Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

sábado, 24 de octubre de 2015

Buenos personajes vs personajes bueno

La mayoría de la gente los confunde y los mete en el mismo saco: eso se tiene que terminar.


Se acabó. No más. Estoy cansada de que digan que un personaje es malo porque no tiene principios morales. De que en las reseñas se califique a personajes femeninos como putas porque, a pesar de ser personajes bien construidos, no entran en la deifición de "buena persona" de la persona que reseñó el libro. Punto. Fin. Se tiene que acabar. No podemos valorar la calidad literaria de un libro por los actos de sus personajes.

Pero como ya sospecho que me están mirando como una loca, vamos a explicar a que me refiero con cada cosa. 

Buenos personajes: personajes bien construidos, con motivos, que el lector, que tengan cierta lógica entre sus actos y sus pensamientos y que llegado a un punto te preocupas por lo que les pasa (tanto como si les deseas la muerte como si estás mordiéndote las uñas para que todo les salga bien). Moralmente no tienen que ser buenos en ningún momento; por ejemplo, podemos hablar de un villano con delirios megalomaniácos, una mujer que le puso los cuernos a su pareja, o un hombre que le puso los cuernos a su pareja, un héroe o un simple cualquiera al que más o menos le va bien en la vida. Tienen que estar bien construidos, tener sentimientos y parecer seres humanos. No vale con simples robots que a veces hablan o con personajes cuyo sustento y lógica es peor que un chiste (sí, hablo de ti, Carlos Cuauhtémoc Sánchez). Eso es, para mí, un buen personaje (porque la distinción entre personajes buenos y buenos personajes es mía, eh).

Personajes buenos: esto va a ser más rápido, mucho más rápido. Los personajes con buenas intenciones, los héroes que van a salvar al mundo. El ejemplo más rápido y más claro que se me ocurre es Harry Potter y, por supuesto, Albus Dumbledore. Esos son los personajes buenos: los que quieren que el mundo vaya mejor en vez de quemarlo hasta sus cimientos.

Ejemplo de personaje bueno, pero no buen personaje...
Ya que tenemos claro a que me refiero con cada cosa, ahora sí vamos a lo importante: dejen de confundir a las peras con las manzanas, a los zancudos con las moscas y a los personajes buenos con los buenos personajes

Se puede juzgar a un personaje por sus actos, sí, no les estoy diciendo que no lo hagan. Igual que les puede caer mal una persona, les puede caer mal un personaje por ser estúpido, pendejo, malo o hacer alguna tontería. Sin embargo, si el personaje está bien construido, eso no tiene nada que ver con el autor, la obra o la calidad literaria del libro que estén leyendo. Un libro es malo cuando no eres capaz de preocuparte por lo que le pasa a los personajes y no te importa si se mueren o si les pasa un camión encima, pero cuando deseas fervientemente que les pase un camión encima por algo que hicieron en el libro, al menos te preocupas por ellos.


En fin. Sí, no me gusta ni que critiquen la calidad literaria Crepúsculo porque sus personajes son imbéciles. Hay una pésima construcción de personajes (eso sí hay que achacárselo a Meyer) y hay que remarcar que Edward es un celoso, posesivo y controlador, pero no podemos decir que el libro es malo porque Bella besó a Jacob y es una puta (doble moral, ¿dónde?). De hecho, es una de las cosas que más me molestan de las críticas a sagas como Memorias de Idhún: en vez de enfocarse en los aspectos realmente malos de la narrativa, en la construcción de la historia o en la trama, las cosas que el autor podría mejorar, la gente insiste en odiar el libro porque su protagonista (casi siempre mujer) les parece puta (y en el otro lado tenemos a maltratadores celosos adorados e incluso alabados como Grey).

La cara de Rachel lo explica
Por ejemplo, cuando he visto críticas a Cumbres Borrascosas hay muchas veces que me topo con esto: "no me gustó el libro porque todos sus personajes son unos desgraciados," y eso es totalmente válido, nadie te está poniendo una pistola en la cabeza para que te guste, pero lo que sigue es: "de hecho, no sé ni cómo llegó a ser un clásico." Y ahí sí yo ya deseo matarme. Primero porque llegó a ser un clásico por sus personajes desgraciados y aún más por su valor literario

Y así con miles de libros

Creo que hay que hacer esa distinción: puedes juzgar a tus personajes, pero no por eso un libro va a dejar de tener la buena o mala calidad que tiene su narrativa, su trama, su historia, su voz narrativa, su prosa, su redacción e incluso su edición. No confundamos las peras con las manzanas, ni los diamantes con el grafito porque así no funciona esto

Bueno, creo que por esta vez, eso es todo. Lo repito, por si no quedó claro:

No metan en el mismo saco a los personajes buenos y a los buenos personajes (o como sea que les llamen ustedes).

