Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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jueves, 27 de diciembre de 2018

El vagón de las mujeres, Anita Nair | #GuadalupeReinas2018

Sinopsis: En la estación de Bangalore, en la India, Akhila, una mujer soltera de cuarenta y tantos años está a punto de realizar su gran sueño: subirse sola a un tren hacia un lugar lejano. Con ella viajan cinco mujeres con quienes comparte pronto intimidad: una madre confundida, una profesora de química casada con un hombre tiránico, una perfecta ama de casa que busca su identidad, una mujer cuyos sueños e inocencia se rompieron y una adolescente que parece comprender mejor que nadie lo que ellas buscan. Al calor de las confidencias susurradas durante la noche, Akhila intenta encontrar respuesta a lo que le ha preocupado desde siempre, los mismos dilemas que definen el viaje que cada mujer emprende en la vida.

La verdad es que le debo mucha atención a las novelistas de la India, sobre todo porque las dos que he leído este año tienen sendos puestos en las mejores lecturas que he realizado este año. La primera es Arundhati Roy, de quien leí El ministerio de la felicidad suprema y El dios de las pequeñas cosas y la segunda es Anita Nair, que acabo de conocer gracias al maratón Guadalupe Reinas que hacemos en Libros b4 Tipos (y que espero se convierta en tradición). Bueno, este libro es bastante largo para meterlo en un maratón de lectura (en goodreads me sale que su edición en español con Alfaguara tiene poco más de 400 páginas), sin embargo, el libro apenas me duró poco menos de tres días. Pero bueno, vamos por partes, el libro empieza con la siguiente nota: 
Hasta principios de 1998 había una taquilla especial para las señoras, los ancianos y los minúsválidos en la estación distrito de Bangalore. Y en la mayor parte de los trenes nocturnos de la India con compartimientos de segunda clase había un vagón especial para mujeres.
Desde entonces, se ha abolido la ventanilla de las mujeres en todas las estaciones de tren. También me han informado varios empleados de los ferrocarriles, en particular jefes de estación y revisores, de que el vagón de las mujeres ya no existe y que los vagones nuevos se fabrican sin este compartimiento.
En general, para mí las estaciones de tren en la India son una pequeña pesadilla. Conocí la más grande de Dehli y puedo decir que, si tuviera que viajar sola en ese lugar, no llegaría a ninguna parte. Todo está escrito en hindi. De todos modos, la única vez que viajé en tren, lo hice desde una estación más pequeña de Dehli, rumbo a Agra, en una clase de segunda, sleeper. Los boletos más baratos de mi vida. Usualmente prefería el autobús porque llegué a entender cómo funcionaban las ventanillas y dónde buscar los precios y destinos. Y cómo pelearme por los boletos. En las estaciones de autobús casi siempre hay fila de mujeres, sobre todo cuando hay mucha gente. Te formas en la ventanilla del destino y, con un billete en la mano, casi gritas cuantos boletos quieres para que te hagan caso (cuando hay mucha gente). Si no te sabes los números en hindi o ellos no los entienden en inglés, las señas. Como siempre había menos mujeres que viajaban solas, me mandaban a mí por los boletos en algunas estaciones. 


Y eso también funciona en muchos otras partes: hay fila de mujeres en la ventanilla de los bancos (en la demotización, solía ser yo la primera en pasar a ventanilla a cambiar billetes que habían sacado de circulación), hay fila de mujeres en los cajeros cuando están llenos (llegué a entrar con casi cuatro tarjetas y cuatro pines porque en la época de la demotización los cajeros duraban con dinero unas tres horas, si no sacabas en ese intervalo, no sacabas, y era más fácil que pasara yo más rápido). En los autobuses hay asientos de mujeres. Mientras no haya ninguna mujer parada en el autobús, no importa quien se siente en esas filas. Cuando hay, depende de la ruta, pero usualmente los revisores paran a alguien para que las mujeres puedan sentarse. Me pasó una vez en el trayecto de Noida a Greater Noida (un trayecto como de cuarenta minutos, que un revisor paró a gritos a un hombre para que yo pudiera sentarme). Y en los museos o templos o sitios arqueológicos donde hay revisión, siempre hay una fila de mujeres y otra de hombres (en el Taj Mahal incluso dividen entre locales y extranjeros porque vigilan bastante bien que ningún extranjero entre con boleto de local, que es más de diez veces más barato). En fin, ya que terminamos mis aventuras en la India como introducción a este libro, sólo quiero decir que lo sentí muy cercano. Entendí las referencias, la comida, los festivales y las costumbres, a pesar de que el libro esté ambientado en el sur de la India y yo haya vivido al norte, en Punjab. 


