Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

viernes, 21 de junio de 2013

«Entre las dos aceras» en Potterfics

Publiqué «Entre las dos aceras» en Potterfics con motivo del Día del Orgullo LGBT, por su actividad «Entre frases e imágenes», con la inspiración de una frase de Metanfetamina, que Blaise Zabini hace suya:

«En mi opinión es absurdo especializarse, ¿para qué ir por un lado de la acera cuando puedes caminar entre ambas?»
 Te encantaba hablar. Hablabas así, no'más, por hablar. Porque tus demonios los escondías bien adentro, dónde nadie los pudiera ver. Te quejabas del mundo, como si el mundo se fuera a cambiar a sí mismo por tus quejas.  Me acuerdo de casi todo acerca de ti. De lo que no me acuerdo es de tus ojos. ¿Eras verdes y raros? ¿Marrones y comunes? ¿Azules muy claro? ¿Parecían ojos de gato? ¿Eran cafés claros, tan claros que se veían como miel, esos ojos que «se derriten» según los poetas y sus metáforas gastadas? No guardé ni una foto de ti. Las quemé todas con un encendedor color verde casi sin gas que también dejaste tú en el departamento, y cuando se acabó el gas del encendedor, las quemé con un cerillo, con dos, con tres, con los que hizo falta. Vi tu cara arrugarse y marchitarse y sentí un malévolo placer al quemar todas las fotos, una tras otra, oliendo el aroma a papel quemado que se quedó pegado en el departamento.

Lee el cuento completo aquí

jueves, 20 de junio de 2013

Todos somos lectores

Ya van a empezar otra vez. Que sí el que lee «Cien años de soledad» es más lector que el que lee «Crepúsculo», y que si tiene más valor leer «La región más transparente» que leer «Hermosas Criaturas» y a le revés. Que si sólo leen las sagas de moda por curiosidad, que si no son cultos si no leen a Borges a Shakespeare, a García Márquez o a Vargas Llosa. Que si lo único que conocen de libros es a Suzanne Collins con «Los juegos del hambre», o que si la literatura juvenil es menor literatura por ser para jóvenes. Hace poco vi que una chica decía «ya se creen que han leído todos los clásicos porque han leído Romeo y Julieta». Me dieron ganas de preguntarle si lo había leído ella, cuántos supuestos «clásicos» había leído. Porque hace doscientos años también existían los refritos: Jane Austen escribía telenovelas (bien escritas), Louisa May Alcott intentos de lecciones morales y Salgari libros de aventuras bastante entretenidos de dudosa calidad literaria para los puristas de la literatura.

Y empiezan a chillar como cerdos sus distinciones, quién es lector y quién no. Si te gusta Crepúsculo (una novela bastante plana con una bonita redacción) debes ser estúpido (porque obvio no puedes ser inteligente con semejantes gustos) y si ya leíste a García Marqués obvio, obvio, tienes que ser cultísimo. A los hipsters les gusta Battle Royale y no Los juegos del hambre, porque la segunda es una copia de la primera y no entienden que cada una aborda el mismo tema de maneras completamente diferentes.  Y luego vienen los que no pueden imaginar que un adulto pueda disfrutar la fantasía como se debe, porque eso es para chicos. «Eso son tonterías y un adulto con un mínimo de inteligencia no lo puede disfrutar».

Cacarean siempre sus distinciones (tú sí eres lector, tú no, tú no puedes serlo; es como un club de niños de primaria en el que el jefe decide quién puede entrar y quién no) al mismo tiempo que despotrican contra la RAE y sus cambios (fascistas de la lengua, que no se imaginan que la lengua cambia, y que hace mil años se estarían horrorizando de cómo hablamos ahora). A ninguno se le ocurre ir y abrir un diccionario (y hasta el básico funciona), para averiguar que carajos es un «lector» según su preciado español, que defienden, según ellos, hasta de la misma RAE.  

