Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

sábado, 6 de abril de 2019

Sobre el #CampNaNoWriMo: retrato de una escritora

Estoy haciendo el CampNaNoWriMo. No me cuesta trabajo (tanto) porque ya me conozco lo suficiente como para saber qué clase de proyectos me animan a escribir mucho en poco tiempo y por qué trabajé muchos años en hacer de la escritura un hábito. Escrito diario. Las únicas excepciones para no escribir es que no tenga tiempo porque estoy de viaje o trabajo doce horas o algo así. E incluso así, a veces escrito. Soy obsesiva. Reviso treinta veces (y de todos modos se van typos en los fanfics). Así que los últimos días he estado haciendo un ejercicio de pensar en cómo he evolucionado como escritora y cómo ha evolucionado lo que escribo. Y esta entrada es acerca de eso. Perdón si los aburro, pero vamos a hacer introspección.

Escribo desde que tengo uso de memoria. Ya lo he dicho antes y en otras entradas, pero escribo porque soy absurdamente creativa y el único talento que me dio Diosito, en el que no creo, fue escribir. No, esperen, no es cierto. Nací sin muchos talentos en realidad. Tener una voz decente al cantar me ha costado sangre, sudor, lágrimas y mucha pena ajena. No dibujo (aunque tuve un tiempo en el que colorear me fascinaba y lo hacía bien) aunque mi sueño es escribir el outline de un cómic o novela gráfica (alguien cumplámelo, por favor, yo pongo la historia y la escritura). No tengo ninguna clase de oído musical. No entiendo el arte, sólo dejo que me lo expliquen y lo admiro. Escribir es, realmente, el momento en el que atasco mi creatividad. Se me da bien crear historias, armar historias, sacar historias de la nada, contar historias con las premisas que mi esposa me pone en telegram, imaginarme otros mundos. Eso se me da bien.

Escribir es otro asunto.

No entiendo la imagen intelectual o cool del escritor. La imagen del escritorio ordenado, el orden de la planeación ni los miles artículos de papelería. Sólo acumulo libretas donde anoto ideas y outlines en letra cursiva de manera desordenada. No entiendo el café (por qué no me gusta), la necesidad de estar concentrado, sin ruido. Los rituales. ¿Las páginas que ofrecen recursos para escritores? ¿Hojas de personaje? ¿Fichas? Nunca me ha funcionado nada de eso. Escribo con música ruidosa, con la tele que alguien más está viendo a todo volumen en el fondo, con el ruido de la cocina, de la lavadora, de lo que sea. Escribo mientras trabajo, mientras estudio, mientras veo series o videos en youtube. No estoy bromeando. Escribo porque escribir para mí es como respirar: vital. Soy un caos, también.


No me molesta ser un caos. Mientras escriba diario, estoy en paz.

He luchado toda mi vida contra el bloqueo del escritor. Sé que existe y huyo de él tanto como puedo. Escribo en benders de cinco o seis horas que me dejan con el cerebro frito tirada en el sillón porque es la única manera que conozco de escribir (incluso estas entradas, que después reviso). A veces, cuando tengo un día libre, dos palizas en un día. Lo hago porque es mi manera de mantener el cerebro trabajando y de seguir el hábito. Escribir para mí no es un talento nato (ese nada más fue mi imaginación activa). Es un hábito. Es un hábito como comer sano, lavarse los dientes y salir a caminar todos los días. Es la única manera en la que concibo mi manera de ser escritora, incluso con trabajo aparte de escribir, incluso trabajando ocho o diez horas por culpa de maldito capitalismo (no me recuerden que la última FILIJ trabajé turnos de nueve horas mientras intentaba hacer en NaNoWriMo). Sé que no es así para todos, pero esto es un retrato. Por un momento, estamos hablando solamente de mí.

Si quieren saber cómo lo hice un hábito: escriban diario durante un mes. No necesitan escribir demasiadas palabras. Cien bastan. Luego háganlo otro mes. Y luego otro. Y luego otro. Y luego otro, hasta que no necesiten recordarse que tienen que hacerlo. (Por supuesto, háganlo sólo si no afecta ni su salud física o mental, esto es muy importante, hasta una obsesiva insana como yo ha pasado épocas sin escribir simplemente porque mi cerebro necesitaba un descanso).