En fin, después de toda esa perorata sobre la India, me dispongo a contarles sobre el libro. El vagón de las mujeres es un libro coral que cuenta la historia de seis mujeres muy diferentes, de distintos estratos sociales en su relación a la vida social, el matrimonio, los hombres y el amor. La protagonista, Akhila, es una mujer que no se casó nunca, puesto que se tuvo que hacer cargo de su familia cuando su padre murió, decide perdirle consejo a las mujeres que viajan con ella. ¿Es difícil vivir sola?, se pregunta, puesto que desea hacer (aun vive con su hermana, que se pegó a ella). ¿Podrá todavía encontrar el amor? Las mujeres les responden contándole sus historias. Las más viejas, las más jóvenes, todas historias diferentes. Una mujer que desea aprender a nadar más que nada. Una nieta que se encarga de su abuela enferma. Una mujer que sí conoció el amor en su matrimonio, otra que no. Las historias son diferentes entre sí y abordan multitud de temas que tienen que ver con las mujeres: el matrimonio (que en la India es prácticamente una obligación, las que no se casan son solteronas), el aborto, los hijos, la falta de independencia. Una a una, las mujeres van contando poco a poco sus historias mientras Akhila le cuenta la suya al lector. Prácticamente todas ahondan en su relación con el amor. De todos los relatos hay cosas que rescatarles.


Sheela, la más joven de todas las que van en el vagón, se encarga de su abuela moribunda (hay una escena bastante especial donde su abuela, indefensa, sin maquillaje y sin arreglar, se niega a bajar de la ambulancia porque no quieren que la vean así y Sheela la ayuda, a su manera, para hacerla feliz) y pelea constantemente con su familia. Pelea usualmente con su padre, que la encuentra descarada. Hay una escena donde se imagina que le diría a uno de sus tíos que se porta con su primera menor igual que recordaba que su padre se comportaba con ella cuando era descarada y más pequeña (le hace gracia) y la verdad es que subrayaría ese pedazo millones de veces:
Mi padre hacía lo mismo. Le parecía muy divertido que yo fuera una descarada. Pero ahora lo llama mala educación y lo pone furioso. Por favor, no le haga lo mismo a ella. Crecerá convencida de que hay que ser así. Mejor enséñela a tragarse las palabras, enséñela a proferir cosas agradables, bonitas e inocuas. Mate su espíritu y domestique su lengua. Para que cuando crezca no se encuentre como yo, preguntándome que es lo que he dicho de malo o qué disparate voy a decir la próxima vez que abra la boca.
De verdad me gustó mucho esa parte. Sheela es una adolescente que no se atiene aún a las convenciones sociales y no entiende qué es lo que esperan de ella. Nunca han domado su espíritu. Mis historias favoritas, sin embargo, son la de Margaret y la de Mari. Margaret está en medio de un matrimonio infeliz con un hombre que es director de una escuela y no tiene el más mínimo amor por la pedagogía. Mari ha tenido una vida muy complicada, siempre buscando cómo sacar adelante a su familia mientras que a ella ni siquiera le tocó estudiar. 

Me gustaron mucho todas las historias. De verdad recomiendo el libro y sin duda considero que es un buen libro que poner en la lista de pendientes. Sobre todo si quieren conocer un poco más de la India, es un libro que tiene un pequeño bonus: al final trae recetar de cocina del sur de la India. Todo es delicioso.

sábado, 10 de febrero de 2018

El ministerio de la felicidad suprema, Arundhati Roy | Reseña

Sinopsis: ¿Cómo contar una historia hecha añicos? Convirtiéndote poco a poco en toda la gente. No. Convirtiéndote poco a poco en todo. El ministerio de la felicidad suprema es la deslumbrante nueva novela de la mundialmente famosa autora de El dios de las pequeñas cosas. Nos embarca en un viaje íntimo de muchos años por el subcontinente indio, de los barrios masificados de la Vieja Delhi y las carreteras de la ciudad nueva a los montes y valles de Cachemira y más allá, donde la guerra es la paz y la paz es la guerra. Es una dolorosa historia de amor y una contundente protesta, una historia contada entre susurros, a gritos, con lágrimas carentes de sentimentalismo y a veces con una risa amarga. Cada uno de sus personajes está imborrable, tiernamente retratado. Sus protagonistas son gente rota por el mundo en el que vive y luego rescatada, recompuesta por actos de amor, y por la esperanza. La historia empieza con Anyum –que antes se llamaba Aftab– desenrollando una raída alfombra persa en un cementerio al que llama hogar. Nos encontramos con la extraña e inolvidable Tilo y los hombres que la amaron, incluido Musa, novio y exnovio, amante y examante: sus destinos están tan entrelazados lo estaban y estarán para siempre sus brazos. Conocemos al casero de Tilo, un antiguo pretendiente, en la actualidad oficial de inteligencia destinado en Kabul. Y conocemos a las dos Miss Yebin: la primera es una niña que nace en Srinagar y es enterrada en el atestado Cementerio de los Mártires; a la segunda la encuentran a medianoche, abandonada en la acera en el corazón de Nueva Delhi. A medida que esta novela cautivadora y profundamente humana trenza estas vidas complejas, reinventa lo que una novela puede hacer y ser. El ministerio de la felicidad suprema demuestra en cada página las milagrosas dotes de Arundhati Roy como contadora de historias. 


