Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

lunes, 18 de enero de 2016

Tutorial: cómo personalizar la lista de blogs

Mi blog es un blog literario que tiene una característica muy especial: también es un blog de cuanta pendejada se me atraviese enfrente. Imagínense que un día me voy a mochilera (not gonna happen) y me dan ganas de documentarlo: pues para eso tengo un blog, ¿no? Me dirán que podría abrir otro, pero la verdad es que la pereza gana y este ya tiene público, seguro me siguen aunque les cuente mis viajes imaginarios como mochilera. En este caso no les voy a contar mis viajes, les voy a acomodar un tutorial que me pidieron hace tiempo (quien lo haya pedido, lo siento por la tardanza, lo mío es ir a mi paso y lo demás tonterías). Les voy a enseñar a personalizar la lista de blogs parecida a cómo tengo la mía (por que eso me pidieron, que les enseñara a hacerla así). 
Ejemplo
¿Qué necesitan para este tutorial? Un blog en blogger (no, no tengo para otras plataformas) y un widget para desplegar una lista de blogs (no de links, de blogs) que sólo muestre el título del blog y de la última entrada. Nada de imágenes ni de fragmentos.

Lo ideal es que el CSS que les voy a dar lo pongan directamente en el HTML del blog, no en la sección del editor de plantillas que permite agregar CSS, pero pueden hacerlo donde sea, por si acaso, voy a enseñarles en donde añadir el CSS en el código del blog con unas cómodas imágenes.




Ahora vamos con el CSS que van a agregar. Primero, vamos a ocultar los iconos para que no nos estorben. Esto es opcional, pero a mí por cuestión estética no me gusta tenerlos allí
#BlogList1_container .blog-icon{
   display:none!important;
}
Con ese display:none; lo único que le estamos diciendo es que no tiene por qué salir ni desplegarse. El important se le pone para sobreescribir el CSS que tiene (mientras los estándares de diseño lloran en un rincón). Ahora, le vamos a quitar los efectos a los links para que no se subrayen cuando el cursor les pasa encima; también por cuestión estética, así que si lo desean pueden no hacerlo.
#BlogList1_container a:hover{
  text-decoration:none;
}
El hover indica que eso sólo ocurrirá cuando el cursor esté encima del link (a) y el text-decoration:none; indica que el texto no se decorará de ninguna manera. Hasta el momento no hemos hecho casi nada para cambiar el aspecto del widget, pero ahora sí, empecemos: primero con el título de los blogs. Deben agregar este CSS:
#BlogList1_container .blog-title{
  text-align:center;
  font-variant:small-caps;
  font-size:14pt;
  padding:3px 0px;
  border-bottom:1px solid  rgba(106,168,66,0.7);
  margin:3px;
}
Explicaré paso por paso, para que no se pierdan y porque mi intención es que el tutorial sea for dummies. Ya saben que cualquier duda la pueden poner abajo.
  • El text-align:center; indica que queremos el texto al centro. También se puede poner right, left y justify, pero en este caso el que nos sirve es el centro.
  • El font-variant:small-caps; indica que queremos que nuestro texto salga en versales (mayúsculas chiquitas, para los perdidos). También se puede usar normal, que es la opción por default. Esa propiedad no sirve para hacerlas todas mayúsculas, para hacer eso tienen que sustituir esa línea por text-transform:uppercase; y para que sean todas minúsculas, deben poner text-transform:lowercase;
  • El font-size es el tamaño de la fuente, ajústenlo a su conveniencia.
  • El padding es el margen interno de la caja que contiene al texto, para que no se junte con todo. En este caso, está como 3px 0px, pues 3px es el valor que tendrá arriba y abajo y 0px en la izquierda y en la derecha. Ajústenlo a su conveniencia, también.
  • El border-bottom:1px solid  rgba(106,168,66,0.7); es el borde de abajo. Se pone border-bottom para indicar que sólo se dibujará abajo. El primer valor, 1px, es el ancho del borde, recuerden ajustarlo como a ustedes les guste. El siguiente es cómo aparecerá el borde, pero no se preocupen, aquí abajo les pondré una imagen con todas las opciones que tienen, además de solid. Finalmente rgba(106,168,66,0.7); es el color, las tres primeras cifras son el rgb del color (se puede consultar en internet) y la siguiente es la opacidad, siendo el 0.0 el transparente y el 1 el tono más fuerte.
Tipos de bordes
  • El margin es el margen que tendrá la caja del texto hacia los cuatro lados, ajusten el valor a su conveniencia.
Ahora vamos a centrar el resto del contenido con este código. No lo explicaré a profundidad porque allí arriba puse la explicación de su propiedad.

