo el enfoque, sí creo que es algo que sigue siendo muy invisible en la lucha de las mujeres. 

9. Un bosque de mujeres: carta a las zapatistas. Para quien no lo sepa, Sylvia Marcos escribió un libro donde hablaba del movimiento zapatista y, especialmente, de las mujeres en él. Lo leí en su tiempo y me pareció muy interesante, sobre todo porque ofrecía una perspectiva humana a un movimiento muy mitificado. Este ensayo no me da nada nuevo. Sylvia repite las palabras de las mujeres zapatistas, palabra por palabra y esa es la parte que resulta más interesante, incluso sobre sus propios comentarios. Es hasta triste que las palabras de otras (a las que supuestamente respondes y comentas) brillen más y opaquen las tuyas. Además, las supuestas respuestas a veces se pueden leer muy aleccionadoras y eso me resultó hasta extraño, tratándose de Sylvia Marcos, que tiene una historia muy larga con el movimiento zapatista, al que conoce, admira y ha acompañado muchos años. Sin embargo, aunque esta sea una respuesta a las mujeres zapatistas, ¿quién lo está leyendo?

La pregunta es genuina, porque yo no tengo ni idea. No quiero tenderle una trampa a nadie ni hacer un gotcha moment. ¿Para quién es este libro? ¿Este ensayo? ¿Quién lee Tsunami? ¿Por qué leemos Tsunami? ¿Quién conoce Tsunami? He visto que compran las que ya son feministas, las que ya están enteradas, las que quieren aprender, las que sólo quieren darse palmadas en la espalda (no me vengan a decir que no existen: las he visto), las que queremos ver el panorama; pero mi círculo es cerrado, limitado y una burbuja y no puedo ver más. Se me escapan cosas.

Es un libro relativamente caro (como todos los de Sexto Piso, que por alguna razón a pesar de ser uno de los sellos más poderosos por debajo de los monopolios sigue insistendo que es una pobrecita editorial independiente; no tendrá cómo compararse con PRH o Planeta, que se la pueden comer el día menos pensado pero definitivamente, aunque independiente, no está en la situación de todas las que han cerrado los dos últimos años). ¿Cuál es su distribución? ¿Cuál es su público? Las preguntas son honestas, no lo sé. Puedo suponer, pero me haría más feliz saber con certeza a qué mujer se imaginan venderle este libro. Así, quizá, podría hacer un juicio más certero de este ensayo.

Si tuviera todas las respuestas, no me tambalearía pensando si se exotizó a las mujeres zapatistas cuando ocurrió el encuentro o si el diálogo es genuino. Porque lo leo y digo: parece que las están usando de token y, con ellas, también a Sylvia Marcos. Pero no sé. A quién imaginan leyendo esto, quién imaginan qué es quien se encuentra este supuesto diálogo (supuesto, porque se ve muy unilateral y me gustaría tener la certeza de que no lo fue, como no lo fue el encuentro). No era yo, eso sí me queda claro

10. El hambre soy yo. Admito con todas las letras que le tengo resentimiento al movimiento feminista porque es un movimiento anticomunista casi todo el tiempo; es inocente de mí, quizá, pedirle cosas al feminismo que nunca me pudo dar. Broyelle lo dijo en La mitad del cielo: el feminismo nos dio todo lo que podía darnos... y es tan poco. Creo en la honestidad de las mujeres, en su lucha, pero no creo en el movimiento feminista. No cuando leo ensayos que, mentando referentes, dicen, sin cortarse los dedos, que Marx y Engels no consideraron a las mujeres. Ytzel Maya lo puso en su ensayo. Cuando le reclaman a Marx la (supuesta) (y también incomprobable) omisión de las mujeres en la cosmovisión marxista, ¿qué creen que es la definición de proletariado? ¿Por qué creen que Marx lo definió sólo definiendo a los hombres? ¿Lo han leído? ¿Han leído a Engels, que en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado detalló un montón de cosas referentes a la cuestión de la mujer? Y ya no sólo a ellos. Después de ellos hubo un montón de mujeres y de hombres que siguieron teorizando y construyendo y luchando. ¿Cómo pueden escribir sin que les tiemble la mano que fallaron en considerar a las mujeres cuando tengo la evidencia de que no enfrente? Como dije en el ensayo de Dahlia de la Cerda, la ignorancia es poderosa.

