Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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sábado, 16 de enero de 2016

Cómo ser mujer, Caitlin Moran | Reseña

SinopsisNo hubo nunca mejor época que ésta para ser mujer: tenemos el voto y la píldora, y desde 1727 ya no nos envían a la hoguera por brujas. Pero, ¿cómo ser mujer? Esa es precisamente la gran, eterna pregunta a la que Caitlin Moran se propone responder en una obra que aborda a calzón quitado –a veces literalmente–, con inteligencia, desvergüenza e ironía y también una salvaje franqueza, los principales aspectos de la condición femenina. Mezcla de libro de memorias y de divertida vociferación, apoyándose siempre en sus experiencias como mujer, feminista e hija de una familia numerosa y proletaria, Caitlin Moran se describe con una sinceridad y una audacia militantes, y habla con absoluta sinceridad de su relación con su cuerpo. Y con la comida, con los hombres, con el trabajo, la sexualidad, la maternidad, el aborto. Pero también escribe sobre la importancia de Lady Gaga, y los errores y horrores de la depilación más íntima, o el botox. Y sobre mucho más.

Este no es un libro sobre el feminismo y dudo sinceramente que les vaya a cambiar la vida. Ahora bien, sí es un libro feminista. Creo que me quedará más claro lo que es este libro si hago una lista. 
  • No es un libro sobre el feminismo, pero sí un libro feminista
  • Es imposible que alguien esté de acuerdo con todas las ideas de este libro y, si alguien lo está, le recomiendo que lo relea. 
  • Es un libro de humor británico. Si algo lo ofende, respire muy hondo.
  • Es un libro de humor que se burla del estereotipo de lo que "debe" ser una mujer en occidente. Si algo lo ofende, respire muy hondo.
  • Si después de respirar muy hondo y tomárselo con calma sigue ofendido, entonces lo que leyó probablemente sí es un poco ofensivo.
  • Este libro habla de las mujeres occidentales, en general del primer mundo... bueno, no, este libro habla de Caitlin Moran y sus experiencias (como mujer blanca en el primer mundo). 
  • Este libro no habla de mujeres en países tercermundistas
  • Este libro no habla de mujeres musulmanas. Aunque las menciona de pasada (muy de pasada).
  • Este libro no habla de mujeres asiáticas.
  • Este libro no habla de mujeres africanas.
  • Este libro no habla de mujeres latinas. 
  • Este libro, de hecho, no necesita hablar de todas esas mujeres porque no es su propósito. Su propósito es burlarse del estereotipo de la mujer occidental y hacer pensar un poco, no ser la biblia del feminismo.
  • No todo lo que dice este libro es para tomarse como verdad universal. De hecho, eso no se debería hacer con ningún libro y con este, menos.

¿Listo? ¿Quedó claro todo lo anterior? Leí tantas críticas que se quejaban de que no hablara de más cosas o de más temas que creí necesario remarcar que el libro cumplió su propósito. No me hizo pensar demasiado, porque yo ta tengo mi opinión en la mayoría de las cuestiones que plantea: la menstruación, las strippers, el aborto, tener hijos, no tener hijos, el maquillaje, los zapatos de tacón, los ídolos feministas, las bodas, la ropa, ser feminista, decir que eres feminista, etcétera. Me la pasé quejándome en la cabeza de la mitad de las cosas que Caitlin decía y admirando la otra mitad. No quiero desvelarles la conclusión del libro, pero si quieren un instructivo para ser mujeres feministas empoderadas a las que el patriarcado no les afecte, por favor, vayan y escríbanlo ustedes, este no lo es. Están buscando en el lugar equivocado y leyendo los libros equivocados, este no es un instructivo. 

