Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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lunes, 21 de marzo de 2016

Día internacional de la poesía (ft. mini-reseñas)

¡Feliz día mundial de la poesía! A los mexicanos, también, feliz puente, porque hoy hace muchos, muchísimos años, no se exactamente cuantos, nació Benito Juárez. Hoy vengo a hablar de ese género que, después de los libros de autoayuda, tiene menos popularidad (me estoy inventando el dato según un estudio imaginario que hice en la universidad patito de mi casa, por si quieren saber de donde me lo he sacado) que nada. Tipos de poesía hay muchos, pero la gente siempre suele huir de ella. De hecho, yo tenía una sección en el blog dedicada a la poesía (Hablemos de poesía) que tuve que clausurar y dejar así, cerrada, por simple y sencilla falta de interés


Hoy vengo de nuevo a jurarles que la poesía no es tan mala, que no es malo leerla y no entenderla, porque la poesía no se entiende casi nunca a la primera. Decirles que se lee rápido, para ver si al menos consigo meterles algún poema en los ojos. Contarles que hay muchos tipos de poesía: hay poesía que rima y poesía que no, hay poesía para niños, para grandes. Hay sonetos, como los de Sor Juana. Hay poesía confesional, como la de Sylvia Plath. Hay poesía antigua y contemporánea. Hay cantares antiguos y poesía más nueva. Hay poesía hasta de la era pre hispánica, porque el trabajo de Nezahualcóyotl  y otros poetas Aztecas sobrevive hasta nuestros días. Hay poesía para elegir, pues y, aunque toda se llame poesía, ninguna se parece.

Vengo a hablarles de cuatro libros de poesía que me gustan bastante y que, por supuesto, recomiendo. Les dejo unas mini-reseñas, bastante pequeñas, para ver si por algún milagro del Dios en el que no creo y de Quetzalcoátl (en el que tampoco creo, pero al menos era una serpiente emplumada) alguien se interesa en ellos. 

Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Pablo Neruda


Siempre hablo de ellos porque fueron los primeros poemas que fui capaz de leer enteros sin dormirme. Lo sé, no es la mejor frase para empezar una pequeña reseña sobre poemas. La mayoría conoce el poema 20 y ese poema que comienza más o menos así "me gustas cuando callas porque estás como ausente" (un verso que no me encanta y no me parece lo más romántico del mundo), sin embargo, los otros dieciocho y especialmente la Canción Desesperada suelen ser rápidamente olvidados. Sin embargo, debo decir que cada uno de los veinte poemas de amor y la canción desesperada valen la pena, si quiera por conocer a Pablo Neruda y para que dejen de dedicar ese "me gustas cuanta callas porque estás como ausente" a todas horas y en todas sus relaciones.

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Neruda fue el único poeta que conocí o sea mi favorito a falta de otros durante mucho tiempo, hasta que Benedetti y Sabines me cayeron en la cara demostrandome que los poemas no necesitaban ser sólo de amor (y que podían hablar de la censura, de la muerte y hasta ser graciosos). Sin embargo, por todo lo que fue, Neruda siempre estará presente en mi corazoncito.

Chicana Falsa, Michelle Serros


Este fue un descubrimiento nuevo y sin duda más contemporáneo. Llevo tiempo buscando literatura chicana, sobre todo si es literatura que ahonde en la identidad de los chicanos (mexicanos nacidos en Estados Unidos) y Michelle Serros, que murió hace unos años, expresa perfectamente su identidad y sus problemas en este libro de poemas. Habla de los estereotipos con los que ha vivido y ha sido marcada toda la vida, de cómo pocos la apoyaron cuando quiso ser escritora, de cómo su familia es muy complicada, porque su tía fulanita no le habla a menganita, pero igual las dos van a las fiestas y a los funerales así que hay que evitar que se sienten a menos de veinte asientos de distancia. Y de los mejores poemas es un poema corto donde cuenta como la confundieron con una mujer de limpieza en un gimnasio y tuvo que enseñar el carnet para que le creyeran.

Estos poemas son poemas muy sencillos y no necesitas drogarte para entenderlos, como a Baudelaire, por ejemplo. Lo digo precisamente porque me han dicho varias veces que no leen poesía porque "no la entiendan". Y con este libro, que además es pequeñito, les aseguro, no van a tener ese pequeño problema.