Llevo más de diez años escribiendo, pero llevo exactamente diez publicando cosas en internet. Los cumplí el 4 de enero de este año. Desde antes ya había decidido que me iba a llamar a mí misma escritora, porque eso era. Qué importaba que los últimos seis años sólo hubiera compartido fanfiction, porque estaba guardando el trabajo original para otras cosas (o simplemente para mi cajón). En diez años, he analizado muchas veces qué temáticas escribo y he experimentado mucho. Es algo que me ha permitido hacer el fanfiction y de lo que ya he hablado. He podido experimentar con temáticas, con estructuras, narradores, hasta estilos. Lo he podido hacer porque el fanfiction me brinda un mundo que ya existe y me permite jugar con él. Puedo ver qué funciona y qué no antes de meterlo en uno de los mundos que he creado. Para mí, experimentar es parte de escribir. Claro, soy una edgy de mierda y por supuesto que ya escribí una historia empezando desde el final, una historia intercalando tipos de narración (segunda persona contra tercera), experimenté con todos los tipos de narradores posibles, escribí una historia que contenía sólo diálogo. Edgy, dije.

 
Lo que me hace volver al hecho de que analizo mucho lo que escribo. Me tomó diez años (poco menos, quizá) descubrir qué era lo que sabía escribir bien y qué era lo que me gustaba escribir. Lo descubrí leyéndome, claro. Aguantándome el cringe de lo primero y admirándome por cómo empecé a mejorar. Ya les conté que mucho tiempo en mi adolescencia me identifiqué con lo emo (por accidente, ya hablamos de eso en una entrada pasada) y que eso me llevó a oír mucha música (buena y mala) y más que eso, me llevó a buscar cierto tipo de aesthetic (que hoy en día no tiene nada que ver realmente con lo emo que fue el 2007 pero que tiene sus raíces justamente ahí), cierto tipo de temática y cierto tipo de historias cursis y tristes hasta la médula. Gracias a Diosito, en el que no creo, no me quedé allí y evolucioné. I stepped up my game. Pero seguí buscando sentir lo que esas historias malas me hacían sentir. Las emociones. Seguí buscando lo desgarrador a la vez de hermoso, el enfoque tremendo en los sentimientos, la tragedia en la que al final hay esperanza, quería sentirme desgraciada pero ser feliz por ello, justo como dice Ron Weasley en Harry Potter. Y quería causar lo mismo. Sólo que con historias de calidad.

La mayoría de mis historias, aunque con magia, tramas complicadas, crímenes enredados, paradojas y viajes en el tiempo y todo tipo de criaturas fantásticas, llevan mucho tiempo buscando el enfoque en lo emocional, en lo sentimental, en las relaciones humanas y en preguntarnos qué dentro de nosotros nos lleva a hacer lo que hacemos, a enamorarnos de quien nos enamoramos o por qué construimos las relaciones que construimos. Casi todas (con excepciones de cosas escritas casi por encargo) buscan eso. Lo cual no quiere decir que todas lo logren. Estoy segura de que ni siquiera una mayoría lo hace realmente cuando las releo, pero hay cosas de las que estoy orgullosa. Cuando se habla de tipos de escritores, sé que soy escritora de brújula (no planeo o planeo poco, simplemente sé a donde quiero llegar o qué pay-off quiero causar), sé que todas mis historias son character-driven, los personajes nunca están al servicio de la trama porque soy obsesiva en su coherencia dentro de las incoherencias humanas; entonces, mi trama siempre está al servicio de los personajes. Cambio las cosas radicalmente cuanto tengo que hacerlo sólo para que los personajes queden mejor perfilados y construidos. Creo que esa es una de las herencias que el rol dejó en mí.

