Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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martes, 27 de noviembre de 2018

Errores que cometen los adultos al buscar libros para niños

... según mi experiencia en Ferias del Libro. Llevo tres Ferias del Libro consecutivas (dos FILIJ, una FIL Minería) vendiendo libros para niños. Después de un rato, te acostumbras a algunas tonterías, a tener exceso de paciencia y a que los adultos no tengan ni idea de lo que están buscando. Lo mejor es, sin duda, atender a los niños. Leerles, contarles los libros, verlos interesarse en ellos. Con los adultos que no tienen experiencia en libros infantiles y juveniles, la cosa es diferente (incluso con los docentes). Hay miles de patrones que se repiten buscando libros que sólo contribuyen a que los niños acaben bien vacunados contra la lectura, que denotan que igual y no tienen mucha idea de lo que están buscando o que dejan ver que creen que la literatura infantil y juvenil son fábulas en vez de ser, bueno, literatura.


Así que si andan buscando libros para niños, acá van los errores que no deben cometer (y acá si aplica la de que si te choca, te checa):

Pedir libros de «emociones» o «sentimientos»


... eh. ¿Qué? ¿A qué te refieres? Eso es demasiado amplio. En serio. Demasiado. Asume que los libros para niños y jóvenes son literatura y como tal, apelan a los sentimientos y a nuestras emociones, a hacernos sentir algo, a hacernos reír, a hacernos llorar, hacernos sentir felices, tristes, desesperados. Así que, ¿cuál es el objetivo? ¿Manejo de las emociones? ¿Cuáles? ¿Por qué? ¿Qué buscas? *voz desesperada*


No soy especialmente fan de los libros esos de gestión de las emociones (admito que hay algunos buenos, pero la mayoría caen en lo moralino barato o en tratar a los niños como pendejos), pero es cierto que muchos docentes los buscan y que hay algunos bastante buenos y con los que se puede hacer variedad de actividades. Si quieres eso, quieres eso, no quieres libros sobre emociones (TODOS LAS TIENEN). Pero en general, pregúntate muy seriamente si eso es lo que necesitas. A veces sí. A veces no sabemos cómo nombrar o expresar lo que sentimos y hay muchos libros que (más o menos) se dedican a eso. Luego, si ando de humor, hago una recopilación de ellos. Pero a veces no buscan eso.
Me he parado a verlo. Me piden un libro sobre los sentimientos y les puedo ofrecer casi cualquier cosa contándoles sobre qué te hace sentir y la historia y se quedan conformes. En serio. La literatura para niños es también literatura y, aunque no lo crean, nos hace sentir cosas en nuestros corazoncitos.

«Pero el libro tiene muchos dibujitos...»


¡SON ILUSTRACIONES! ¡NO DIBUJITOS! ¡LAS ILUSTRACIONES CUMPLEN UNA FUNCIÓN MUY IMPORTANTE EN LA LITERATURA! Ya que dejamos claro eso, vamos a hablar sobre la diferencia entre los libros ilustrados, los álbumes ilustrados y a hablar de los papás que creen que las ilustraciones son completamente inútiles. ¿Por dónde empezamos?

Hay papás que buscan libros ilustrados en la sección de álbumes ilustrados y se quejan cuando se los enseñas. Señor, señora, acá arriba dice muy bien álbumes ilustrados, yo le dije que eran álbumes ilustrados. Y te dicen que es que «tienen bien poquitas letras». Y voltean y le dicen al niño que necesita leer más. Lo que los niños necesitan o no necesitan leer es algo muy subjetivo. Para empezar, leer es un hobby, no necesariamente un hábito. Primero tenemos que hacer que los niños se interesen en los libros y en las historias que les cuentan, antes de decirles que es su obligación leer veinte minutos al día. Eso sólo es una muy efectiva vacuna contra la lectura.


Otra cosa muy importante a considerar, es que la calidad de los libros no viene dada en la cantidad de letras que traiga, ni en el número de páginas. Por eso, cuando voy a recomendarle un libro a un niño, le pregunto claramente: ¿te gusta leer? No importa si me dicen que no. Hay gente a la que no le gusta (porque no le gusta, porque ningún libro lo ha tenido pegado a la silla, porque sí) y ya. Y luego les pregunto el: ¿y cuánto lees? Si me dicen que muy poco y yo les enseño un libro que más que libro es tabique, no los voy a súbitamente interesar. Por más que los papás se empeñen en que lo que sus niños necesitan es un tabique con muchas páginas porque tiene que leer mucho.

