Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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domingo, 3 de febrero de 2013

Menú de libros (XVIII)



Primer tiempo
La pasión de Erzebeth de Joel Alexandre
Cerré el libro en este punto. El dueño del café había bajado la persiana metálica hasta la mitad y nos invitaba a irnos. Mientras él despertaba al viejo, que se había dormido con la copa de vino —todavía llena— en la mano, dejé sobre el mostrados el importe de la cerveza para, seguidamente, salir del local.
Era casi medianoche. De camino a casa me preguntaba: ¿es necesario que te declaren muerto para inventarte una nueva vida?

Segundo tiempo
Harry Potter y el Cáliz de Fuego de J. K. Rowling
Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la gargante y leyó en voz alta:
—Harry Potter.

Tercer tiempo
La llamada de los Muertos de Laura Gallego García
—Dana no ha salido de la Torre en más de veinte años, Jonás. Ha hecho viajes a lomos de Kai, sí, pero apenas se ha mezclado con la gente. Yo he visto cosas, he vivido cosas. No creo en el destino.

Postre
La Reina de los Condenados de Anne Rice
—[…] Pero ella es la Reina de los Condenados y los Condenados no pueden vivir sin ella. Enkil era sólo su consorte y por eso no tiene relevancia alguna que lo haya liquidado y  se haya bebido su sangre hasta la última gota.
—La Reina de los Condenados —masculló Marius por lo bajo. Había habido una extraña inflexión en la voz de Maharet al pronunciar aquella expresión, como si los recuerdos se  hubiesen removido en su interior, dolorosamente, de una manera atroz; recuerdos que el paso  del tiempo no había difuminado.

lunes, 30 de julio de 2012

Menú de libros (XVII)



Primer tiempo
Harry Potter y el Prisionero de Azkaban de J. K. Rowling
—¿Qué? —volvió a preguntar Ron, con cara de asustado y manteniendo a Scabbers junto a él—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?
—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.
—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.

Segundo tiempo
Lestat, el Vampiro, de Anne Rice
Miré a Nicolas, dolorosamente consiente de que sus labios no se habían movido, y creo que hasta la última gota de sangre se escurrió de mi rostro. Lo que percibí no fue la amenaza de la muerte que me había atenazado tantas otras noches sino una emoción que me resultaba realmente ajena: el miedo.
Aun seguí allí, demasiado inseguro de mi mismo, cuando Nicolas me beso.

Tercer tiempo
La maldición del Maestro de Laura Gallego García
—Confía en mí —dijo—. Por favor, confía en mí.
Salamandra no respondió. No podía dejar de mirarlo.
—Tú la quieres, ¿verdad? —preguntó.
Kai apartó la mirada y se separó de ella. Su gesto fue bastante elocuente, y Salamandre percibió, por un instante, todo el dolor que había detrás de aquella historia.

Postre
El príncipe de la Niebla de Carloz Ruiz Zafón
—[…] El mausoleo que viste el otro día apareció en el cementerio local la semana siguiente de la tormenta. Las gentes del pueblo creen que fue Fleischmann quien la mandó construir para su hijo.
—No lo entiendo —replicó Max—. Si no fue Fleischmann, ¿quién la construyó y para qué?
Victor Kray sonrió amargamente al muchacho.
—Caín —respondió finalmente—. Caín lo colocó allí y lo ha estado reservando para Jacob desde entonces.

domingo, 1 de julio de 2012

Menú de libros (XVI)




Primer tiempo 

La ciudad de las bestias de Isabel Allende
—¿Puedes verla? —inquirió Alex.
—A veces —dijo ella.
—Ésta es la primera vez que puedo ver a alguien de esta manera —explicó Alex—. Tuve una sensación muy extraña, como si viera a mi mamá con toda claridad en una pantalla, sin poder tocarla o hablarle
—Todo es cuestión de práctica, Jaguar. Se puede aprender a ver con el corazón. [...]