Soy jugadora de rol. Hace mucho que no juego ni una miserable partida o trama o nada (fuera de un experimento raro de tuiter que tengo ahora mismo), pero me gusta pensar que todavía lo soy y que un día volveré a hacerlo (quien sabe, la vida da vueltas). Soy una de las pocas personas que disfrutaba hacer las fichas de personaje porque era una obsesiva con ellas. En los foros, lo que más importaba en ellas era la historia y que esta tuviera sentido. Era algo cansado. Pero siempre me gustó crear historas para mis personajes que explicaran por qué, en resumen, eran unos traumaditos. Mis personajes casi siempre están messed up porque it's okay to be messed up y lo más satisfactorio es hacerlos evolucionar para que dejen de estarlo (no sin antes arrojarlos al fondo del pozo, storytelling básico), llevarlos a un punto en su vida en el que se entiende por qué lo que estoy escribiendo se acaba: porque ya no es necesario seguir contando. Me gusta lo triste pero también me gusta la esperanza. Casi todas mis historias largas han acabado en un momento de esperanza en medio de la tristeza y no es algo que haya hecho a propósito, es simplemente un patrón del que me di cuenta muchos después de haberlas creado. En mi retrato de escritora, supongo que eso quiere decir que es algo que también busco. 


Al último, reconozco que escribir es un acto político. No es un acto político sólo porque sea mujer (y hay una clara historia en las que a las mujeres se las ha alejado de cualquier trabajo intelectual o creativo), sino porque escribir es, además, ponerle un pedazo de mí a todas las historias y conmigo se va toda mi ideología. Antes que todo, soy un ser político. Cada palabra que pongo en el papel está allí por una razón (además de que sobrevivió a todo mi proceso de autoedición, porque de momento es lo mejor que tengo para pulir lo que escribo). Sé, a grandes rasgos, como es mi estilo (porque al analizarlo estoy biased, soy la propia autora). Sé que quiero ser honesta, que pongo los sentimientos por encima de todo lo demás, que prefiero el mostrar a contar, que soy algo así como una Marie Kondo de la redacción: ¿tu adjetivo no sirve de nada? Quítalo. ¿Esa descripción que pusiste no aporta nada? Tampoco va. ¿Ese objeto que mencionaste como si fuera a ser algo importante en la trama y no lo fue? Se va. Así me hablo a mí misma cuando corrijo (de por sí escribo cosas que quedan muy largas para lo que inicialmente planeo, imagínense si dejara todo lo que corto, que usualmente se corta para poner información más útil).

Finalmente, creo que en este punto de la vida en el que llevo diez años publicado y una vida escribiendo, sé que no quiero ser una escritora cool. Quiero que me publiquen lo que escribo. Y ya. No quiero formar parte de ningún club intelectual o cool. Después de todo, soy brutalmente honesta. Incluso en la ficción. Al final, soy una escritora que se mata el cerebro en benders de seis horas escribiendo, con música a todo volumen, que escribe en la sala de su casa porque no hay estudio, en medio del ruido, las conversaciones y la gente. Esto soy.

Así estoy escribiendo el #CampNaNoWriMo. Como se puede.

jueves, 4 de abril de 2019

The True Lives of the Fabulous Killjoys: The future is bullerproof

Sinopsis: Years ago, the Killjoys fought against the tyrannical megacorporation Better Living Industries, costing them their lives, save for one—the mysterious Girl. Today, the followers of the original Killjoys languish in the Desert while BLI systematically strips citizens of their individuality. As the fight for freedom fades, it’s left to the Girl to take up the mantle and bring down the fearsome BLI! 

Esta entrada además de reseña es un paseo por la nostalgia de mi adolescencia que empezó más o menos en el 2006/07 cuando entré a la pubertad. Y decidí que vestirme siempre de negro era lo más cool y que intentar tener fleco emo era una excelente idea (algo que no logré hasta esta época, que tengo un fleco falso que cuando crece me tapa toda la cara). De hecho creo que si buscan al principio de blog van a encontrar todavía rastros de mi adolescencia emo. Cosas que pasan cuando creas un blog a los 13 (casi 14) años. Pero bueno, vamos a hablar de comics primero.

The True Lives of the Fabulous Killjoys es un comic publicado en seis grapas/issues escrito por Gerard Way y Shaun Simon e ilustrado por la maravillosa e increíble Becky Cloonan (este fue el primer comic que leí ilustrado por ella y la verdad es que la ilustración se merece un 10). Es una continuación/spin-off/cosa relacionada con el último album de My Chemical Romance, Danger Days: The true lives of the fabolous Killjoys y estoy segura de que la experiencia lectora mejora cuando fuiste fan y escuchaste el albúm. No tengo pruebas pero tampoco dudas. Dicho eso, sé que cada producto cultural debería poder sostenerse y hablar por sí mismo (a menos de que hablemos de una saga de películas/libros donde es obvio que hay que conocer los anteriores, pero bueno, yo no aplico eso a spin-offs) y esa, prácticamente, es toda la razón de por qué este comic se fue con una aprobado justo en las estrellas de Goodreads (aun así, puntuar un libro en una escala del uno al cinco es algo que todavía no me acaba de gustar porque me gusta exponer mis razones para que me haya gustado o no en reseñas larguísimas que no lee nadie).

