Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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martes, 7 de marzo de 2023

A pesar de Camelot, Verónica Pazos | Reseña

Portada de A pesar de Camelot de Verónica Pazos

Sinopsis: Era una mañana de niebla cuando el merlín dejó a Arturo en la puerta de Kay. También lo era cuando vio la piedra y arrancó la espada. Cuando se la entregó a su hermano. Cuando dejó de oír al bosque. Cuando Camelot se diluía en las sombras del agua. Cuando Kay recogía la espada y la corte oculta también estaba mirando; el bosque, sus seres.
Siempre un Arawn en el trono, siempre un Lanzarote en el lago. Siempre Arturo y el destino.

Estoy obsesionada con Lanzarote en el lago, con Arturo y con su destino y en general con todo lo que rodea al mito artúrico y a la matería de bretaña. Eso me hace bastante propensa a buscar este tipo de libros (no que todos me gusten, pero los de Vero Pazos hasta el momento son de mis favoritos). Silvia Plato lo dice en su Breve Historia de la Fantasía (y ya lo dije en la reseña de Noche en Tintagel, libro conectado a este pero que se puede leer de manera independiente, un detalle que me parece espléndido en este mundo lleno de secuelas, precuelas e historias conectadas que a fuerza necesitas para entender algo):

Y es que quien sucumbe una vez a la leyenda artúrica, irremediablemente, sucumbirá mil veces más y no podrá evitar que terminen cayendo en sus manos todas las obras que resuenen con los ecos de la Dama del Lago.

No es una mentira. Cada que algo cae en mis manos donde resuenan los ecos de la Dama del Lago me siento en la absoluta necesidad de leerlo (y sufrir decepciones es, definitivamente, algo triste). A pesar de Camelot me consumió por completo y casi lo acabé en un viaje de siete horas en autobús. No podía hacer nada más que leer, así que no podía soltarlo; narra una de las historias más conocidas de la leyenda: Arturo sacando Excalibur de la piedra. Incluso muchos de los que no tienen ni idea del lore artúrico, han visto La Espada en la Piedra (adaptación de la primera parte de El rey que fue y será de TH White) y conocen a Grillo, a Merlín y a Kay.

Excalibur en la piedra
Excalibur; por Jeremy Paillotin

Verónica Pazos le imprime su visión, su prosa y hace una versión como nunca antes he leído una (y eso es lo bueno que tienen las palabras: podemos seguir reinventado los mitos y las historias y seguirlas contando y serán la misma y otra diferente a la vez). Agarré un par de temas sobre la novela para discutir. 

Lo féerico y el Otro Lado

Ya he hablado en varias ocasiones de cómo cierta tendencia a descubrir el lado oscuro de los cuentos de hadas, a recordarnos que los seres féericos no siempre son buenos (aunque se les sigue enmarcando en lo bueno y malo), etc., en realidad sólo está descubriendo que el agua moja. O sigue terca en tratar a lo féerico como si fuera humano. Puede que a las hadas las hayamos creado nosotros, escribiendo historias. Puede que el bosque lo hayamos ido poblando, poco a poco, contando historias. Pero los elfos, las hadas, nada de eso es humano. Vienen de las historias y de todas las voces que las han ido construyendo, poco a poco. 

Lancelot en la capilla, ilustración
Ilustración del libro The Book of Romance

Cuando yo leo fantasía me gusta que exista esa atmósfera que me permite recordar que estoy tratando con criaturas que no son humanas. Ese momento en el que el texto las vuelve reales para mí. Hay un montón de recursos y un montón de maneras. Incontables escritores se han dedicado a imaginar el Otro Lado, el Bosque, el Reino Peligroso, todos esos mundos secundarios a los que accedemos imaginando y moldeándolo a su gusto. 

 Hoy en día, de hecho, se puede ver hasta casi una obsesión por lo que llaman worldbuilding. Yo soy muy escéptica del fenómeno, porque aunque me parece una gran herramienta cuando estamos hablando de partidas de rol y juegos afines, encuentro que el foco del worldbuilding no es La Palabra, en mayúsculas, ni el lenguaje. Podemos construir un mundo, sí. Tan detallado como queramos o tan poco detallado como lo deseemos. Construir mundos así, hacer sus mapas, fichas, sus enciclopedias, todo eso me parece, en teoría, fascinante, porque además de fantasista y de lectora, y de escritora, fui rolera. Pero cuando quiero enfocarme en la literatura, soy escéptica.

