Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

miércoles, 24 de junio de 2015

Palabras envenenadas, Maite Carranza | Reseña

Sinopsis: ¿Qué pasó con Bárbara Molina? Nunca se encontró su cuerpo ni se consiguieron pruebas para detener a ningún culpable. Una llamada a un móvil pone patas arriba el destino de muchas personas: el de un policía a punto de jubilarse, el de una madre que ha perdido la esperanza de encontrar a su hija desaparecida, el de una chica que traicionó a su mejor amiga.Palabras envenenadas es una crónica de un día trepidante, vivido a contrarreloj y protagonizado por tres personas cercanas a Bárbara Molina, desaparecida misteriosa y violentamente cuando tenía quince años. Un enigma que, después de cuatro años sin resolverse, va a verse sacudido por nuevas claves. A veces, la verdad permanece oculta en la oscuridad y sólo se ilumina al abrir una ventana. Una historia de mentiras, secretos, engaños y falsas apariencias que pone el dedo en la llaga sobre mitos incuestionables. Un relato escalofriante que disecciona la hipocresía de la sociedad española moderna. Una denuncia valiente de los abusos sexuales infantiles, sus devastadoras consecuencia y su invisibilidad en este mundo bienpensante nuestro.
Gracias a este libro conocí en persona a Maite Carranza. Ya conocía su gran trilogía La guerra de las brujas, cargada de mitología y me había gustado (aunque el final me desencantó un poco). Sin embargo, considero que este, Palabras envenenadas, es el mejor libro que tiene. De temática realista, es engañoso, porque no puedes confiar en los narradores; tiene un poco de policíaco, pero creo que, en todo el sentido de la palabra, no es realmente policíaco.

Palabras Envenenadas ahonda en la miseria de una familia medio deshecha desde que secuestraron a la hija mayor. Su madre se ha volcado en los tranquilizantes y se ha vuelto casi una momia viviente. El inspector encargado del caso, de cara a su jubilación, se enfrenta cara a cara a todos aquellos casos que nunca podrá resolver y este es uno que, de hecho, lleva bastantes años en su escritorio. Y la mejor amiga de la chica secuestrada de repente se ve envuelta en todo el asunto de nueva cuenta porque recibe una llamada y oye, claramente, una voz que le dice: "Soy yo, Bárbara. Ayúdame."


Desde allí, la acción de desarrolla vertiginosamente en menos de veinticuatro horas, narrándonos desde el punto de vista de Eva, la mejor amiga, Nuria, la madre de Bárbara, Salvador Lozano, el inspector encargado del caso y la misma Bárbara —que es, de hecho, la única que lo hace en primera persona—. La novela está narrada en presente y considero que es un acierto. Te pones en la piel de los personajes mucho más fácil gracias al estilo de Maite Carranza, que no es nada complicado ni adornado. Escribe muy directo, parco, seco, no hay descripciones para las cosas que no hace falta describir, ni se detiene mucho tiempo en detalles apenas importantes. Eso, por supuesto, puede volver loco a más de uno, porque uno tiende a intentar resolver el misterio y cada detalle parece una pista que la escritora va dando para que lo hagas. Sin embargo, como nos encontramos dentro de la cabeza de los personajes, algunas cosas son pistas, algunas son simples cabos sueltos. 

Maite Carranza
La resolución del misterio es una de las resoluciones más impresionantes que he visto. Inteligente, con toda concordancia con cada uno de los detalles que se soltaban allí y allá, y una perfecta explicación a todos los porqués que aparecieron en el libro. Palabras envenenadas es un libro con muchas interrogantes, muchísimas, y las suelta a la misma velocidad que alguien podría pensarlas, así que no te puedes dormir ni un momento mientras estás leyendo. Sin embargo, no aumenta el misterio de manera gratuita nunca, no alarga lo inevitable. La autora supo manejar perfectamente un misterio que de otra manera se hubiera convertido en un monstruo. 

El libro es vertiginoso, sí, pero por su género, más le vale serlo. Un libro mucho mas largo o lento se hubiera vuelto aburrido, pero con este, en apenas dos o tres capítulos (narrados siempre desde el punto de vista de un personaje diferente), ya tenemos el panorama principal de todos los personajes, un vistazo a su rutina. No desperdicia capítulos mostrándonos banalidades, ni suma páginas de manera gratuita. Maite Carranza va al grano: un inspector se va a jubilar, atormentado por todos los casos que deja sin resolver y el mismo día, la mejor amiga de Bárbara recibe una llamada. Se empieza a poner en marcha, muy rápido, la carrera por adivinar el final, por adivinar dónde está Bárbara y con quién. Por qué la secuestraron y por qué su captor la mantiene a salvo.