Por otro lado, este ensayo no me aportó nada más que ese coraje, chale. El resentimiento también puede ser poderoso. 

11. 4 diatribas y media en la Ciudad de México. Debido a que no tengo ni idea de qué me quiso decir Brenda Navarro o si este ensayo tenía tesis (no parece ensayo, pero el ensayo es también el caos, así que es un ensayo), no puedo decir nada más. Ni negativo, ni positivo. 

12. Las historias que nos construyen. El de Jumko también es de los mejores escritos, a mi parecer, en todo el libro. Aborda cosas muy interesantes y me gusta que abiertamente hable sobre no denominarse feminista. Jumko y yo no estamos en luchas iguales, pero esa reflexión pega muy cerca de casa y hace que sienta un poco de parcialidad a querer leer qué tiene que decir al respecto. Sí siento que hay lugares comunes en el ensayo que a mí me generaron cansancio porque ya era el último del libro y eran cosas que se venían repitiendo y repitiendo y repitiendo (a mí no me gusta eso y corres el riesgo de que pase en estos casos, ante eso, la verdad mi sugerencia es no ser yo y leer con calma, porque por suerte, la mayor parte de las veces tiene arreglo). 

Y pues eso fue todo. A mí me decepcionó mucho, no me tranquiliza en lo más absoluto ver que el anticomunismo sigue metido y que se sigue mencionando a Marx sin saber realmente qué dijo Marx. Quizá me enojo, porque yo, para criticar al feminismo como movimiento, me acerco a ver qué está ocurriendo ahí, pero pareciese que nadie se acerca a Marx para ver que dijo Marx (o cualquier comunista que haya escrito en cualquier medio) y repetimos, cual cacatuas, que Marx no consideró a las mujeres. Perdón, yo no puedo con que haya pasado dos veces aquí. 

(Dudo que pase porque ya no dejo que me rodee gente que resuelve las cosas a tuitazos y ahí fue donde ocurrió la situación, pero por si acaso alguien sintiese la tentación de decirme que le estoy cuidando la pija a Marx mencionándolo tanto, dado lo que mencioné al principio de esta crítica: sí a mucha pinche honra). 

Es todo lo que tengo que decir. 

viernes, 24 de mayo de 2019

Algunos libros feministas que he leído

¡Hola! Ya volví con las entradas de compilaciones de varias lecturas. A veces, cuando las reseñas no son muy largas, se me hace mucho más fácil juntarlas para que ustedes tengan más reseñas por menos. Además, les voy a contar un secreto: me encanta lo larga que es mi entrada de reseñas y a veces, me gustaría que lo fuera todavía más. Como este año cumplo diez años con el blog (en octubre), me llena de orgullo ver el trabajo de diez años condensando en esa entrada. Compartir las lecturas ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado en internet. Y sí, leo muchas cosas muy diferentes, leo de muchos géneros, leo de muchas partes del mundo, leo un montón de cosas. Por eso de repente me gusta compilar las lecturas en una entrada porque mi ritmo de reseñista no puede con mi ritmo de lectora


En fin, y entre tanta cosa que leo, leo libros feministas. Y sí, ya sé que soy más marxista que nada y que un día en Halloween voy a aparecer vestida como el fantasma del comunismo que recorre Europa, pero de todos modos leo libros feministas. Es la costumbre. Quiero ver que se escribe, quiero ver qué me puede servir para hacer entradas sobre autoformación y recomendar lecturas. Así que aquí les traigo tres con sus puntos fuertes y sus puntos débiles.

¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?, Katrine Marçal


Sinopsis: Adam Smith, el padre de la economía moderna, escribió que no era por la benevolencia del carnicero y el panadero que podíamos cenar cada noche, sino porque se preocupaban por su propio bienestar; así, el ánimo de lucro hacía girar el mundo y nació el Homo economicus. Cínico y egoísta, el Homo economicus ha dominado nuestra concepción del mundo desde entonces y su influencia se ha extendido desde el mercado a cómo compramos, trabajamos y flirteamos. Sin embargo, Adam Smith cenaba cada noche gracias a que su madre le preparaba la cena, y no lo hacía por egoísmo, sino por amor. Hoy, la economía se centra en el interés propio y excluye cualquier otra motivación. Ignora el trabajo no pagado de criar, cuidar, limpiar y cocinar. E insiste en que si a las mujeres se les paga menos, es porque su trabajo vale menos ¿por qué si no? La economía nos ha contado una historia sobre cómo funciona el mundo y nos la hemos creído hasta el final. Pero ha llegado el momento de cambiar esa historia.

