Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

lunes, 21 de agosto de 2017

Canciones para Paula, Blue Jeans | Qué leo, qué reseño

Sinopsis: Paula es una adolescente de casi 17 años que encuentra el amor por primera vez en Internet. Después de estar dos meses hablando con Ángel, un joven periodista que trabaja en una revista de música, decide quedar con él y comprobar si lo que siente a través de la pantalla también lo experimenta en el cara a cara. Pero el chico llega tarde y, mientras espera, Paula conoce a Álex, un aspirante a escritor con una sonrisa maravillosa. A partir de ese momento comienza una historia de amores y desamores, de la que serán testigo "la Sugus", el grupo de amigas de Paula. Una chicas desenfadadas, alegres y, a veces, difíciles de tragar (como los caramelos Sugus), que ayudarán a la protagonista a tomar decisiones importantes en aquellos días de marzo en un lugar de la ciudad.

Un día, por una razón totalmente desconocida para mí decidí hacer una actividad bloguera llamada Qué leo, qué reseño y para prevenir que me recomendaran truños mayúsculos, prohibí a E. L. James. La cosa funcionó más o menos hasta que un alma descubrió que yo no había leído Canciones para Paula, el equivalente a un fenómeno wattpad, pero del tuenti, una red social española que, sinceramente, nunca usé. Obviamente no compré el libro (si no compro libros que me gustan porque no tengo dinero, ¿ustedes creen que voy a comprar esto?) y descargué el que había en epublibre.org. Que no es la edición especial con agregados de casi 800 páginas, porque si hubiera tenido que leer 800 páginas de esto me hubiera planteado seriamente tirar el kindle por la ventana. No, sólo leí 600 tortuosas páginas de... lo que sea que sea esta historia.

Así que vamos por partes, como dijo Jack el Destripador. Voy por la motosierra, porque este libro es una suma de despropósitos mayúsculos.


Yo tenía mejor redacción a los diez años (y era pésima)


El problema con la redacción puedo achacárselo a Blue Jeans, pero tengo más ganas de romperle una maceta en la cabeza al editor y al que aceptó que eso se publicara sin darle una severa revisada. Claro que yo soy pacífica y no voy a hacer nada de eso. Pero a ver, ¿cuáles son los problemas de la redacción de este bonche de páginas que no tiene la culpa de nada, si a él sólo le imprimieron la novela encima? Un montón. Vamos uno por uno.

1. El received text es descarado. Pero como igual aquí no están acostumbrados a esa jerga, dejen les explico rápidamente que es el received text. Bueno, voy a ir al glosario de Las Malas Hierbas porque ellas lo explican mejor que yo, la verdad:
Son expresiones (en su mayoría de origen metafórico) que, de tanto usarse, han perdido toda profundidad y capacidad de evocación, lo que las hace poco útiles a nivel literario, porque carecen de intención comunicativa.
Tomemos un ejemplo: una luna redonda como un queso. Tú lees esa frase y ya no te dice nada: te daría exactamente lo mismo decir "una luna grande" (a secas), porque la metáfora empleada ya está muy gastada y el lector la pasa por encima sin que ello le genere ninguna reacción en concreto. Estás utilizando una expresión que aspira a ser poética y evocadora, pero que se queda en gastada y mundana. Para eso, mejor no uses nada.
Vale, que si quieres usar una expresión metafórica sobre la luna llena, decir que la luna estaba llena como un queso no es exactamente tu mejor recurso. A nadie le importa, no es original y tiene el mismo efecto que decir, la luna llena a secas. Lo mismo para las miradas que matan como puñales, los ojos azules como el mar azul y todas esas metáforas que usaron cuando les mandaron escribir poemas en primaria.

En general soy bastante tolerante con el received text porque es de las cosas que más me pasan al escribir y que, sinceramente, no le aportan nada a nadie. Pero si tuviera que subrayar cada expresión que es received text en este libro, tendría que subrayarlo todo. El autor parece querer ser poético sólo porque sí, para demostrar que puede, que sabe escribir, pero el resultado es sólo mediocre: muy gastado y muy mundano.


2. La redacción además es explicativa hasta morir. ¿Les he hablado de "muestra, no cuentes"? O sea, de "show, don't tell". Si no lo he hecho aún, vayan a preguntarle a cada persona a la que le he comentado en fanfiction cual es la cosa que más odian leer cuando yo dejo un comentario. ¡Porque lo repito como cacatúa! Bueno, la cosa es que en vez de explicarle y decirme que un personaje es, por ejemplo, muy soberbio, lo mejor sería que me mostraran por qué es soberbio en alguna escena. O en vez de decirme que el matrimonio de alguien es muy estable como si nada viniera a cuento, me lo muestren entre líneas.