Recuento de Poemas, Jaime Sabines


Sabines es mi referente en poesía. No creo que deje de serlo pronto. El día que lo oí declamar en Youtube No es que muera de amor, muero de ti, amor, de amor de ti... etcétera etcétera, se volvió mi favorito. Podría decir que se me cayeron las bragas, pero eso suena con mucha falta clase y los mexicanos no decimos bragas jamás. Pero sí. Sabines se volvió mi favorito de favoritos, mi referente en poesía, el poeta del que me aprendí la mitad de los poemas para ser la ñoña que los puede decir (que no declamar) en casi cualquier parte. Podría escribir No es que muera de amor de memoria y nada más se me olvidaría donde van las comas. Más o menos así me enamoré de la poesía de Sabines.

Después de años de leerlo y releerlo, alguien me regaló su recuento de poemas, un libro donde junta y hace una selección de casi toda su obra. Desde los poemas más cortos hasta los más largos, los más famosos y los menos. Los más graciosos y los más trágicos. Así que si se preguntan porqué siempre recomiendo a Sabines ya tienen la respuesta. Él es mi favorito.

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Soy vertical pero preferiría ser horizontal, Sylvia Plath


Este es el penúltimo libro de poesía que he leído últimamente. Tenía una cita pendiente con Sylvia Plath. Alguien me dijo que después de leerla tendría que consolarme con nutella o cortarme las venas y no se equivocaba. Todo en la poesía de Plath es trágico. Sylvia Plath se suicidó el 11 de enero de 1963, asfixiándose con gas. Ted Hughes, con quien estuvo casada se convirtió, a su muerte, en el editor de su legado. La poesía de Plath es poesía confesional y fue una de las poetas originales en el movimiento. Cuando lees sus poemas, no hay duda de por qué. El primero de esta pequeña recopilación, que habla de la maternidad, es el más obvio. Plath no la retrata como un milagro, sino por momentos lo hace como una carga, una deformación, algo que no todos desean. La recomiendo al último porque creo que es una mujer a la que hay que leer en inglés (aunque yo no lo he hecho). De hecho, siempre he sentido que al traducir la poesía, esta pierde algo para siempre. Las traducciones nunca serán iguales

La recomiendo porque me impresionó mucho. Me dejó un sabor de boca extraño, que pocos poemas me habían dejado antes. Así que en este intento de mini-reseña, les recomiendo especialmente la poesía de Plath. 

miércoles, 10 de junio de 2015

Hablemos de poesía (XIII): Todavía

Benedetti otra vez. No tiene la culpa de ser uno de mis poetas favoritos junto a Neruda y Sabines. Aunque juro que un día encontraré algo más y dejaré de bombardear con ellos, al menos un rato. Bueno, vengo a revivir una sección a medias abandonada y no demasiado famosa; creo yo, porque se ha perdido el hábito de leer poesía. 


Todavia, Mario Benedetti

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría

palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo

tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto

nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa

sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía

pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro

y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido

y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.

martes, 17 de febrero de 2015

Hablemos de poesía (XIII): Viceversa

Benedetti, otra vez. Sí, es normal si llevo días hojeando y leyendo partes del Inventario, de Benedetti. No todos sus poemas me gustan igual, pero hay algunos que en especial me llegan. Este es uno de ellos. Espero que lo disfruten, sinceramente, porque esta es mi definición del amor. 


Viceversa, Mario Benedetti 
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

miércoles, 24 de abril de 2013

Hablemos de poesía (XII): Táctica y estrategia


En memoria al recuento de mi vida amorosa y a los buenos recuerdos.
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo
ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo
ni sé
con qué pretexto
por fin
me necesites.

viernes, 12 de abril de 2013

Hablemos de poesía (XI): Los amorosos


Les traigo uno de mis poemas favoritos de Jaime Sabines (si no el favorito, que es irremediablemente “No es que muera de amor”), para renovar un poco la sección, para recordar que la poesía también existe y que no la podemos aventar por allí y olvidarla como su tal cosa.

