Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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sábado, 15 de septiembre de 2012

El dador de recuerdos


Jonás vive en una comunidad perfecta. No hay guerra, no hay conflictos, no existe la muerte, ni la desgracia, no hay hambrunas. Pero tampoco hay colores, o música, o arte… En esta sociedad todos son iguales, no hay posibilidad de elección. Es una sociedad repleta de normas sobre absolutamente todos los tópicos. Y esa sociedad es aun peor que la que creo Lauren Oliver, en Delirium, alimentada por el miedo; o la sociedad de Suzanne Collins, que peca de indiferencia y de miedo. No, en esta sociedad no hay miedo, no hay paranoia. Todo parece perfecto, todo parece está en el lugar correcto en el momento correcto, y todos parecen estar felices con ellos.

Y da miedo.

Sinopsis: La sociedad en la que vive Jonás es la perfecta descripción del mundo perfecto. Todo está bajo control; no hay colores, ni música, no hay guerra, ni posibilidad de elección. Cada persona se ajusta a las Normas de su Comunidad. Cuando Jonás cumple los 12 años y debe ser asignado a una profesión; es elegido para una función muy especial y única en su comunidad. En su formación descubrirá las verdades que subyacen bajo la frágil perfección de su mundo.

La autora va soltando la información sobre esa sociedad perfecta tanto que parece ser una comunidad ideal, sin embargo, poco a poco esa utopía se convierte en distopía, mientras Jonás va descubriendo los recuerdos que vuelven tan frágil la perfección del mundo donde ha crecido y que le parecía tan agradable. No hay odio, no hay amor, no hay ira, ni sentimientos.

Los sentimientos que los personajes dicen sentir son sólo un vago espejismo de lo que son los sentimientos en realidad. Tampoco hay posibilidades de elección: a los doce, a cada persona se le asigna la misión que cargará el resto de su vida.
—Este es el momento —dijo mirándoles directamente— en que reconocemos diferencias. Vosotros, Onces, habéis pasado hasta ahora todos vuestros años aprendiendo a adaptaros, a igualar vuestro comportamiento, a dominar aquellos impulsos que pudieran apartaros del grupo. Pero hoy hacemos honor a vuestras diferencias, porque ellas han determinado vuestro futuro.
No hay amor. No hay odio. No hay elecciones. No hay colores, no hay música, y los libros están prohibidos. Todo parece perfecto, todas las personas, cordiales y amables. No hay guerras, ni conflictos… pero, ¿no son los sentimientos un precio demasiado alto a pagar por la paz?

Considerado un libro prohibido que ha estado censurado muchos años en Estados Unidos hace que te plantees las cosas de un modo diferente.
Si todo es lo mismo, no podemos elegir.
Nea