The True Lives of the Fabulous Killjoys ocurre en las lindes de Battery City, la zonas, el desierto. Empieza con una chica, un gato y una transmisión de radio que nos pone en contexto. Todas las cosas que me gustan de las primeras páginas es que nos enseña el mundo en el que se va a desarrollar la historia mostrándonos las cosas. No cuenta, sino que muestra. ¿Quién es la chica? ¿Quién fue? ¿Quienes fueron los verdaderos Killjoys de los que se habla en el radio como una leyenda? Todo lo va mostrando, poco a poco, sin sobre exponer su mundo. Les juro que eso me convenció de seguir leyendo porque quería saber más cosas del mundo y de los personajes dónde se desarrollaba la historia (especialmente porque recordaba 0 cosas sobre el disco Dager Days).


Además de eso presenta los otros hilos argumentales que sigue el cómic, de los cuales mi favorito es la historia de Red y Blue, dos prostitutas robots de Battery City (nada fuera de la realidad ni tampoco tan ciencia ficción, es algo que ya existe en este mundo capitalista lamentable) que están enamoradas una de la otra (robots con sentimientos, I'm up for that) y sueñan con ser libres. Hay una parte en la que dicen que un día DESTROYA bajará del cielo y los hará libres a todos (amo amo esas historias con esa clase de backstory en cuestión de mitos/leyendas) y que sus cuerpos serán sólo suyos y pienso que eso es hermoso.


Y por ahí también empieza a involucrarse la historia de Korse, un robot asesino de Battery City que desarrolla sentimientos y que es el estúpido arco más confuso de todo el comic, así que aquí es cuando voy a hacer rewind y les voy a contar mi vida entera. 

Bueno, no entera, sólo un pedazo. Probablemente yo no hubiera leído este comic es bastante tiempo si no hubiera sido fan de My Chemical Romance ni hubiera tenido una etapa full emo en mi vida. (Y sí, ya sé que la música de MCR no es exactamente del género, pero la mayoría de su following si lo era y su aesthetic se acercaba bastante). Mi preadolescencia y mi adolescencia trascurrieron en esos gloriosos años en los que la gente se horrorizaba y fascinaba con los emos. Salían noticias como: ¿Los emos promueven la autolesión y el suicidio? (tema laaaaargo, la verdad), mi mamá se quejaba de mis intentos de tener fleco (todos fallidos hasta ahora que tengo 23 años y un fleco falso que me descuido y me cubre media cara), de los flecos de mis amigas, de la ropa que usaba (teníamos un mal gusto tremendo), de la música que oía (30 veces al día The Black Parade aderezado con Welcome to my life de Simple Plan y la mitad de Three Cheers for Sweet Revenge y por ahí pedazos de Good Charlotte y otras cosas que ella considera lamentables). Una época interesante para se empezar a ser adolescente la verdad, cosa que me duró como del 2006 a una parte del 2009 (y ya luego sólo sobrevivieron mis gustos musicales y mi mal gusto en la ropa muto de estilo).


Todo ese párrafo fue de contexto. La cosa es que yo fui algo así como *emo por accidente*. Yo era una niña nerd, fan de Harry Potter, friki ya desde la primaria que o encajaba en ningún lado y era cero cool (y además nunca me gustaban las cosas que eran cool en ese entonces, como High School Musical o la música de Hillary Duff). No pertenecía a nada exactamente. Hasta el día que vi un poster de Gerard Way con el cabello negro y se me cayeron los calzones. Hay días que mi heterosexualidad me da miedo, perdón. El caso es que así llegué a todo lo emo, lo triste, sad, nostálgico, meláncolico, decadente, todo a la vez. Y descubrí que me gustaban las historias que nacían de todo ese montón de sentimientos (léase: por qué considero The Black Parade como uno de los mejores álbumes que se han escrito) y que son cosas que al día de hoy sigo buscando.