Es mejor, deja a los lectores la tarea de interpretar las cosas y no los trata como estúpidos. Este libro, Canciones para Paula, es de los que, lamentablemente, cree que sus lectores son estúpidos y por eso les tiene que explicar todo, mil veces, además. No nos basta una explicación de por qué un chico está enamorado de Paula, no, necesitamos, en 600 páginas, al menos unas 100 explicaciones del amor del chico por Paula, no vaya a ser que se nos olvide. Y así todo el libro, con todas las cosas que pasan. Sobran más de 100 páginas de explicaciones inútiles.


3. Básicamente no editaron nada del libro porque era un éxito asegurado y así fue la cosa. Queridos editores: por favor, dejen de publicar cosas tan terribles. Si ya saben que va a ser un éxito asegurado al menos consigan correctores de estilo, que el autor corrija algo, mándenlo a un taller de escritura, qué se yo, ¡¡pero hagan algo!! No estén esperando que el dinero les caiga del cielo con su éxito asegurado. Evidentemente, el libro tiene dudosa la puntación y confusión de tiempos verbales, entre otras cosas preciosas que debieron de haber sido corregidas.

Una hoja de papel tiene más profundidad que los personajes


Profundidad de los personajes: cero redondito. Parece que nadie se molestó realmente en construirlos más allá de un par de detalles obvios y clichés como nada. Tiene nombres, algunas aficiones, algo a lo que se dedican y ya. Son todos una masa que se mueve y piensa igual. El punto de vista desde el que vemos la historia va cambiado cada media página de un personaje a otro, pero la voz narrativa no. Es igual de aburrida siempre y no sabemos de qué personaje se trata porque todos piensan igual. Es aburridísimo. No me acuerdo de la mitad de los nombres de la mitad y acabé el libro hace días, imagínense.


Paula es la protagonista, 16 años, se cree muy madura para su edad, le miente a sus padres de un modo patológico y es, en pocas palabras, medio mensa. Sale con un hombre de 22 años al que planea entregarle su virginidad (en serio, sus divagaciones mentales respecto a la primera vez son tantas que se me quedó grabado), lo cual no sé como al autor no se le ocurrió averiguar si era considerado estupro o no, tiene amigas que son una copia de ella, hicieron ctrl+c, ctrl+v cuatro veces. Las amigas son unas pesadas y lo único bueno que puedo reconocerles es que son buenas amigas, no hay ninguna estupidez de que las amistades femininas son todas tóxicas y llenas de celos. Pero bueno, Paula. La narración insiste en decirte que es muy madura y si tienes algo de sentido común, más edad que ella y has oído suficientes historias de terror sobre adolescentes saliendo con hombres mayores, lo único que quieres es gritarle que deje de molestar, se coma sus verduras y se vaya a dormir temprano.

Los galanes... no son uno... ¡no son dos!... ¡SON TRES! Porque los triángulos amorosos ya estaban muy vistos, había que hacer una especie de cuadrado raro donde tres chicos (dos guapos que quitan al aliento y otro que "no está mal" según palabras de Paula) se pelearan por una misma chica. Urge legislar que ya no escriban esas tonterías, pero bueno. Hablando de los galanes. Uno es el cerebro de la clase y bueno, cumple el cliché perfectamente. Los otros son una copia el uno del otro y muy difíciles de distinguir: 22 años, los dos escriben, uno para una revista y otro una novela, uno escribe de música y el otro toca el saxofón. ¡Uno se llama Ángel y el otro se llama Alex! Son parecidos a morir aunque no se conocen. Copiaron y pegaron. Y así como son de parecidos, así son de nada interesantes.

Así los intereses amorosos
Además está Irene, la hermana de Alex, una stalker de cuidado. Su única función es la de ser la antagonista de la novela y es una antagonista mediocre, medio mensa, mal construida y en necesidad de ir a terapia urgentemente a solucionar la obsesión que tiene con cierto personaje del libro. Los otros medio antagonistas, y ni tanto, son los papás de Paula. Son papás medio incapaces de darle "la charla" a su hija, pero en realidad la mitad de lo que dicen son sabias palabras de la razón y todos deberían hacerles caso. Digo la mitad, porque el libro está tan mal redactado, que la otra mitad son cosas que ni sentido tienen.