Siento que si sólo nos enfocamos en escupir detalles sobre lo que estamos construyendo y no trasladamos eso a la prosa y al estilo, realmente no funciona. Podemos hacer todo el worldbuilding del mundo, si quieren, y nunca hacer un trabajo verdaderamente literario. Hay miles de manuales. Tipos de clima, cómo dibujar mapas, sistemas económicos, cómo hacer que tu historia medieval se vea legítima según en dónde la quieras ambientar (si es que tiene una conexión con nuestra realidad), armaduras, palabras. Todo está muy bien, pero de repente en un montón de estas obras lo que tienen es datos. 

Sólo datos. 

La dama del lado, en pintura
La dama del lago, por Speen Lancelot

Cuando hablo de mi fascinación por lo feérico de Verónica Pazos reconozco que es porque es alguien que hizo realmente un trabajo con el lenguaje y las palabras y la literatura no tiene más que eso. La lengua. Siempre sabes cuando los personajes de A pesar de Camelot se están enfrentando al otro lado o hablan con un ser que no es humano o descubren una parte de su naturaleza que hasta el momento no entendían. Te lo dicen sus palabras, cómo hila las oraciones, cómo se vale tan sólo del lenguaje para construir aquella atmósfera en su libro. Ya lo mencioné cuando hablé de Noche en Tintagel, el libro que precede a este (ambos se pueden leer sin leer el otro, pero leer ambos complementa muchas cosas de ambos). 

Aquello que se esconde en el otro lado es fascinante, sin duda. Ya lo puse en la cita al principio: aquellos que escuchen los ecos de la Dama del Lago no podrá escapar nunca. 

Arturo y el destino

Hay muchas versiones de la historia del rey Arturo, muchas visiones. Quizá una de las más famosas es La espada en la piedra, basada en la primera parte de El rey que fue y será de T. H. White (tengo ganas de hablar de ese libro porque tiene partes que me gustan mucho y grandes detalles, pero a la vez T. H. White era muy anticomunista y hay cosas que sólo me ponen los pelos de punta, pero bueno: su Lanzarote es de las cosas que más recuerdo con cariño). Hay películas, hay libros, hay pinturas, poesía. Hay toda una generación que vio Merlin en la BBC (hola, soy yo). Hemos oído el nombre de Merlín, de Morgana, de Arturo y Guinevere. Aun cuando mucha gente no tenga ni idea de todo el lore de la materia de Bretaña, al menos han escuchado sobre el rey Arturo y por qué es tan importante para Gran Bretaña. 

Arte conceptual de Camelot en los tiempos de Arturo.
Camelot en los tiempos de Arturo, por Kieran Belshaw.

Me gusta la visión de Verónica Pazos sobre él porque, desde luego, pinta una imagen muy interesante sobre él. Lo vemos a través de los ojos de Kay, el hijo de Sir Hector, el caballero que acoge a Arturo (Grillo, si vieron Disney o Verruga si leyeron a T. H. White). Nos encontramos con la Dama del lago, con el otro lado, con la magia, con el destino de Arturo, del cual él todavía no sabe nada. 

Una manera de simplificar al máximo a los personajes sería decir: sí y es que son personajes grises (¿acaso no lo son todos los personajes o al menos la mayoría, porque los humanos no nos definimos bajo el bien o el mal absoluto?). La frase no es una mentira, pero creo que no alcanzaría a hablarles de la relación entre Arturo y Kay, las mentiras, el destino. La mirada de Kay sobre Arturo y los pensamientos de Arturo, que no alcanzamos a ver hasta que la narración no nos lo permite. Me gusta mucho como la prosa de Vero Pazos va hilando poquito a poquito cómo están unidos los dos personajes y cómo están entrelazados sus destinos. Me inspiró a escribir cosas a mí y eso no es poco

También me gusta la mirada sobre el destino y lo inamovible que puede ser o parecer. Me fascina la narrativa en la que, a fuerza de evitarlo y huir de él, se va cumpliendo, poco a poco. Ver cómo los personajes son libres de elegir y van eligiendo aquello para lo que están destinados aun cuando saben que preferirían huir. Y es que, ¿por qué contaríamos historias, si creyéramos que no se puede cambiar algo tan inamovible como eso?