#BlogList1_container .item-content{
  text-align:center!important;
}
Y eso es todo. ¡Lo sé, así se simple es personalizar la lista de blogs como la tengo yo! Cualquier duda que tengan, pueden preguntarme aquí abajo (mejor si lo hacen); también se admiten quedas y sugerencias. Si quieren pedir un tutorial, también aquí debajo y prometo hacerlo, siempre y cuando sea algo que yo sepa hacer. Si se animan a hacerlo, compartan sus resultados, me gustaría verlos. 



sábado, 16 de enero de 2016

Cómo ser mujer, Caitlin Moran | Reseña

SinopsisNo hubo nunca mejor época que ésta para ser mujer: tenemos el voto y la píldora, y desde 1727 ya no nos envían a la hoguera por brujas. Pero, ¿cómo ser mujer? Esa es precisamente la gran, eterna pregunta a la que Caitlin Moran se propone responder en una obra que aborda a calzón quitado –a veces literalmente–, con inteligencia, desvergüenza e ironía y también una salvaje franqueza, los principales aspectos de la condición femenina. Mezcla de libro de memorias y de divertida vociferación, apoyándose siempre en sus experiencias como mujer, feminista e hija de una familia numerosa y proletaria, Caitlin Moran se describe con una sinceridad y una audacia militantes, y habla con absoluta sinceridad de su relación con su cuerpo. Y con la comida, con los hombres, con el trabajo, la sexualidad, la maternidad, el aborto. Pero también escribe sobre la importancia de Lady Gaga, y los errores y horrores de la depilación más íntima, o el botox. Y sobre mucho más.

Este no es un libro sobre el feminismo y dudo sinceramente que les vaya a cambiar la vida. Ahora bien, sí es un libro feminista. Creo que me quedará más claro lo que es este libro si hago una lista. 
  • No es un libro sobre el feminismo, pero sí un libro feminista
  • Es imposible que alguien esté de acuerdo con todas las ideas de este libro y, si alguien lo está, le recomiendo que lo relea. 
  • Es un libro de humor británico. Si algo lo ofende, respire muy hondo.
  • Es un libro de humor que se burla del estereotipo de lo que "debe" ser una mujer en occidente. Si algo lo ofende, respire muy hondo.
  • Si después de respirar muy hondo y tomárselo con calma sigue ofendido, entonces lo que leyó probablemente sí es un poco ofensivo.
  • Este libro habla de las mujeres occidentales, en general del primer mundo... bueno, no, este libro habla de Caitlin Moran y sus experiencias (como mujer blanca en el primer mundo). 
  • Este libro no habla de mujeres en países tercermundistas
  • Este libro no habla de mujeres musulmanas. Aunque las menciona de pasada (muy de pasada).
  • Este libro no habla de mujeres asiáticas.
  • Este libro no habla de mujeres africanas.
  • Este libro no habla de mujeres latinas. 
  • Este libro, de hecho, no necesita hablar de todas esas mujeres porque no es su propósito. Su propósito es burlarse del estereotipo de la mujer occidental y hacer pensar un poco, no ser la biblia del feminismo.
  • No todo lo que dice este libro es para tomarse como verdad universal. De hecho, eso no se debería hacer con ningún libro y con este, menos.