¡Y está la cantante Katia! Que es como antagonista, triángulo amoroso, algo. La verdad no lo sé. Es muy joven y es una calca de todas las demás adolescentes del libro, además de que es una imprudente y me da tristeza porque se nota de lejos que la fama la está arruinando, pero como esos temas interesantes de conflictos humanos nunca jamás se tocan en el libro, pues Katia no es más que un cliché patón que anda dejando sus huellas por todo el libro. 

¿En serio este es el romance que le gusta a los niños de hoy?


Pregunta seria. A ver, toda la palabrería del libro sobre lo especial de la primera vez, sobre el amor, sobre las relaciones, sobre soy tuyo y eres mía y sobre los celos y sobre... Vale, todo, es una caca que conduce a las relaciones tóxicas y que deberíamos pensar mejor para retratar. Los personajes pasan capítulos enteros mirando sus celulares o sus pantallas del messenger preguntándose por qué la otra persona no les habla o no está conectada. Capítulos enteros perdidos en eso. ¡Capítulos! Páginas y páginas de analizar y re analizar una llamada perdida tras otra llamada perdida.

Yo leyendo cada que pasaban capítulos analizando su historial de llamadas
Me mata, en serio. Me mata. Por las páginas que se perdieron y porque me doy cuenta de que en el imaginario actual de la literatura juvenil de este tipo, las relaciones amorosas no son más que un cliché tras otro, no hay nada original, no hay otro punto de vista. El amor romántico, con todos sus problemas nos envuelve y nos asfixia. Los celos siempre se presentan como conflicto en estas novelas y, aunque casi siempre resultan en nada, no se nos ocurre otra manera de hablar de los celos y de las inseguridades que no sea a través de triángulos amorosos que no se cree ni mi abuela (que descansa en su tumba y no tiene que leer esto), por alguna razón confundimos amor con obsesión (Alex escribe una novela en la que un escritor de veintitantos se obsesiona con una joven de 14 y es, aparentemente, una novela romántica, no una historia de terror, como yo pensé que debía ser). El punto de vista no cambia, a nadie se le ocurre contradecir el ideal del amor romántico de que el amor lo es todo y todo lo puede para decir: "¿y qué tal si no?" Y sobre esa premisa, contar otra historia, hablar del amor de otra manera.

Pero no, hay que irnos a lo nada original y que está tan gastado que no se lo cree ni mi perro. En fin. Me da flojera seguir hablando de las relaciones del libro, me aburren. Son sosas, no tienen conflictos reales, no hay crecimiento en los personajes porque no hay conflicto real nunca.


El mito de la virginidad (y por qué seguimos explotándolo)


No me atrevería a decir que la primera vez de Paula es el núcleo del libro, porque es libro carece de todo núcleo, pero sí es una parte importante de la narración. Y la cosa es que la virginidad son los padres. Es una mentira. No existe. Es una idea que se usa para reforzar la idea de que las mujeres son puras y virtuosas antes del matrimonio y que entregarle tu virginidad a alguien (que no existe, son los padres, no lo olviden) es algo tremendamente especial. Voy a hablar aquí de dos mujeres que han escrito sobre el tema, ambas árabes, para explicar mi punto.


Ayaan Hirsi Ali, nacida en Somalia en el seno de una familia musulmana y un país en pleno fundamentalismo islámico, se refiere en The Caged Virgin (un libro de ensayos sobre la emancipación de la mujer musulamana, especialmente la que creció en las condición que creció Ayaan Hirsi Ali, en una familia completamente represiva) como la virtud más valorada de una mujer en su cultura es precisamente la virignidad. Es su honor, dice, pero no es sólo el de ella, sino que es el honor de toda su familia y de los hombres con los que se relacione. Su honor se refleja en una sábana manchada de sangre en su noche de bodas, para probar que llegó virgen al matrimonio. Por eso, dice, la virgen vive encerrada, como si estuviera enjaulada, porque en ella se cree que carga su honor, su virtud, y también el honor de quien se acueste con ella. 

Obviamente todo ese asunto está ejemplificado con la sociedad que Ayaan conoce y la cultura, pero la virginidad, en el mundo occidental y oriental sigue significando más o menos lo mismo. Quizá aquí no haya sábanas manchadas de sangre la noche de bodas y quizá la mayoría de las personas no se escandalicen por la idea de las relaciones fuera o antes del matrimonio, pero el mito de la primera vez sigue allí, en el subtexto de un montón de cosas que vemos y leemos. La idea de que la primera vez tiene que ser especial, que te cambia, que esto y lo de más allá.

