Sinopsis: Constanza conoce a Jero como nadie, es su mejor amiga y confidente. Ella sabe que su hermano mayor es distinto a otros chicos, lo supo mucho antes de que él se lo contara. Compartir ese secreto la hace sentir única en el mundo, pero ahora Jero está enamorado y ha decidido revelarle a sus padres lo que siente. Aunque Constanza está muy orgullosa de él y lo acepta como es, pronto sabrá que no todos piensan igual.
Este libro me quedó a deber y me quedó a deber un chingo. Me gustaría decirles que está bien chido y que está bien padre y que que chingón que publiquemos LGBT para niños en México y que que chingón que el Fondo de Cultura Económica lo haga. Bueno, las últimas dos cosas son verdad, me encanta ver que la literatura LGBT infantil se hace un espacio en las librerías, pero este libro me queda a deber y me queda a deber mucho. He pensado que quizá soy yo. ¿Es mi estándar? Pocos libros lo pasan y los que lo pasan los sobre analizo de una manera que no deja duda de que, ante todo, estamos hablando de una cultura popular creada en un mundo opresor, en un mundo construido por hombres blancos, dónde todo vale según el dinero que puede ganar... o no.
Roxane Gay habla, en Confesiones de una Mala Feminista, de la desesperación por la representación y toda la responsabilidad que le conferimos a la cultura popular porque queremos vernos representados. De hecho, cuando sale algo medianamente diferente, todos perdemos nuestra shit aun cuando el producto en cuestión sea un producto mediocre. Lo pueden ver en los sitios que se dedican a hablar de cultura pop por todas partes. Orange is the new black sigue siendo una serie halagada por su representación, aun cuando esta representación haya empezado como un estereotipo caminante y haya acabado en el lucro total del sufrimiento de las minorías negras y latinas de la serie (que hay quien se excusa diciendo que es realista... y sí, bueno, háganse esta pregunta: ¿las historias de los negros y los latinos inmigrantes en EUA siempre tienen que estar definidas por el racismo?). Bueno, creo que el ejemplo se entiende.
Entonces, resulta que estamos desesperados por representación: y no es para menos, la cultura popular es mayoritariamente blanca, heterosexual y dirigida hacia los hombres. Además, estamos hablando desde latinoamérica, esa esquinita del mapa en la que todos creen que todo es México, del río Brazo a la patagonia, que todos relacionan con narcotráfico y violencia, que todos relacionan con el reggeaton... Estamos hablando de una esquinita del mapa que es muy ignorada. Si son de latinoamerica, piensen, ¿cuántas veces vieron a alguien de afuera hablar de un libro latinoamericano que no sea... por ejemplo, Cien años de soledad? ¿Cuál es la visibilidad que tenemos en este mapa? Nos consumen los estereotipos que otros tienen sobre nosotros. Entonces, nos encontramos ante un libro de una escritora mexicana de temática LGBT que es para niños. Y les juro que lo que más me gustaría es decirles que ese libro es maravilloso, cero puntos malos, que es genial que exista, pero creo que hay que analizarlo un poco para saber que clase de representación tenemos.
Mónica B. Brozon |
De Mónica B. Brozon he leído otros libros, así que no es la primera vez que nos vemos. Y, sinceramente, esperaba más. Es también por qué me ha tenido muy malacostumbrada. Aquí veo su estilo, sus referencias a la cultura pop, su narración sencilla y a ratos chusca, pero como que al libro le faltó un poquito de espíritu. El libro, Sombras en el Arcoirís, nos encontramos a Constanza, una niña muy amigable, que tiene un hermano al que quiere mucho y que se llama Jero. Jero es gay. Jero, además, tiene la suerte de haber nacido en el medio de una familia open-minded que lo acepta perfectamente cuando sale del clóset (cosa que pasa en las primeras páginas del libro). Tiene un novio, Óscar, que no tiene esa suerte. Constanza tiene amigas, tiene compañeras que repiten los prejuicios de sus papás (prejuicios que están muy vivos en México, un país donde tenemos a algo llamado Frente Nacional de la Familia, que se la pasa chingando con que la familia es papá, mamá y bebitos y todo lo que este fuera de eso es antinatural). Tenemos, pues, un escenario que me creo perfectamente.
El núcleo lo veo débil... débil en el sentido no sé cuál es. ¿Es mandar un mensaje de aceptación para los jóvenes LGBT? ¿Es hablar de las realidades de los jóvenes del colectivo LGBT en México? No, en serio, no sé. Podría ser los dos, pero en ambas cosas se queda muy tibio. El libro hace concesiones que no me gustan para ser más aceptable dentro de una sociedad patriarcal asustada de lo diferente. Si fuera un primer intento de hablar de personajes LGBT dentro de la literatura infantil, entendería más las concesiones que hace. ¡Pero Dios mío, no es el primero! Sofía Olguín tiene una editorial llamada Bajo el Arcoirís que distribuye de manera gratuita y por intentet, libros LGBT para niños y jóvenes y deja oír su mensaje fuerte y claro. La editorial el Naranjo tiene un libro cuya protagonista es una joven trans (que tengo pendiente de leer, porque no sé qué tan bien o que tan mal lo hayan hecho). Varias editoriales independientes en México han publicado pequeños cuentos cortos LGBT para niños antes. Este no es un primer intento. Y sinceramente, para no serlo, es muy tibio.