Tiene consejos. La mitad de los consejos no funcionan si no tienes dinero, no vives en Inglaterra o simplemente no vives en el primer mundo, pero, ¡oye!, tiene consejos. La otra mitad es tan obvio para mí que no entiendo como la mitad del mundo no nota la cantidad de mierda que las mujeres se tienen que tragar un día sí y un día también. Porque habrá mucha libertad, ya no nos quemarán por brujas, y habrá mucha igualdad ante la leí, pero Caitlin da en el grano para hablar de lo que sigue pasando en el mundo: la gente espera ciertas cosas del comportamiento y la personalidad y el aspecto de una mujer. Se espera cierta ropa según qué círculos, se espera que no critique a otras mujeres, porque eso la haría parecer chismosa, se espera que tenga hijos, que sea guapa y nunca envejezca o que, al menos, oculte los signos de su edad, se espera que vista de una determinada manera y, según en qué lugares, que use zapatos bonitos. Y sobre todo se espera que, pase lo que pase, no sea una "feminista exaltada" (así lo puso el libro), lo que hoy en día los que no saben ni de que carajos hablan traducirían como "feminazi" (interesante palabra, en serio, ¿qué llevó a comparar a mujeres luchando por sus derechos con los nazis a la primera persona que la usó?). En fin, Caitlin Moran habla de sus experiencias intentando (y rindiéndose, o ni siquiera intentando, o fracasando) en ser ese tipo de mujer y en las conclusiones que sacó después. Si quieren encontrar algo más en este libro, se pueden ir y dar media vuelta, no sé que siguen haciendo aquí. Ya dije que no era la biblia del feminismo.


Advertencia: no, el feminismo de Caitlin Moran así a primera vista no parece muy interseccional, pero si quieren que saque conclusiones con lo superficial de este libro, pues la verdad es que no puedo. Pasando ahora sí a los "consejos" o las cosas del libro...

Primero, Caitlin Moran y yo estamos muy de acuerdo con los zapatos: da igual que sean instrumentos de tortura del patriarcado, casi nadie en este mundo puede usar tacones bien. (Por cierto, el uso de los tacones lo popularizó un hombre, uno de los Luises de Francia que se veía bien sensual con ellos puestos en su pintura. Y respecto a lo de instrumento de tortura, ¿quién carajos te está obligando a usarlos? ¿Alguien te pone una pistola en la cabeza? No, listo, quítatelos, por favor, a menos de que te gusten). También estamos de acuerdo en los stripclubs: jodidamente repugnantes. ¿Que ayudan a pagar las cuentas? Pues sí, pero eso no le va a quitar lo repugnante a los establecimientos en mi cabeza. Aunque miren, quien quiera trabajar allí, que trabaje allí, es un trabajo y pagan por él. 

Caitlin y yo no estamos nada de acuerdo en su test para descubrir si eres feminista o no. Yo lo encuentro lleno de hoyos, grandes, enormes, hoyos como los que hacen las bombas en las guerras. 

So here is the quick way of working out if you're a feminist. Put your hand in your pants.
a) Do you have a vagina? and
b) Do you want to be in charge of it?
If you said 'yes' to both, then congratulations! You're a feminist.
Sí, considero que si respondes que sí a las dos preguntas, eres feminista. También considero que existen mujeres sin vagina (transexuales que no han trancisionado completamente, por si alguien se pierde), que los hombres pueden ser feministas y todas esas cosas. Yo tengo un test con menos preguntas que resulta en: ¿Crees que los hombres y las mujeres deben tener los mismos derechos y obligaciones? Si respondiste que sí, felicidades, eres feminista. (Aclaración rápida: feminismo no significa que odies a los hombres o creas que las mujeres son superiores, es que creas en la igualdad, porque ya estoy viendo a la gente que dice "ni feminismo ni machismo, igualdad", tampoco, si eres un hombre, significa que sólo digas que sí porque quieres acostarte con muchas mujeres). Pero, aunque el test de Caitlin Moran para mí tiene hoyos, sí que tiene algo claro con el asunto con el feminismo: 
We need to reclaim the word 'feminism'. We need the word 'feminism' back real bad. When statistics come in saying that only 29% of American women would describe themselves as feminist - and only 42% of British women - I used to think, What do you think feminism IS, ladies? What part of 'liberation for women' is not for you? Is it freedom to vote? The right not to be owned by the man you marry? The campaign for equal pay? 'Vogue' by Madonna? Jeans? Did all that good shit GET ON YOUR NERVES? Or were you just DRUNK AT THE TIME OF THE SURVEY?

A mí, igual que a ella, exactamente igual, me frustra que feminismo sea, hoy en día, una palabra consideraba agresiva. ¿Agresiva dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿O es que todavía hay gente que cree que las feministas somos caníbales devora hombres que queremos que la humanidad se extinga? Bueno, si eso todavía pasa, los invito a ver la definición de feminismo en la RAE. Gracias.

