Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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sábado, 10 de marzo de 2018

Si me permiten hablar, testimonio de Domitila Barrios de Chúngara

Sinopsis: Esposa de un minero y madre de siete hijos, Domitila fue la única mujer de la clase trabajadora que asistió a la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, organizada en México en 1975. Ahí surgió la idea de este testimonio que contiene elementos para un análisis histórico profundamente innovador porque expresa una interpretación de los hechos a partir de una visión popular. 

De este libro, Domitila no está acreditada como la autora, sino otra mujer. La verdad, es que aunque otra mujer haya compilado el libro, creo que Domitila se lleva casi todo el crédito por este libro y todo lo que narra en él. Domitila Barrios de Chúngara es una de las mujeres que más admiro y que más he admirado en mi vida. Antes de hablarles en sí del libro, quiero hablarles de quien fue Domitila y lo que significó esta mujer para la historia de Bolivia. 

Domitila Barrios de Chúngara era la esposa de un minero y vivía en Siglo XX, una comunidad minera de Bolivia. Tenía siete hijos y participaba activamente en los comités sindicales. Domitila nunca tuvo una vida sencilla, los rigores el ritmo de vida minero acabaron con su madre cuando ella era apenas una niña, su padre estaba metido en política y tratabajaba como sastre de la policía minera. Ya casaba, viviendo en el pueblo que la había visto nacer, fue parte del Comité de Amas de Casa del Distrito Minero Siglo XX, junto con otras muchas mujeres, esposas y viudas de mineros, que sostenían que ellas también trabajaban, tanto como todos en la comunidad, sólo que su trabajo doméstico no era remunerado y lo que habían para apoyar el sueldo de sus maridos no bastaba. 

Domitila fue famosa y conocida por oponerse a las dictaduras de René Barrientos Ortuño y de Hugo Banzer Suárez. Fue víctima de la represión y torturada por militares, por lo que perdió a un hino nonato (esto ocurrió durante lo que se conoce como la Masacre de San Juan). Vino a México a la Tribuna por el Año Internacional de la Mujer instituido por Naciones Unidas en 1975 y fue casi la única, si no es que la única, mujer de clase obrera que asisitió (y donde tuvo una discusión de Betty Friedan, puesto que la estadounidense no comprendía que sus planes no se podían aplicar a las mujeres de los mineros en Bolivia, y que sus circunstancias no eran las mismas) al eventó. En 1977, tal como narra Galeano en su libro Mujeres, inició una huelga de hambre junto con otras cuatro mujeres mineras contra la dictadura. Eran cuatro mujeres contra toda una dictadura. Y sin embargo, le dieron la vuelta a la historia: a estas cinco mujeres se unieron más tarde miles de personas y al régimen militar no le quedó más remedio que renunciar en favor de la democracia.


En pocas palabras, esa es Domitila Barrios de Chúngara, líder minera y mujer extraordinaria. Por lo que menciona en Si me permiten hablar, era marxista o socialista (una de las dos, porque menciona las dos corrientes), abogaba por la liberación de la clase obrera, diciendo que sólo así las mujeres como ella podrían encontrar una liberación real (porque ellas, obviamente, no querían la igualdad con sus maridos, sino que reclamaban mejores condiciones para toda la clase obrera en conjunto). Para conocerla, creo que lo mejor es leer este libro testimonial, Si me permiten hablar. No es un libro muy largo y, ahora sí, voy a pasar a hablar de él. 

El libro Si me permiten hablar, habla primero de la realidad de los mineros bolivianos y sus jornadas de trabajo, junto con las jornadas de sus esposas y de sus hijos. Como dice Domitila, allí todos trabajan, porque es la única manera que tienen de subsistir. Después Domitila nos habla de su historia personal, pero lo que me llama la atención es que Domitila tiene un gran sentido de comunidad a lo largo de todo el libro. Llega a rechazar becas para sus hijos por parte del gobierno porque eso sólo era una manera de comprarla y de silenciarla (puesto que era a cambio de que dejara de hacer bulla), mejores pocisiones para su marido (con las mismas condiciones) y ella misma dice que ella no quiere una mejor vida sólo para ella, que eso sería egoísta, que ella quiere una mejor vida para toda su comunidad, que quiere mejores condiciones de vida para todos los mineros, que si no, no tiene caso


El libro está contando como un testimonio oral, lo cual en cuestiones de narrativa es muy bonito, pero pues, en este libro es lo de menos. La autora original eligió preservar todos los modismos de Domitila (lo cual es, definitivamente un acierto, puesto que muchas veces, en un intento de universalizar el mensaje, se hace neutro el idioma y entonces tenemos algo escrito en un idioma que nadie habla). Bueno, entonces, quiero contarles primero un poco de que me hace amar tanto a Domitila. Ella es de las primeras mujeres que conocí que cuestionaban qué tanto podían ser las mujeres iguales entre sí sólo por su condición de mujeres y que hacía notar que, por mucho que pudieran tener en común, una mujer de clase alta no iba a tener las mismas necesidades inmediatas que una mujer de clase obrera. 