Lector, ra.
(Del lat. lector, -ōris).
adj. Que lee o tiene el hábito de leer.

Ahí está el significado según la RAE, para quien pregunte y para quien no se le haya ocurrido. Y leer va desde leer el periódico hasta leer las novelas de Nicholas Sparks y las de Blue Jeans, las novelas eróticas, los clásicos, Isabel Allende (a quien llaman imitadora de García Marqués), a los premios nobel, a Danielle Steel, a Fuentes y a Juan Rulfo. Leer lo engloba todo, sin distinciones o discriminaciones. Para distinguir y discriminar ya está la raza humana bastante sobrada.

Así que sí. Todos somos lectores si tenemos el hábito de leer. A los puristas de la lengua, lo fascistas que quieren decidir qué te hace culto o qué no, que vaya y lea a sus clásicos y a su buena literatura y deje de molestar. Que los demás leemos. A secas.


Que cada quien lea lo que le dé la gana. Que para eso tenemos libre albedrío, mal que nos pese y no vamos a llegar a ningún lado si a los ocho años nos dicen que leemos basura, que deberíamos leer Guerra y Paz (y luego que preguntan por qué odio a Tolstoi). 

Qué tipo de lector sea cada quien, eso ya es otra cosa. Pero dejen de intentar meternos sus opiniones (tanto si son fans de Meyer como de Borges) por las narices como gallinas que cacarean siempre las mismas palabras.

miércoles, 19 de junio de 2013

Top Ten Marauders


Los merodeadores están lejos de ser mis personajes preferidos, pero han dado bastantes fics interesantes. Personalmente son los chicos con los que yo nunca me juntaría en el colegio y que me caerían de la patada. Pero admito que me gustan los matices de Sirius, sus partes más oscuras, y la paciencia de Remus con ese medio a que sepan que es un licántropo. De Peter me llegó a interesar su instinto de supervivencia, convirtiéndose en rata y traicionando, una y otra vez, y de James, nada de nada. No entiendo como Lily no le dio dos tortazos y se marchó (con Sirius, por ejemplo). Así que aquí el top ten de los merodeadores. Está excento de mi mayor pasión, porque la estoy guardando para otro: los Sirlys.

10° lugar
—Necesito que me beses.
—¿Qué?
—¿Queréis que os dejemos solos? —una mirada homicida clavada en su rostro hizo a la pelirroja cambiar de idea—. Vaaaaaleeee... Nos quedamos.
Remus se giró de nuevo hacia Sirius.
—Vamos a ver¿qué es eso de que necesitas que te bese? —preguntó, armándose de paciencia, en un tono de voz aparentemente calmado. Aparentemente.

9° lugar
Aquella lágrima hirió toda posibilidad de que estos pequeños gestos quedaran siempre. Y siempre y para siempre fuesen dirigidos a él.
Aquella lágrima arrancó del rostro de la chica aquellos pequeños placeres que Remus había cultivado desde sus once años tan cuidadosa y secretamente.
Aquella lágrima arañó el corazón del chico, de forma más profunda y más dolorosa que la mordedura de Greyback.

8° lugar
—Lily…
—Remus…
Ambos hablaron al mismo tiempo, como si lo hubiesen ensayado. Quizás sus corazones estaban sincronizados.
—Lily —retomó él la palabra mientras la joven mujer lo miraba tiernamente—… yo, eh… Lily… creo que no fue buena idea venir —dijo mientras tomaba la capa y comenzaba a ponérsela.
—No, Remus, espera… —pidió Lily.