Nawal el-Sadaawi, feminista egipcia, también musulmana, rescata más o menos lo mismo sobre el misticismo de las primeras veces y la virginidad en un libro que publicó en los setentas que se llama La cara desnuda de la mujer árabe. (Si preguntan, estoy segura de que estos temas me los encuentro más seguido en este tipo de libros por la importancia que tiene el honor y el himen por allá). Obviamente la cosa no es igual en el mundo occidental, la opresión es diferente, menor, más sútil, pero lo que no cambia es el mito

¿Para qué tanta palabrería? Para decirles que me aburre que los libros del estilo de Canciones para Paula se revuelvan alrededor de lo especial de la primera vez, del mito. Creo que debemos poder hablar de la sexualidad mejor en la cultura pop, sin necesidad de tanta tontería. Creo que debemos hacerlo más natural, alejándonos del mito y el tabú, porque eso no le funciona a nadie en lo absoluto.  

Veredicto sobre este libro


No lo lean. Yo lo hubiera lanzado de un quinto piso. Además de frustrante por todo lo mencionado arriba: redacción terrible, personajes planos, historia cliché del cliché del amor romántico y núcleo inexistente, es terriblemente aburrido. Y a menos de que de veras les apasione leer cosas como estas, yo les recomendaría mantenerse sanamente alejados. Yo ya lo leí porque votaron por él, pero Dios me salve de leer más. Veredicto:


miércoles, 16 de agosto de 2017

Lilus Kikus, Elena Poniatowska | #AdoptaUnaAutora

Entrada para el proyecto #AdoptaUnaAutora y #LIJFeministaLat

Reseña: Hace muchos años, tal vez trece o quizá un poco menos, apareció un libro de sueños: los tiernos sueños de una niña llamada Lilus Kikus para quien la vida retoñó demasiado pronto. 
Lilus sabía poner orden en el mundo sólo con estarse quieta, sentada en la escalera espiral de su imaginación, donde sucedían las cosas más asombrosas, mientras con los ojos miraba cómo se esfumaba el rocío y un gato se mordía la cola o crecía la sonrisa de la primavera. Luego, de pronto, sentía que los limones estaban enfermos y que sólo inyectándoles café negro con azúcar podía aliviarlos de su amargura. Pero Lilus era también endiabladamente inquieta: corría a preguntarle a un filósofo si él era el dueño de las lagartijas que tomaban el sol afuera de su ventana. También divagaba en cómo hacerle a Dios un nido en su alma sin cometer adulterio e investigaba con su criada Ocotlana de qué tamaño y sabor eran los besos que le daba su novio. 
Todo en este libro es mágico y está lleno de olas de mar o de amor como el tornasol que sólo se encuentra, tan sólo en los ojos de los niños. Juan Rulfo.

Este libro se clasificó erroneamente para niños porque estaba ilustrado por la gran e increíble Leonora Carrington (si no la conoces, les recomiendo googlear su nombre) y porque era muy cortito y porque lo protagonizaba una niña, al menos, al principio. Gracias a ese pequeño error al catalogarlo (pues sólo la literatura para niños tenía dibujos y sólo a los niños les interesaba leer cosas que tuvieran a niños de protagonistas, según la gente que lo decidió) durante muchos años muchos niños (y adultos que se atrevían a leerlo) pudieron disfrutar una obra tan magistral como lo es Lilus Kikus, uno de los primeros libros que Elena Poniatiwska publicó en su carrera (y sigue publicando). Pero vamos a hablar de Lilus Kikus.

Para empezar, lo ilustró la genialosísima Leonora Carrington, a quien si no conocen les recomiendo que la busquen en internet porque sus ilustraciones y todo su trabajo no tienen desperdicio. Aquí les dejo dos ilustraciones de este librito para que más o menos se imaginen como es la cosa.



Para seguir, pues ya vamos a hablar del libro. El libro empieza con Lilus como una niña y acaba con Lilus como una jovencita. En cierto sentido, estamos ante un coming-of-age, pero seguramente muy diferentes a todos los que conocen. Lilus no juega con muñecas porque se le mueren todas. Es que es un poco torpe. Lilus no entiende mucho de política y dice que siempre le pasan a ella las cosas a medias. El libro se divide en pequeños capítulos, todos con un tema diferente, en el que podemos notar que Lilus va creciendo y que sus experiencias van cambiando. Si al principio no jugaba con muñecas porque las mataba todas, al final es una jovencita en una sociedad conservadora que quiere meterla en cintura y que, como con muchas jovencitas alocadas antes que ella, lo va a lograr.