(Podría contarles, en un paréntesis cómo digo que escribir es destino: porque sé que yo no puedo hacer nada más, que escribir es como respirar, que al fin y al cabo es mi destino, sera buena para eso o no; podría intentar huir, pero siento que siempre volvería de nuevo, al principio, una y otra vez; pero no venimos a hablar de eso, sino de los personajes de Vero Pazos).

Conclusiones

El encantamiento de Merlín; Merlín indefenso ante Nimue
El encantamiento de Merlín, por Edward Burne-Jones

Al final, si buscamos libros del Rey Arturo y los personajes que lo rodean, encontraremos muchos. Películas, cómics, videos en internet, juegos de rol, fanfics, adaptaciones para todo tipo de narrativa. ¿Por qué un libro más o un libro menos sería diferente, sería bueno, sería imperdible? La verdad es que no lo sé. Yo puedo apuntarles hacia A pesar de Camelot y contarles por qué me devolvió el amor por el mito Artúrico (y a ustedes podría no causarles nada al final, pero al menos me quedaré con el cariño de haber escribo sobre él). Lo que sé es que todas las buenas historias inspiran a otros y luego esos otros siguen inspirando a otros y así hasta el infinito. Si seguimos escribiendo y contando sobre Arturo y Lanzarote (y sobre el caballero verde y Sir Gawain, sobre Tristán e Isolda, sobre Percival, sobre Blancaflor, sobre Igraine y Uther, y Merlín y el otro lado y Pywill y Sir Grummore, sobre el Rey Cuervo) es porque existimos muchos que seguimos escuchando el rumor del agua, de la Dama del Lago y escuchamos sus ecos en todas partes. 

Este libro es uno de esos ecos; pude escucharlo cuando lo leí. Por eso lo estoy poniendo aquí y lo recomiendo. A pesar de Camelot, de Verónica Pazos. Escuché a Lanzarote caminar en el bosque y corrí a buscarlo. Si ustedes también han escuchando un rumor que se le parezca, entonces este libro les puede gustar mucho y, por eso, se los recomiendo. Si lo leen, no duden en contarme. 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Noche en Tintagel, Verónica Pazos | Reseña

Portada de Noche en Tintagel de Verónica Pazos

Sinopsis: Era una noche de lluvia cuando Uther Pendragon se enamoró de la esposa del conde Gorlois. También lo era cuando suplicó a Merlín que le diera el rostro de su enemigo por tan solo el espacio de una larga noche, aunque entonces no fuese consciente de cómo de larga sería. La lluvia siempre es más espesa en Tintagel, la noche siempre es más aterradora en la guerra, Igraine siempre es más bella cerca del mar. La batalla ya ha sido librada cien veces en los sueños del destino.

Podría no hacer sido una tormenta tan violenta, podría no haberse hecho de noche, Gorlois podría no haberla enviado a Tintagel, Uther podría no haber suplicado a Merlín hasta que su voz se hubo marchado, ya agotada, hacia el mar. Pero es una tormenta muy violenta, es una noche muy cerrada, Tintagel está sobre el agua y Uther está en Tintagel. 

Así empieza este libro que conseguí y empecé específicamente porque trataba algunas cosas que me interesaban del ciclo Artúrico. Como Igraine, la Reina, la mamá de Arturo, a la que Uther había violado (o no, depende de la versión de la historia) porque se había quedado prendado de ella en una obsesión muy poco sana para todos y muy beneficiosa para Merlín (puesto que el rey que estaba predestinado, o sea, Arturo, nacería de esa unión). El libro cuenta tan sólo la historia de lo que fue una noche en Tintagel (un castillo medieval que sí existe, situado en North Cornwall) y también para el Otro Lado, el otro mundo que muchos conocen como Faërie. 