Creo que este libro funciona muy bien para empezar a entender lo mal que funciona la economía dentro del capitalismo y lo invisibles que a veces son las mujeres en ella. Para quien sabe de economía quizá pueda parecer redundante (creo, a mí me cuesta entender de economía). Creo que su mayor valor son sus explicaciones claras sobre el modelo de la economía actual (el capitalismo) y el papel de la mujer en él. Explica las bases de lo que planteó Adam Smith hace muchos años y en esas explicaciones es obvio porque mi bebé Marx tenía razón porque nos estamos yendo al precipicio. Me pareció una lectura muy promedio que sin embargo de repente sí habla sobre lo invisibles que son las mujeres en la economía. Por ejemplo: 
La niña de once años que todas las mañanas recorre quince kilómetros en busca de leña para su familia desempeña un papel enorme en el desarrollo económico de su país. A pesar de ellos, su trabajo no es reconocido. La chica es invisible en las estadísticas económicas. En la magnitud del PIB, por la cual medimos la actividad económica de un país, ella no cuenta. Su actividad no se considera importante para la economía o para el crecimiento económico. Parir niños, criarlos, cultivar el huerto, hacerles la comida a los hermanos, ordeñar la vaca de la familia, coserles la ropa o cuidar de Adam Smith para que él pudiera escribir “La riqueza de las naciones”; nada de esto se considera “trabajo productivo” en los modelos económicos estándar. Fuera del alcance de la mano invisible se encuentra el sexo invisible.

Me gustaría que hubiera hablado un poco más de la precarización de aquellos trabajos que son vistos como femeninos (aka la división sexual del trabajo) y que reconociera a quienes sí han hablado de mujeres y economía (un vistazo a El origen de la propiedad privada, la familia y el Estado de Engels hubiera estado muy padre porque justamente Engels ahondaba en cómo la mujer, para el capitalismo, era un ser improductivo mientras estaba confinada a lo doméstico) y ya. Las partes que valen la pena del libro son precisamente las que dejan ver lo surreal que es el capitalismo, pero lo que propone la autora ya no me gusta tanto. Siento que se queda en el reformismo y no plantea nada realmente revolucionario. Cambiar el sistema no sirve de nada si el mismo sistema está basado en la explotación del hombre por el hombre (hombre as in la raza humana, porque el lenguaje no es precisamente versátil).

Por otro lado, tantos años y sigo sin entender por qué el tema del techo de cristal es tan relevante. En todos lados, cuando se habla de feminismo y economía, se habla de cómo las mujeres son la minoría en los puestos de poder y hay menos SEO mujeres que hombres. Para mí la lucha para romper el techo de cristal nunca ha sido algo que sea prioritario en mi vida porque pues... ¿para qué? ¿Para hacer la explotación más equitativa? La cosa es que los hombres y las mujeres que están hoy en esos puestos no velan por los intereses de ninguna clase trabajadora, sino por los de la suya. En fin, este es un comentario al aire, porque claro, en algún punto el libro trata el tema del techo de cristal y a mí pues eso no me va ni me viene a estas alturas de la vida.

Bueno, como conclusión: creo que para entender cómo funciona la economía no está nada mal pero que en sus propuestas es muy "¡vamos a reformar el capitalismo!" y para qué querríamos reformar un sistema que no funciona en vez de dinamitarlo... yo sólo digo. Si quieren hacer una lectura crítica, por supuesto que recomendado.