Eso es una parte de por qué la historia de The True Lives of the Fabolous Killjoys me llama tanto la atención de entrada (además de que ya quedamos que fan de MCR, sé dónde andan los antiguos integrantes en la vida y qué hacen, léase Gerard Way). El mundo decadente, el mood meláncolico, de que quizá todo lo glorioso ya quedó atrás. Los Killjoys originales están muertos en la historia, sólo queda gente que está intentando llenar sus zapatos, manteniéndose bajo el radar para no ser descubiertos por Better Living Industries (BL/ind), la empresa que maneja Battery City. Y queda la niña a la que protegían, la niña que viajó con ellos. El problema es que de repente, sobre todo en las dos últimas grapas/issues sientes que te estás perdiendo de algo, que hay más backstory de la que cupo en el comic y empecé a sentir desesperadamente de que había faltado espacio para acabar de amarrar el final y no dejarme tan confundida.


Resultó que era porque no recordaba absolutamente nada de Danger Days y de sus videos y que el comic, en su final, a la hora de sostenerse por sí mismo como un producto cultural, cojeaba un poco. Es realmente lo único lamentable. (La historia del pasado de la niña, por cierto, está en el video de Na Na Na y en el de SING, si es que les interesa). Me quejé un poco porque CADA PRODUCTO CULTURAL DEBE PODER SOSTENERSE POR SÍ MISMO. Y soy una histérica de que eso se cumpla (ya lo podemos ver con Harry Potter, ver las películas sin leer los libros es un mundo de confusión porque omiten datos que luego sí usan y nadie entiende nada). 


Por otro lado, una de las mejores cosas del comic es la ilustración de Becky Cloonan. Esta fue la primera vez que leí un cómic con su trabajo y quedé maravillada (nivel ahora quiero ver todas sus ilustraciones por siempre). La verdad es que sí recomiendo mucho a esta ilustradora. También es la primera vez que leo a Shaun Simon, aunque no fue lo primero que leí en mi vida de Gerard Way (remember, crazy fangirl) y me gustó bastante en general. Sólo siento que, de verdad, les faltó espacio o intentaron abarcar más de lo que les daban las páginas que tenían disponibles. Por lo demás, les recomiendo la historia si quieren algo en ciencia ficción y sobre todo para decirles que esta clase de mundos son los mundos que me gusta ver retratados en la ciencia ficción (no sé me dan tanto los viajes intergalácticos ni el mundo progresando al 100 porque más bien me gusta explorar el despeñadero al que nos está llevando el sistema económico actual).


Creo que si bien no es un producto tan sólido como lo esperaba, es un experimento bastante interesante para darle una vuelta y conocerlo. El desarrollo de los personajes es bastante decente, especialmente en el caso de Blue y Red, las robots, que casi casi fueron mi arco favorito en toda la historia. La niña también me gusta mucho y todo el mito que se construye en torno a DESTROYA y a por qué los Killjoys protegían originalmente a la niña (algo que nunca había sido explorado tal cual o respondido a la perfección) me gusta mucho.

De hecho, me parece que el desarrollo de la niña, que ya no es niña, sigue un modelo bastante libre del viaje del héroe a través de todo el cómic. (Supongo que conocen el viaje del héroe, que es un tópico usado y reusado en novelas fantásticas y de ciencia ficción que hace que una historia sea bastante satisfactoria; por ejemplo, Harry Potter lo sigue en todos los libros, Star Wars, Star Trek, incluso libros de Narnia siguen ese modelo, El señor de los anillos y así hasta la saciedad). Aunque parece que gran parte de su historia quedó atrás cuando le dice a Cola (quien la salvó una vez y en el comic se convierte en su mentor) que los Killjoys le enseñaron a vivir, se nota que es un personaje que sigue evolucionando bastante. En fin, después de tanta verborrea (esta reseña ya me quedó enorme), sí, a pesar de todo, les recomiendo este comic.

domingo, 31 de marzo de 2019

O.W.Ls Magical Read-a-thon | Abril 2019

Esta soy yo metiéndome en un maratón de lectura al mismo tiempo que hago el Camp NaNoWriMo de abril. Mi mente está pensando PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO. Yo la ignoro. Me gustan los maratones de lectura y en este la verdad es que el único reto es realmente seguir la lista de lectura que me voy a poner. Ya verán por qué. Abajo les explico de qué trata.