Tintagel, en Gran Bretaña
Tintagel

Y hay dos cosas que quiero tratar especialmente en esta reseña, así que la voy a separar en dos, igual que el libro, que está separado en dos partes.

Igraine en este lado

—[...] Cada día, a partir de hoy, solo veremos amanecer, prohibiré la noche, cuando venzas a Uther y seas el rey de toda Bretaña y yo, tu reina... —dice, al fin mirándolo—. Entonces te pediré que prohíbas la noche, que ordenes a tus arqueros que apunten sus flechas hacia la luna y que no cesen sus disparos hasta que los primeros colores del arrebol rasguen el cielo como una tela barata.

En la materia de Bretaña, Igraine es conocida por ser la madre de Arturo (y creo que todos sabemos sobre el rey Arturo). Se convierte en la esposa de Uther Pendragon, el padre de Arturo, tras la muerte de su primer esposo, Gorlois de Cornualles. Y otras veces la historia se va por muchos lados, depende de qué versión se lea y que tanto detalle sobre Igraine se encuentre. Muchas versiones coinciden en que era considerada muy hermosa, capaz de hacer perder el aliento a los caballeros, lo que causa que incluso Uther se enamore de ella y acabe haciéndole la guerra a Gorlois con tal de tener una excusa de quedarse con su esposa. Así, pues, Gorlois deja a su esposa en Tintagel, un castillo que, se dice, es imposible de asediar, puesto que el agua lo rodea. Y este libro narra la historia de la noche en la que Uther consiguió entrar en Tintagel y engañó a Igraine creyendo que era Gorlois (ayudado por Merlín, a quien le interesaba mucho que Arturo naciera y había una profecía) para acostarse con ella y todas esas cosas que hacen los hombres pendejos que creen que una mujer les debe afecto. Y así, pues, lo vemos desde sus ojos.

—El destino es esta noche. —Uther no duda cuando responde, siente la verdad pegada a su lengua como el sabor de un asado bien especiado—. Que yo esté aquí, que tú estés aquí, que la luna esté hermosa, que tú lo estés más, que las sábanas sean tan suaves, que tú lo seas más. El destino es como esta noche. Esta noche está destinada a terminarse.

Tintagel Castle, por Karine Villete
Tintagel Castle, por Karine Villete

Muchas veces, cuando lo que importa es Arturo y su historia, Igraine tiende a volverse una figura desdibujada (ella no crió a su hijo, por ejemplo) a través de la materia de Bretaña. Es el nombre de una mujer, a veces, tan solo y nada más. Sin embargo, si he encontrado muchas escritoras (sobre todo ellas, aunque hay excepciones) que rescatan los nombres femeninos de la materia de Bretaña y construyen sus historias, re interpretaciones, re imaginaciones y lo que se les ocurra con ellos. Un ejemplo es Marion Zimmer Bradley, que recupera a Morgana y durante la primera parte de Las nieblas de Avalon (en español editado como un pequeño volumen llamado Experta en Magia), también a Igraine y elige escribir un romance con Uther que se repite a través del tiempo y las reencarnaciones, cambiando la leyenda y removiendo a Igraine del papel de la víctima. En su tiempo sí me pareció una reinterpretación interesante, debo decir (aunque debo terminar toda la historia), pero hoy vine a hablar de otro recuento de esa noche en Tintagel. 

Uther, con el rostro de Gorlois, se introduce en el castillo y pretende engañar a una Igraine muy lista, desconfiada, que no duda en cuestionar lo que ocurre en esa noche tan larga. Además, a través de Igraine me pareció que Verónica Pazos aprovechaba para explorar la vida de las mujeres nobles en esa época. Es interesante porque una cosa a la que siempre se enfrenta uno cuando se habla del Medievo es a todas las preconcepciones que la ponen como una época en la que se atrasó la ciencia, no existió ningún avance y es como un hoyo negro en la historia de Europa. Tan, tán. Las mujeres eran todas pobres desgraciadas sin nombre, partidas por el mismo molde (creo que esto ya se desmiente con recuentos de la historia de las mujeres tales como lo tiene Kollonati en La mujer en el desarrollo social o incluso Simone de Beauvoir en El segundo sexo); hoy todo lo que nos parece bárbaro e imposible es adjudicado sin más a la edad media y listo. Los clichés de la Edad Media son tantos y tan selectivos que ya hasta me río de ellos. No porque no fuera una época en la que no pasaran cosas malas, no: es que me da risa que existan autores rancios que justifiquen la violencia a la mujer que ponen por shock value en sus libros, sin sensibilidad alguna, como realismo porque "así eran las cosas" (y sólo se preocupan por ese realismo, nada más, nada de la higiene, nada de las enfermedades, nada, sólo la violencia; ese y no más) como también me da risa cuando se pone al supuesto "realismo" por encima de las historias (aunque esto me da menos). 