Ahora bien, Caitlin Moran sólo habla del primer mundo el 99% del tiempo porque sus experiencias ocurrieron todas allí, no tiene manera de saber absolutamente nada sobre el feminismo en latinoamérica de primera mano. No me molesta especialmente que no hable de todo eso porque prefiero que, si alguien no sabe, no diga ni una palabra a que la embarre y le quede peor. No la estoy culpando, ella escribe de lo que conoce. ¿Sería maravilloso que existieran libros así con diferentes enfoques, de diferentes partes del mundo? Por supuesto. 

Este libro tiene el mérito de ir desde los temas más incómodos a los más superficiales y de allí de vuelta a los más escabrosos con extrema facilidad (también podría ser porque Moran se lo toma con un poco de ligereza, para qué mentir). Como los hijos. Caitlin escribe dos capítulos sobre ellos: Por qué deberías tener hijos y Por qué no deberías tener hijos. No defiende ninguna de las posturas como la verdad absoluta y de hecho, se queja de que las mujeres sean vistas sólo como incubadoras, que no sean consideradas mujeres completas hasta que tienen hijos. Allí no tenemos ningún problema. Aunque claro, después sigue uno de los temas más peliagudos y en el que encontrar una moral correcta es prácticamente imposible: el aborto. (Si les interesa saber, yo soy pro-elección, o sea, estoy a favor del aborto legal). Caitlin Moran pone sobre la mesa lo difícil que es hablar del tema (y habla de su propia experiencia) y la moral gris, muy gris, sobre la que se cierne el debate: 

I cannot understand anti-abortion arguments that centre on the sanctity of life. As a species we've fairly comprehensively demonstrated that we don't believe in the sanctity of life. The shrugging acceptance of war, famine, epidemic, pain and life-long poverty shows us that, whatever we tell ourselves, we've made only the most feeble of efforts toreally treat human life as sacred.
Ella, como en todos los temas, tiene su propia opinión y quiero dejar muy en claro que ni su opinión ni la mía (bastante cercanas en algunas cosas y lejanas en otras, pero nunca iguales) son las verdades absolutas. Menos en un tema como este. Y así como no lo son en este tema, no lo son en ninguno. No les voy a recomendar este libro como un libro que tienen que leer, pero si como un libro que no estaría mal que leyeran si el tema les interesa. Al fin y al cabo, si son feministas, hay miles de libros sobre el tema y ninguno tiene la obligación de tratar todos los temas que le conciernen al feminismo. Este es sólo una pequeña parte de lo que miles de mujeres (y hombres) han hecho hasta el día de hoy escribiendo sobre feminismo. Hay miles de listas. El Segundo Sexo las encabeza casi todas (gracias, Simone de Beauvoir), Margaret Atwood aparece mil veces, La declaración de los derechos de la mujer que se escribió poco después de la revolución, Ayaan Hirsi Ali que escribe sobre la emancipación de la mujer musulmana, Marjane Satrapi y su Persépolis, Las mujeres que corren con los lobos, Chimamanda Ngozi Adichie. Quiero ponerlos en perspectiva: este libro es sólo uno de mil más.

Si quieren leerlo, léanlo, no se encontrarán con una pérdida de tiempo. Porque por lo que más quieran y deseen, analícenlo, piensen en lo que les está diciendo, ríanse (hace falta sentido del humor), háganse su propia opinión y hablen de ello. Yo lo recomiendo. Y eso que me estuve peleando mentalmente con él la mitad del tiempo. 

sábado, 4 de julio de 2015

La tienda de los suicidas, Jean Teulé | Reseña

Sinopsis: Novela enormemente divertida, no exenta de humor negro, en la que el lector penetra en la tienda y en la vida de una familia dedicada a la venta de productos (sogas para ahorcarse, venenos de toda índole, armas, etc,) que cualquier suicida deber tener a mano para el momento en que decida abandonar este mundo. La familia se siente orgullosa de su trabajo y su reconocida eficacia profesional, hasta que en su seno nace una nueva criatura: un niño alegre al que entusiasma la risa.Es una novela muy divertida, ágil, bien escrita, con diálogos chispeantes.

¿Tu vida ha sido un fracaso? ¡En La tienda de los suicidas tu muerte será un éxito! 