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.

Jaime Sabines
Nea

martes, 5 de marzo de 2013

Hablemos de Poesía (X): El sistema


Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas.
Tiempo de los camaleones: nadie ha enseñado tanto a la humanidad como estos humildes animalitos.
Se considera culto a quien bien oculta, se rinde culto a la cultura del disfraz.
Se habla el doble lenguaje de los artistas del disimulo. Doble lenguaje, doble contabilidad, doble moral: una moral para decir, otra moral para hacer.
La moral para hacer se llama realismo.
La ley de la realidad es la ley del poder. Para que la realidad no sea irreal, nos dicen los que mandan, la moral ha de ser inmoral.
Quien no se hace el vivo, va muerto. Estás obligado a ser jodedor o jodido, mentidor o mentido.
Tiempo del qué me importa, del qué le vas a hacer, del no te metas, del sálvese quien pueda.
Tiempo de los tramposos: la producción no rinde, el trabajo no vale.
En el Río de la Plata, llamamos bobo al corazón. Y no porque se enamora: lo llamamos bobo por lo mucho que trabaja.
Eduardo Galeano

Sin notas, ni explicaciones. A veces, no son necesarias

Nea 

lunes, 18 de febrero de 2013

Hablemos de poesía (IX): Tu nombre


Este es uno de mis poemas favoritos de Sabines, definitivamente no de los más conocidos, como son No es que muera de amor, o Los amorosos, por poner un ejemplo. Pero tiene en él impregnada la pluma de Jaime Sabines, inconfundible.

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

Nea

lunes, 9 de julio de 2012

Hablemos de poesía (VIII): Soy un caso perdido

El poema de hoy es de Mario Benedetti y no es de amor. Se titula soy un caso perdido y también me gusta mucho, pero no tengo ninguna historia especial acerca de él que contarles hoy ;) así que a lo importante: el poema

Soy un caso perdido - Mario Benedetti

Por fin un crítico sagaz reveló

(ya sabía yo que iban a descubrirlo)