Tsunami, Varias Autoras


Sinopsis: Si antes se unificaban los pensamientos de las mujeres feministas en las llamadas olas (primera, segunda, tercera, etc.), aquí hay mujeres de varias generaciones, formas de pensar, ocupaciones y, no obstante, el sentimiento es que, en estos tiempos, nuestras voces se suman en crescendo hasta que ola tras ola más bien se crea un verdadero tsunami. A la vez, cada voz en esta antología explora distintas facetas del ser mujer (y todo lo que esto puede significar corporal, material e ideológicamente) de forma singular. A través de estos textos esa palabra cambia, se busca pensar nuestra representación —o la falta de ella—, las definiciones y etiquetas que nos son impuestas, se trazan la violencia histórica y cultural, pero también delineamos nuestras resistencias. En un momento donde la visibilización se ha vuelto una obsesión, se busca hablar incluso de que a veces el no ser vista puede ser la mejor forma de ser libre. En un momento histórico de denuncia de violencias (con iniciativas o movimientos como #MiPrimerAcoso #MeToo y #TimesUp) también se busca pensar cómo no hacer que estos momentos se puedan a su vez volver esencialistas. Y, siempre en medio, la palabra como herramienta política. Sus riesgos. La palabra, volvemos siempre a la palabra.

Este es un libro con una compilación de ensayos bastante diversa que hablan de que la cuarta ola feminista no va a ser una ola sino un tsunami (de allí el título). Tengo opiniones encontradas acerca del libro como un todo porque siento que todos los trabajos varían en calidad. Por ejemplo, entre los más notables se encuentra Mientras las niñas duermen de Daniela Rea que es un diario precioso sobre la maternidad y que nos obliga a pensar sobre cómo vemos la maternidad y cómo es la maternidad en lo privado y en lo público. Ese texto se merece todas las estrellas del mundo, se los juro. Me llegó al corazón y fue lo mejor del libro con creces.
En la mitad de la pantalla escribo sobre una mujer que fue torturada y violada por militares, en la otra mitad tú ves caricaturas. A veces, más que hija, eres mi compañera.

Daniela Rea
 Por otro lado, también el texto de Yásnaya A. Gil también resulta muy interesante, en el que habla sobre las lenguas, los requisitos del estado (este y otros) para que alguien sea reconocido como índigena, del racismo y, en medio de esto, del feminismo y lo que representa. El texto de Sara Uribe me pareció que tenía mucho potencial aunque creo que las conclusiones fueron muy abruptas, pero ese es sólo un sentir, luego yo también hago esas cosas, qué puedo decirles. No soy fan de la propuesta de Verónica Gerber, aunque entiendo de dónde parte. En digital la verdad es que no es algo que se aprecie al 100%, también, lo cual es triste, porque quizá en papel lo hubiera apreciado un poco mejor. Sobre lo no tan bueno, creo que sólo tengo que decir que el texto de Margo Glantz no tiene ni pies ni cabeza y está pensando desde una perspectiva muy privilegiada en el sentido económico. En fin, les recomiendo que lean el libro si van a hacer lectura crítica y porque trae Mientras las niñas duermen de Daniela Rea, que lo vale completamente. Les digo, millones de estrellas a ese texto.

Por o demás creo que faltó cohesión entre todo, pero es interesante ver desde qué miradas tan diferentes se plantea un tsunami feminista. Y para acabar los dejo con otro fragmento: 
No nací madre. Tampoco me hice madre cuando naciste. Me he ido haciendo poco a poco, cuando me despierto por las noches a que me exprimas el pecho, la sangre, la energía. Cuando lloro porque tú lloras. Cuando me voy de la habitación y te dejo llorar porque no sé cómo calmarte. Y también en madrugadas como esta en que logré dormirte en mis brazos y yo aún sigo viva.
Este libro lo leí en bookmate y lo pueden leer en este link. Si no tienen bookmate y quieren probarlo, pueden obtener un mes gratis usando el código NEAPOULAIN en el siguiente link. La suscripción está bien barata últimamente para que puedan tener acceso a todo su catálogo, recomiendo ampliamente probar, sobre todo si leen mucho ¡y no les alcanza para los libros!