No sé como voy a empezar a hablar de este libro porque este libro es enorme y esconde un montón de cosas interesantes entre sus páginas. Vamos, no sé ni como empezar a hablar en esta reseña porque no sé que quiero contar primero. Creo que voy a empezar por el principio: cómo llegó este libro a mis manos. Antes de El ministerio de la felicidad suprema yo no había leído realmente ninguna novela de una autora india. Nunca. Había leído algún texto marxista de Anuradha Ghandy y El Ramayana y una novelita mala llamada One Indian Girl, pero nunca la novela de una mujer. ¿Qué ficción escribían las mujeres de la India? Entonces me encontré dos libros de Arundhati Roy en bookmate (esa bellísima e increíbe app que siempre les recomiendo probar) y decidí empezar por este porque lo había leído menos gente.

Es difícil describir El ministerio de la felicidad suprema como es difícil describir la India. Es difícil porque es un libro de más de 500 páginas que tiene entre sus páginas los grandes conflictos de la India desde la partición. Bueno, algunos, nada más. Entre sus páginas se encuentra un pedazo de toda la sangre derramada en Cachemira (Kashmir), ese territorio que tiene en conflicto con Paquistán, la sangre derramada en La Partición, en las frontera India-Pakistán, las revueltas de Guyarat, los linchamientos a los sijs después del asesinato a Indira Gandhi (cuyas órdenes hicieron que el ejército Indio abriera fuego contra los sijs en el Templo Dorado durante una de las fiestas más sagradas de la comunidad sij: la Operación Estrella Azul). Sin embargo, Arundhati pinta una India que es más que sus derramamientos de sangre. Así, pues, vamos a empezar por intentar describir el libro.


La India es tan grande que es imposible contenerla en un sólo libro. Aunque este libro recorre a veces desde el sur al norte, desde Kerala a Cachemira, de este a oeste, desde Guyarat hasta Andhra Pradesh. Con la parada obligatorio en Delhi, por supuesto. Mientras que en el sur de la India florecieron los grandes imperios hindus y el budismo floreció al oeste (especialmente en una época en la que el emperador Asoka decidió unificar todo su imperio bajo la bandera del budismo) y en los himalayas (todo alrededor de Himachal Pradesh) y los sijs estaban en Punyab, Delhi fue la capital de uno de los grandes califatos musulmanes del mundo. Sin embargo, al ver Delhi hoy en día, esa herencia no parece haberse quedado para la historia, no del todo. Rajasthan parece aún más musulman y fue un territorio altamente disputado entre imperios hindús y musulmanes (lo que explica la cantidad de fuertes que hay en esa ciudad, en serio, está llena). 

Chawri Bazar, en Old Delhi, una de las zonas musulmanas
En Delhi, en cambio, apenas quedan algunos recuerdos de la época del califato, sus artes se han ido borrando, su poesía sustituyendo, sus bailes, todo. De repente, a veces, ya no queda más que el recuerdo de las guerras y las conquistas, además, de, claro, algunas reliquias para los turistas como, por ejemplo, el imponente Fuerte Rojo, que uno puede ver caminando recto a la salida del metro Chawri Bazar, la Jama Masjid, cerca del metro Chandni Chowk, que según creo es la mezquita más grande de la India y donde diariamente se interrumpe la entrada a los turistas para los rezos (y que tiene reglas estrictas para turistas: nada de piel descubierta o mangas cortas, a las mujeres les dan abayas coloridas, con estampados floridos, y a los hombres con bermudas telas para que se las amarren a mofo de falda; el cabello de las turistas no les importa mucho si sólo vas a recorrer los patios, pero en el interior hay que cubrírselo), que está a sólo unos minutos del Chawri Bazar, más allá, casi en la frontera de Delhi con Uttar Pradesh, casi a la altura del rio Yamuna, está la tumba de tumba de Humayun, que muchos dicen, es la inspiración para el Taj Mahal. Y al sur, casi acercándote a Hauz Khas, está el Qutab Minar, que es, también, una tumba.