¿Listo? ¿Quedó claro todo lo anterior? Leí tantas críticas que se quejaban de que no hablara de más cosas o de más temas que creí necesario remarcar que el libro cumplió su propósito. No me hizo pensar demasiado, porque yo ta tengo mi opinión en la mayoría de las cuestiones que plantea: la menstruación, las strippers, el aborto, tener hijos, no tener hijos, el maquillaje, los zapatos de tacón, los ídolos feministas, las bodas, la ropa, ser feminista, decir que eres feminista, etcétera. Me la pasé quejándome en la cabeza de la mitad de las cosas que Caitlin decía y admirando la otra mitad. No quiero desvelarles la conclusión del libro, pero si quieren un instructivo para ser mujeres feministas empoderadas a las que el patriarcado no les afecte, por favor, vayan y escríbanlo ustedes, este no lo es. Están buscando en el lugar equivocado y leyendo los libros equivocados, este no es un instructivo. 

Tiene consejos. La mitad de los consejos no funcionan si no tienes dinero, no vives en Inglaterra o simplemente no vives en el primer mundo, pero, ¡oye!, tiene consejos. La otra mitad es tan obvio para mí que no entiendo como la mitad del mundo no nota la cantidad de mierda que las mujeres se tienen que tragar un día sí y un día también. Porque habrá mucha libertad, ya no nos quemarán por brujas, y habrá mucha igualdad ante la leí, pero Caitlin da en el grano para hablar de lo que sigue pasando en el mundo: la gente espera ciertas cosas del comportamiento y la personalidad y el aspecto de una mujer. Se espera cierta ropa según qué círculos, se espera que no critique a otras mujeres, porque eso la haría parecer chismosa, se espera que tenga hijos, que sea guapa y nunca envejezca o que, al menos, oculte los signos de su edad, se espera que vista de una determinada manera y, según en qué lugares, que use zapatos bonitos. Y sobre todo se espera que, pase lo que pase, no sea una "feminista exaltada" (así lo puso el libro), lo que hoy en día los que no saben ni de que carajos hablan traducirían como "feminazi" (interesante palabra, en serio, ¿qué llevó a comparar a mujeres luchando por sus derechos con los nazis a la primera persona que la usó?). En fin, Caitlin Moran habla de sus experiencias intentando (y rindiéndose, o ni siquiera intentando, o fracasando) en ser ese tipo de mujer y en las conclusiones que sacó después. Si quieren encontrar algo más en este libro, se pueden ir y dar media vuelta, no sé que siguen haciendo aquí. Ya dije que no era la biblia del feminismo.


Advertencia: no, el feminismo de Caitlin Moran así a primera vista no parece muy interseccional, pero si quieren que saque conclusiones con lo superficial de este libro, pues la verdad es que no puedo. Pasando ahora sí a los "consejos" o las cosas del libro...

Primero, Caitlin Moran y yo estamos muy de acuerdo con los zapatos: da igual que sean instrumentos de tortura del patriarcado, casi nadie en este mundo puede usar tacones bien. (Por cierto, el uso de los tacones lo popularizó un hombre, uno de los Luises de Francia que se veía bien sensual con ellos puestos en su pintura. Y respecto a lo de instrumento de tortura, ¿quién carajos te está obligando a usarlos? ¿Alguien te pone una pistola en la cabeza? No, listo, quítatelos, por favor, a menos de que te gusten). También estamos de acuerdo en los stripclubs: jodidamente repugnantes. ¿Que ayudan a pagar las cuentas? Pues sí, pero eso no le va a quitar lo repugnante a los establecimientos en mi cabeza. Aunque miren, quien quiera trabajar allí, que trabaje allí, es un trabajo y pagan por él. 

Caitlin y yo no estamos nada de acuerdo en su test para descubrir si eres feminista o no. Yo lo encuentro lleno de hoyos, grandes, enormes, hoyos como los que hacen las bombas en las guerras. 