Segundo tiempo 

Fuego de Kristin Cashore
—Ustedes dos sostienen la relación más rara que pueda haber en todo el territorio de Los Vals —comentó la reina
—ELla no acepta que convirtamos esa relación en matrimonio —contestó Arquero con un atisbo de sonrisa.
—No se me ocurre qué razón tendrá para negarse —dijo Roen son sorna—. [...]
—¿Querrás casarte conmigo, cariño, si no duermo en otro lecho que no sea el tuyo?
Él ya conocía la respuesta a esa pregunta, pero Fuego creía que no le vendría mal recordársela.
—No, no me gustaría dormir apretujada en mi cama entre tanta gente


Tercer tiempo 

Palabras Envenenadas de Maite Carranza
Mi sueño era lanzarme al mar desde una roca, zambullirme con los ojos bien abiertos, nadar crol hasta quedarme sin aliento y yacer flotando sobre las crestas de espuma, [...].
Me dijo que a lo mejor algún día, y me regaló la novena temporada de Friends.
Amito que me hizo ilusión


Postre 

Harry Potter y la Piedra Filosofal de J. K. Rowling
—Voy a romperles la cabeza —dijo Hagrid—. Harry, debes saber que eres un mago.
Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía orírse el mar y el silbido del viento.
—¿Qué soy un qué? —dijo Harry con voz entrecortada.
—Un mago —[...].

sábado, 16 de junio de 2012

Menú de libros (XV)



Primer tiempo
Mentirosa de Justine Larbalestier
Alguien llama a la puerta. Seguramente es papá. No he visto el abrigo de mamá colgando junto a la puerta.
—Micah —dice papá—. ¡Micah! ¿Estás bien?
No tengo la menor idea de qué contestar.
Zach está muerto.

Segundo tiempo
Hana de Lauren Oliver
Esa fue la noche en que él me besó.
Mi primer beso. Un nuevo tipo de beso, como el nuevo tipo de música, que continuaba reproduciéndose en la distancia —salvaje y arrítmico. Desesperado. Apasionado.


Tercer tiempo
Zafiro de Kerstin Gier
—¿Por qué te quedas ahí plantado? —preguntó Lucy, y un instante después él se había inclinado y había apretado sus labios contra los de ella.
Durante tres segundos temió que fuera a apartarle de un empujón, pero Lucy pareció reponerse enseguida de la sorpresa y respondió a su beso, […]
En realidad aquel no era en absoluto el momento perfecto, y en realidad tenían una prisa terrible porque en cualquier segundo podían saltar en el tiempo y en realidad…
Paul olvidó cuál era el último «en realidad».

Postre
Flavia de los Extraños Talentos de Alan Bradley
Y entonces desapareció de ellos todo rastro de vida. Ojalá pudiera decir que se me encogió el corazón, pero no fue así. […] Lo que hice fue contemplar fascinada lo que sucedía: el temblor de los dedos, la casi imperceptible opacidad broncínea que adquirió la piel como si hubiera recibido, delante de mis propios ojos, el aliento de la muerte.
Y luego el silencio absoluto.
Ojalá pudiera decir que tuve miedo, pero o lo tuve. Más por el contrario: aquello era, sin la menor duda, lo más interesante que me había ocurrido en toda mi vida.

viernes, 13 de abril de 2012

Menú de libros (XIV)


Primer tiempo
Rubí de Kerstin Gier
—¿Quieres casarte conmigo? ¿En el Titanic? ¿Estás loco?
—Sería muy romántico.
—Bueno, hasta que llegue lo del iceberg. —Apoyó la cabeza en su pecho y hundió la cara en su chaqueta—. Te quiero tanto —murmuró.
—¿Quieres convertirte en mi mujer?
—Sí —respondió ella, con la cabeza enterrada en su pecho—. Pero sólo si bajamos en Queenstown como muy tarde.
—¿Lista para la siguiente aventura, princesa?
—Estoy lista si tú lo estás —[…]

Segundo tiempo
La Princesa Prometida de William
—Esgrima. Lucha. Torturas. Venenos. Amor verdadero. Odio. Venganzas. Gigantes. Cazadores. Hombres malos. Hombres buenos. Las damas más hermosas. Serpientes. Arañas. Bestias de todas clases y aspectos. Dolor. Muerte. Valientes. Cobardes. Forzudos. Persecuciones. Fugas. Mentiras. Verdades. Pasión. Milagros.
—Pinta bien —dije, […]

Tercer tiempo
La dama del nilo de Pauline Gedge
—¿De modo que ahora soy el príncipe heredero Hatshepsut?
—Sí.
—¿Y seré faraón?
—Así es.
[…]
—¿Qué dirán los sacerdotes?