A ver, no. Lo que los niños necesitan es que alguien les comparta el amor por la lectura. No llega por que sí. Llega de papás que leen con ellos, de maestros que los hacen interesarse en las historias. No va a llegar por tener libros sin «dibujitos». Que, repito, son ilustraciones.

Desmerecer los gustos de quien va a leer el libro


Una vez, en una feria del libro, un niño se acercó con mucho interés a un libro de fantasmas. Atrás, llegó su mamá a interrumpir: «Ya sabes que a tu papá no le gusta que leas esas porquerías». El libro en cuestión no era, según yo, una porquería, pero fue calificado como porquería porque tenía elementos fantásticos/de terror. Por supuesto, cuando los atendí, el niño se negó a llevarse ni un libro que sus papás aprobaran. El quería libros de fantasía. Y los papás no querían comprarle eso. ¿Resultado? No vas a obligar a un niño a leer lo que no quiere leer. Y la fantasía y el terror son literatura de género, no basura.


Yo entiendo que hay libros que los papás no quieren comprar por motivos razonables. Por ejemplo, no le van a comprar a un niño de ocho años los cuentos de Fransisco Tario (porque no es algo que vaya a entender, por más de terror que se vea), y si fuera por mí, After nunca saldría de las librerías. Pero llamar a todo el género basura por ello es pasarse unos cuatro pueblos y medio. Por ejemplo, cuando quieren un libro que no es muy adecuado (por complicado, por ejemplo, como Tario), suelo preguntarles qué les llamó la atención del libro y recomendarles otros que estén en la misma línea pero que probablemente vayan a disfrutar más (o sean menos caca impresa, en serio, eviten After).

Así que si quieren vacunar a sus hijos contra la lectura, no hay pedo, díganles que no quieren que lean x basura. Lo van a conseguir. Si no, déjenlos que escojan. Que exploren. Obviamente no les van a comprar una novela erótica, pero a ver, que exploren.

Libros de niñas/libros de niños


Tengo varias anécdotas acá. Una señora que al ver la portada de un libro muy conocido entre los niños (medio rosa), decidió que eso era de niñas y empezó a preguntarle a su hijo porque quería llevarse eso. La misma señora viendo una portada con dos niñas diciéndole que ese otro no, que tenía dos niñas en la portada, que no era para él. Un señor que, porque un título era con nombre de niña, se negaba a comprarle eso a su hijo. Una maestra diciéndole a un niño arbitrariamente que el libro que había agarrado era de niñas. Una mamá diciéndole a su hija que los de terror eran de niños. Cada que me acuerdo de todas ellas quiero matarme. Por eso vengo hoy con la idea revolucionaria del siglo:

LOS LIBROS PARA NIÑOS NO TIENEN GÉNERO

En serio. Los niños, sobre todo los más pequeños, no suelen decidir qué quieren con base en si los protagonistas son niñas o niños. Es hasta más grandes que empiezan a hacer esa distinción (y lo puedes notar, porque usualmente son cosas que se aprenden en casa, en la escuela y en todo su entorno). Así que dejen, por favor, de calificar los libros como para niños o para niñas. No le sirve a nadie en lo absoluto.

sábado, 30 de diciembre de 2017

2017: un resumen (más o menos)

En las noticias este fue un año de mierda en todos los sentidos, por favor, no lo recordemos. Pero en mi vida 2017 fue un año bastante chingón en casi todos los sentidos, así que vamos a recordarlo por favor. Empecé este año en India. Sí. En India. Viví en India. (Si quieren les hago una guía turística de como no ser estafado en India). Llegué a México el 11 de enero, más cansada que nada y lo primero que me comí fueron unos taquitos de arrachera. De aquí para acá, empieza el recuento. Agárrense porque se puede poner lacrimógeno, eso sí, muy cronológico no está. 


