Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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lunes, 10 de abril de 2017

Dos reseñas por el precio de una

Reposteos por causas de fuerza mayor. Originalmente las reseñas estaban en La Cueva del Escritor.

El señor de las moscas de William Golding


Sinopsis: Una treintena de muchachos son los únicos supervivientes de un naufragio en el que perecen todos los adultos. Enseguida se plantea cómo sobrevivir en tales condiciones, y no tardan en crearse dos grupos con sus respectivos líderes. Ralph se convierte en el cabecilla de quienes están dispuestos a construir refugios y a recolectar, mientras que Jack se convierte en el jefe de los cazadores, animados por un espíritu más aventurero. Las tensiones entre ambos bandos desembocan en un enfrentamiento que se resuelve en un baño de sangre.

No sabía que esperaba de este libro en particular, realmente, lo había visto mencionado aquí y allá en varios libros y desde que leí la sinopsis siempre me había interesado. Sin embargo, quiero pensar que lo leí en el momento exacto. Para empezar, el libro nos sitúa en una isla donde ha habido un naufragio y los únicos supervivientes son unos cuantos niños. De ellos, Ralph tiene madera de líder, porque la gente hace lo que él ordena sin cuestionarlo, pero le falta algo de sentido común algunas veces, y allí entra Piggy. En todo el libro, parece ser la única persona con sentido común, obviamente con el sentido común de un niño y los anhelos de un niño, pero sentido común al fin y al cabo.
—La vida —dijo Piggy animádamente— es una cosa científica, eso es lo que es. Dentro de un año o dos, cuando acabe la guerra, ya se estará viajando a Marte y volviendo. Sé que no hay una fiera... con garras y todo eso, quiero decir, y también sé que no hay que tener miedo. Hubo una pausa —A no ser que...Ralph se movió inquieto.
—A no ser que, ¿qué?
—Que nos dé miedo la gente.
Por el otro lado, y en el otro extremo, tenemos a Jack, el líder del coro, que está acostumbrado a que lo obedezcan, al parecer, a base de miedo. Ralph consigue el liderato porque la mayoría de los niños votan por él y, para mantener a Jack contento, lo pone al mando del coro, que Jack elige que sean cazadores. Qué importa que no tengan lanzas, o que no sepan cazar, serán cazadores. 


Sin embargo, las tensiones no tardan en aflorar entre los dos grupos. Se celebran asambleas en las que todo el mundo habla y decide cosas que al final no se llevan a cabo porque a los niños se les olvidan y se abocan a jugar. Si el primer refugio lo construyeron entre todos, el último lo hicieron sólo dos personas. A todo eso se le añade el miedo de los niños, sobre todo de los más pequeños, a una supuesta fiera que sólo ellos han visto y las peleas entre los jefes. Resulta casi exasperante ver como Piggy a veces es el único que intenta aportar un poco de sentido, pero nadie le hace caso. Parece como el colegio: como no es popular, no es importante. 


El final es quizá demasiado abrupto, pero muy apropiado. Los chicos se han empezado a volver una panda de salvajes, olvidando el rescate e intentado establecer una cadena de mando en la que gana el más fuerte, al que lo sigue más gente, y no el más inteligente. La supervivencia del más apto, como si fueran una manada de animales. La historia está muy bien narrada y el libro, al ser muy corto, se hace rápido. La trama tiene sus altas y bajas, pero en general la pluma de Golding te mantiene en constante expectación, deseando saber qué pasará. 

Unwind de Neal Shusterman


Sinopsis: En una sociedad donde los adolescentes no deseados son perseguidos por las partes de su cuerpo, tres fugados luchan contra el sistema que los "desconectaría". Los padres de Connor quieren librarse de él porque es problemático. Risa no tiene padres y va a ser desconectada para recortar costes del orfanato. La desconexión de Lev ha sido programada desde su nacimiento, como parte de la estricta religiosidad de su familia. Unidos por la casualidad primero y por la desesperación después, estos tres compañeros poco convencionales realizan un peligroso viaje a través del país, sabiendo que sus vidas penden de un hilo. Si sobreviven hasta su decimooctavo cumpleaños, nadie podrá hacerles daño. Pero cuando todas y cada una de las partes de su cuerpo, desde sus manos hasta sus corazones, son codiciadas por un mundo que se ha vuelto loco, los dieciocho parecen estar muy, muy lejos. 

Unwind es un libro que, a partir de la sinopsis, me recordó a Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro. Pero no tiene nada que ver. Los personajes de Ishiguro no cuestionan, al menos no demasiado, la humanidad o la naturaleza de aquellos que los clonaron y, aunque hay unos personajes que lo intentan, la obra no gira alrededor de eso. En cambio, los protagonistas de Unwind, al menos dos, buscan huir, escapar de la desconexión: porque una vez que la orden es firmada, no hay vuelta atrás.

Un año antes del fin de la guerra el premio nobel de medicina le fue otorgado a quien descubrió como donar todos los tejidos, los órganos, todos sus partes del cuerpo. Sin ese gran descubrimiento no hubiera sido posible la paz entre los Pro-Vida y los Pro-Elección, que,  decidieron que todo niño tiene derecho a nacer. Las madres pueden quedárselos, dejarlos abandonados en una casa, siempre y cuando no los descubran, o llevarlos al gobierno. Todos los niños estarán protegidos hasta, por lo menos, los trece años. Entre los trece y los dieciocho años, su destino es incierto. 


Niños problemáticos con padres que firman las órdenes de desconexión porque están hartos de ellos, huérfanos criados por el gobierno, que al final los desconecta para hacer espacio, los hijos menores de familias altamente religiosas que donan un diez por ciento de todo lo que poseen a la iglesia. También hijos con padres divorciados que prefieren ver a sus hijos desconectados antes de permitir que el otro tenga la custodia. Porque, después de todo, todo desconectado tiene una historia que no quieres saber.

El libro es desesperación, una huida frenética de personajes que no saben si pueden confiar en las personas que les están ayudando, un correr sin mirar atrás. Porque ya no se buscan curas para el cáncer, el sida, nada. Sólo se cambian los órganos y uno vuelve a quedar como nuevo. Claro, que para eso necesitan desconectados. Una cuestión de pura demanda y oferta, que nos muestra una sociedad deshumanizada. 

Claro que no todo en el libro es perfecto y si algo chirría bastante es el hecho de que el mundo parece igual: no hay más tecnología, nada. Ni una pista de que estamos en un futuro (considerando que fue escrito en 2007) asolado por una guerra que dejó a todos casi en la destrucción, que es uno de las premisas recurrentes entre los libros de este tipo. Ni una sola pista. 

Un libro que, si bien no es una obra maestra, te hace reflexionar. porque... ¿hasta dónde podemos llegar por nuestra supervivencia?