Sobre si es un libro para niños o no, no me meto. Yo sí se lo leería, por ejemplo, a los mayores de diez años, quizá un poquito antes. Los cuentos están bonitos, narrados poéticamente y siempre desde el punto de vista de Lilus, así que vemos su percepción del mundo y no otra. Creo que eso es lo más bonito de todo el libro. Siempre tenemos ahí el punto de vista de Lilus, cómo ella ve las cosas. Entonces tenemos que leer entre líneas para saber qué cosas pasan, para entender un poco a Lilus Kikus.

Entre sus páginas hay una muchacha embarazada de la escuela expulsada porque se embarazó y es la oveja negra de un blanquísimo rebaño (como no, si era escuela de monjas):
—Ahora estoy completamente desilusionada del amor, Lilus… Ahora solamente pienso en la maternidad, y ya he dado los pasos conducentes…
Expulsaron a la Borrega. Se fue con su petaca escocesa, y sus grandes anteojos negros eran como lágrimas postizas. Le sacó la lengua a la directora, le hizo dos estupendas muecas a Lilus y le avisó que muy pronto le mandaría una botella de champaña…
Si lo pensamos mucho, el mundo no ha cambiado demasiado. Si se embaraza una adolescente primero la condenan y le dicen que perdió el camino y luego ya, si eso, se preocupan por ayudarla. En averiguar qué pasó para que pasara eso, pues no, pero bueno. Ahí se fue la borrega, desilusionada del amor y pensando en la maternidad.

Elenita, por ahí, entre líneas, también se mete con los matrimonios en los que parece que el marido cambió a la mamá por esposa o creyó que en vez de esposa estaba adquiriendo una sirvienta, con la amiga de Lilus, Chiruelita, que se casó con un artista lánguido y maniático al que siempre le hacía la comida. Y, claro, por que no, en el acoso callejero, porque desde que Elenita publicó este libro a las mujeres ya les gritaban despropósitos en la calle y todavía los hombres siguen insistiendo que, de alguna manera, eso es halagador. Y mientras anda averiguando de que sabor son los besos que la da su novio a la sirvienta de su casa y preocupando porque la quieren mandar a vivir con las monjas.

Es un coming-of-age, sí. Es el coming-of-age de las jovencitas alocadas que viven en una sociedad conservadora que las tiene que meter en cintura, volverlas castas y puras, hacerlas preocuparse por lo Bien Visto y lo Mal Visto y sobre todo por los símbolos y la iglesia y la religión y volverlas creyentes en sus filas. Se los recomiendo mucho, más si les gusta leer entre las líneas o quieren conocer una de las primeras obras que publicó Elena Poniatowska. Es considerado Literatura Infantil y Juvenil y la verdad es que para niños ya cercanos a la pubertad y jóvenes, es un libro hermoso (incluso antes). Y para los nostálgicos, pero no tanto, nos recuerda un México conservador y que vivía cuidándose de lo Mal Visto y siguiendo las reglas de lo Bien Visto. En serio, léanlo.

(Y si todavía no los convenzo, le pueden echar un vistazo en epublibre.org y luego, cuando se enamoren, ir a comprarlo con Ediciones Era).

viernes, 4 de agosto de 2017

Sombras en el arcoirís, Mónica B. Brozon | Reseña

Sinopsis: Constanza conoce a Jero como nadie, es su mejor amiga y confidente. Ella sabe que su hermano mayor es distinto a otros chicos, lo supo mucho antes de que él se lo contara. Compartir ese secreto la hace sentir única en el mundo, pero ahora Jero está enamorado y ha decidido revelarle a sus padres lo que siente. Aunque Constanza está muy orgullosa de él y lo acepta como es, pronto sabrá que no todos piensan igual.

Este libro me quedó a deber y me quedó a deber un chingo. Me gustaría decirles que está bien chido y que está bien padre y que que chingón que publiquemos LGBT para niños en México y que que chingón que el Fondo de Cultura Económica lo haga. Bueno, las últimas dos cosas son verdad, me encanta ver que la literatura LGBT infantil se hace un espacio en las librerías, pero este libro me queda a deber y me queda a deber mucho. He pensado que quizá soy yo. ¿Es mi estándar? Pocos libros lo pasan y los que lo pasan los sobre analizo de una manera que no deja duda de que, ante todo, estamos hablando de una cultura popular creada en un mundo opresor, en un mundo construido por hombres blancos, dónde todo vale según el dinero que puede ganar... o no. 