Chandni Chowk
En fin, ya les dejo de sorprender con mis conocimientos turísticos (si van a Delhi y me llevan les hago un recorrido por todo lo que dije, más templos sijs y templos hindus y bazares hermosos y restaurantes afganos increíbles) y procedo a hablarles un poco del libro. Una de las protagonistas nace, precisamente, en lo que es conocido como el Guetto Musulman de la parte vieja de Delhi: un área que rodea al Fuerte Rojo y a la Jama Masjid, entre el Chawri Bazar y el resto de la ciudad. Todo el resplandor de un califato quedó allí. En un barrio que, fuera de los puntos turísticos, les recomiendan a los turistas no pisar. En el Chawri Bazar a los turistas los estafan vendiendo especias carísimas (en serio, les van a parecer baratas si no saben cuando cuestan en el super, pero, en serio, son carísimas) y los van a invitar a pasar a todas las tiendas de textiles habidas y por haber (aunque la especialidad ahí parecen ser los vestidos de novia y todo lo necesario para las bodas) y todos los guías turísticos intentarán hacer que vayas al Fuerte Rojo. Bueno, ahí, justo ahí, ese es uno de los barrios musulmanes.


Anyum nace ahí (aunque entonces no se llamaba Anyum), en esos barrios. (Si se meten no pasa nada, lo más que ocurre es que van a ver más hijabs y más abayas y más niqabs que de costumbre y que si llevan el pelo descubierto y no se ven como jóvenes indias las van a ver con curiosidad, fin). Anyum nace en una familia que estaba esperando a un hijo desde hacía muchos años y cuando la partera anuncia que es un chico, todos respiran aliviados. Hasta la mañana siguiente, cuando la madre de Anyum descubre la verdad: su hijo/a es una hijra. Voy a hacer una pausa porque estoy segura de que no saben muy bien que significa esa palabra. Se usa este término para definir al tercer género de la India. Hoy en día es un término bastante paraguas que acoje varias identidades, aunque su uso se inició precisamente para describir a las personas intersexuales (que nacen con genitales masculinos y femeninos). Mientras que en gran parte del resto del mundo las personas intersexuales eran obligadas a definirse hombres o mujeres en un sistema binario que conocemos como El Género, en la India simplemente les decían hijras y se les consideraba el tercer sexo (ahora género). Hoy en día el término acoje a más identidades, no sólo de personas intersex, sino también de travas o mujeres trans.


Dejando del lado de la clase, Anyum es una hijra. Se vuelve famosa y decepciona a los periodistas cuando les dice que en su casa siempre la quisieron y la trataron con cariño y nunca sufrió maltrato, sino que más bien fue ella la que huyó de casa y los traicionó. Sueña con ser madre más que nada en el mundo, le encantan los vestidos bonitos y se viste con sarees increíblemente vistosos. Los primeros capítulos están dedicados a su vida. Me encantó leer de ella. Sobre todo porque el barrio donde nace y vive es mi barrio favorito en todo Delhi y yo me enamoro de todo lo que huela y sepa y se sienta como India, porque la nostalgia es poderosa.

Conforme avanzan los capítulos, los personajes van siendo presentados con sus historias, una a una, una a una. Cuatro amigos de la Universidad, Musa, Tilo y Naga y otro que acabó siendo burócrata del gobierno, nos van mostrando sus historias entrelazadas, poco a poco. Todas sus historias se entrelazan siempre en el mismo punto, en Cachemira, el mayor conflicto de la India. Cachemira tiene demasiada sangre y demasiada pérdida para meterla en un libro. Cachemira tiene miles de madres que lloran a sus hijos muertos y desaparecidos y cientos de mártires enterrados entre sus cementerios. La historia de Cachemira es una complicada. Les voy a hacer un mini resumen (mini). Resulta que todos los territorios controlados por Inglaterra por ahí se independizaron. Los muslmanes reclamaron un territorio para ellos y así fue como ocurrió La Partición. India y Pakistan (y Pakistán oriental que después se convirtió en Bangladesh tras otro conflicto armado del que no vamos a hablar aquí). Hubo migraciones enormes de hindus rumbo a la India y de musulmanes rumbo a Pakistán y hubo matanzas y sangre y mucha violencia.
Entonces llegó la Partición. En la nueva frontera entre India y Pakistán a Dios se le reventó la carótida y un millón de personas murieron a causa del odio.
Algunos estados permanecieron independientes. La mayoría cayó en las manos de India muy rápidamente y ya sólo quedaba el estado más al norte: Jemmu y Cachemira. Pakistán lo vio con ganas de anexárselo y atacó: al fin, era un estado donde la mayoría de la población era musulmana, especialmente en Cachemira, donde prácticamente no hay hindus. El gobernador por aquel encontes era hindu, sin embargo, no le hacía gracia anexarse a un estado musulman y hubiera preferido ser indpendiente (creo), pero le pidió ayuda a India y se anexó a India. Lo ayudaron militarmente. Sin embargo, el conflicto que se creo sigue hasta el día de hoy. Las aguas se calman algunos años, pero hay guerrilleros ahí y allá que quieren que Cachemira sea libre, otros que quieren anexarse a Pakistán, otros que buscan vida tranquila... En fin. Cachemira es lugar de conflicto y es, precisamente, uno de los grandes protagonistas de la historia.