Castle on the rocks, Thomas Salonga
Castle on the rocks, Thomas Salonga

Redescubrí el medievalismo de la mano de muchas escritoras (por ejemplo, Verónica Murguía con El fuego verde) y le volví a abrir las puertas a algo que estaba lleno de señores de hoy peleándose por quién ponía más violencia gratuita nada más porque sí. Verónica Pazos también ha sido un pasito pequeño en todo el redescubrimiento que llevo y en mi obsesión a la materia de Bretaña (la cual he escrito, reimaginado, deshecho, convertido en millenial, movido y todo lo que a ustedes se les ocurra). Siento que especialmente las autoras contemporaneas que están escribiendo un poco al margen de lo que se impone en el mainstream gringo tienen cosas muy importantes qué contar y tienen cierta sensibilidad especial para hablar de los personajes femeninos y muchas veces salirse de a dicotomía de la guerrera fuerte vs la doncella débil y explorar otros arquetipos. Igraine no demuestra usando la espada como una guerrera y, aunque yo amo a las personajas que lo hacen, también me parece importante que existan ejemplos en los que el intelecto, la audacia y astucia demuestren la fuerza de un personaje.

Durante casi la primera parte observamos a Igraine desde los ojos de Uther que finge ser Gorlois. Tanto para él como para los lectores, forzados a enfrentarse a la mirada obsesionada y parcial de Uther, Igraine es un misterio. No es hasta después que ella misma se asoma hacia la narración y leyendo somos testigos de quién es realmente Igraine, fuera de ser la esposa de Gorlois o la obsesión de Uther, que intenta explicarla desde sus ojos, sin ser capaz de hacerlo. Me pareció una manera interesante de tratar el tema porque cuántas veces no hemos visto mujeres escritas y definidas a partir de las miradas de los hombres que las rodean. Aquí primero vemos a Igraine con un Uther terco por definirla así y luego tenemos que enfrentarnos a su figura de frente, sin ningún tipo de mirada masculina.

No deseo que me elijáis porque mi padre es rey o porque mi madre está muerta y eso os apena, o porque mis hermanas están prometidas, o porque este castillo está en la frontera de reino y eso os favorece, o porque mis hermanos varones son infantes y débiless [...]. O porque os parezca bella, como yo tampoco deseo elegiros porque así me lo parecéis. [...] Deseo que toméis entre vuestras manos mi líquida alma y de ella bebáis hasta notar el cuerpo pesado y la mente ebria. Deseo que, cuando mi sangre se haya mezclado con la viestra y ya no podáis distinguirla, entonces sostengáis mi corazón desnudo prieto entre nuestras manos hambrientas y que, devorándolo hasta la saciedad, deseéis que no haya podido ser de otra forma.

 Arawn en el otro lado

Merlín hace la noche más larga de lo que debe y el mundo debe pagar las consecuencias. El otro lado (Faërie, el País de los Elfos, el Reino Peligroso o como sea que lo conozcan) también se enfrenta a las consecuencias del hechizo que el merlín llevó a cabo para alargar la noche de Tintagel y que fuera concebido el hijo de Uther e Igraine. Aquel lado que no conoce la muerte porque tampoco conoce el tiempo, ni la empatía, donde los elfos y las hadas hacen fiestas y se deleitan convirtiendo a sus humanos favoritos en estatuas o devorando a los niños que cambian para que sus vástagos puedan sobrevivir protegidos en el lado que conocemos.