1. Este año formalizamos Libros b4 Tipos como colectivo feminista. El 6 de enero cumplimos dos años existiendo, pero fue este año en el que nos sentamos y dijimos, queremos que esto sea algo chido. Salimos en Buzzfeed y de ahí para acá, todo nos ha salido más o menos. Hasta estuvimos en la tele hablando del proyecto. Como colectivo, LB4T se fue a presentar un fanzine a Agascalientes (y yo no fui) y luego a la FIL Aguascalientes (¡y tampoco fui!), pero...


2. Este año fue mi primer año en la FIL Guadalajara, la segunda Feria del Libro más grande del mundo y la primera en español. Y sí, es cierto, es enorme en todo sentido. Además, en la FIL Guadalajara tuve la oportunidad de ver una plática de ciencia ficción con Antígona Segura y Martha Riva Palacio Obón (¡tenemos una foto!), a Fransesca Cavallo y a Elena Favilli hablando de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, a Antonia Michaelis (¡tengo una foto!), vimos a Antonio Malpica, A Lydia Cacho, a... se me olvidó a que tanto fuimos. Pero ir a la FIL fue una experiencia muy muy buena, muy interesante y ya casi estoy apartando mis boletos para el año que viene.











3. Este año trabajé... en una Feria del Libro. Trabajé en la FILIJ varios días, recomendándole libros a muchos muchos niños y descubrí lo bonitos que son los niños lectores. Me encantan, soy su fan. Además, ahí trabajando nada más tuve la oportunidad de ver a Fransisco Hinojosa como si nada, a Martha Riva Palacio (hay fotos) y a María Baranda. Ah, también a la ilustradora Mercé López. Y seguro alguien se me olvida...

4. Fui a la presentación del Diccionario de Mitos Clásicos, lo que significa que vi a la hermosa María García Esperón otra vez. ¡Llevábamos una eternidad sin vernos! Porque a mí se me ocurrió que era buenísima idea irme a vivir a India, ¿por qué no? Esto sólo lo pongo en un inciso porque quiero recordarles que María García Esperón es una magnífica escritora a la cual deberían leer. Pero bueno, pasando a otra cosa, mariposa...




5. Este año cumplí de sobra mi reto en Goodreads. O sea, lo subí más de cinco veces. Sin embargo, es el año que menos páginas he leído. Resulta que después de leer Teoría King Kong me sequé, completamente (lo cual no es muy raro, o sea, vean de que libro les estoy hablando) y lo único que leí durante un montón de tiempo, fuera de las lecturas conjuntas de Libros b4 Tipos, fueron comics. Luego ya volví a leer, pero leí puros libros infantiles, casi. Porque me di cuenta de que quería saber qué demonios se estaba escribiendo para niños y... porque hicimos LIJFeministaLat en Libros b4 Tipos.

6. ¡Este año no di sólo una, sino dos pláticas en la Vasconselos! ¿Adivinan con quién? Sí, con Libros b4 Tipos. Las dos en el marco del día de la escritora, una hablando de Jane Austen y en general las mujeres que escriben y otra enmarcada en el tema de Leer a mujeres en el siglo XXI. Estuvo bien, aunque en la segunda teníamos a un señor que representaba a La Masculinidad: se sentó al lado de nosotras, abrió las piernas y se durmió. Que no digan que no estuvo presente la masculinidad. Fuera de eso, me la pasé muy bien. 




7. Académicamente... pues no apesto. Y ya. Pasemos a otra cosa.

8. Evidentemente no cumplí la el Pop Sugar Reading Challenge 2017. Nunca lo cumplo porque siempre me faltan categorías que no tengo ni el más mínimo interés en leer. Menos el Desafío Curioso, este año me fue muy mal y creo que este año ahora sí, se va a quedar por la paz para siempre. Los dos bingos literarios casi los completo, pero no. Igual los vuelvo a intentar. Tampoco es que me preocupe mucho cumplir o no cumplir un reto, leí lo que quise y estuvo bien. 

9. ¡Desde este año tenemos dominio! Y seguiremos teniendo, de aquí a que se me acabe el dinero. Más o menos. 

