Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

sábado, 20 de abril de 2013

Por un fandom sin Rayita


Últimamente escribo patochadas llenas de estupideces, cada cuál más grande que otra, pero bueno, quitémosle un poco lo serio al blog.

¿Ya conocen a la petarda de rayita? Mejor conocida como “______”, se llama como tú y tiene una suerte de puta madre. También se puede encontrar en las modalidades “Historia del pendejo de turno & tú” y “TN” —tu nombre—. Protagonista de sinfín de cosas que no merecen ser llamadas novelas (pero que en Facebook así con conocidas por un montón de adolescentes hormonadas que no merecen ser llamadas escritoras…), ni siquiera fanfiction, que tienen un montón de recursos absurdos para escribir la historia que “todos quieren leer”, porque obvio obvio todas querríamos estar de novias con nuestro artista o personaje favorito.

Este es un ejemplo de cómo no se debe editar...,
digo, de novelas de Rayita & Justin Bieber en Facebook.
La imagen, ni idea de a quien pertece, pero tiene dueño.

Así que rayita tiene una suerte increíble, saber hablar inglés perfectamente y lo más importante de todo… es rica. Nunca lo da a entender, claro, no lo dice como si tal cosa, pero se muda a vivir al país de su ídolo como si nada y acaba siendo su vecina, su compañera de clase, su algo. Además tiene dinero ilimitado porque nunca repite nada de ropa (y las escritoras tienen la necesidad de poner una foto de cada zapatos que se ponga como si los lectores fueran retrasados mentales y no tuvieran imaginación)… Por otro lado el ídolo en cuestión parece no tener guardaespaldas (por favor, ¿los de One Direction sin gente que los cuide de sus histéricas fans? ¿Justin Bieber en esa situación? ¿El artista del momento sin gente que lo ayude a deshacerse de paparazzis idiotas que quieren tomarle una foto con mal enfoque para venderla a la revista de chismes que pague mejor?).

Además Rayita siempre tiene que ser bellísima (y casi no usa maquillaje) para que el protagonista se fije en ella y le tire onda, a pesar de que es una simple fan con muchísima suerte (mejor que la de Sakura en Tsubasa, y eso ya es decir mucho) que tiene unos cuantos delirios de Mary Sue —mujer perfecta, siempre impecable, inteligente, con cuerpo de put… digo, de estrella de Hollywood—, y que a pesar de rondar entre los quince y los dieciocho no tiene ninguna necesidad de ir a la escuela (y que es sumamente inteligente, como no).

¡Es una estupidez! Es todo absurdo, las tramas no tienen sentido, ni fundamento y son sólo alentadas por las fantasías de una adolescente (generalmente) hormonada que no tiene mucho sentido de lo que es el mundo real, de cuánto cuesta un viaje a Londres, cuánto cuesta vivir en Londres o simplemente cuánto cuesta toda la ropa de su glamurosa protagonista, Rayita. Eso sí, Rayita no es rica, sólo tiene oportunidades… (o es rica o se gana la lotería muy seguido, una de dos).

Así que yo abogo por un fandom sin Rayitas. Yo abogo por un fandom de escritos más inteligentes, donde las tramas tengan sentido y las acciones de la protagonista no giren sólo en torno a un protagonista masculino bastante buenazo… (a sus ojos), y este protagonista es generalmente un ideal que no conseguirán nunca, porque no existe, porque es sólo la imagen —irreal y desvirtualizada—, de lo que es ser un artista (porque ser un artista no es todo diversión y fiestas, hay trabajo, y hay estrés, y hay fans que más que fans parecen psicópatas asesinas).

Por un fandom realista.

viernes, 19 de abril de 2013

Love of lesbian


Volví a ese lugar, allí donde solíamos gritar. Y te recordé. Corría 1999 y ya éramos oniria e insomnia, besándonos en los portales ajenos, buscando los colores de una sombra. Me enamoré en tu segundo asalto de besos y caricias, caí rendida mientras me contabas la historia de una hache que no quería ser muda. Corríamos por Madrid, encendiendo incendios de nieve, abrazándonos para luchar contra un frío que se metía hasta debajo de los huesos…
Andábamos de la mano, un día en el parque y al siguiente en el cine, improvisando nuestras maniobras de escapismo, huyendo del mundo y de la realidad, para meternos en esos universos infinitos que no nos pertenecían. Andábamos abrazados, enseñándole el dedo corazón al mundo mientras nos besábamos y mientras decías «te hiero mucho» en vez de «te quiero mucho».