Respecto a eso narra una de sus experiencias en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer en México en 1975, después de una discusión que ocurrió.
Entonces yo pedí la palabra. Pero no me la dieron. Y bueno, yo me paré y dije:
—Perdonen ustedes que esta Tribuna yo la convierta en un mercado. Pe-ro fui mencionada y tengo que defenderme. Miren que he sido invitada a la Tri-buna para hablar sobre los derechos de la mujer y en la invitación que me man-daron estaba también el documento aprobado por las Naciones Unidas y que es su carta magna, donde se reconoce a la mujer el derecho a participar, a orga-nizarse. Y Bolivia firmó esta carta, pero en la realidad no la aplica sino a la bur-guesía.
Y así, seguía yo exponiendo. Y una señora, que era la presidente de una delegación mexicana, se acercó a mí.
Ella quería aplicarme a su manera el lema de la Tribuna del Año Interna-cional de la Mujer que era “Igualdad, desarrollo y paz”. Y me decía:
—Hablaremos de nosotras, señora... Nosotras somos mujeres. Mire, señora, olvídese usted del sufrimiento de su pueblo. Por un momento, olvídese de las masacres. Ya hemos hablado bastante de esto. Ya la hemos escuchado bas-tante. Hablaremos de nosotras... de usted y de mí... de la mujer, pues.
Entonces le dije:
—Muy bien, hablaremos de las dos. Pero, si me permite, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la co-nozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y pei-nada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y pue-de gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante, en un barrio tam-bién elegante, ¿no? Y, sin embargo, nosotras las mujeres de los mineros, tene-mos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle.
Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Ten-go yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad va-mos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo so-mos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?'

Domitila defendía la necesidad de trabajar junto a los hombres obreros para lograr la liberación de los trabajadores, sin embargo, se quejaba también de las injusticias que esos mismos hombres cometían contra sus esposas. Una vez, antes del Año Internacional de la Mujer, las mujeres del Comité de Amas de Casa de Siglo XX convocaron a una manifestación para pedir mejoras laborales para los mineros y para la comunidad. Muchos hombres se oponían a que las mujeres se metieran en la política, puesto que les parecía que eso no era propio de ellas, sin embargo, a esa manifestación acudieron más de 1500 mujeres en total. Después de la manifestación, sin embargo, algunos hombres, enojados, golpearon a sus mujeres por haberlos desobedecido. El Comité no dudó en condenar el hecho a través de la emisora de los mineros, diciendo que esos hombres que habían golpeado a sus esposas debían ser ajentes del gobierno, pues de otro modo no se podía explicar que se opusieran a que sus mismas esposas buscaran mejoras laborales para ellos. Me pareció un momento muy bonito dentro de la historia de Domitila.

Con el tiempo, dice Domitila, los hombres se fueron acostumbrando a que las mujeres se metieran en la política y con los Comités. Ya no lo cuestionaban tanto. Cuando ella vino a México, invitada, y no le querían dar la visa, varios dirigentes mineros se plantaron con ella en La Paz, amenazando con hacer huelga y quejarse en las mismísimas Naciones Unidas, diciendo que no sólo las esposas de los ricos tenían derecho a ir a la Tribuna, sino que también sus esposas, las esposas de los mineros, tenían derecho. Y Domitila vino a México. Cuando estuvo presa y logró hacerlo saber, hubo huelgas de los mineros para apoyarla.