Vamos a ver este asunto por puntos (hay spoilers, perdón):
1. La homosexualidad de Jero se describe con una serie de cualidades que no dejan de estar basadas en roles de género. La orientación sexual de una persona es su orientación sexual... y ya. Es una cualidad que te hace víctima de muchas violencias diferentes, pero es una cualidad. Los hombres gays son descritos como afeminados casi siempre, por default, porque es la única representación de un hombre gay que se nos ocurre. Lo mismo pasa con las mujeres lesbianas, que de repente o son increíblemente masculinas o son sólo usadas para hablarle a los fetiches de los hombres (porque la cultura popular apela a los hombres, obviamente). De la representación trans ni hablamos: suele ser ridícula. Entonces, la homosexualidad de Jero se explica por medio de sus gustos que, en este mundo regido por el binarismo hombre y mujer, son simples estereotipos de lo que le debería gustar a una mujer. Y Lady Gaga. Por supuesto, todas esas cualidades de Jero son completamente válidas, ¿quién dice que no? El problema está en que estamos usándolas para explicar que por eso es homosexual o... que, porque es homosexual, tiene esos gustos, como asociándolas. Y creanme, en este mundo, crear estereotipos que caminan nunca le funcionó a nadie.
2. Me encanta la explicación sobre el sentir de Constanza cuando se meten con su hermano y ella no quiere darles cuerda pero a la vez está furiosa por dentro. Es un punto muy positivo del libro porque en pocas palabras, Mónica describió un sentimiento que conozco muy bien. Me pasa muy seguido. Las ganas de ignorar los comentarios culeros que la gente dirige hacia ti o los que quieres y las ganas de cortarles la cabeza. El respirar hondo mientras en la mente los estás usando de saco de box. El intentar parecer tranquilo cuando muy dentro de ti sólo quieres gritar. Cuando las compañeras de Constanza, repitiendo lo que han oído en casa o en la tele o en esos miles de lugares que desinforman y alimentan el odio y los prejuicios, insultan a su hermano o la insultan a ella, se siente impotente porque no sabe que hacer. Me gustó esa parte, kudos.
3. Sin embargo, es un libro de esos muy tibios que dice que todas las opiniones son válidas... aunque lo dice entre líneas. Hay un momento en el que Constanza está triste porque le dijeron cosas muy feas en la escuela sobre Jero y sobre ella. Una niña le dice que en la Biblia dice que su hermano se va a ir al infierno y que está a tiempo de arrepentirse. Jero la consuela, le dice que no es cierto porque no conoce a nadie que se haya muerto y haya vuelto para contarles en donde acabó y cosas varias. Al final, Constanza le pregunta si todo eso signifca que la niña que le dijo las cosas feas está mal. Y Jero le dice que no. Porque cada quien es libre de creer lo que quiera. Y tal cual. Será que yo sobreanalizo, pero bueno, vamos a partir eso en pedacitos. Efectivamente, la niña no es que esté mal: la biblia dice esas cosas, es correcto, las instituciones religiosas nunca se han caracterizado por ser de lo más tolerantes cuando de orientación sexual e identidad de género estamos hablando. El dato es correcto: la Biblia dice que Jero va al infierno. El problema es que lo que la niña hace sí está mal. Está usando un dato de un libro muy viejo, que se interpretado y reinterpretado al gusto de los hombres en el poder de la Iglesia Católica, para andar esparciendo un discurso de odio. Y ustedes me dirá: no manches, cálmate, es una niña, discurso de odio. Y tienen razón. Ni esa niña debe ser consciente de lo que es andar pregonando discursos de odio, ni los niños que leerán el libro, o sea el público meta. ¿Entonces cuál es mi chingado problema? Mi chingado problema es que el subtext de ese "cada quien es libre de pensar lo que quiera" parece mandar un mensaje que dice que está bien todo ese asunto. Y no. Los niños sólo repiten lo que sus padres dicen, pero en algún momento hay que romper el círculo y bien que un libro puede hacerlo. Total, si la novela ya se va a poner aleccionadora, bien podría decirles a los niños que las opiniones que denigran a otra persona están mal, muy mal (y créanme, que, entre líneas, los niños lo entienden casi todo). Esa es una de las concesiones que me parece que hizo el libro para verse más aceptable a sectores de la sociedad que, aunque muy dizque open-minded, todavía dudan de la existencia de esta clase de libros.