Mujeres en Cachemira, zona ocupada
Musa es originario de Cachemira, por alguna razón, todas sus historias empiezan y terminan allí. Tilo conoce Cachemira de cabo a rabo, a pesar de ser originaria de Kerala (de una familia siria cristiana), le conoce las partes buenas y las partes malas. Naga es un periodista que no le cae bien al gobierno, es demasiad crítico, demasiado sincero. Entre los tres forman un triángulo de historias que no pueden vivir la una sin la otra y se van entrelazando, alrededor de los capítulos, poco a poco. El ministerio de la felicidad suprema teje una historia que, por momentos, parece quedársele grande. En un libro que agarra todo lo que puede de la India y lo va juntando, pedazo a pedazo, lo más armoniosamente que puede, página a página, para escribir este libro, lleno de pedacitos que cuentan una historia increíble. El ministerio de la felicidad suprema es, ante todo, un libro que cuestiona a la India y la enseña tal y como es, lejos de la imagen romántica que obtienen los turistas. Nos enseña sus múltiples conflictos religiosos y todo un entramado de tradiciones. La India no es ese lugar donde los Beatles fueron a meditar a Rishikesh, ni el lugar a donde peregrina la gente a ver al Dalai Lama, ni ese lugar a donde van miles de turistas a fumar marihuana a Manali y a Kasol. Esos son pedacitos de la India, pero la India es tan grande y tan inmensa, que es imposible describirla.

Las orillas del Ganges, porque es uno de los ríos que hay que visitar
 La India tiene una complicada relación con sus mujeres, una gran deuda por todas las libertades que les han sido negadas. India tiene conflictos religiosos, prejuicios religiosos. India tiene vacas que caminan por la calle y una ley que prohibe matarlas. India tiene tantas cosas, que me enamoré de este libro por ser tan honesto sobre un país que amo y en el que me encantó vivir. Si yo escribiera sobre la India, no sabría donde meter tantas cosas que vi y no vi ni la mitad de las cosas de las que habla Arundhati Roy. Algo que me gusta del libro es que remarca a las mujeres en él, su historia, sus sentimientos. Hace énfasis en las madres de los chicos de Cachemira, a las que les mataron a sus hijos, en las hijras paradas en los semáforos, que la gente evita. Hace énfasis siempre en ellas.
No había nada en la ciudad que perteneciera a las mujeres. Ni una mínima parcela de tierra, ni una chabola a las afueras, ni un pedazo de chapa bajo el que cobijarse. Ni siquiera el sistema de alcantarillado
Surgieron enjambres de mujeres arremolinándose en comisarías y campamentos del ejército llevando en sus manos un mar de fotografías tamaño carné, sobadas y blandas de tantas lágrimas: Por favor, señor, ¿ha visto a mi hijo en alguna parte? ¿Ha visto a mi marido? ¿Por casualidad, no ha tenido usted aquí a mi hermano?
Y ya me detengo, que esta reseña es muy larga y creo que todavía no le hace justicia a un libro que habla de las pesadillas en Cachemira, y las hijras de Delhi y las revueltas de Guyarat. Un libro cuya prosa es hermosa y que no puedo hacer más que recomendarles y recordarles que pueden encontrar en bookmate sin ningún problema en español.