Las huelgas de hambre de las mujeres fueron decisivas en Bolivia
En fin, para mí, este Testimonio de Domitila es básico para entender las circunstancias de las mujeres obreras, trabajadoras y las esposas de los obreros y de los trabajadores. Para leerlo y comprenderlo. Además, este libro le puede quitar a muchos la idea de que las mujeres pobres no tienen conciencia política o no pueden entender de política. Domitila es una mujer con gran conciencia política, que se educó como pudo y con los medios que necesitó para entender las circunstancias de su vida y, sobre todo, de su país. No puedo recomendarlo más, de verdad. Además, como soy de la idea de que hay que colectivizar la información y el conocimiento, este libro está en mi Biblioteca personal de libros sobre feminismo y la cuestión de la mujer y lo pueden encontrar en este link.

jueves, 11 de enero de 2018

La cara desnuda de la mujer árabe, Nawal el-Sadaawi | #AdoptaUnaAutora

Entrada para el proyecto Adopta Una Autora

Sinopsis: «La cara oculta de Eva», un clásico de la literatura árabe moderna, denuncia la opresión que sufren las mujeres en el mundo islámico y, con unos nuevos prólogo y epílogo, mantiene toda su vigencia más de veinticinco años después de su publicación. Nawal El Saadawi relata de manera impactante la violencia y la injusticia que se han extendido por la sociedad en la que vive. Su experiencia como médico rural en distintas zonas de Egipto, como testigo de la prostitución, de los asesinatos por razones de honor y de los abusos sexuales, además de la ablación, que ella misma sufrió de niña, la impulsaron a dar testimonio de todo este sufrimiento. Con claridad y precisión detecta y analiza las causas de esta situación, y describe el papel histórico de la mujer árabe en la religión y la literatura. Para la autora, el velo, la poligamia y la falta de igualdad ante la ley de hombres y mujeres son incompatibles con el islam y con cualquiera de las otras religiones.

Bueno, primero que nada, vengo a presentarles mi nueva participación en el proyecto Adopta Una Autora, al cual les recomiendo unirse. Sólo tienen que ser creadores de contenidos y difundir las palabras de autoras en internet. Durante 2017 estuve trabajando con Elena Poniatowska como adoptada y realicé tres reseñas de su obra (además de las que ya tenía en el blog), este 2018 estaré trabajando con la escritora y feminista egipcia Nawal el-Sadaawi. Hace mucho ya que leí este libro, La cara desnuda de la mujer árabe (en inglés The Hidden Face of Eve: Women in the Arab World y en la más reciente reedición en español que no me acaba de convencer, La cara oculta de Eva), pero quería que fuera mi carta de presentación de Nawal el-Sadaawi cuando empezara con sus entradas como autora adoptada.

La cara desnuda de la mujer árabe es, creo, uno de los libros más completos sobre la cuestión de la mujer árabe, especialmente en egipto que existen en el mundo. Mucha gente dice que es una de las biblias del feminismo islámico pero yo tengo problemas con algunos de esos conceptos: uno, no creo que ningún libro sobre feminismo sea una biblia, el feminismo no es dogma y dos, Nawal el-Sadaawi ha reiterado en muchas ocasiones que no cree que el feminismo pueda ser islámico o de ninguna religión (aunque por supuesto, se abogue por la libertad de culto y la liberación de las mujeres en todas las religiones del mundo), así que elegiré respetar eso al hablar de sus libros. Además, dada la diferencia de culturas entre todos los países de mayoría musulmana (desde los pashtun, los urdu, turcos, árabes, amazigh, etc), creo que hablar de que este libro engloba a todo el feminismo islámico es estirar mucho porque sólo se ocupa de la mujer árabe y, principalmente, en Egipto).

Nawal el-Sadaawi
Pero bueno, ya les había hablado brevemente de la autora en una reseña pasada del libro Mujer en punto zero (Woman at point zero), que conseguí por casualidad, que es una obra de ficción que habla de la poca libertad de las mujeres en el Egipto fundamentalista de finales del siglo veinte, entre los setentas y los ochentas. Para entender al mundo musulman hay que entender que en muchos países ocurrió un fenómeno llamado fundamentalismo. La religión tomó fuerza y las instituciones religiosas fueron usadas para oprimir en muchos casos (por ejemplo, en Irán, después de la revolución y la caída del Sha, el gobierno que se impuso, para horror de los revolucionarios, fue extremadamente conservador y religioso y fue el gobierno que impuso el velo obligatorio... y ni que decir de Afganistán, donde los talibanes se aprovecharon de todo, impusieron la burka, prohibieron la educación de las mujeres y cortaron de raíz todas sus libertades). Egipto también pasó por ese proceso y la misma autora dice como ella había sido menos libre que su madre y como veía que su hija lo era aún menos en algunas cuestiones. Hoy en día, Egipto no es el país represor que era en los setentas y ochentas, pero le falta mucho camino para recorrer para volver a ser lo que fue en los años treintas y cuarentas, cuando las mujeres lograron conquistar algunas libertades. El velo ya no es obligatorio, las mujeres tienen acceso a la educación, pueden manejar... Sin embargo, algunas de las cuestiones que expone Nawal el-Sadaawi en este libro siguen tan vigentes como nunca, no sólo en Egipto, sino en otros lugares del mundo árabe.