So here is the quick way of working out if you're a feminist. Put your hand in your pants.
a) Do you have a vagina? and
b) Do you want to be in charge of it?
If you said 'yes' to both, then congratulations! You're a feminist.
Sí, considero que si respondes que sí a las dos preguntas, eres feminista. También considero que existen mujeres sin vagina (transexuales que no han trancisionado completamente, por si alguien se pierde), que los hombres pueden ser feministas y todas esas cosas. Yo tengo un test con menos preguntas que resulta en: ¿Crees que los hombres y las mujeres deben tener los mismos derechos y obligaciones? Si respondiste que sí, felicidades, eres feminista. (Aclaración rápida: feminismo no significa que odies a los hombres o creas que las mujeres son superiores, es que creas en la igualdad, porque ya estoy viendo a la gente que dice "ni feminismo ni machismo, igualdad", tampoco, si eres un hombre, significa que sólo digas que sí porque quieres acostarte con muchas mujeres). Pero, aunque el test de Caitlin Moran para mí tiene hoyos, sí que tiene algo claro con el asunto con el feminismo: 
We need to reclaim the word 'feminism'. We need the word 'feminism' back real bad. When statistics come in saying that only 29% of American women would describe themselves as feminist - and only 42% of British women - I used to think, What do you think feminism IS, ladies? What part of 'liberation for women' is not for you? Is it freedom to vote? The right not to be owned by the man you marry? The campaign for equal pay? 'Vogue' by Madonna? Jeans? Did all that good shit GET ON YOUR NERVES? Or were you just DRUNK AT THE TIME OF THE SURVEY?

A mí, igual que a ella, exactamente igual, me frustra que feminismo sea, hoy en día, una palabra consideraba agresiva. ¿Agresiva dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿O es que todavía hay gente que cree que las feministas somos caníbales devora hombres que queremos que la humanidad se extinga? Bueno, si eso todavía pasa, los invito a ver la definición de feminismo en la RAE. Gracias.

Ahora bien, Caitlin Moran sólo habla del primer mundo el 99% del tiempo porque sus experiencias ocurrieron todas allí, no tiene manera de saber absolutamente nada sobre el feminismo en latinoamérica de primera mano. No me molesta especialmente que no hable de todo eso porque prefiero que, si alguien no sabe, no diga ni una palabra a que la embarre y le quede peor. No la estoy culpando, ella escribe de lo que conoce. ¿Sería maravilloso que existieran libros así con diferentes enfoques, de diferentes partes del mundo? Por supuesto. 

Este libro tiene el mérito de ir desde los temas más incómodos a los más superficiales y de allí de vuelta a los más escabrosos con extrema facilidad (también podría ser porque Moran se lo toma con un poco de ligereza, para qué mentir). Como los hijos. Caitlin escribe dos capítulos sobre ellos: Por qué deberías tener hijos y Por qué no deberías tener hijos. No defiende ninguna de las posturas como la verdad absoluta y de hecho, se queja de que las mujeres sean vistas sólo como incubadoras, que no sean consideradas mujeres completas hasta que tienen hijos. Allí no tenemos ningún problema. Aunque claro, después sigue uno de los temas más peliagudos y en el que encontrar una moral correcta es prácticamente imposible: el aborto. (Si les interesa saber, yo soy pro-elección, o sea, estoy a favor del aborto legal). Caitlin Moran pone sobre la mesa lo difícil que es hablar del tema (y habla de su propia experiencia) y la moral gris, muy gris, sobre la que se cierne el debate: 