(Y por favor, si son autores, no defiendan los juicios morales hechos personajes con su visión de ellos porque la visión de cada quien es diferente y hay libertad de opinión en el mundo).

jueves, 22 de octubre de 2015

Voces de Chérnobil: crónica del futuro, Svetlana Aleksievich | Reseña

Sinopsis: Tal como recalca su propia autora, este no es un libro sobre Chernóbil, sino sobre sus consecuencias ―las pasadas y las futuras―, sobre personas a las que les tocó vivir una nueva realidad que todavía existe pero que aún no se ha comprendido. Aquellos que sufrieron Chernóbil son los supervivientes de una Tercera Guerra Mundial nuclear. Según Alexievich, en este mundo hostil “todo parece completamente normal, el mal se esconde bajo una nueva máscara, y uno no es capaz de verlo, oírlo, tocarlo, ni olerlo. Cualquier cosa puede matarte... el agua, la tierra, una manzana, la lluvia. Nuestro diccionario está obsoleto. Todavía no existen palabras, ni sentimientos, para describir esto”.

Un día anunciaron el Nobel. Como de costumbre, el nombre no me sonaba de absolutamente nada. Vamos, en mi vida lo había oído (como a los anteriores). Pasaron unas horas y me aguanté las ganas de investigar todo sobre su vida. Era una mujer y era bielorrusa, así que no aguante mucho y lo busqué en google. Vi que era periodista y que su único libro traducido al español era acerca de la catástrofe de Chérnobil (o más bien, de sus consecuencias). Yo, que en una época vi cuanto documental sobre radiación se me puso delante, dije que algún día lo leería. Y luego me lo topé enfrente. Se tardó más o menos dos días más en caer y yo me tardé dos días más en empezarlo. De ahí, lo que sigue es historia. 

Este es, sin duda, uno de los mejores libros de no ficción que he leído. No creo que todo el mundo esté interesado en él, o que a todo el mundo le guste o que a todo el mundo le entretenga. De hecho, aunque yo lo he recomendado por activa y por pasiva sé que, de todas las personas que lo leerán porque yo llevo ya semanas estampándoselo en la cara a quien quiera oírme, le encantará a unas cuantas. Otras me dirán que es largo. Otros que se aburrieron. Otros me dirán "está bien", pero se quedará allí. Al menos eso creo. No conozco demasiadas personas que suelan leer texto periodístico y mucho menos de este tipo.

Voces de Chernóbil me recuerda irremediablemente al único libro que he leído de Elena Poniatowska: La noche de Tlatelolco. ¿Por qué, si entre un accidente catastrófico en Ucrania y una matanza en Tlatelolco no hay prácticamente nada en común? Por la manera de contar la historia. Tratan sobre temas muy diferentes, y están estructurados muy diferentes, pero no hay duda que las dos historias están contadas de manera oral, que son entrevistas o pedazos de entrevistas que se seleccionaron y se transcribieron. Eso, obviamente, en este libro hace difícil que te sitúes en la historia hasta que no te lo dice quien está hablando y, generalmente, nunca te lo dicen tal cual. 

Si quieres saber los datos duros y fríos de la catástrofe de Chérnobil, este no es el libro para eso,  ya hay libros y miles de documentales que se enfocan en esa parte de la carástrofe. Para eso no sirve. Apenas hay algunos números y porcentajes, aquí lo que hay son las voces de Chérnobil, literalmente. Algunas de las personas entrevistadas hablan sobre los roetguen y las dosis letales de radiación, pero de pasada, eso, al fin y al cabo, deja de importar ante algo que ya ocurrió. Eso no es lo que importa, porque en este libro está impreso el lado más humano. Habla de las consecuencias, no sólo para la ciencia, la radiación, la URSS, el comunismo, habla en sí de las consecuencias sobre las personas. 

Reactor de la Planta Nuclear. Aún sin el sarcófago.
Este, además, no es un libro que busca culpables. Los años pasan y buscar culpables ya no le importa a nadie. Además, entre los que eligieron no avisar para no cundir el pánico y trabajar en el más absurdo secretismo, entre los que prefirieron el secreto que salvar a su propia población, entre los que no informaron a los liquidadores de las dosis reales de roetguen que estaban recibiendo y entre los que dejaron pasar los días antes de avisarle al mundo que en la Planta Nuclear había ocurrido un accidente (sólo un incendio, controlado, y sin embargo, nadie dice que los liquidadores trabajaron para evitar que explotaran los otros tres reactores, cuyo efecto sobre toda Europa hubiera sido letal), los culpables son tantos, que en realidad a nadie le importa ya.