4. La mención sobre las terapias pa' que la gente deje de ser gay, o trans, etc. Existe en el libro. Constanza le hace un álbum a su hermano con mujeres para ver si consigue encontrar una que le guste. Lo hace cuando es muy pequeña y me parece un gesto interesante. Primero, porque entiendo a esa Constanza, más niña, bombardeada por la heterosexualidad por todos lados, comprendiendo a su hermano. Me pareció genial, de hecho, porque muestra, entre líneas, la importancia de la representación en la cultura pop. Luego, en referencia al novio de Jero, Óscar, se menciona que sus papás son la clase de personas que lo llevarían a esa clase de terapias. De hecho, lo separan de Jero y se lo llevan lejos y... ¿NADIE HACE NADA? ¿Saben lo que son esa clase de terapias? ¿La tortura que implica? ¿Todas las violaciones a derechos humanos que ocurren con esas personas que dicen que te puedes rehabilitar y en esas clínicas? Sí, ya la calmo, es un libro para niños, pero carajo. Estamos hablando de un tema serio y en el libro lo desechan como si nada, como si fuera sólo cualquier cosa. Hablando de eso, vamos a mi penúltimo punto.
5. El padre de Óscar, el novio de Jero, y su hermano, lo golpean y lo dejan en el hospital. Todo digno de denunciar. Jero no denuncia, lo cual es muy real, porque hay miedo, porque es la familia de su novio, porque... mil cosas. Pero, hablando con Constanza, cuando ella le pregunta porqué no denuncia, él dice que son la familia de Óscar y él así los quiere. Carajo. No me vengan con esas. ¿Saben lo que es vivir violencia familiar de a de veras? ¿LO QUE ES? A esa edad, la de Óscar, no quieres a quien te violenta y probablemente sufras un trauma que va a acabar en terapia. ¿Así los quiere Óscar? Puta madre, no me chinguen. Ya me pasé de groserías, pero es que ese mensaje, el de que las familias se quieren aunque te violenten, aunque no te respeten, es rastrero. Te quedas con esas familias por miedo, no por pinche amor. Además, Jero deja entrever la posibilidad de que la familia de Óscar intente llevar a su novio a una clase de rehabilitación ¿Y ME ESTÁN DICIENDO QUE TODAVÍA NO LE HABLARON AL DIF? Puta. No mamen, personajes fictios raritos. Bueno, igual el miedo es el miedo, pero imaginen que un niño gay lee esto, por ponerles un ejemplo y entiende, entre líneas, que las familias igual se quieren aunque pasen estas cosas, ¿qué mensaje le están dando? Pista: no es uno positivo. Y hablando de esto, vamos al último punto.
6. Jero y Óscar no acaban juntos y el libro se queda tibio porque da la sensación de que nunca terminó realmente. Patricia Highsmith escribió un romance entre dos mujeres, hace mucho tiempo, en el año 1952. No era la primera novela con protagonistas LGBT que existía en el mundo, pero sí era una excepción a la mayoría: la pareja acababa junta y feliz. En el afterword ella habla de este hecho y dice que no sabe si fue la primera novela LGBT con un final feliz para sus protagonistas, pero que lo cree. Dice que, después de publicada, recibió miles de cartas diciendo "gracias", precisamente por ese final, porque, hasta entonces, ella sólo conocía novelas donde, al último, la pareja acababa separada, volvían al camino que les había impuesto la sociedad (la heterosexualidad) o se abrían las venas en la tina y se suicidaban; eso le daba la impresión de que esas novelas eran sólo aceptables porque sus protagonistas se suicidaban, aceptaban que vivían inmoralmente, etc. El caso de este libro es especial, porque los protagonistas acaban separados, aunque Jero está dispuesto a esperar a Óscar. El libro toca una realidad mexicana y de muchas partes del mundo: sí, muchas parejas de adolescentes son separadas por padres prejuicios y conservadores. Punto. Es una realidad y no puede ser escondida. Pero, ¿de verdad está es la clase de representación que la literatura infantil necesita? ¿De verdad está es la clase de historia que los niños necesitan leer? O más bien, ¿está historia está narrada de la manera en que la necesitamos? Porque la literatura infantil está plagada de temas trágicos (Buenas noches, Laika de Martha Riva Palacio Obón), pero la narrativa tiene mucho que ver en como percibimos las historias. Y en el caso de niños que están conociéndose y comprendiendo muchas cosas sobre su identidad sexual, me gustan las historias esperanzadoras, que muestren con total normalidad a parejas diversas (Bron y el Dragón y Javier y el Príncipe del Mar, por ejemplo. Historias que no hagan de su único núcleo la discriminación a la otredad por el simple hecho de ver discriminación y apelarle a un público sensible sin nada más interesante o ningún otra clase de trasfondo.
Bueno, ese fue mi análisis del libro y, aunque creo que soy un poco dura, lo soy porque estoy tan desesperada de ver diversidad y representación, que trato de aferrarme a cualquier cosa que la muestre o lo intente. Fuera del tema del libro, quiero hacerle una increíble mención especial a Raúl Nieto Guridi, que es el fantástico ilustrador del libro y, que con dibujos increíblemente sencillos, le da un ambiente muy tierno a este libro. No podía acabar mi reseña sin mencionarlo, porque el trabajo de los ilustradores es, muchas veces, ignorado.
Ilustración de Raúl Nieto Guridi |
Bueno, entonces, los dejo que saquen sus conclusiones... y yo me voy a pensar que acabo de escribir un testamento sobre un libro de 62 páginas.