Roxane Gay habla, en Confesiones de una Mala Feminista, de la desesperación por la representación y toda la responsabilidad que le conferimos a la cultura popular porque queremos vernos representados. De hecho, cuando sale algo medianamente diferente, todos perdemos nuestra shit aun cuando el producto en cuestión sea un producto mediocre. Lo pueden ver en los sitios que se dedican a hablar de cultura pop por todas partes. Orange is the new black sigue siendo una serie halagada por su representación, aun cuando esta representación haya empezado como un estereotipo caminante y haya acabado en el lucro total del sufrimiento de las minorías negras y latinas de la serie (que hay quien se excusa diciendo que es realista... y sí, bueno, háganse esta pregunta: ¿las historias de los negros y los latinos inmigrantes en EUA siempre tienen que estar definidas por el racismo?). Bueno, creo que el ejemplo se entiende.

Entonces, resulta que estamos desesperados por representación: y no es para menos, la cultura popular es mayoritariamente blanca, heterosexual y dirigida hacia los hombres. Además, estamos hablando desde latinoamérica, esa esquinita del mapa en la que todos creen que todo es México, del río Brazo a la patagonia, que todos relacionan con narcotráfico y violencia, que todos relacionan con el reggeaton... Estamos hablando de una esquinita del mapa que es muy ignorada. Si son de latinoamerica, piensen, ¿cuántas veces vieron a alguien de afuera hablar de un libro latinoamericano que no sea... por ejemplo, Cien años de soledad? ¿Cuál es la visibilidad que tenemos en este mapa? Nos consumen los estereotipos que otros tienen sobre nosotros. Entonces, nos encontramos ante un libro de una escritora mexicana de temática LGBT que es para niños. Y les juro que lo que más me gustaría es decirles que ese libro es maravilloso, cero puntos malos, que es genial que exista, pero creo que hay que analizarlo un poco para saber que clase de representación tenemos.

Mónica B. Brozon
De Mónica B. Brozon he leído otros libros, así que no es la primera vez que nos vemos. Y, sinceramente, esperaba más. Es también por qué me ha tenido muy malacostumbrada. Aquí veo su estilo, sus referencias a la cultura pop, su narración sencilla y a ratos chusca, pero como que al libro le faltó un poquito de espíritu. El libro, Sombras en el Arcoirís, nos encontramos a Constanza, una niña muy amigable, que tiene un hermano al que quiere mucho y que se llama Jero. Jero es gay. Jero, además, tiene la suerte de haber nacido en el medio de una familia open-minded que lo acepta perfectamente cuando sale del clóset (cosa que pasa en las primeras páginas del libro). Tiene un novio, Óscar, que no tiene esa suerte. Constanza tiene amigas, tiene compañeras que repiten los prejuicios de sus papás (prejuicios que están muy vivos en México, un país donde tenemos a algo llamado Frente Nacional de la Familia, que se la pasa chingando con que la familia es papá, mamá y bebitos y todo lo que este fuera de eso es antinatural). Tenemos, pues, un escenario que me creo perfectamente.

El núcleo lo veo débil... débil en el sentido no sé cuál es. ¿Es mandar un mensaje de aceptación para los jóvenes LGBT? ¿Es hablar de las realidades de los jóvenes del colectivo LGBT en México? No, en serio, no sé. Podría ser los dos, pero en ambas cosas se queda muy tibio. El libro hace concesiones que no me gustan para ser más aceptable dentro de una sociedad patriarcal asustada de lo diferente. Si fuera un primer intento de hablar de personajes LGBT dentro de la literatura infantil, entendería más las concesiones que hace. ¡Pero Dios mío, no es el primero! Sofía Olguín tiene una editorial llamada Bajo el Arcoirís que distribuye de manera gratuita y por intentet, libros LGBT para niños y jóvenes y deja oír su mensaje fuerte y claro. La editorial el Naranjo tiene un libro cuya protagonista es una joven trans (que tengo pendiente de leer, porque no sé qué tan bien o que tan mal lo hayan hecho). Varias editoriales independientes en México han publicado pequeños cuentos cortos LGBT para niños antes. Este no es un primer intento. Y sinceramente, para no serlo, es muy tibio.


Vamos a ver este asunto por puntos (hay spoilers, perdón):

1. La homosexualidad de Jero se describe con una serie de cualidades que no dejan de estar basadas en roles de género. La orientación sexual de una persona es su orientación sexual... y ya. Es una cualidad que te hace víctima de muchas violencias diferentes, pero es una cualidad. Los hombres gays son descritos como afeminados casi siempre, por default, porque es la única representación de un hombre gay que se nos ocurre. Lo mismo pasa con las mujeres lesbianas, que de repente o son increíblemente masculinas o son sólo usadas para hablarle a los fetiches de los hombres (porque la cultura popular apela a los hombres, obviamente). De la representación trans ni hablamos: suele ser ridícula. Entonces, la homosexualidad de Jero se explica por medio de sus gustos que, en este mundo regido por el binarismo hombre y mujer, son simples estereotipos de lo que le debería gustar a una mujer. Y Lady Gaga. Por supuesto, todas esas cualidades de Jero son completamente válidas, ¿quién dice que no? El problema está en que estamos usándolas para explicar que por eso es homosexual o... que, porque es homosexual, tiene esos gustos, como asociándolas. Y creanme, en este mundo, crear estereotipos que caminan nunca le funcionó a nadie.