Jantar Mantar de Delhi, otro de los lugares mencionados en el libro
No había ningún guía turístico a mano que le dijese que en Cachemira las pesadillas eran promiscuas. Que les eran infieles a sus dueños, que se colaban dando volteretas, sin rubor, en los sueños de los demás, que no respetaban límite alguno y que eran las mayores expertas en emboscadas. No había fortificación ni edificio vallado que pudiera mantenerlas a raya. Lo único que uno podía hacer con las pesadillas en Cachemira era abrazarlas como a viejos amigos y tratarlas como a viejos enemigos
Si quieren probar Bookmate y leer algo de estos libros, les traigo un código por un mes gratis: NEAPOULAIN. Sólo lo tienen que hacer válido en este link y ya están bien puestos para leer. El código será válido hasta el 31 de julio, así que tienen tiempo pa' pensar, pero no se tarden mucho, ¡que el tiempo corre! Este libro en especial lo encuentran en este link.

jueves, 23 de febrero de 2017

One Indian Girl, Chetan Bhagat | Reseña

"El feminismo me arruinó la vida"
― Yo, leyendo.

Sinopsis: Hi, I'm Radhika Mehta and I'm getting married this week. I work at Goldman Sachs, an investment bank. Thank you for reading my story. However, let me warn you.
You may not like me too much. One, I make a lot of money. Two, I have an opinion on everything. Three, I have had a boyfriend before. OK, maybe two.
Now if all this was the case with a guy, one might be cool with it. But since I am a girl these three things I mentioned don’t really make me too likeable, do they? 
(Si alguien necesita la traducción, pídamela en los comentarios y en seguida la hago).

Este libro consigue contar una historia romántica medianamente entretenida y divertida, darnos un bastante entretenido tour por las bodas indias y quedar en ridículo hablando de feminismo. Sobre todo lo último. Se supone que la protagonista, la exitosa Radhika Mehta es feminista y cree en la igualdad, pero si su autor no sabe más que cosas superficiales de lo que realmente es el movimiento, pues la cosa es complicada. Alguna vez me dijeron porque igual es que el feminismo en la India aun estaba luchando por cosas básicas, pero, oigan, conozco increíbles mujeres (y hombres) indias que no tienen problemas hablando de feminismo y no dejarlo en cosas superficiales. Pero bueno, me enfoco en eso después o voy a lanzar el libro por la ventana antes de acabar con todo. Entonces, como dijo Jack el Destripador, vamoh' por partes.

1. La locura de las bodas indias


Sí, son una locura, eso es cierto en el libro. La hermana de una amiga se casó en Ludhiana (Punjab) hace unos años y cuando estuve en India me enseñaron los retratos de su boda y aprovechamos para preguntar varias cosas sobre el asunto. Conseguimos respuestas como que, por ejemplo, las bodas pequeñas tienen más o menos 500 invitados, que el novio a veces se pone una cosa ridícula encima del traje hecha de billetes (tengo una foto de ello, esperen). Bueno, me tocó ver como esa misma amiga viajó desde Greater Noida en Uttar Pradesh a Himachal Pradesh, un viajecito de doce horas en autobus, porque necesitaba ir con su familia de shopping porque no tenía zapatos qué ponerse para la fiesta de compromiso de uno de sus primos. No es broma. Así que si todo el asunto de la organización de la boda les parece exagerado, les sugiero que tengan paciencia, respiren hondo y créanme: en general no es un estereotipo, es que así son las bodas. 

Acabo de ver la foto de uno de mis ex profes en su boda con esto.

Las escenas relacionadas a la boda fueron de lo que más disfruté, principalmente, porque aquí en China (digo, India), parece ser común que todo el mundo persigue a la novia para todo y que hay mil cosas que hacer. Radhika a veces se queja de algunas costumbres que le parecen misóginas o del hecho de que la familia de la novia tenga que apechugar ante los problemas para que la del novio esté cómoda, pero me dio tristeza ver que eso no llegaba a nada. No tenía ningún sentido en la trama o para el núcleo, era como el personaje de Radhika gritándole a una pared que no le hacía caso (lo cual hubiera podido dar juego en la frustración del personaje y esa dualidad de buena hija india y feminista que quiere cambiar las cosas), pero en realidad no sirve de nada para la trama, parece estar allí sólo para que no olvidemos que es *cofcof* feminista *cofcof*.

Novia India, porque los vestidos y mehndi son hermosos

En fin, esa fue la parte que más disfruté del libro, ahora pasemos a lo menos. 