Postre
Mandrágora de Laura Gallego
—Me estás tuteando. ¿Sabes que soy un noble?
—En primer lugar, no lo pareces. Y, en segundo lugar, creo que después de nuestro primer intercambio de impresiones, tenemos la suficiente confianza como para ahorrarnos las formalidades.
—Tienes razón —sonrió Santiago, frotándose la mejilla al recordar aquel primer «intercambio de impresiones»—. Y para demostrarte que no te guardo rencor por «impresionarme» con tanta fuerza, me gustaría invitarte a bailar.

jueves, 22 de marzo de 2012

Menú de libros (XIII)



Primer tiempo
Graceling de Kristin Cashore
Forzando una sonrisa, que más parecía la mueca de una fiera enseñando los dientes, la miró con dureza y le espetó:
—¿De qué sirve una ejecución pública si la concurrencia se pierde la parte en que muere el convicto?

Segundo tiempo
La casa de los espíritus de Isabel Allende
—Te pueden matar —suplicó Blanca, abrazándolo.
—Me cuidaré —la tranquilizó Pedro Tercero—. No me quedaré mucho tiempo en el mismo sitio. Por lo mismo no podré verte todos los días. Espérame en el mismo lugar. Yo vendré cada que pueda.
—Te quiero —dijo ella sollozando.
—Yo también.
Volvieron a abrazarse con el ardor insaciable propio de su edad, mientras el burro seguía masticando hierba.

Tercer tiempo
Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez
—Es el diamante más grande del mundo.
—No —corrigió el gitano—. Es hielo.
José Arcadio Buendía sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. «Cinco reales para tocarlo», dijo. José Arcadio Buendía los pagó y entonces puso la mano sobre el hielo, y la mantuvo por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio.

Postre
Ángel Mecánico de Cassandra Clare
—No se puede decir que certeza que sea una bruja —dijo Tessa—. Charlotte dice que no estoy marcada así como un brujo estaría marcado.
—Oh, usted es una bruja. Cuente con ello. Sólo porque usted no tiene orejas de murciélago… —Magnus vio a Tessa fruncir el ceño, y alzó las cejas—. Oh, no, tu no quieres ser una bruja, ¿verdad? Usted desprecia la idea.
—Nunca pensé… —dijo Tessa en su susurro—. Que yo fuera otra cosa más que humana.
El tono de Magnus no era insensible.
—Pobrecita. Ahora que sabes la verdad, ya no hay vuelta atrás.

domingo, 26 de febrero de 2012

Menú de libros (XII)



Primer tiempo
El Disco del Tiempo de María García Esperón
—Haré como dices, Dédalo —había contestado Aléktor con lágrimas en los ojos—. ¿Puedo hacerte una última pregunta?
Dédalo asintió con la cabeza.
—¿Para quién está destinado el mensaje del Disco?
—Para los dioses —contestó Dédalo— pata quienes se encuentren en el centro del Disco del Tiempo.

Segundo tiempo
Ciudad de los ángeles caídos de Cassandra Clare
Clary bajó la vista hacia su mano y volvió a levantarla, para mirar a Jace.
—No entiendo…
Jace abrió la mano y el cuchillo cayó al suelo con estrépito. Por un segundo dio la impresión de que iba a salir […] huyendo […]. Pero cayó arrodillado al suelo, llevándose las manos a la cabeza.

Tercer tiempo
El amor en tiempos de cólera de Gabriel García Márquez
Pero antes de que pudiera agradecerle la visita, él se puso el sombrero en el sitio del corazón, trémulo y digno, y reventó el absceso que había sido el sustento de su vida.
—Fermina —le dijo—; he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetirle una vez más me fidelidad eterna y mi amor para siempre.