I cannot understand anti-abortion arguments that centre on the sanctity of life. As a species we've fairly comprehensively demonstrated that we don't believe in the sanctity of life. The shrugging acceptance of war, famine, epidemic, pain and life-long poverty shows us that, whatever we tell ourselves, we've made only the most feeble of efforts toreally treat human life as sacred.
Ella, como en todos los temas, tiene su propia opinión y quiero dejar muy en claro que ni su opinión ni la mía (bastante cercanas en algunas cosas y lejanas en otras, pero nunca iguales) son las verdades absolutas. Menos en un tema como este. Y así como no lo son en este tema, no lo son en ninguno. No les voy a recomendar este libro como un libro que tienen que leer, pero si como un libro que no estaría mal que leyeran si el tema les interesa. Al fin y al cabo, si son feministas, hay miles de libros sobre el tema y ninguno tiene la obligación de tratar todos los temas que le conciernen al feminismo. Este es sólo una pequeña parte de lo que miles de mujeres (y hombres) han hecho hasta el día de hoy escribiendo sobre feminismo. Hay miles de listas. El Segundo Sexo las encabeza casi todas (gracias, Simone de Beauvoir), Margaret Atwood aparece mil veces, La declaración de los derechos de la mujer que se escribió poco después de la revolución, Ayaan Hirsi Ali que escribe sobre la emancipación de la mujer musulmana, Marjane Satrapi y su Persépolis, Las mujeres que corren con los lobos, Chimamanda Ngozi Adichie. Quiero ponerlos en perspectiva: este libro es sólo uno de mil más.

Si quieren leerlo, léanlo, no se encontrarán con una pérdida de tiempo. Porque por lo que más quieran y deseen, analícenlo, piensen en lo que les está diciendo, ríanse (hace falta sentido del humor), háganse su propia opinión y hablen de ello. Yo lo recomiendo. Y eso que me estuve peleando mentalmente con él la mitad del tiempo. 

jueves, 14 de enero de 2016

La guerra no tiene rostro de mujer, Svetlana Alexiévich | Reseña

Sinopsis: Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es una historia de la guerra, ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en guerra.¿Qué les ocurrió? ¿Cómo les transformó? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? Estas mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas, cuentan la parte no heroica de la guerra, a menudo ausente de los relatos de los veteranos. Hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la angustia y de la sombra omnipresente de la muerte. Alexiévich deja que sus voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había atrevido a usar en la primera versión.

Bueno, ¿no les pasa que cuando un libro les parece demasiado bueno no tienen ni idea de qué decir sobre él? Porque a mí me está pasando justo ahora: no sé qué decirles sobre este libro o cómo lo recomendaré. Es ya la segunda vez que reseño un libro de Svetlana y, aunque consideré increíblemente difícil que superara la primera impresión en Voces de Chérnobil, este libro superó todo lo que pensaba. Casi un millón de mujeres se alistaron en el Ejercito rojo durante la segunda guerra mundial y este es el testimonio de sólo algunas de ellas. Muchas murieron, otras fueron enterradas en vida, con sus recuerdos, en una época en la que no se consideraba honorable haber sido parte de las filas del ejército siendo mujer. Sin embargo, al leer en sus páginas, descubres que esa fue la manera en la que fueron educadas esas mujeres: dispuestas a morir por la Madre Patria. Mi padre siempre ha dicho que entre México y Rusia hay muchos paralelismos y es por eso que identificarnos con los libros rusos de la primera mitad del siglo es tan sencillo: pensamos parecido, porque aquí también es honorable morir defendiendo a la patria. O lo era, al menos. 

Lyudmila Pavlichenko, francotiradora. 309 muertes confirmadas,
considerada heroína de guerra
Este es el relato oral de las mujeres que pelearon contra los nazis por su patria. No cuentan la misma historia que los hombres. Como mujeres tenían otros problemas, otras vivencias, incluso veían las cosas de otra manera. Al final, se convirtieron en soldados, pero nunca dejaron de ser mujeres. Mujeres que añoraron sus largas trenzas, sus vestidos, mujeres que se acostumbraron al uniforme y al volver de la guerra la ropa de civil les pareció incómoda, mujeres que escondieron sus condecoraciones, mujeres que no, mujeres que se casaron con soldados y mujeres que escondieron su pasado. Yo tengo veinte años, en este preciso momento, y la mayoría de estas mujeres eran ya abuelas cuando contaron su historia, pero la gran parte era menor que yo cuando fue a la guerra. 