Han pasado diez años y voy a romper las ventanas para recordarte y hacer del caos un arte. Estás clínicamente muerto y no volverás a cantarme la orden de desahucio en mi menor nunca más. Y ando como alma en pena, lamentando los días no vividos a tu lado, preguntándome si vendrá a reclamarte la noche eterna de una vez por todas. Y si salimos de ésta ya nunca seremos los mismos…, no seremos aquellos amantes de 1999. ¿Dónde quedará nuestro domingo astromántico, mirando al cielo, contando estrellas infinitas?  ¿Dónde se irá ese Houston, tenemos un poema, seguido de tu voz recitándome a Sabines y a Chumacera, a Neruda y Paz, a Benedetti?
Pero amor, sin tu magia, ¿cómo voy a continuar?


Pueden intentar encontrar todas las referencias a uno de mis grupos favoritos, escritas un día de aburrimiento crónico y ponérmelo en comentarios. O simplemente leerlo sin pretensiones y decirme qué les pareció (y qué le entendieron).  Sea lo que sea que prefieran, la caja de comentarios está allá abajo y hace mucho que nadie completa una C.C. ¿Quién se anima? 

miércoles, 17 de abril de 2013

Insurgente, Verónica Roth | Reseña

Un chulo emblema de Cordialidad,
facción que a mí me parece
la más mentirosa de todas. 

La mala leche no le ayuda a mi digestión, pero como es divertida…

Pues después de fumarme Divergente porque me dijeron que era un buen libro y otras cosas que no viene al caso contar, y reseñarlo en +bits (aquí), instando a las masas a alejarse de él (porque seamos sinceros, podría haber sido un libro decente para pasar el rato, pero la confusión de términos entre osadía, valentía, estupidez y brutalidad rompe todo el cuadro que nos había intentado pintar Verónica Roth), decidí que quizá era una buena idea leer Insurgente (por favor, en este momento alguien me da un zape y me dice que deje yo mis buenas ideas, que hoy ya tuve bastantes).

 Y los resultados de leer Insurgente fueron: tener ganas de aventar el libro muy lejos, porque me preguntaba de si estaban insultando mis capacidades mentales, y unas ganas de matar a los protagonistas con sus propias armas.

En sí, ¿cuál es el problema de Insurgente?

¡Es un libro sin rumbo!

Y además de no tener rumbo (el ochenta por ciento del libro te preguntas hacia dónde van los personajes, porque parece que van a trompicones por ahí haciendo estupideces, confundiendo valentía con brutalidad y con estupidez —sobre todo Tris, que decide que rescatar gente en un lugar atascado de potenciales asesinos sin una sola arma es una buena idea—), tampoco tiene ritmo. Avanza a trompicones, como los mismos personajes, que se vuelven más estúpidos a cada oración y acaban traicionándose hasta a sí mismos en un intento de Roth por hacer la trama interesante (quizá para algunos lo logré, pero aunque esté presente el factor «misterio», los personajes que cambian brutalmente de personalidad le quitan el encanto a todo).
  
La relación de Tris con Cuatro involuciona en un párrafo y evoluciona al siguiente…, aunque quizá esto tenga que ver con los evidentes transtornos de personalidad de Tris (llamados Divergencia… si la autora quería hacer notar que la divergencia era algo más interesante no lo ha logrado: Tris va de actitud Abnegación a actitud Osadía a saltos y les juro que una facción llamada Estupidez Crónica le viene que ni pintada en algunos momentos del libro).



No todo es malo en Insurgente: sí hay cosas que valen la pena, cómo esa pregunta que te deja Roth al final. Esa incertidumbre por saber si va a conseguir resolver el problema que armó con el final (un final no muy sorpresivo desde la mitad del libro, pero igual impacta un poquito) y esos pocos buenos personajes escondidos entre protagonistas involucionados, traidores a la sangre, pero no a la facción y brutales Osadía que creen que matar a gente sin armas a sangre fría tiene que ver si quiera un poco con la valentía.