Postre
Everlost de Neal Shusterman
Los rascacielos de las inmediaciones del centro de Manhattan habrían dejado sin respiración a Lief si hubiera tenido la costumbre de respirar. Pero la visión más maravillosa de todas era la de dos torres plateadas que vio brillando a la luz del alba cuando se aproximaban a la punta sur de la ciudad. […]
—No sabía que existieran edificios así —dijo Lief.
Allie lanzó un suspiró.
—No existen —dijo ella—. Al menos… ya no.
A Lief le pareció que la tristeza de la voz de Allie llegaba directa hasta el centro de la tierra.

lunes, 6 de febrero de 2012

Menú de libros (XI)


Primer tiempo
El Nigromante de Michael Scott
—Coatlicue…
Josh entornó los ojos. Sin duda, había una sombra que merodeaba tras la cortina de humo.
[…]
El humo marrón se erizó; entonces aparecieron dos manos que lo abrieron como s se tratara realmente de una cortina.
Coatlicue surgió de repente.
Y era hermosa.

Segundo tiempo
Tr3s de Ted Dekker
—Un agujero en el pie, un hoyo en la cabeza; veremos quién termina muerto.
—Te amo, Sam —manifestó Kevin suavemente, haciendo caso omiso del dolor—. Pase lo que pase, quiero que sepas cuan perdido estoy sin ti.

Tercer tiempo
Querida Alejandría de María García Esperón
Juba cerró los ojos, súbitamente cansado. Deseé que los abriera, para recuperar su belleza.
—¿Cuántos años tienes, Selene? —me preguntó abruptamente.
—Doce —le contesté.
—En Roma, es la edad de las novias.
Juba sonrió y sentí mis mejillas arder con fue insoportable.
Era el Amor, como la Victoria, alado.

Postre
La leyenda del Rey Errante de Laura Gallego
—Quiero una alfombra que refleje todo esto —exigió.
Hakim lo miró, perplejo. Hammad perdió de golpe todo su aplomo.
—¿Có… cómo habéis dicho? —tartamudeo—. No creo haberos oído bien.
—Me has oído perfectamente —replicó Walid fríamente—. Quiero tener una alfombra que refleje toda la historia de la humanidad.

lunes, 16 de enero de 2012

Menú de libros (X)


 
Primer tiempo
La Hechicera de Michael Scott
En la pantalla de la izquierda contemplaron como su aura cobraba existencia a su alrededor y emitía un resplandor blanco níveo. Pero entonces, de forma abrupta, el aura parpadeo y desapareció.
—¡Nicolas! —chilló Perenelle—. ¡Me has matado!
Y entonces la pantalla se derritió formando un charco pestilente de plástico burbujeando y cristal fundido.

Segundo Tiempo
Hermosas criaturas de Kami García y Margaret Stohl
—¡Ethan!
Ella me llamó, y tan sólo el sonido de su voz hizo que mi corazón se acelerara.
—¡Ayúdame!
Ella estaba cayendo también. Yo estiré mi brazo, tratando de atraparla. Lo intenté, pero todo lo que alcancé fue aire. No había suelo bajo mis pies, y yo estaba aferrándome al lodo. Las puntas de nuestros dedos se tocaron y vi chispas verdes en la oscuridad.
Entonces ella se resbaló entre mis dedos, y todo lo que pude sentir fue pérdida.

Tercer tiempo
El cuaderno de Maya de Isabel Allende
—Soy Manuel Arias —se presentó el hombre, en inglés.
—Hola. Me persiguen el FBI, la Interpol y una mafia criminal de Las Vegas —le anuncié a bocajarro, para evitar malentendidos.
—Enhorabuena —dijo.

Postre
El prisionero del Cielo de Carlos Ruíz Zafón
—¿Y lo sabe Fermín?
—No se lo ha querido decir todavía. Le da miedo que se dé a la fuga.
—Fermín nunca haría eso.
—Todos los hombres haríais eso si pudieses.
Me sorprendió la aspereza en su voz, que rápidamente endulzó con una sonrisa dócil que no había quien la creyera.
—Que poco nos conoces.

miércoles, 4 de enero de 2012

Menú de libros (IX)




Primer tiempo
El Castillo Ambulante de Diana Wyne Jones
—Espera un momento —dijo Sophie—. Si vas al funeral como un setter, ¿para qué te has molestado en vestirte todo de negro?
Howl levantó la barbilla y puso una expresión noble.
—Por respeto a la señora Pentstemmon —dijo, abriendo la puerta—. Le gustaba que pensáramos en cada detalle.