Mujeres manifestándose en Egipto
Ahora sí, volviendo al libro, quiero hablarles de algunos temas que toca específicos para ver si los convenzo de leerlo:

1. Nawal el-Sadaawi se enfoca en las mujeres que tienen las menores oportunidades y recalca la necesidad de emancipación legal y económica


Durante todo el libro, la autora habla de que, por más leyes que existan para remediar la situación de la mujer, su liberación no será posible si no se le concede la emancipación económica y legal. Habla especialmente de como, usando a los textos sagrados como excusa, las mujeres son practicamente propiedad de los hombres con los que conviven: su padre, el hermano mayor o menor, su esposo, su hijo. Las mujeres no son sujetos, son objetos. Expone, así, que en calidad de objetos, las mujeres deben obediencia al marido o a los hombres de la familia, lo cual las expone a la violencia, los golpes y los abusos. 

Mujeres manifestándose en Egipto
Analiza varios fragmentos del Corán para explicar como los textos son usados, precisamente, para anular a la mujer en nombre de la religión. Ahondaré más sobre ello en otro punto, pero precisamente ahí expone perfectamente las excusas que usa el sistema para mantener a las mujeres en sus casas, como objetos que se encargan de las labores de cuidado y los trabajos vistos como femeninos. Se enfoca en las mujeres pobres y en las que no han tenido acceso a la educación y en la falta de oportunidades a las que se ven sometidas. En algún punto hay un testimonio de una mujer que dice como su madre salió de su casa sólo tres veces: para casarse, a parir y rumbo al panteón. Existen muchas mujeres que son reclusas en su propia casa, dice la autora, pero también, y cuando el sistema económico lo necesita, existen muchas mujeres obreras, que trabajan jornadas inhumanas y no tienen prácticamente derechos laborales, que reciben sueldos prácticamente indignos, pues se asume que no necesitan más, puesto que el hombre de la casa es quien lleva el pan a la mesa y recalca, una y otra vez, que es necesaria la emancipación económica.

2. Se hace hincapié sobre la violencia de género en Egipto


Durante todo el libro, Nawal el-Sadaawi es muy firme sobre la violencia de género, que explica repetidas veces. Varios capítulos ahondan precisamente en las distintas violencias a las que las mujeres en Egipto se enfrentan. Desde la mutilación genital femenina, también conocida como ablación y las problemáticas a las que las mujeres se enfrentan por causa de esta. La autora está mutilada, como casi el ochenta o noventa por ciento de las mujeres de su edad. También habla de la legislación sobre la mutilación genital femenina y la falsa creencia de que su origen está en el Corán (cuando hay evidencia de que esta mutilación es anterior a Mahoma y se practica en lugares de África que no tienen casi población musulmana). 

Habla de la violencia sexual existente en Egipto y del estigma que sufren las mujeres que han sido abusadas: el culpar a la víctima llevado al máximo. Además, habla un poco de la legislación y de como muchas mujeres se ven imposibilitadas para hacer algo cuando su agresor es también su marido (a quien, practicamente, le pertenecen). Sumado a eso, Nawal el-Sadaawi examina el matrimonio como institución y habla de la imposibilidad de las mujeres para pedir el divorcio (cuando los hombres si pueden hacerlo con algunas condiciones) y del estigma y las pocas oportunidades a las que se enfrentan las mujeres casadas. 