2. Las relaciones amorosas y los ex de fragil masculinidad  


Radhika, ante de llegar al punto en el que está a punto de casarse tuvo dos relaciones con dos indios. Una en Nueva York, una en Honk Kong, respectivamente. Las dos son abordadas de diferente manera, pero los dos ex coinciden en algo: son dos hombres de bastante frágil masculinidad. Y aunque a los dos el autor intenta pintarlos como feministas, al final, los dos revelan sus verdaderas caras. ¿Cómo empezar a analizar aquí? Bueno, creo que lo haré ex por ex, será mil veces más sencillo, para criticar esa idea de la masculinidad tan terrible que veo retratada una y otra vez. El retrato de los dos ex, que calza con el final del libro, no está del todo mal, tengo más cosas que criticarle al libro además de eso.

Debu y el deseo de casarse con una ama de casa


Debo es un chico Bengalí, Indio, que trabaja para una empresa de publicidad, no hace mal dinero y le gusta a Radhika porque parece ser todo pro #GirlPower. Le explica a Radhika conceptos feministas cuando la conoce, especialmente de ese libro tan famoso que se llama The Beauty Myth y lo escribió Naomi Wolf; ella parece preguntar sinceramente, pero me resulta curioso que las explicaciones siempre empiecen del lado del hombre, como si la pobre chica no supiera nada. Entonces es cuando le dice a Radhika que como mujer exitosa (porque ella trabaja en un departamento super exclusivo de un banco) es su deber inspirar a otras mujeres. Y allí está, listo, se nos caen las bragas a todas porque el chico es todo pro liberación de la mujer y pro equidad de género y todas esas cosas. 

Pero luego saca las verdaderas intenciones. Así que me veo en deber de poner aquí un cartel de SPOILERS. No son spoilers mayores ni revelan ningún punto de la trama muy especial, pero sí analizan un poco a fondo el personaje de Debu y cómo quiere la liberación de la mujer de puertas para afuera y adentro quiere una esposa dedicada a la casa y a los hijos. Cosa de por sí respetable, hay mujeres que eso eligen y tener la opción de elegir es justo por lo que pelea el feminismo. Pero bueno... vamos al asunto.


1. Debu se pone un poco butthurt porque su novia gana más que él. No lo puede manejar, a pesar de que el chido es todo pro #GirlPower. Creo que queda claro que pro #GirlPower no mucho, eh. Y mientras los bonos de Radhika ascienden, él no crece en su trabajo y se las cobra con Radhika. Algo de por sí estúpido, porque ella nunca alardea de sus bonos (aunque los celebra, porque son sus logros y tiene derecho a celebrarlos) ni le echa en cara que ella gana más que él. Sin embargo, él se las cobra con ella, que lo anima, no le restriega nada en la cara y le da buenos consejos. Porque, bueno, su masculinidad estaba demasiado golpeada por una mujer que ganaba más que él. (Y esto pasa mucho, en la vida real, sólo analizo lo que pasa con los personajes, no es crítica exactamente, porque he visto ha miles progres como Debu que sacan los verdaderos colores cuando sienten que les están quitando algo). 

2. Quiere una chica que lave, que planche y que le haga de desayunar; una ama de casa, pues. La elección es en sí respetable, pero ese trasfondo no es sólo Debu, viene de toda una sociedad tremendamente patriarcal. Ahora que Trump es todo un personaje en el mundo, el NY Times publicó un estudio sobre su vida privada (y la de miles de hombres) que se llama Why men want to marry Melanias and raise Ivankas y dice que justamente, el cambio de los roles de género se ve menos amenazante para ellos y su privilegio si son los hijos quienes lo heredan mientras ellos se pueden quedar cómodamente atrasados en lo que ellos llaman valores tradicionales (una esposa que sea ama de casa devota... y ya). Obviamente, el feminismo ha peleado por la liberación de las mujeres y por darles el poder de elección por si alguna quiere quedarse en su casa y hacerle de desayunar a sus hijos. Pero el asunto es ese: la mujer debe tener el poder de elegir si quiere enfocarse completamente en su carrera o completamente en su familia o si quiere mandar todo al carajo o si quiere hacer las dos cosas. Ningún hombre debe forzar la elección en ella. ¿Y adivinen que trata de hacer Debu con Radhika? Sí. Exacto. Bueno, ya lo dijo la sabia palabra de Leslie Knope en Parks and Recreation:  



3. Cuando Radhika lo manda al carajo intenta interrumpir su boda y hacerlo que se case con él porque ha cambiado y siempre la ha amado. Radhika puso los ojos tan en blanco que casi se le quedan al revés para siempre, porque claro, Debu quiere a alguien que se quede en casa, no a Radhika. Pasemos al siguiente.