Es una historia dura y lo es porque no es una historia de guerra, no es una catástrofe causada por alguien más, como la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki: fue un simple accidente, una casualidad y eso es aún más difícil de entender. Lo mencionan en el libro. Hiroshima y Nagasaki fueron la guerra, pero Chérnobil era el átomo de la paz y nadie se imaginaba que fuera sólo un hermano del que conformaba la bomba atómica.

Pripiat actualmente: una ciudad fantasma
¿Cómo elegir entre el amor y la muerte? ¿Entre el pasado y el ignorado presente? ¿Y quién se creerá con derecho a echar en cara a otras esposas y madres que no se quedaran junto a sus maridos e hijos? Junto a esos elementos radiactivos. En su mundo se vio alterado incluso el amor. Hasta la muerte.
Ha cambiado todo. Todo menos nosotros.
Eso sí, si no conoces la historia de Chérnobil, al menos de pasada, lo más probable es que haya varias partes en el libro confusas, que quizá no entiendas a la primera, quizá te pierdas un poco porque los entrevistados dan por supuesto que al menos algo se sabe del tema. Al libro le falta ponernos un poco en contexto, pero en realidad creo que no es algo que sea totalmente necesario. Con leer la Wikipedia entiendes de que hablan los entrevistados. La mujer de un bombero que murió de la radiación a los diecisiete días cuenta su historia, como perdió a su hija y su salud por lo mucho que amaba a su marido, los liquidadores (soldados que trabajaron en el reactor), gente evacuada, gente que se negó a evacuar, gente que volvió a sus pueblos, aún abandonados, comunistas convencidos y no convencidos, científicos, historiadores, escritores... un sinfín de personas desfilan por estas páginas para contarnos su versión de la historia, sus desdichas o sus alegrías, para contarnos lo que pasó desde sus ojos. Y por supuesto, la historia varía por la cantidad de puntos de vista que hay, pero casi todos coinciden en algo: para la Unión Soviética hubo un antes y un después de Chérnobil.

Liquidadores de Chérnobil, casi todos están muertos hoy en día o enfermos
We're often silent. We don't yell and we don't complain. We're patient, as always. Because we don't have the words yet. We're afraid to talk about it. We don't know how. It's not an ordinary experience, and the questions it raises are not ordinary. The world has been split in two: there's us, the Chernobylites, and then there's you, the others. Have you noticed? No one here points out that they're Russian or Belarussian or Ukrainian. We all call ourselves Chernobylites. "We're from Chernobyl." "I'm a Chernobylite." As if this is a separate people. A new nation.
Bueno, creo que ya quedó claro; para mí este libro es un 5/5, perfecto, aunque reconozco que quizá le hace falta darnos un poco de contexto, pero es precisamente la manera de hablar de cada entrevistado lo que nos deja ver el lado más humano de la situación. Totalmente recomendado. Este libro a menudo nos recuerda que, muchas veces, la realidad supera a la ficción. ¿Quiénes somos nosotros para poder imaginarnos una catástrofe de esta magnitud cuando ni los libros que leemos se acercan al tema de esta manera? Ver el lado más humano de esta catástrofe es a menudo sobrecogedor y desesperanzador, pero también espeluznante. Porque ni en el libro más trágico de ciencia ficción existe algo como Chérnobil.

martes, 20 de octubre de 2015

Caramelo, Sandra Cisneros | Reseña

Sinopsis: Every year, Ceyala "Lala" Reyes' family--aunts, uncles, mothers, fathers, and Lala's six older brothers--packs up three cars and, in a wild ride, drive from Chicago to the Little Grandfather and Awful Grandmother's house in Mexico City for the summer. Struggling to find a voice above the boom of her brothers and to understand her place on this side of the border and that, Lala is a shrewd observer of family life. But when she starts telling the Awful Grandmother's life story, seeking clues to how she got to be so awful, grandmother accuses Lala of exaggerating. Soon, a multigenerational family narrative turns into a whirlwind exploration of storytelling, lies, and life. Like the cherished rebozo, or shawl, that has been passed down through generations of Reyes women, Caramelo is alive with the vibrations of history, family, and love.

Nunca me había encontrado con un libro que hablara de manera tan sencilla de mi cultura, la mexicana, y no fuera de alguien de aquí. Sandra Cisneros es descendiente de Mexicanos nacida en Estados Unidos, chicana, como quien dice. Hay mucha gente que cree que la cultura es la misma o muy parecida, que al fin y al cabo es latina, pero hay algo que cambia. Los hijos de mexicanos nacidos del otro lado de la frontera no conocen México muchas veces y hablan español con acento. La diferencia cultural es brutal, porque no comen la misma comida, aunque sea parecida, no conocen el picante de verdad, no festejan el 15 y el 16 de Septiembre, sino en Cinco de Mayo, tradición puramente chicana. Este libro es sobre eso: sobre estar al borde de dos culturas y ver como Lala trata de entender sus raíces.