2. Me encanta la explicación sobre el sentir de Constanza cuando se meten con su hermano y ella no quiere darles cuerda pero a la vez está furiosa por dentro. Es un punto muy positivo del libro porque en pocas palabras, Mónica describió un sentimiento que conozco muy bien. Me pasa muy seguido. Las ganas de ignorar los comentarios culeros que la gente dirige hacia ti o los que quieres y las ganas de cortarles la cabeza. El respirar hondo mientras en la mente los estás usando de saco de box. El intentar parecer tranquilo cuando muy dentro de ti sólo quieres gritar. Cuando las compañeras de Constanza, repitiendo lo que han oído en casa o en la tele o en esos miles de lugares que desinforman y alimentan el odio y los prejuicios, insultan a su hermano o la insultan a ella, se siente impotente porque no sabe que hacer. Me gustó esa parte, kudos.


3. Sin embargo, es un libro de esos muy tibios que dice que todas las opiniones son válidas... aunque lo dice entre líneas. Hay un momento en el que Constanza está triste porque le dijeron cosas muy feas en la escuela sobre Jero y sobre ella. Una niña le dice que en la Biblia dice que su hermano se va a ir al infierno y que está a tiempo de arrepentirse. Jero la consuela, le dice que no es cierto porque no conoce a nadie que se haya muerto y haya vuelto para contarles en donde acabó y cosas varias. Al final, Constanza le pregunta si todo eso signifca que la niña que le dijo las cosas feas está mal. Y Jero le dice que no. Porque cada quien es libre de creer lo que quiera. Y tal cual. Será que yo sobreanalizo, pero bueno, vamos a partir eso en pedacitos. Efectivamente, la niña no es que esté mal: la biblia dice esas cosas, es correcto, las instituciones religiosas nunca se han caracterizado por ser de lo más tolerantes cuando de orientación sexual e identidad de género estamos hablando. El dato es correcto: la Biblia dice que Jero va al infierno. El problema es que lo que la niña hace está mal. Está usando un dato de un libro muy viejo, que se interpretado y reinterpretado al gusto de los hombres en el poder de la Iglesia Católica, para andar esparciendo un discurso de odio. Y ustedes me dirá: no manches, cálmate, es una niña, discurso de odio. Y tienen razón. Ni esa niña debe ser consciente de lo que es andar pregonando discursos de odio, ni los niños que leerán el libro, o sea el público meta. ¿Entonces cuál es mi chingado problema? Mi chingado problema es que el subtext de ese "cada quien es libre de pensar lo que quiera" parece mandar un mensaje que dice que está bien todo ese asunto. Y no. Los niños sólo repiten lo que sus padres dicen, pero en algún momento hay que romper el círculo y bien que un libro puede hacerlo. Total, si la novela ya se va a poner aleccionadora, bien podría decirles a los niños que las opiniones que denigran a otra persona están mal, muy mal (y créanme, que, entre líneas, los niños lo entienden casi todo). Esa es una de las concesiones que me parece que hizo el libro para verse más aceptable a sectores de la sociedad que, aunque muy dizque open-minded, todavía dudan de la existencia de esta clase de libros.


4. La mención sobre las terapias pa' que la gente deje de ser gay, o trans, etc. Existe en el libro. Constanza le hace un álbum a su hermano con mujeres para ver si consigue encontrar una que le guste. Lo hace cuando es muy pequeña y me parece un gesto interesante. Primero, porque entiendo a esa Constanza, más niña, bombardeada por la heterosexualidad por todos lados, comprendiendo a su hermano. Me pareció genial, de hecho, porque muestra, entre líneas, la importancia de la representación en la cultura pop. Luego, en referencia al novio de Jero, Óscar, se menciona que sus papás son la clase de personas que lo llevarían a esa clase de terapias. De hecho, lo separan de Jero y se lo llevan lejos y... ¿NADIE HACE NADA? ¿Saben lo que son esa clase de terapias? ¿La tortura que implica? ¿Todas las violaciones a derechos humanos que ocurren con esas personas que dicen que te puedes rehabilitar y en esas clínicas? Sí, ya la calmo, es un libro para niños, pero carajo. Estamos hablando de un tema serio y en el libro lo desechan como si nada, como si fuera sólo cualquier cosa. Hablando de eso, vamos a mi penúltimo punto.