Se organizan varios Magical Read-a-thon al año. Al menos dos, que yo sepa y entienda: uno para los O.W.Ls y otro para los N.E.W.Ts. Pero déjenme me voy en reversa un poquito para poderles explicar: es un maratón de lectura con temática de Harry Potter. Quizá ahora todos entiendan por qué demonios me estoy anotando. Hay una consigna por cada materia que existe en Hogwarts, pero no tienes que hacerlas todas, no realmente. Sólo debes *aprobar* aquellas que necesitas para la profesión mágica que te gustaría tener. Hay un pdf hermoso que la organizadora hizo con todas las carreras mágicas que se le ocurrieron, y también uno con las consignas. La explicación es simple: buscas una carrera mágica que te guste y haces las consignas de las materias que vienen listadas en los O.W.Ls (en español mejor conocidos como los T.I.M.O.S o los exámenes esos que presentan en quinto año). De todos modos les dejo el link a una explicación más detallada y a las preguntas frecuentes. Aquí abajo además les voy a poner el video donde la organizadora explica también todo el asunto.


Bueno, ya que tienen todos los links por si quieren apuntarse a este desastre conmigo, les voy a contar que elegí una carrera mágica que me apasiona y que ya he mencionado que me gustaría: pocionista (en inglés, Potioneer). Es lo que yo consideraría mi materia favorita, aunque detesto mucho a los profesores que la dan. Lo que me hizo enamorarme de ella fue, curiosamente, un discurso que pronuncia Snape (a quien odio) en el primer libro:
No espero que lleguen a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando a los sentidos... Puedo enseñarles cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte.

Para esta carrera necesito cinco O.W.Ls, por lo que tengo que leer cinco libros. Que van a ser los siguientes:

1. Aritmancia: un libro con más de un autor. Elegí Otras Inapropiables, escrito por varias autoras, entre ellas bell hooks y Gloria Anzaldúa. Es un libro de ensayos del que ya les estaré contando más adelante.

2. Cuidado de Criaturas Mágicas: un libro con un animal de tierra en la portada. Elegí El diablo en la cruz de Ngugi wa Thiong'o, que tiene un venado en la portada.

3. Encantamientos: un libro con temática adulta. Aquí voy a hacer un pequeño paréntesis para mencionar que no entiendo del todo a los gringos y sus categorías ni que es un libro *adulto*, pero por si acaso llevo años con este pendiente, así que lo elegí: El monstruo pentápodo de Liliana Blum.

4. Herbología: un libro con una planta en la portada. Elegí El desapego es una manera de querernos de Selva Almada, que es un libro con muchas muchas plantas en la portada.

5. Pociones: el siguiente ingrediente, es decir, una secuela. Otro paréntesis para decir que mi materia preferida tiene una de las consignas que menos me gusta porque estuve pensando mucho en sagas que tuviera pendientes y con ganas de acabar. Tengo pereza suprema de leer, por ejemplo, el último libro de The Mortal Instruments desde hace... desde que salió. No tengo el segundo de The Raven Boys aún. Así que acabé eligiendo Infernal Devices de Philip Reeve, la tercera parte del Mortal Enginees Quartet, una saga muy desconocida y a la que ninguna editorial en español le ha hecho ningún favor (espasa la editó de una manera preciosa, pero no la acabó; Planeta hizo un desastre de ella). Lo voy a leer en inglés, así que espero encontrarlo a tiempo.

Listo, esas son las cinco. Pero son pocos libros, así que, para ponerle emoción al asunto, agregué dos materias más que leeré si me da tiempo entre mi caótico orden de lecturas:

6. Transformaciones: un libro con la portada roja. Distancia de rescate, de Samantha Schewblin. I mean, es rojo y corto.

7. Runas antiguas: un retelling. Elegí Circe de Madeline Miller, que podría interpretarse como un retelling de la Odisea o algo así.

Ya les iré contando de mis avances por medio de las reseñas que haga y en tuiter, con el hashtag #OWLsReadathon2019. Ya les contaré como me va en este desastre.