Neel y la historia de la otra


Con Neel, Radhika se vuelve la otra. La amante. Con el tiempo, he aprendido que no sales con alguien que le esté poniendo los cuernos a alguien porque la esposa, la novia, el esposo o el novio no tienen la culpa. Y si eres mujer, no le haces eso a otra. El chiste no es competir. Pero bueno, vamos con el personaje de Neel, que también parece hecho para que se nos caigan los calzones: admira a las mujeres exitosas y no tolera tratar con personas que hacen chistes sexistas o tratan a Radhika como un florero. Bueno, por si acaso, aviso de SPOILERS otra vez.


1. Neel se cree con el poder de juzgar que mujeres están hechas para la maternidad y cuáles no. Radhika varias veces habla de como quiere carrera e hijos, eventualmente los segundos. Con Debu lo hace: quiere familia, pero no quiere renunciar a su carrera por ello. Es decir, como ella lo pone en un punto del libro: quiere volar, pero también tener un nido. Entonces, llega un punto de la relación con Neel en el que ella está desesperada porque no sabe qué hacer (sabe que no puede hacerle lo que le está haciendo a la esposa de Neel) y, desesperadamente, quiere empezar su búsqueda para sentar cabeza y tener hijos. Pero Neel lo corta todo de un tajo y casi casi le dice que no le parece que esté hecha para la maternidad. Por supuesto, me encanta lo mucho que debe de tener un hombre como Neel para decir sobre la maternidad.


2. También intenta interrumpir la boda de Radhika para convencerla de que huya y se case con él porque ahora se ha divorciado y siempre la amó. A Radhika se le quedaron los ojos en blanco de ponerlos al revés. Porque claro, Neel quiere a la Radhika que quiere volar, no a la que quiere hijos (¡y son la misma!).

Radhika ahuyentando ex novios de masculinidad frágil

De cómo decir fuck it all y mandar a los hombres de masculinidad frágil al carajo


Radhika los cita al mismo tiempo, en el mismo lugar y les explica cómo no es nada feminista ni bueno para la liberación femenina el hecho de que ambos hayan querido hacerle elegir entre su carrera y su deseo de formar una familia y que no le interesa nada con ninguno de los dos porque no quiere lidiar con esa masculinidad que los rodea y es tan frágil. Hell yes! Y, no les quiero spoilear el final/final, pero la verdad es que Radhika acaba bastante bien y en sus propios términos, dandose tiempo para descubrirse. 

Ahora, vamos a la parte mala del libro.

3, Cómo pretender ser feminista y errarlo todo, además de sólo poner cosas superficiales


Ese es el autor y casi lanzo el libro por la ventana varias veces debido a eso. ¿Por qué? Porque no sabe ni papa de feminismo, ni de lo que ha significado el movimiento y de lo que pelea. ¿Debería? Quizá, si pretende escribir un personaje que es abiertamente feminista. Y oigan, no es mucho, es googlear y todo el conocimiento está a tu disposición, sólo te falta saber seleccionarlo. ¿Por qué lo digo? Porque, para empezar, aun define feminismo como creer que hombres y mujeres deberían ser iguales, mismos derechos, mismas obligaciones. Y, la verdad, es que el feminismo en realidad lucha por la liberación de la mujer, siendo la igualdad una consecuencia lógica de esta liberación. Como dicen: el feminismo es la noción radical de que las mujeres son personas. 

Hay un momento en el libro, bastante mansplained, en el que un hombre le dice a la chica que debería ser humanismo y no feminismo, porque el feminismo se centra en la mujer y todos deberían tener los mismos derechos... ¡¡¿QUÉ?!! No sé ni por donde empezar a refutar esto, pero vamos:

1. Claro que el feminismo está centrado en la mujer: es un movimiento por nuestra liberación. ¿Cómo no nos íbamos a centrar en eso, cuando las mujeres somos las que estamos oprimidas y los hombres los que tienen el privilegio? Obvio que nos centramos en nosotras


2. El humanismo no tiene nada que ver con derechos iguales para todos los seres humanos del planeta, de hecho, es algo completamente diferente, esperen, dejen les copio la definición del humanismo como movimiento: 
Movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos xiv y xv que, rompiendo las tradiciones escolásticas medievales y exaltando en su totalidad las cualidades propias de la naturaleza humana, pretendía descubrir al hombre y dar un sentido racional a la vida tomando como maestros a los clásicos griegos y latinos, cuyas obras redescubrió y estudió.
¿Ven allí algo de derechos iguales? Sí, yo tampoco. El humanismo es una corriente culturar y un movimiento intelectual que poco tiene que ver con la igualdad. Le da valor al ser humano y se dedica al estudio de las humanidades. No lucha por la igualdad aquí, chicos, vayan a buscar a otro lado. Entonces, el autor lo erra todo. I rest my case.