Rebozo de Santa María del Río.
La primera parte de la historia nos cuenta las aventuras de Lala en los veranos en México, en la casa de Awful Grandmother y un viaje a Acapulco. El reparto lo acaban de completar Aunty Light-Skin, Uncle Baby y Uncle Fat-Face, además de todos sus primos y sus seis hermanos. Por la época, imagino que estamos en los cincuentas o en los setentas. Todo el libro Awful Grandmother no ha parado de recordarme a las historias que he leído de mi propia abuela. Por eso, quizá, aunque es un personaje que no está hecho para agradar del todo, me ha parecido muy cercano. Reconozco ese clasismo Mexicano de querer parecer más español, esa celebración a las raíces indígenas que empieza después de la Revolución, pero en la que los indios siguen siendo discriminados, apartados y tratatos, como diría Lala: like shit. Lo reconozco todo. Los tamales, el mole, los rebozos de bolita de Santa María del Río, San Luis Potosi, Acapulco. Lala lo pinta como un mundo extraño, pero a mí todas las descripciones aún en inglés con muchísimas palabras en español y expresiones derivadas del español me recuerdan algo que ya conozco: es el mundo en el que vivo: hace 50 años.

Después, la historia retrocede y nos cuenta cómo se conocieron Little Grandfather y Awful Grandmother. Hay quien dice que es un recurso para poder empatizar con los dos personajes, en especial con la desagradable abuela. En esa historia son sólo Soledad Reyes y Narciso Reyes. Primos demasiado lejanos que ni siquiera lo saben. Narciso es hijo de un sevillano que da clases de música y una mujer que vive sumida en sus propias ínfulas, convencida de que pertenece a la alta sociedad. Nos narra los días de la Revolución y la Guerra en la ciudad de México. La Décena Trágica en la que Narciso perdió tres costillas y la entrada de los Zapatistas y de los Villistas a la ciudad.

Pancho Villa en la silla presidencial, Zapata a su lado.
Después volvemos al futuro, donde Lala ya no es una niña que ve a sus papás y a su abuela pelear en Acapulco. Estamos en Chicago y la abuela se ha mudado con ellos, ella está apunto de entrar en High School y está intentando entender su adolescencia. Es demasiado grande para su edad, no demasiado bonita y demasiado tímida. Está rodeada de hombres y su madre no es alguien de confianza. Vive en un departamento con otras ocho personas donde es imposible tener privacidad. Es la parte que más lejana me sonó de toda la historia, pero aún así soy capaz de reconocer lo mexicano en toda la historia. 

Me encantó el libro porque, además, Sandra Cisneros escribe de una manera muy poética, sin sonar rebuscada o forzada. La historia es simple y la narradora, Lala, sabe como llegar al corazón de los lectores. Pienso que este libro traducido pierde mucho. Muchas de las expresiones están en español, así que hay partes escritas con mucho mucho spanglish y traducido no se aprecia ese detalle. Otro detallazo es que nada viene traducido en los pies de página, sino que los pies de página, que no son muchos ni exagerados, traen detalles de la historia, geografía y cultura en general de México. 

Adelitas de la Revolución
Hay una cita, en especial, que quiero dedicarle a todos aquellos que creen conocer el estereotipo físico latino. A todas esas personas que dicen que alguien rubio y de ojos claros no es latina, o que alguien de piel demasiado oscura tampoco lo es. Sólo en México tenemos una variedad impresionante:
— Hey, hippie girl, you Mexican? On both sides?
— Front & back, I say.
— You sure don’t look Mexican.
A part of me wants to kick their ass. A part of me feels sorry for their stupid ignorant selves. But if you’ve never been farther south than Nuevo Laredo, how the hell would you know what Mexicans are supposed to look like, right?
There are the green-eyed Mexicans. The rich blond Mexicans. The Mexicans w/the faces of Arab sheiks. The Jewish Mexicans. The big-footed-as-a-German Mexicans. The leftover-French Mexicans. The chaparrito compact Mexicans. The Tarahumara tall-as-a-desert-saguaro Mexicans. The Mediterranean Mexicans. The Mexicans w/Tunisian eyebrows. The negrito Mexicans of the double coasts. The Chinese Mexicans. The curly-haired, freckled-faced, red-headed Mexicans. The Lebanese Mexicans. Look, I don’t know what you’re talking about when you say I don’t look Mexican. I am Mexican. Even though I was born on the U.S. side of the border.
En fin, esta reseña ya me esta quedando demasiado larga, así que simplemente me queda decirles ya que el libro es muy recomendable y que a mí me encantó. Realmente es un libro que vale muchísimo la pena y Sandra Cisneros ha resultado ser todo un diamante en bruto.