Rabia somos todas, Soraya Chemaly


Sinopsis: Desde niñas aprendemos que debemos contener la ira y no dejarla salir, aunque lastre nuestro cuerpo y nuestra mente de maneras insospechadas. Y sin embargo, tenemos una multitud de razones legítimas para sentirnos enojadas: desde los actos de misoginia más crudos y violentos, hasta el sutil goteo del sexismo cotidiano que fortalece las normas de género más insidiosas de nuestras sociedades.
En Rabia somos todas, Soraya Chemaly sostiene que nuestro enojo no sólo está justificado, sino que es parte fundamental de la solución: cuando somos conscientes de él, se convierte en un instrumento vital, un radar para señalar la injusticia y un catalizador para el cambio.
Construido con las mejores herramientas del periodismo de investigación, el testimonio personal y el manifiesto feminista, Rabia somos todas es un libro indispensable que da voz a las causas, expresiones y posibilidades de la ira femenina.

Este libro lo envió Oceáno a mis manos por ser parte de Libros b4 Tipos. De todos modos, esta reseña pequeñita es muy honesta y los anima a leer de manera crítica siempre.

Creo que el mayor problema de este libro es que no sabe qué clase de libro quiere ser: ¿un análisis de la ira femenina y de cómo, al socializar, nos enseñan que las "buenas" mujeres no se enojan?, ¿una lista de las cosas que hacen que las mujeres están furiosas con mucha razón?, ¿un libro de autoayuda sobre cómo usar tu enojo para cambiar el mundo? Ok, ese es sólo el último capítulo y esta es la única vez que lo voy a mencionar: me parece una conclusión del libro que se centra en lo individual y no en lo colectivo y olvida que sí, las grandes revoluciones que han triunfado (véase, Rusia), lo hicieron porque la población estaba enfurecida pero no sólo eso, también estaba organizada. Para hablar de la liberación de las mujeres, hay que centrarse en el trabajo colectivo para que, colectivamente, se mejore la vida de todas las mujeres. Por lo demás, voy a hacer como que este capítulo no existió y yo salé del 9 a las conclusiones.


Muy bien, ahora, hablando del libro: entiendo el punto, entiendo el propósito de muchos de los capítulos y entiendo los temas de los que habla porque son temas de los que se habla en internet y muchas son cosas que muchas mujeres viven. Sin embargo, en su mayoría son cosas que están hasta el frente de la agenda de los Estados Unidos, pero no de la agenda en México. Aquí al frente tenemos 9 feminicidios diarios. Por supuesto que hablo de toda la discriminación, pero tengo prioridades, como que no maten a las mujeres. Por otro lado, en la mayor parte de los Estados Unidos, el aborto es legal (mayor parte, porque se siguen haciendo contrareformas terroríficas en el sur) mientras que en México, la mayoría de las mujeres aborta de manera clandestina porque el único lugar donde es completamente legal es en la capital. Soraya Chemaly y yo no compartimos entorno y tampoco manera de verlos; entonces, lo que ella lleva a lo general, para mí no es lo que está ocurriendo en México. Eso me pasa desde hace mucho cuando leo teoría feminista, sobre todo con las gringas. Por ejemplo, leo a Andrea Dworkin y, aunque disiento en muchas cosas con ella, hay cosas de su análisis que me gustan para hablar del abolicionismo del porno y que funcionan incluso en el tercer mundo porque su análisis no está anclado hasta el fondo en los Estados Unidos (aunque hay partes que sí, sobre todo parte de su trabajo con McKinnon). Pero bueno, otro ejemplo que me gusta mucha: Kollontai. Yo leo a Kollontai y siento que sigue teniendo validez y que muchas cosas que escribió (no todas, luego las proyecciones al futuro le fallaban) aun pueden aplicarse si, al momento de hacerlo, se toman en cuenta las circustancias particulares de estar en México casi 100 años después.

Con Soraya Chemaly no me ocurre: su análisis está muy unido a la identidad gringa. Además, ¿recuerdan lo que les conté del techo de cristal al principio de la entrada? También pasa aquí. El párrafo puede volver a hacer aplicable. Otra cosa criticable es que usa el oximorón de pornografía ética... ¡¿cómo va a ser ético algo que está basado en la explotación sexual?! ¡¿Cómo podemos llamarle ética a cualquier clase de explotación?! En fin, ¿lo recomiendo? Pues... si les interesa. O sea, siento que no es un libro que sea prioridad en un contexto como en el que vivimos, México, tercer mundo, sur global, pero que puede ser interesante si se lee de manera crítica.