Segundo tiempo
El Coleccionista de Relojes Extraordinarios de Laura Gallego
—Estrella número 87.432.004.556.342 —dijo—. Nombre… —chupó el extremo de la pluma, pensativo; después, su mirada se detuvo en Jonathan que retrocedió un paso, instintivamente—. Sí, ¿por qué no? Jonathan —murmuró y escribió el nombre de Jonathan en su libro—. Aunque, espera… si no me equivoco, así se llamaba también la número 49.876.326.899. Hum, que dilema… Aunque tal vez, cambiando una letra… —volvió a escribir en su libro—. Eso es: Estrella número 87.432.004.556.342, nombre… Jenathan. Llega un momento en el que se acaban los nombres y una estrella es algo demasiado hermoso como para ser bautizado con un frío número, ¿no crees?

Tercer tiempo
El Mago de Michael Scott
—No —reconoció finalmente Scatty—. Jamás he mantenido una relación una relación íntima o especial con alguien —continúo con una tímida sonrisa—. Los Inmemoriales me temen y evitan. E intento no encariñarme con los humanos. Es muy duro ver cómo envejecen y mueren. Esa es la desgracia de la inmortalidad, ver cómo cambia el mundo, cómo odo lo que conoces se marchita y se pudre. Sophie, recuerda esto si alguna vez alguien te ofrece a inmortalidad. —Scathach pronunció esta palabra como si fuera una madición.

Postre
Cumbres Borrascosas de Emily Brontë
—[…] Tanto interés tengo en casarme con Edgar Linton como en estar en el cielo, y si el malvado de mi hermano no hubiera condenado a tantas bajeza a Heathcliff, nunca se me hubiera ocurrido. Ahora me envilecería casarme con Heathcliff, de modo que no sabrá cuánto le amo  y eso no por ser guapo, Nelly, sino porque es como una parte de mí misma. No sé de qué están hechas las almas; pero la suya y la mía son iguales y la de Linton tan distinta como un rayo de luna de un relámpago o como el hielo del fuego.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Menú de libros (VIII)



Primer tiempo
Flores en el ático de V. C. Andrews
—Cathy —dijo Chris, de pronto—, ¿adónde irías si pudieses elegir cualquier lugar del mundo?
—Al sur —contesté—. Iría a alguna playa caliente, soleada, donde las olas rompan suaves y bajas […] Deseo ir a donde haya viento, quiero brisas suaves y cálidas que susurren entre mi cabello y contra mis mejillas, […]

Segundo Tiempo
Entrevista con el Vampiro de Anne Rice
—Pero, ¿cuánta cinta tienes aquí? —preguntó el vampiro y se dio la vuelta para que el muchacho pudiera verle el perfil—. ¿Suficiente para la historia de una vida?
—Desde luego, si es una buena vida. A veces entrevisto hasta tres o cuatro personas en una noche si tengo suerte. Pero tiene que ser una buena historia.

Tercer tiempo
Ciudad de Cristal de Cassandra Clare
—Por favor. Si no decimos nada, si fingimos…
—No hay modo de fingir —replicó Jace con absoluta claridad—. Te amo, y te amaré hasta que me muero, y si hay una vida después de ésta, te amare también entonces.
Ella contuvo el aliento. Él lo había dicho… las palabras que no podían decirse. Se esforzó por dar una respuesta, pero no encontró ninguna.

Poste
Las hijas de Tara de Laura Gallego
—Cuando mueras, ¿a dónde irás?
Kurt dejó escapar una amarga carcajada.
—Nadie va a ninguna parte después de muerto, niña.
—Te equivocas. Todos vamos a dónde queremos ir porque, tras la muerte del cuerpo, nuestro espíritu, por fin es capaz de volar libre. Si tú crees que no irás a ninguna parte, puede que entonces tu espíritu muera de verdad.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Menú de libros (VII)


De tinta…


Primer tiempo
La elegida de la muerte de Virginia Pérez de la Puente.
Keyen la rodeo con el brazo y la obligó a apoyar la cabeza sobre su hombro. Ella se resistió un instante, pero después dejó descansar los músculos de su cuello y, sin poder evitarlo, lloró silenciosamente.
—¿Mejor? —preguntó él con voz amable un rato después. Ella asintió. Keyen bajó la mirada hacia ella y después posó suavemente los labios sobre su frente—. Cuando te pica una serpiente —dijo, sin esperar una respuesta por parte de Issi—, tienes que sacarte el veneno cuanto antes. Tú llevas años dejando que ese veneno te corra por la venas, Issi. Y eso te está matando.