Roza Yegorovna Shanina, francotiradora
¿Qué las hizo hacerse soldados y enlistarse? Para muchas, el deseo de hacer algo, de demostrar que valían, para otras, un padre, un hermano, un esposo muerto, un deseo de venganza. No creo que su visión sea diferente porque la mujer es típicamente más sensible, sino simplemente porque en esa época, a nadie le cabía en la cabeza que las mujeres también podían ser soldados (aunque antes de ellas había estado Juana de Arco, la leyenda de Hua Mulan y otras mil historias de mujeres que habían demostrado su valía en la guerra). En el libro de Svetlana, es increíble lo diferentes que son todas, hay algunas que se quedaron estancadas en la disciplina del frente y con ella criaron a sus hijos, mujeres que hablan de la guerra y mujeres que no lo hacen. Mujeres que nunca se quitaron el uniforme (las que menos) y mujeres que lo escondieron. Esta es su historia, y más lejanamente, la historia del avance alemán en tierras rusas, pero, al estar los testimonios en desorden cronológico, no hay manera de armar una crónica con esto

Siempre he dicho que no hay suficientes historias de la Segunda Guerra Mundial. No sólo historias de judíos, simplemente historias de la Segunda Guerra Mundial, en todos los frentes, en todos los momentos. Historias que, sin apelar a un sentimentalismo extremo, cuenten la crudeza de la guerra. Esta es una historia que lo hace. Algunas de las francotiradoras hablan de la primera vez que mataron a un hombre, lo fácil y lo extraño que resultó o por otro lado, lo difícil y unas incluso se atreven a hablar de los remordimientos que sintieron después, aun cuando sabían todas las barbaridades que hacían los nazis. Las enfermeras que cuidaban a los prisioneros también hablan de la lástima (si no compasión), que acababan por tenerle a los heridos nazis. Hay una que, incluso, narra como al intentar vendar a un soldado alemán, éste intentó matarla y ella simplemente se defendió y lo dejó allí, a su suerte (que, probablemente, sería la muerte). 

Mujeres soviéticas que participaron en la liberación de Crimea
Creo que esta es sólo una parte de la historia de todas estas mujeres, pues los testimnios son de unas 300, cuando mucho (no me hagan mucho caso, no se contar) y las que fueron a la guerra fueron casi un millón. ¿Cómo saber los problemas de todas? ¿Cómo conocer los problemas de todas? ¿Lo que vivieron después de la guerra? Es casi imposible y lo que pasó con ellas, finalmente, es una vergüenza. Justo cuando terminó la guerra fueron rechazadas por las mismas mujeres que se habían quedado atrás: para la gente, ellas sólo habían ido al frente a acostarse con los soldados. Y algunas lo hicieron, algunas no, algunas se enamoraron, algunas se casaron, algunas no encontraron tiempo para el amor. La mayoría sintió que les habían quitado la Victoria soviética de las manos. Que los hombres que las habían visto como hermanitas y protegido hasta entonces las abandonaron a su suerte. 

Natalya Myeklin, aviadora
Porque las mujeres no lo tuvieron fácil para ser reconocidas como soldados. Una de ellas cuenta como, cuando fue comandante de una unidad que se dedicaba a buscar minas, al principio uno de los soldados le escupió y la mayoría se mostraron descontentos. Cuenta que, esos mismos soldados la cargaron el hombros cuando se anunció la Victoria y estuvieron dispuestos a enzarzarse en peleas cada que alguien se atrevía a insultar a su comandante. La mayoría se ganó el respeto de los soldados, incluso las francotiradoras, que fueron tomadas por unas niñas que no sabían a lo que jugaban antes de que empezaran a disparar y probaran ser mejores que los chicos que habían estado disparando en la mañana.

Me gustaría poner muchas más fotos, pero no tengo espacio para hablar de todas ellas o esta sería una entrada que no acabaría nunca. Sin embargo, si quieren escucharlas, vayan y busquen el libro, léanlo. No los va a defraudar. Es uno de los mejores libros que leí en el 2015 y lo leí casi al final. En sus trescientas y pico páginas nunca dejó de sorprenderme, horrorizarme y enternecerme. Porque todas esas mujeres vivieron otra guerra y otra Victoria. Y porque las llevaré siempre en el corazón.