7° lugar
Cuando se lo metió en la boca y lo mordió, James sintió que multitud de sabores atacaban sus papilas gustativas. Pensó que en realidad sólo eran dos: el amargo y duro del chocolate negro y el dulce y suave de la marihuana. Una combinación perfecta. Sin embargo, su cerebro reconocía muchos más: el de las tartas de chocolate que su madre hacía por su cumpleaños; el de la tableta de chocolate con naranja que le llevó Remus a la enfermería, cuando se cayó de la escoba en un partido de Quidditch y se hizo una herida desde la rodilla hasta la mitad de la pierna; o el de la primera vez que Sirius y él probaron un porro: en Las Tres Escobas, cuando Mundungus Fletcher lo apoyó descuidadamente en el cenicero.
—Dios… es como tener un orgasmo en la boca -oyó decir a Sirius.

6° lugar
[…] Cuando los dos Merodeadores por fin le pudieron ver el rostro al chico que estaba a sus pies, el aliento se atascó en sus gargantas.
Sirius miró a James con los ojos abierto de par en par por la sorpresa y trató de hablar.
—James —empezó diciendo Sirius en un susurro horrorizado—,  es igual a…
Sin embargo, no terminó su oración. Estaba demasiado shockeado e impresionado por lo que estaba viendo.
—A mí —terminó diciendo James, mientras veía a su doble ensangrentado que estaba en el piso.

5° lugar
Que tiene esa cara porque ya se imagina lo que dirá su madre cuando le diga y que francamente, prefiere no decirle nada. Que tiene ganas de levantarse de ahí y decirle a McGonagall que le ponga de nuevo ese sombrero de mierda para que le ahorre todos los problemas que seguro llegarán por la mañana.
Pero en vez de eso, responde. Lentamente responde:
—Es que creo que recibiré la primera vociferadora el año.

4° lugar
—Ey, Evans, ¿te interesaría dar un paseo por los jardines? Hace un clima precioso —comentaba James, fingiendo desinterés.
—Sería una magnífica idea, Potter. Pero temo que tu cabeza llena de egocentrismo no resista las altas temperaturas —replicaba ella, y se marchaba con la cabeza bien arriba y los libros apretados contra el pecho. Entonces Sirius soltaba una carcajada y Peter era el encargado de palmear la espalda de su decepcionado amigo.

3° lugar
Para empezar, Sirius se ha puesto un poco molesto conmigo. No lo sé, siempre fuimos muy unidos y de... ¿juguetear? Nos molestamos mutuamente desde hace tiempo, en cuanto uno da pie, el otro aprovecha. Pero últimamente me molesta aunque yo no le dé el más leve indicio de estar jugando. Eso me llama la atención, pero como no pasa a mayores, no ha traído discusiones.
Peter, en cambio, sí es insoportable. Siempre me pareció que era un idiota, pero nunca tanto como ahora. Ya lo había dicho en el diario anterior, me parecía que él andaba con nosotros por conveniencia, pero James lo conoció antes de que me uniera a ellos en tercer año. Ya eran amigos en aquel entonces y si James confía en él, por algo es. Pero me incomoda un poco cuando cruzo miradas con Peter. Quizá sea el hecho de que se me queda mirando con esa cara de rata que tiene.

2° lugar
«Fui al bosque porque deseaba vivir deliberadamente, quería vivir profundamente y extraer toda la esencia de la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera la vida, para no descubrir en el momento de la muerte, que no había vivido».
James le sonrió con calidez como rara vez lo hacía:
—¿Quién lo escribió?
Él examinó la portada para encontrar el nombre del autor:
—Henry David Thoreau.
—Henry David Thoreau —repitió James—. Nos debió conocer muy bien.

1° lugar
—¿Dónde están Black y Potter? —preguntó, buscando sus dos cabezas negras por toda el aula.
Un brazo se alzó en un extremo de la clase, y otro en el lado opuesto. La profesora se quitó las gafas y sus ojos pasaron de un muchacho a otro, varias veces. Algunos alumnos rieron.
—Por Merlín —musitó con la boca abierta—. Potter… y Black… Jamás pensé que vería esto. —La clase rió más—. ¿Qué puede haber obrado tal prodigio?
[…] Fue Sirius quien habló:

—Yo no me siento con traidores.