Segundo tiempo
Ciudad de Ceniza, de Cassandra Clare
—Puedes cerrar los ojos y pensar en Inglaterra, si quieres —sugirió él.
—Nunca he estado en Inglaterra —repuso ella, pero bajó los párpados.
Sintió la húmeda pesadez de sus propias ropas, frías y picantes contra la piel; el empalagoso aire dulce de la cueva, más frío aún, y el peso de las manos de Jace sobre los hombros, lo único que resultaba cálido. Y entonces él la besó.

Tercer tiempo
El Alquimista, de Michael Scott
—Soy mayor, muy mayor —respondió Flamel con voz tranquila y calmada—. ¿Sabes a cuántos amigos he enterrado a lo largo de los siglos?
—¿Y sentiste su pérdida? —preguntó Hécate. En su voz se percibía una nota genuina de curiosidad.
—La de cada uno de ellos.
—¿Todavía la sientes?
—Así es, cada día que pasa.
La diosa alargó la mano y la colocó sobre el hombro de Nicolas Flamel.
—Entonces aún eres humano, […]

Postre
Delirium de Lauren Oliver
[…] en ese momento recuerdo lo que contesté hace meses […] cuando me preguntaron por Romeo y Julieta, y lo único que se me ocurrió decir fue que me parecía «bello». Entonces no pude explicarlo, pero quise decir algo sobre el sacrificio.
La camiseta de Alex es roja y por un momento me parece una ilusión óptica, pero luego me doy cuenta de que esta mojada, empapada de sangre. […] Esta de pie, inmóvil y blanco, petrificado en el rayo de luz, y creo que nunca, en toda mi vida, he visto nada más bello que él.

martes, 8 de noviembre de 2011

Menú de libros (VI)

De tinta…


Primer tiempo
Sepultura 13 de Manuel L. Alonso
[…] mi mirada resbaló sobre el agua de la palangana. No había usado ni pensaba usar aquella agua, que sólo estaba allí para que no se viese el esmalte del fondo, un poco despostillado.
Durante apenas un segundo, el agua reflejó una cara de mujer muy pálida, de largos cabellos, que no era yo.

Segundo tiempo
Carrie de Stephen King
Ella sintió que se le rompería el corazón si él llegaba a producir siquiera un sonido de desaprobación, y si se reía, ella se moriría. Sintió […] que toda su desdichada vida se estrechaba hasta llegar a un punto que podía ser el final o el
Comienzo de un rayo de luz.
Finalmente, impotente, preguntó.
—¿Te gusto?
—Eres muy bella.
Y lo era.

Tercer tiempo
Fenris, el elfo de Laura Gallego García
—Eres un chico muy extraño —murmuró Shi-Mae.
—Ya me lo habían dicho —confesó él.
Se miraron a los ojos. Quizá fue la luna llena, o los aullidos de los lobos en la lejanía, o el brillo en los ojos de Shi-Mae, o aquel camisón tan blanco que relucía en la noche.
Ankris no pudo evitarlo. Se inclinó ante ella y la besó.

Postre
Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso de Cassandra Clare
[…] pero cerró los ojos y enterró el rostro en el hombro de Jace. El muchacho olía a sal y a sangre, y sólo cuando su boca se acercó a la oreja de ella comprendió qué era lo que decía, lo que había estado murmurando antes, y era la letanía más simple de todas: el nombre de Clary, sólo su nombre.

viernes, 8 de julio de 2011

Menú de libros (V)

De tinta…

Primer tiempo
Stravaganza: Ciudad de Máscaras, Mary Hoffman
—¿Sabes que estuve muerta de preocupación por ti? — Preguntó mientras caminaban de vuelta a la casa de Rodolfo—. Y todo el tiempo estuviste involucrado en grandes aventuras. Apuesto a que eres un héroe para da Duquesa. Y recibiste todo ese montón de plata. Y una daga de merlino —añadió mirando con envidia la daga del asesino que pendía del cinturón de Lucien—. Mientras que yo tuve que irme sola a casa y decir a mi tía que me habías dejado en la puerta.