5. El padre de Óscar, el novio de Jero, y su hermano, lo golpean y lo dejan en el hospital. Todo digno de denunciar. Jero no denuncia, lo cual es muy real, porque hay miedo, porque es la familia de su novio, porque... mil cosas. Pero, hablando con Constanza, cuando ella le pregunta porqué no denuncia, él dice que son la familia de Óscar y él así los quiere. Carajo. No me vengan con esas. ¿Saben lo que es vivir violencia familiar de a de veras? ¿LO QUE ES? A esa edad, la de Óscar, no quieres a quien te violenta y probablemente sufras un trauma que va a acabar en terapia. ¿Así los quiere Óscar? Puta madre, no me chinguen. Ya me pasé de groserías, pero es que ese mensaje, el de que las familias se quieren aunque te violenten, aunque no te respeten, es rastrero. Te quedas con esas familias por miedo, no por pinche amor. Además, Jero deja entrever la posibilidad de que la familia de Óscar intente llevar a su novio a una clase de rehabilitación ¿Y ME ESTÁN DICIENDO QUE TODAVÍA NO LE HABLARON AL DIF? Puta. No mamen, personajes fictios raritos. Bueno, igual el miedo es el miedo, pero imaginen que un niño gay lee esto, por ponerles un ejemplo y entiende, entre líneas, que las familias igual se quieren aunque pasen estas cosas, ¿qué mensaje le están dando? Pista: no es uno positivo. Y hablando de esto, vamos al último punto.


6. Jero y Óscar no acaban juntos y el libro se queda tibio porque da la sensación de que nunca terminó realmente. Patricia Highsmith escribió un romance entre dos mujeres, hace mucho tiempo, en el año 1952. No era la primera novela con protagonistas LGBT que existía en el mundo, pero sí era una excepción a la mayoría: la pareja acababa junta y feliz. En el afterword ella habla de este hecho y dice que no sabe si fue la primera novela LGBT con un final feliz para sus protagonistas, pero que lo cree. Dice que, después de publicada, recibió miles de cartas diciendo "gracias", precisamente por ese final, porque, hasta entonces, ella sólo conocía novelas donde, al último, la pareja acababa separada, volvían al camino que les había impuesto la sociedad (la heterosexualidad) o se abrían las venas en la tina y se suicidaban; eso le daba la impresión de que esas novelas eran sólo aceptables porque sus protagonistas se suicidaban, aceptaban que vivían inmoralmente, etc. El caso de este libro es especial, porque los protagonistas acaban separados, aunque Jero está dispuesto a esperar a Óscar. El libro toca una realidad mexicana y de muchas partes del mundo: sí, muchas parejas de adolescentes son separadas por padres prejuicios y conservadores. Punto. Es una realidad y no puede ser escondida. Pero, ¿de verdad está es la clase de representación que la literatura infantil necesita? ¿De verdad está es la clase de historia que los niños necesitan leer? O más bien, ¿está historia está narrada de la manera en que la necesitamos? Porque la literatura infantil está plagada de temas trágicos (Buenas noches, Laika de Martha Riva Palacio Obón), pero la narrativa tiene mucho que ver en como percibimos las historias. Y en el caso de niños que están conociéndose y comprendiendo muchas cosas sobre su identidad sexual, me gustan las historias esperanzadoras, que muestren con total normalidad a parejas diversas (Bron y el Dragón y Javier y el Príncipe del Mar, por ejemplo. Historias que no hagan de su único núcleo la discriminación a la otredad por el simple hecho de ver discriminación y apelarle a un público sensible sin nada más interesante o ningún otra clase de trasfondo.

Bueno, ese fue mi análisis del libro y, aunque creo que soy un poco dura, lo soy porque estoy tan desesperada de ver diversidad y representación, que trato de aferrarme a cualquier cosa que la muestre o lo intente. Fuera del tema del libro, quiero hacerle una increíble mención especial a Raúl Nieto Guridi, que es el fantástico ilustrador del libro y, que con dibujos increíblemente sencillos, le da un ambiente muy tierno a este libro. No podía acabar mi reseña sin mencionarlo, porque el trabajo de los ilustradores es, muchas veces, ignorado.

Ilustración de Raúl Nieto Guridi
Bueno, entonces, los dejo que saquen sus conclusiones... y yo me voy a pensar que acabo de escribir un testamento sobre un libro de 62 páginas