La narración apenas tiene diálogos, pero no los necesita para ser amena. Los narra de manera indirecta. Quizá eso asuste a más de uno, pero debo decir que no tienen nada que temer: están ante un libro bastante entretenido, de misterio, con un misterio que puede engañar a cualquiera. Recomendado, por supuesto. Quizá sea un libro ligero y no muy trascendente (aunque, leyendo entre lineas, se pueden adivinar frases lapidarias sobre la naturaleza humana), con personajes bien perfilados aun para la manera vertiginosa que tiene el desarrollo, con una prosa amena, cuidada, y muy directa. Un libro que me hace tenerle fe a lo juvenil, además de todo y si han visto mis reseñas sabrán que este tipo de libros no son nada frecuentes.

En fin, los invito a leerlo y formarse su propia opinión sobre él. 

lunes, 22 de junio de 2015

Distopías que valen la pena

Ya que al parecer hay una avalancha de distopías que no parece que vaya a terminarse pronto, vengo a recomendar lo que yo considero mejor dentro del género. Distopías que le dan tres mil vueltas a Los juegos del hambre y que se ríen de Divergente, mundos que sí de verdad son pesadillas vivientes y que considero que todo el mundo debe intentar leer al menos una vez en su vida. Bueno, ¿empezamos?

1984 de George Orwell


Qué Panem ni que Presidente Snow, Snow se caga nada más de vivir aquí. Aquí el Gran Hermano hace temblar a Snow. Una crítica al régimen soviético de Stalin y en general a todo socialismo mal enfocado de la URSS. Pero el libro es mucho más que un libro político, nos habla de la manipulación de los medios, de la gente, de la credulidad y de los rebeldes. Desde el principio queda muy claro: "ustedes no van a liberar al mundo, sólo van a ayudar y a morir en el intento." Es uno de los libros cuyo final me pareció increíble, con un desarrollo que te va llevando allí sin que te des cuenta. 1984 está en un mundo donde el Ministerio de la Verdad dice mentiras y el Ministerio del amor destruye el alma, tortura y encarcela.

Pórtico de Frederik Pohl


Quizá la calidad literaria de este libro no sea lo mejor: su prosa es tan árida como estepa y tan plana como sabana africana. El estilo es muy parco y el desarrollo de los personajes no es lo mejor que he visto porque prácticamente no existe. Sin embargo, a la hora de ver a la humanidad como un colectivo, lo que nos muestra es desgarrador: gente desesperada por obtener un poco de notoriedad, de éxito, buscando los artefactos que una raza alienígena, de la que poco se sabe. El protagonista se traslada a Pórtico, un pequeño cuerpo celeste donde los Heechees, una antigua raza que estuvo en todo el universo, y desde allí nos empieza a contar de qué es capaz la gente para conseguir un poco de éxito en un mundos sobrepoblado.

Máquinas mortales de Philipp Reeve


O comes, o eres comido. Este es el más juvenil de los libros que pondré aquí. Tiene tres secuelas, de las cuales la realmente buena es la segunda y las demás... bueno, no me llaman demasiado la atención. Sin embargo, este libro es de lo mejor a la hora de mostrar un mundo completamente despiadado. Lleva su planteamiento inicial al límite: o comes, o eres comido. En este caso, las ciudades móviles se comen unas a otras y la población de las ciudades comidas pasa a la esclavitud. En esto, tenemos a un habitante promedio de Londres, Tom, un aprendiz de historiador, que se cruza con una asesina demasiado joven, Hester, en busca de vengaza. Ambos caen de Londres y se ven obligados a moverse por la tierra firme: un mundo desolado, fangoso, y con apenas recursos.

Un mundo feliz de Adolf Huxley


A pesar de lo aclamada, no es mi favorita. Reconozco que tiene un brutal éxito en probar su punto, pero los personajes del libro siempre se me hicieron demasiado lejanos para que pudiera empatizar con ellos y lleva lo fantasioso a un límite que no me hizo demasiada gracia. Sin embargo, la idea del pre condicionamiento humano, esa teoría de que puedes condicionar a que cada quien esté feliz con aquello que tiene, con su clase social y crear un mundo donde el entretenimiento sea vano y la cultura esté prácticamente erradicada. Es justamente lo contrario a 1984 y si acaso, para mí, lo que logró probarme es que cualquier extremo es malo. En este caso, lleva el consumismo y el capitalismo al extremo y nos muestra un mundo que me da miedo.