Segundo tiempo
Máquinas mortales, Philip Reeve
—¡Te iba a convertir en un monstruo! —oyó Tom elevarse su voz hasta el grito mientras todo su dolor y su miedo se transformaban en furor y rabia.
—¡Yo ya soy un monstruo! —chilló ella.
—¡No, no lo eres! —Tom consiguió ponerse de rodillas—. ¡Tú eres mi amiga! —le gritó.

Tercer tiempo
Alas Negras, Laura Gallego García
—Un ser con un poder superior al de cualquier humano —respondió—. Una nueva raza de hombres perfectos que no dependiese de la guía de los ángeles ni de la magia de los demonios. Una estirpe poderosa y libre.
—… Y, aún así —murmuró Mac, contemplando a Cosa, que temblaba junto a él—, odias reconocer que los orígenes de esa supuesta raza superior están en criaturas imperfectas como ella.

Postre
En llamas, Suzanne Collins
—Eh, Catnip.
—Eh, Gale.
—Creía que ya te habías manchado.
Mis opciones son sencillas: puedo morir como una presa en el bosque o puedo morir aquí, al lado de Gale.
—No me voy a nunca parte, me quedó aquí y pienso causar todo tipo de problemas.
—Yo también.

Bueno, le dije a la buena de Bell que lo más probable es que hoy publicara otro menú :P así que aquí esta, un menú como tanto te gusta ;)

martes, 5 de julio de 2011

Menú de libros (IV)


De tinta

Primer tiempo
Reckless, Cornelia Funke
—¿Por qué prefieres ser un zorro? —la noche teñía de negro los ojos de Clara—. ¿Es más fácil comprender así el mundo?
—Los zorros no intentan comprenderlo.
Clara se acarició los brazos, como si aún sintiera allí las manos de Jacob. Y fux vio que ella también desearía tener una piel de zorro.

Segundo tiempo
Los Juegos del Hambre, Suzanne Collins
«No te preocupes, hay mil papeletas», desearía poder decirle.
Ha llegado el momento del sorteo. Effie Trinket dice lo que siempre, «¡las damas primero!», y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas. Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. La multitud contiene el aliento, se podría oír un alfiler caer, y yo empiezo a sentir náuseas y a desear desesperadamente que no sea yo, que no sea yo, que no sea yo.
Effie Trinket vuelve al podio, alisa el trozo de papel y lee el nombre con voz clara: y no soy yo.
Es Primrose Eveerden.

Tercer tiempo
Historia de un corazón roto y tal vez un par de colmillos, M. B. Brozón
—Si hay algo seguro, ¿sabes?
Ella no se movió, no respiró, no hizo nada, estaba esperando lo siguiente. Y lo siguiente, en teoría, eran un par de palabras más. Pero no hubo tales; les gano un impulso que de veras no tengo ni idea de dónde salió ni cómo fue que no tuve que estarme horas discutiendo conmigo mismo para hacerlo. Apreté sus hombros con más fuerza, y así, sin más, me acerqué y la besé en los labios. […] Me separé, y a pesar de que corría el riesgo de echarme a llorar al decir las dos palabras que formaban parte del plan original, las dije.
—Te quiero.

Postre
El Valle de los Lobos, Laura Gallego García.
—Mientras tanto —prosiguió él, adivinando lo que pensaba—, quiero que me prometas una cosa, y que me jures por lo más sagrado que lo cumplirás.
—Lo juro.
Los ojos verdes de Kai parecieron sonreír.
—Vive —pidió—. No trates de acortar tu existencia para reencontrarte conmigo antes de tiempo. Vive michos años, vive intensamente, vívelo todo. Vive por mí la vida que no pude vivir yo.