Finalmente, y creo que es uno de los grandes aciertos del libro, Nawal el-Sadaawi habla del origen de la prostitución en el mundo árabe (se asume que esta ya existía, sólo la enmarca en el contexto) y también en la Europa cristiana del inicio de la Edad Media y como las instituciones religiosas incluso llegaron a promoverlo (incluso yendo contra lo que habían dicho sus profetas, pero al tema religioso nos vamos a meter después). Pues bien, Nawal el-Sadaawi habla de la prostitución como una institución (más o menos, no sé si llamarla así) que existe para explotar sexualmente a las mujeres y es una de las fuentes de violencia que sufren las mujeres en Egipto. Primero, porque es ilegal y eso las somete a los abusos policiales; segundo, porque siempre acaban en las manos de los proxenetas, que se hacen ricos a costa de su explotación, mientras ellas permanecen en la pobreza y, tercero, de como la prostitución no es una libre elección para las mujeres ya que, además de lo expuesto anteriormente, la mayor parte de las mujeres en prostitución son mujeres pobres, solas, divorciadas, madres solteras, mujeres estigmatizadas y que son, prácticamente, un cero a la izquierda.

También, por supuesto, Nawal el-Sadaawi habla del tema favorito del mundo occidental al hablar de países de mayoría musulmana: el velo. Lo toca hasta después, porque para ella hay temas más urgentes, como la mutilación, violencia sexual, la falta del acceso a la educación y al mercado laboral, pero lo toca. Existe una creencia en el mundo occidental (de los hombres, en general), de que si le quitamos el velo a las mujeres serán libres automáticamente. La autora habla sobre ello, remarcando como en las tres religiones principales el cubrirse el cabello era algo principal (los velos de la Europa Medieval, que apenas si dejaban ver el óvalo de la cara o un pequeño pedazo del cabello, las judías ortodoxas, que usan pelucas o velos para cubrir su cabello...) y de como ahora las campañas occidentales se enfocan demasiado en él sin prestar atención a otros asuntos. Por supuesto, habla de la imposición del velo como otro mecanismo de violencia y de como en las primeras protestas feministas, el quitar la imposición era algo elemental para las mujeres de clase media y alta, mientras que para las más pobres y sobre todo, las trabajadoras, no era algo tan urgente como derechos laborales o derechos que las protegieran de la violencia. No hablaré más para dejarles algo que leer en el libro.

3. Nawal el-Sadaawi habla de religión, de las instituciones religiosas y de los textos sagrados


Khadija, primera esposa de Mahoma
Para hablar de muchos temas en los países árabes, por fuerza tienes que tocar la religión y su influencia. Es frecuente que la autora hable de fragmentos del Corán y del contexto en el que Mahoma dijo muchas de las cosas que dijo (pues el Corán, como todos los textos sagrados, se contradice en algún punto). Hay un capítulo bastante bueno donde la autora habla de las mujeres del Corán y de muchas mujeres que históricamente fueron importantes en el mundo árabe. Habla especialmente de Aisha, una de las esposas de Mahoma, como una mujer muy inteligente. Habla de ellas porque, como ella misma dice, las autoridades religiosas las han ido haciendo invisibles poco a poco, porque no les sirven para validar la violencia a la que someten a las mujeres. Habla de mujeres guerreras, reinas y las reivindica ante un mundo que las borra sin cesar.

También, para hablar de religión, por supuesto que habla del cristianismo (digo, Jesús es un profeta musulmán también) y de como la iglesia se ha cagado en todo lo dicho por Jesucristo según sus intereses (más o menos así como hacen en cada religión). La verdad es que el libro ayuda a aprender mucho del asunto y, además, la autora explora la idea de que la religión per se es sólo el instrumento de opresión moldeado al antojo de los hombres en diferentes contextos, que usan a su conveniencia según necesitan para explotar a las mujeres como un bien de consumo en el capitalismo. 

Conclusiones


Creo que La cara desnuda de la mujer árabe es uno de los textos fundamentales para hablar de feminismo en países árabes y de la cuestión de la mujer en el medio oriente. Es un texto muy completo, sobre todo porque se apoya en las investigaciones de la autora, que incluso estuvo en la cárcel por ellas. Es un poco difícil de conseguir y hasta hace muy poco estaba descatalogado en Español. La reedición que salió tiene una portada horrenda (una mujer con niqab, dando entender exactamente lo que Nawal el-Sadaawi denuncia: que lo único que le importa a la civilización occidental es el velo, que para otra cosa no les interesa denunciar la violencia de género), pero ya lo pueden encontrar por ahí. Ahora, como es un texto sobre feminismo, yo lo tengo a disposición de quien lo necesite: en epub en español, en pfd en español, en pdf en inglés. Creo que los tres son traducciones directas del árabe.

Les recomiendo mucho el libro si les interesan estos temas y ya los espero para seguirles platicando de Nawal el-Sadaawi en este proyecto tan bello que es Adopta Una Autora.