Forest of Fairies de Christian Harimuti
Forest of Fairies de Christian Harimuti

Sin contarles la trama, ese lado también aparece, con Rhiannon a la cabeza (una de las figuras más proponentes de los mitos celtas) y la historia de Arawn, dios astado, el rey del Otro Lado. Siempre me ha gustado una buena historia que sepa conectarse al folclore, porque toda la fantasía está parada un poco sobre él. Silvia Plato, en Breve historia de la fantasía (un libro sobre el que tengo pendiente hacerles algunos apuntes por aquí), habla sobre la materia de Bretaña y todo el mito que la rodea de una manera que me parece muy atinada (en mi caso, al menos, como lectora y escritora): 

Y es que quien sucumbe una vez a la leyenda artúrica, irremediablemente, sucumbirá mil veces más y no podrá evitar que terminen cayendo en sus manos todas las obras que resuenen con los ecos de la Dama del Lago.

Alrededor de la leyenda artúrica tenemos un montón de mitos y folclore que todavía nos rodean y que seguimos explorando. Sucumbiremos mil veces más leyendo, buscando, disfrutando, escribiendo. Este libro me gustó porque me da una provada de lo que estilísticamente es capaz Verónica Pazos y aunque por momentos pensé que no sabía a dónde iba a llegar (quizá uno de los únicos problemas, que sentí que al principio dio unas vueltas más de las necesarias; pero como la prosa era muy preciosa disfruté muchísimo el viaje de todas maneras). La segunda parte, por el contrario, me pareció mucho más vertiginosa al ver a los personajes enfrentarse al Otro Lado y a lidiar con las reglas de ese mundo y la magia. 

Rhiannon cabalgando en Arberth

—[...] Cuando un humano muere en vuestro Lado, su alma se convierte en un fantasma, todavía guarda la forma de su cuerpo. Sin embargo, cuando muere en Este Lado, en nuestro Lad, las fuerzas de la magia aplastan su contorno, lo reducen hasta hacerlo indistinguible, pierde toda humanidad porque este reino no conoce la humanidad, no conoce la muerte.
—¿Convertirlos en estatuas es un acto de piedad? —Uther apenas contiene la risa.
—No, es un acto egoísta. Los miembros de mi corte convierten en estatuas a sus amantes para poder observarlos siempre, mantenerlos vivos como ellos, tan inmortales. La gente blanca no puede morir por el paso del tiempo, porque en Este Lado no conocemos el tiempo.

Tolkien llamó a ese mundo, ese lado, ese otro lugar, el Reino Peligroso precisamente porque no era un lugar rosa pastel al que fueras a tomar té con las hadas. Sí, se puede hacer tratos con esas criaturas, pero a veces el precio del trato es mucho más alto que lo que sacarás a cambio (y todo este libro es prueba de ello). Últimamente he estado muy acostumbrada a ver libros que pretenden llamarse fantasía por tener uno o dos elementos de adorno (recordemos que el dragón no hace a la fantasía) y que me cuentan intrigas palaciegas nada más (nada contra ellas, me gustan mucho, pero el dragón no hace a la fantasía, repito; no me interesan las historias donde la magia no tiene consecuencias, tomamos tecito con las hadas y no hay nada peligroso en el Reino Peligroso...).

Amanecer en Tintagel (conclusiones)

¿Les recomiendo este libro? Sí. Fin.

No es cierto, me voy a extender más. Creo que es una buena obra para ver qué es lo que puede ser la fantasía hoy y cuál puede ser el panorama del momento, sobre todo en español, donde sigue siendo un género mal entendido, despreciado y que todavía no tiene el auge que en este momento tienen el fantástico, la ciencia ficción y el terror (que sí, hay hibridaciones que me resultan muy interesantes, pero pongámonos por un momento en el papel de la fantasía solito). 

Me dejó deseosa de leer más a Verónica (que además si se dan una vuelta por su tuiter verán que tiene más proyectos de fantasía y medievalismo; editoriales, denle casa) y seguir conociendo sus letras. Noche en Tintagel lo encuentran en Onyx Editorial (lo que significa que para este lado de charco sólo está en digital y a estándar de euros, la buena accesibilidad...) por si esta super reseña conseguió hacerlos que se interesaran un poco más por él.

Ahora sí no me extiendo más, nos vemos en la siguiente reseña.