10. Hice dos cosplays. El primero fue para Halloween y fue de Ms. Marvel: me veo increíble de Kamala Khan. El segundo fue de Margaret Hamilton, para el #GuadalupeReinas de Libros b4 Tipos; recree la famosa foto en la que está parada al lado de todo el código que escribió para el Apolo 11. Y aquí están para que los vean. 




Finalmente, sé que para mucha gente, 2017 fue un año terrible. En general, a mí me pasaron cosas buenas enmarcadas en un año horrible. De hecho, creo que ver las noticias este año fue un suplicio. Nunca vi tantas pendejadas pasar en tan poco tiempo, tan rápido, en todas partes del mundo. Sin embargo, me estoy dando este gusto medio egoísta de darme palmaditas en la espalda y decirme que me salieron muchas cosas chidas, que eso está bien. Así que quiero desearles a todos un feliz año nuevo y que 2018 no sea tan horrible

lunes, 19 de noviembre de 2012

En la FILIJ XXXII


No había ido a la FILIJ 2012 porque no tenía dinero. O si lo tenía era contado. Así que el  17 de Noviembre hace dos días salí de mi casa —tarde— con el tiempo contado para llegar a la presentación del libro Palabras Envenenadas de Maite Carranza (y el dinero contado, también). No contaba con que el metro me jugaría una de sus trampas y se quedaría estancado en San Cosme como diez minutos, cuando a mí me faltaba más de la mitad de la línea azul para llegar al CNA, sede de la FILIJ así que llegue tarde cuando todos los lugares de adelante estaban ocupados y no estaban hablando ya de Palabras Envenenadas, sino de su reconocida trilogía La Guerra de las Brujas. Aun así, valió la pena.

Compré el libro con el dinero que llevaba (¡y salió más barato de lo que esperaba!) y me senté —atrás— a escuchar a Maite Carranza. Aun así, aunque llegue muy muy tarde, me dio tiempo de alzar la mano y dar mi opinión de lo que me había parecido Palabras Envenenadas («pero sin spoilers», me advirtió la autora).

A eso fui a la FILIJ: a conocer a Maite Carranza, una autora que conocí con la Guerra de las Brujas, y la historia de Anaíd, la Elegida y redescubrí con Palabras Envenenadas, un libro total y completamente diferente a lo que había leído de ella y que tengo que decir: me encantó. Me dio mucho gusto platicar un poco con ella mientras me firmaba el libro y me decía «sigue leyendo así… y escribiendo, porque de seguro escribes». (Eso después de que le dijera que me había leído Palabras Envenenadas en un día).

Después de preguntarle por algo que me había puesto en el libro y que me costó descifrar  fui a buscar Edebé para hacerme con otro de sus libros: Magia de una noche de verano, en el que curiosamente sale un C.C. (sí, el nombre es igual al amor de pelo verde que tengo como encabezado, y como fondo, y en todo el blog). Como dijeron que Maite iría a la editorial me senté cerca de allí y comencé a leer. Leí capítulo y medio en lo que Maite llegaba. Me firmó también ese libro y me hizo leer la dedicatoria en voz alta para asegurarse de que no me había escrito jeroglíficos.


Después de eso, con los ánimos muy por arriba fui a recorrer toda la FILIJ:

En SM no encontré Comics de MdI y, como ya me había abastecido de libros de esa editorial en la FIL Zócalo, no compré nada. En Planeta todo salía de mis posibilidades. En Alfaguara vi Las ventajas de ser invisible, pero no lo compré, esperando encontrarlo en su idioma original en una Gandhi. Y finalmente en Random House tuve que dejar Tormenta de Espadas porque no le bajaron ni mínimamente el precio.

Mi tercera y última adquisición fue en Porrúa, de un libro que venía cazando desde hace tiempo: el segundo volumen de la antología de cuentos de terror de Lovecraft, de la colección Quarto de Hora. Después de eso, tuve que irme. Estaba en la otra punta de la ciudad y en mi casa me esperaba la comida. Hice más del doble de tiempo de regreso gracias a un metro que se paró en la mitad de las estaciones y un camión al que le tocó todo el tráfico de la comida.

Acabé comiendo a las seis, pero valió la pena: conocí a Maite Carranza, justo a lo que fui a la FILIJ.

(Y así, he conocido a otra de mis autoras favoritas…)


Nea