No, no estoy bromeando. En la tienda de los suicidas puedes comprar lo necesario para ejecutar un suicidio, todo está garantizado porque, si no mueres, te devuelven el dinero. Desde cuerdas para ahorcarte, venemos y todo lo que se te ocurra. Para los más deportistas, el harakiri es una buena opción si es que quieren impresionar a los amigos... y si no tienen amigos, pues al forense. A todos los clientes se les dice "Adiós" y no "Hasta luego" porque de todos modos no los vas a volver a ver. Así es : la gente va a La tienda de los suicidas porque se quiere suicidar. Ya no quiere vivir ni un día más. 

La tienda, por supuesto, es regentada por una familia muy peculiar: los Tuvache. Lucrèce y Mishima, junto con sus tres hijos, son los encargados de que los suicidas tengan éxito, pues dicen las estadísticas que más de la mitad falla. Como guiño, han nombrado a sus hijos en honor a un suicida famoso: el mayor es Vincent por Van Gogh, la de en medio es Marilyn por Monroe y el más chico es Alan. Si adivinan en honor a quien, les regalo una manzana y un chocolate. 

Las cosas en la tienda transcurren con total normalidad, exceptuando por el pequeño detalle de que Alan sonríe todo el tiempo. Y ríe. Sus padres lo hacen ver el noticiario todos los días para ver si las malas noticias lo deprimen (como debería ser), pero Alan es incapaz de ver el lado malo de las cosas, siempre se concentra en el bueno. Por ejemplo, si se estrella un avión y se mueren casi todos los pasajeros, Alan considera que es una buena noticia que hayan sobrevivido unos pocos. Así es con todo y no es de extrañas que vuelva locos a sus padres, pues arruina el proyecto del parque de atracciones mortal de Vincent al sugerirle que debería unir los rieles de la montaña rusa pues así sus pasajeros serán más felices y se deshace de los caramelos con cianuro. 

En fin, si no han dejado de leer aun, quiero dejar en claro que está novela no es una broma. Existe. Alguien la escribió. Tiene un marcado humor negro y es bastante divertida. El autor la sitúa en una línea temporal sin definir —algún tiempo en el futuro—, en un lugar desconosido —probablemente, alguna zona de Francia—, cuando el mundo parece unificado y todo se paga en euro-yens. Nunca se explica nada de eso, pero no es necesario: eso se infiere, el verdadero contenido de la novela es la trama, esa aparenté trivialización del suicidio, en el que todo parece un mero trámite. ¿Quieres suicidarte? Ningún problema: en la tienda de los Tuvache hay cuerdas que ya tienen el nudo corredizo hecho, venenos, y hasta paquetes con maznabas envenenadas. Si no puedes suicidarte con eso es que eres lerdo.


El libro es muy rápido, por lo cortito que es, aunque a veces parece que divaga. Sobre todo en las primeras escenas, cuando apenas estás conociendo a los personajes. Sin embargo, todo aquello se le perdona porque la Tienda de los Suicidas es un lugar cautivador como escenario y ver todas las posibilidades que tiene alguien de suicidarse con semejante humor negro es algo increíble. Los "problemas" para la familia es cuando Alan empieza a contagiarles la sonrisa y el buen humor. ¿Cómo van a vender productos para suicidas con semejante alegría?

Bueno, sobre el libro, tengo poco más que decir. Se lee rápido por lo corto, es entretenido y una buena sátira. Eché de menos un poco de más profundidad en la narración, pues aunque conocía a los personajes, había momentos en los que, incluso para ser una sátira, me parecían demasiado caricaturescos, sin demasiada profundidad, pero aún así disfruté la lectura en conjunto. Los gags se repiten y algunos dejan de ser tan graciosos cuando los repites, claro; sin embargo, me parece que el autor no exprime todo el humor hasta que de verdad nada da risa.


El final no es una sorpresa, se anuncia desde capítulos antes, pero aun así el cambio es muy brusco, la evolución demasiado rápida y no tan natural. Quizá ese es el error del libro, que le debió dar un poco de más tiempo al final, en vez de hacerlo tan brusco; el problema es que, si lo hacía así, corría el riesgo de acabarse sin chistes o situaciones cómicas que explotar... Todo un dilema. Bueno, en conjunto, el libro es entretenido, aunque yo no lo calificaría la lectura del siglo, mucho menos el próximo premio Nobel. Se lee rápido por lo corto y porque las situaciones planteadas son ágiles, además de que utiliza un lenguaje realmente sencillo.

Pueden probar a darle una oportunidad, por supuesto