Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

lunes, 13 de febrero de 2012

Me queda la palabra, Blas de Otero


Ayer acabó la serie El Octavo Mandamiento, producida por Argos, en México y debo decir que hacía mucho tiempo no confiaba tanto —ni me gustaba tanto— una producción mexicana. El Octavo Mandamiento no fue nunca una telenovela de consumo, de esas que pasan en Teidiotiza —Televisa— y su hermanita, TVAzteca (las dos cadenas igual de choteadas con sus ideas, incapaces de producir cosas de calidad y originales). 




Tal vez por eso me gustó.

Por otro lado, la serie hace referencia a la situación política actual de mi país, y es realmente desgarrador ver como a este país se lo está llevando la chingada (y perdón las malas palabras).

El final fue escalofriante y el mensaje, muy claro: la corrupción va a seguir.

Yo a lo que vengo es a compartirles el poema que pasaron antes de los créditos finales de la serie (que me plantee poner en Hablemos de Poesía, pero sinceramente, no me apetecía. Me apetecía hablar del final de la serie y de que a mi país, a México se lo están comiendo los políticos con su maldita guerra al narcotráfico, que de guerra nada más tiene el nombre; no están combatiendo al narcotráfico para nada… pero eso sí, tenemos a un montón de muertos calificados como daños colaterales).

Pues bien, acá el poema.

Me queda la palabra


Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero. 


domingo, 12 de febrero de 2012

La Biblioteca de los Muertos, Genn Cooper | Reseña



Es la primera vez en mucho tiempo que, cuando acabo un libro, este me deja indiferente totalmente… ya verán por qué.

Sinopsis: Bretaña, año 777. En la abadía de Vectis crece Octavus, un niño sobre el que pesa una maldición: es el séptimo hijo engendrado por un séptimo hijo y la leyenda le vaticina poderes diabólicos. Octavus comienza a escribir una lista con fechas y nombres sin sentido. Cuando uno de los nombres y su fecha coinciden con una muerte en la abadía, el miedo se apodera de los monjes. Siglos después, los miembros de la Orden de los Nombres, descendientes todos de aquel niño, siguen escribiendo sin descanso para completar un misterioso listado de nombres y fechas... Hasta que empiezan a suicidarse.

Estados Unidos, en la actualidad. Nueve personas han aparecido muertas en Nueva York, desconocidos que nada tenían en común. Solo una cosa les unía: todas las víctimas recibieron postales de ataúdes, que anunciaban el día en que morirían, poco antes de su fallecimiento. Son las aparentes víctimas de un asesino en serie difícil de atrapar, cuyas muertes desafían toda lógica...

El libro se divide en tres historias diferentes que después de todo, están relacionadas. La más interesante de todas, con diferencia, es la más corta, la historia de Octavius, la de ese niño del demonio que escribe nombres

La principal es una historia policiaca medio interesante, sobre nueve “asesinatos”. El caso es asignado a un protagonista borracho insufrible y una detective joven que al principio es insufrible, después un poco tonta y al final cae medio bien.

Y por supuesto, tenemos la tercera historia: la del descubrimiento de “La Biblioteca”. El autor se la podía haber saltado con mucho gusto o haberla contado en dos páginas en vez de gastar todas las hojas que se gastó. No tiene interés, no influye en la historia y a mí, lo que es a mí, no me interesó. Ni aunque apareciera uno de mis ídolos de la WWII (sí, Winton Churchill).

Personaje favorito: Elizabeth y el otro monje, que sólo aparecen un capítulo y son un amore total. Ah, y Mary cuando tiene sentido del humor. Y… esperen, ¿los monasterios no eran mixtos verdad? Bueno, creo que sí –creo, eh, creo-. 

En fin, como historia policial, no atrapa. (Eso o que acabo de releer Sherlock Holmes y encuentro a cualquier detective un poco tonto). Ah, tiene una secuela, ya averiguaré de ella. (A ver si Elizabeth y el otro salen más a menudo…)

Conclusión: La historia es predecible (en mucho tramos), pesada y con saltos de tiempo confusos.

jueves, 9 de febrero de 2012

Hablemos de Poesia (III): Inolvidable


El poema de hoy es de Alí Chumacero y me acuerdo haberlo leído en clase de lengua/literatura/español/whatever y me gusta bastante. No, no me lo sé de memoria…

Inolvidable – Alí Chumacero
Decir amor es recordar tu nombre
el ruiseñor que habita tu mirada
ir hacia a ti a través de lo que fuiste
y buscar el espacio suavemente,
buscándote cristal, desnuda forma
caída del recuerdo, o sólo nube.
Si lloro, el aire se humedece
y vuela con languidez
en lágrimas bañado
y de mis ojos naces libre sueño,
sin más navegación, inolvidable,
grácil estatua de melancolía.

Solo, como una ráfaga o ceniza,
miro aún el candor de tu cabello,
la morosa violencia de tus ojos,
hoy ya distancia, caracol cerrado
a mi rumor de corazón herido,
casi naufragio, tenebral y duelo.
En vano lejanías, o la muerte
del tiempo entre tu cuerpo agonizando,
porque en música pura estoy rendido
cuando al sentir conmigo tu presencia,
sobre mis labios mueres, amor mío.

Alí Chumacero
Nea