que en mis cuentos soy parcial

y tangencialmente me exhorta

a que asuma la neutralidad

como cualquier intelectual que se respete


creo que tiene razón

soy parcial

de esto no cabe duda

más aún yo diría que un parcial irrescatable

caso perdido en fin

ya que por más esfuerzos que haga

nunca podré llegar a ser neutral


en varios países de este continente

especialistas destacados

han hecho lo posible y lo imposible

por curarme de la parcialidad

por ejemplo en la biblioteca nacional de mi país

ordenaron el expurgo parcial

de mis libros parciales

en argentina me dieron cuartenta y ocho horas

(y si no me mataban) para que me fuera

con mi parcialidad a cuestas

por último en perú incomunicaron mi parcialidad

y a mi me deportaron


de haber sido neutral

no habria necesitado

esas terapias intensivas

pero qué voy a hacerle

soy parcial

incurablemente parcial

y aunque pueda sonar un poco extraño

totalmente

parcial


ya sé

eso significa que no podré aspirar

a tantísimos honores y reputaciones

y preces y dignidades

que el mundo reserva para los intelectuales

que se respeten

es decir para los neutrales

con un agravante

como cada vez hay menos neutrales

las distinciones se reparten

entre poquísimos


después de todo y a partir

de mis confesadas limitaciones

debo reconocer que a esos pocos neutrales

les tengo cierta admiración

o mejor les reservo cierto asombro

ya que en realidad se precisa un temple de acero

para mantenerse neutral ante episodios como

girón

tlatelolco

trelew

pando

la moneda


es claro que uno

y quizá sea esto lo que quería decirme el crítico

podría ser parcial en la vida privada

y neutral en las bellas letras

digamos indignarse contra pinochet

durante el insomnio

y escribir cuentos diurnos

sobre la atlántida


no es mala idea

y claro

tiene la ventaja

de que por un lado

uno tiene conflictos de conciencia

y eso siempre representa

un buen nutrimeto para el arte

y por otro no deja flancos para que lo vapulee

la prensa burguesa y/o neutral


no es mala idea

pero

ya me veo descubriendo o imaginando

en el continente sumergido

la existencia de oprimidos y opresores

parciales y neutrales

torturados y verdugos

o sea la misma pelotera

cuba sí yanquis no

de los continentes no sumergidos


de manera que

como parece que no tengo remedio

y estoy definitivamente perdido

para la fructuosa neutralidad

lo más probable es que siga escribiendo

cuentos no neutrales

y poemas y ensayos y canciones y novelas

no neutrales

pero advierto que será así

aunque no traten de torturas y cárceles

u otros tópicos que al parecer

resultan insoportables a los neutros


será así aunque traten de mariposas y nubes

y duendes y pescaditos

Nea

viernes, 22 de junio de 2012

Hablemos de Poesía (VII): Sonatina


Este poema lo declamé a medias una vez en una ceremonia que organizaron en la secundaria. A medias porque éramos tres las que declamábamos. Lamentablemente, lo olvidé, y olvidé su autor, hasta que Dann me recordó que se llamaba Sonatina y que lo había escribo Rubén Darío. Aquí está.
Sonatina

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!

Rubén Darío.

martes, 27 de marzo de 2012

Hablemos de Poesía (VI): Canción desesperada

El poema de hoy es también, uno de mis favoritos. Y uno muy famoso por cierto. Es la Canción Desesperada de Pablo Neruda. (Cabe destacar que La Oreja de Van Gogh hizo una canción inspirada precisamente en este poema).


Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.

Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!.

Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!

En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.

Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!

En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.

Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!

Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!

Hice retroceder la muralla de sombra,
anduve más allá del deseo y del acto.

Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti esta hora húmeda, evoco y hago canto.

Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.

Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.

Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.

Ah mujer, no sé como pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!

Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.

Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.

Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.

Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!

Oh, sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!

De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste.
De pie como un marino en la proa de un barco.

Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amago.

Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.

El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.

Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.

Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.

Es la hora de partir. Oh abandonado!.
Nea

lunes, 5 de marzo de 2012

Hablemos de Poesía (V): Espero curarme de ti, Cuando tengas ganas de morirte

Hoy traigo dos poemas para darle vida a esto, los dos de Sabines (que es mi poeta favorito, como ya se darán cuenta algún día). Uno es un poema bastante peculiar, porque está escrito en prosa. Y el otro, bueno, a mí me causa gracia. Así que lean.


Espero curarme de ti – Jaime Sabines
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
 Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón. 

Cuando tengas ganas de morirte – Jaime Sabines
Cuando tengas ganas de morirte
esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y veras qué hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.  Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete y ya. y ya.

Jaime Sabines
Nea

martes, 21 de febrero de 2012

Hablemos de Poesía (IV): El seminarista de los ojos negros

 Este poema me lo encontré ojeando el libro de mecanografía de mi mamá hace mucho tiempo, muchísimo, y me gustó de inmediato. Me costó bastante encontrar al autor, pero, bueno… acá se los dejo:


El seminarista de los ojos negros – Miguel Ramos Carrión
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla:  —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...

Miguel Ramos Carrión
Nea

jueves, 9 de febrero de 2012

Hablemos de Poesia (III): Inolvidable


El poema de hoy es de Alí Chumacero y me acuerdo haberlo leído en clase de lengua/literatura/español/whatever y me gusta bastante. No, no me lo sé de memoria…

Inolvidable – Alí Chumacero
Decir amor es recordar tu nombre
el ruiseñor que habita tu mirada
ir hacia a ti a través de lo que fuiste
y buscar el espacio suavemente,
buscándote cristal, desnuda forma
caída del recuerdo, o sólo nube.
Si lloro, el aire se humedece
y vuela con languidez
en lágrimas bañado
y de mis ojos naces libre sueño,
sin más navegación, inolvidable,
grácil estatua de melancolía.

Solo, como una ráfaga o ceniza,
miro aún el candor de tu cabello,
la morosa violencia de tus ojos,
hoy ya distancia, caracol cerrado
a mi rumor de corazón herido,
casi naufragio, tenebral y duelo.
En vano lejanías, o la muerte
del tiempo entre tu cuerpo agonizando,
porque en música pura estoy rendido
cuando al sentir conmigo tu presencia,
sobre mis labios mueres, amor mío.

Alí Chumacero
Nea