Sinopsis: En 1977 Una tiene doce años. A los críos de su edad les van el punk o el ska, pero Una está aprendiendo a tocar a la guitarra “Mull of Kintyre”, que le parece muy buena canción. Mientras la policía fracasa en resolver el caso del asesino en serie apodado el Destripador de Yorkshire, que acabará matando a trece mujeres, Una sufrirá una serie de actos violentos que la harán sentirse indefensa, sola y culpable, y que le harán emprender un largo camino para liberarse de las secuelas de una violencia cotidiana y banalizada.
Una entre muchas explora la violencia de género, la vergüenza y la responsabilidad social, con un suceso nacional como telón de fondo y desde la perspectiva de una experiencia personal traumática. Una se pregunta qué significa educarse en una sociedad en la que la agresión machista no es cuestionada, y denuncia una cultura mundial que exige que las víctimas de la violencia paguen su precio. “La idea de que hay algo incrustado profundamente en la cultura que produce erupciones de violencia de género y permite que florezcan, en lugar de ser algo aleatorio y sin móvil, se está haciendo más popular, y es lo que impulsa a este libro”, afirma la autora.
Una entre muchas explora la violencia de género, la vergüenza y la responsabilidad social, con un suceso nacional como telón de fondo y desde la perspectiva de una experiencia personal traumática. Una se pregunta qué significa educarse en una sociedad en la que la agresión machista no es cuestionada, y denuncia una cultura mundial que exige que las víctimas de la violencia paguen su precio. “La idea de que hay algo incrustado profundamente en la cultura que produce erupciones de violencia de género y permite que florezcan, en lugar de ser algo aleatorio y sin móvil, se está haciendo más popular, y es lo que impulsa a este libro”, afirma la autora.
Una entre muchas es la historia de muchas mujeres y muchas voces que no son oídas lo suficiente. El otro día, a raíz del estreno de una serie de Netflix (Unbelievable), de la cual sólo vi su corto, me puse a pensar cuántas veces más se va a tener que contar la historia del abuso sexual a mujeres para que la gente lo vea como el tema tan importante y tan urgente que es. Y sin embargo, no puedo evitar pensar que a veces, sólo a veces, esas historias se pueden contar porque hay un trending, una necesidad de blanquear empresas (hola, Netflix) de demostrar que somos una sociedad woke. Y me da tristeza. Porque no me imagino a esas historias llegando a ningún lado hace diez o quince años, cuando las empresas no tenían ninguna prisa por pocisionarse a favor del #MeToo y asegurar que estaban a favor de las mujeres. Al final el capital lo sigue manejando y teniendo todo. Y quedan algunas historias medio olvidadas, por allí.
Una entre muchas es una de ellas. Me cortó medio riñón poder leer este libro. Lo intenté de todas las maneras posibles (legales e ilegales), pero no era un libro que llegara de manera fácil a América Latina (ay, la accesibilidad, de la que se habla tan poco en comparación de lo mucho que se habla de la piratería) hasta que me di cuenta de que, milagrosamente, había dos ejemplares en la Biblioteca Vasconselos (que se la viven prestados) y esperé y esperé y esperé hasta que pude conseguir uno. Esta es una novela gráfica que nos devuelve al Yorkshire de los ochentas, donde había un asesino en serie apodado el destripador de Yorkshire. Mataba mujeres y, al principio, se creía que sólo mataba prostitutas. Así que la preocupación no fue demasiada. (Porque el sistema siempre cataloga a las mujeres con la dicotomía de la santa y la puta y de repente las que según el sistema quedan en la segunda categoría "se lo estaban buscando" o "algo han de ver hecho" y la opinión pública las condena mientras transmite el mensaje de que las "mujeres buenas" no corren ningún peligro).
En ese contexto vive Una. Vive varios episodios de violencia sexual que pasan desapercibidos porque ella no sabe ponerles nombre y en algún momento se convence de que todo lo que ocurrió fue su responsabilidad. Todo lo que oye la hace creer que fue así. Es tachada de "fácil" en la escuela y queda relegada; parece que tiene una etiqueta en la frente que no se puede quitar bajo ningún concepto. En medio de todo eso, el destripador de Yorkshire sigue haciendo de las suyas, la policía ignora a las víctimas que no encajan en el perfil de prostitutas (aun cuando más tarde se demuestra que pudieron haberlo atrapado mucho antes si se hubieran parado dos minutos a escuchar a una adolescente que sobrevivió a un ataque que encajaba en el modus operandi del asesino) y Una se sume en la depresión. Este libro hace una pregunta muy válida: ¿dónde está la justicia? ¿La del sistema? Sólo de casos de violación, la gran mayoría ni siquiera llegan a los tribunales (en ninguna parte del mundo); lo mismo ocurre con los feminicidios. Al final, ¿a quién demonios le pedimos justicia? ¿A quienes le dan la espalda a la clase trabajadora, que la explotan y que se nutren de un sistema punitivista que no sirve de nada, porque la sociedad no cambia, la raíz del problema no cambia y las mujeres siguen siendo violentadas? Una se hace esa pregunta. También.
Cómo solucionamos esto. Pero sobre todo, ¿qué sería hoy de las mujeres asesinadas por el destripador de Yorkshire? ¿Dónde estarían? La gran mayoría fueron condenadas por la opinión pública y el mensaje genera que se daba sobre ellas era que se lo andaban buscando por su forma de vida inmoral. (Además, demuestra que el sistema prohibicionista de la prostitución no sirve de absolutamente nada, entre otras cosas). Las muertas ya no tienen voz para defenderse. Cuántas veces no lo hemos visto ocurrir en todos lados. Se cuestiona a sus cuerpos (qué llevaban puesto), a sus familias (por qué no estaban con ellas), a su vida (por qué no estaba en casa), pero ellas nunca tienen voz. Una ni siquiera se atreve a decir lo que le ocurrió porque todo el mundo le está diciendo que fue su culpa, que es porque es una guarra y una fácil; ni siquiera sabe nombrarlo (una de las cosas por las que se necesita la Educación Sexual Integral es para que se puedan nombrar estás cosas).
Una entre muchas es un libro muy duro, pero que sí pone esa pregunta sobre la mesa que luego nadie se atreve a hacer: ¿qué sería de todas las mujeres que han muerto víctimas de un feminicidio hoy en día? ¿Dónde estarían? ¿Cómo serían sus vidas? Y sobre todo, ¿dónde demonios está la justicia? ¿Acaso existe? Se los recomiendo mucho. La ilustración de Una trasmite demasiadas cosas y la manera en la que hila las dos historias es perfecta. Además, claro, deja ella sus reflexiones (sobre como le gustaría no ser valiente, porque le gustaría que no le hubiera ocurrido a ella) durante todo el libro, que se enfoca mucho en que las mujeres tengan voz. Aquí en México no sé donde se pueda conseguir, es publicado por Astiberri. Si están en la CDMX (o, como yo, en la periferia), les recomiendo checarlo en la Biblioteca Vasconselos. Si no, supongo que buscarlo hasta debajo de las piedras algún día servirá de algo.