Farhenheit 451 de Ray Bradbury


Mi favorito, sin duda alguna. Mi peor pesadilla, también. Un mundo donde la gente ya no acostumbra caminar, ni mirar el cielo, ni mirar alrededor. Un mundo donde los libros se queman y el protagonista es un bombero, que no está del todo seguro si lo que está haciendo está bien. El conflicto empieza cuando roba un libro y descubre por qué, precisamente, los libros han sido condenados a la quema. El libro tiene uno de esos finales abiertos de los que algunos se quejan, pero a esta historia no hay otro final que le vaya bien.

Bueno, ya saben mis recomendaciones en distopía, al menos por ahora. Me quedé muy en lo clásico, claro que sí, pero es que realmente no hay tantas cosas en el género que me causen tantos escalofríos como estas historias. Así que ya saben, ¡A LEER!


viernes, 19 de junio de 2015

Brazil, Terry Gilliam | Reseña

Sinopsis: En un extraño y deprimente universo futurista donde reinan las máquinas, una mosca cae dentro de un ordenador y cambia el apellido del guerrillero Harry Tuttle (Robert de Niro) por el del tranquilo padre de familia Harry Buttle, que es detenido y asesinado por el aparato represor del Estado. El tranquilo burócrata Sam Lowry (Jonathan Pryce) es el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima, circunstancia que le permite conocer a Jill Layton (Kim Greist), la mujer de sus sueños. Y, mientras la persigue, hace amistad con Harry Tuttle y se convierte en su cómplice

Imagina un mundo basado en 1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Adolf Huxley, El proceso de Franz Kafka. Si es que has leído esos libros, claro. Brazil es esa combinación casi absurda porque... ¿a quién se le ocurre que de semejante crossover vaya a salir algo bueno, sobre todo cuando 1984 y Un mundo feliz tienen puntos de vista totalmente opuestos? Bueno, pues Terry Gilliam es el director de semejante delirio que actualmente tiene un lugar entre las 1000 películas que tienes que ver antes de morir.

Brazil tiene, de 1984, el férreo control del gobierno sobre sus habitantes, las instalaciones perturbadoras del Ministerio del Amor y las mismas tácticas que el Ministerio de la Verdad: no es suficiente con desaparecer a alguien, es necesario borrar toda pista de que esa persona alguna vez existió. De El proceso, la pesadilla burocrática interminable. Una sucesión de ventanillas, sellos y trabajadores sin aparente propósito, que cobran un sueldo haciendo sabrá dios qué. De hecjo, parece que ni ellos lo saben. Y finalmente, de Un mundo feliz, el desenfreno, la diversión fácil y la falta de cultura.

Brazil podría ser considerada una película distópica que deja por los suelos a otras del genero, más nuevas y con muchos mejores efectos. Brazil barre hasta a Matrix, uno de mis sci-fi favoritos. Un oficinista sin nada especial un día ve su vida de cabeza: ayuda a su jefe a arreglar un error de sus superiores que nunca se equivocan, encuentra a la chica con la que ha estado soñando, acepta un nuevo trabajo conseguido por su madre y se relaciona con un fugitivo de la justicia. 


La película es desenfrenada, va demasiado rápido. Por detalles, vamos viendo como es el estilo de vida de los desdichados que nacieron allí: la comida sólo se ve en fotos, todo lo que se sirve es un puré muy poco apetitoso. La esposa de un alto funcionario ve su nombre cambiado cuando alguien de más arriba lo confunde y, con la creencia de que en el gobierno no hay equivocaciones, el error simplemente se perpetúa. El mundo de Terry Gilliam es una pesadilla completa: saturado por la publicidad, controlado por el gobierno. 

No le recomiendo esta película a mucha gente. No es la película más sencilla del mundo, claro, pero si disfrutaste uno de los libros que menciono allá arriba, te aseguro que Brazil va a tener un mínimo de sentido para ti. Mi madre, que de este tipo de cosas no entiende, la detesta porque no le entiende. Porque no tiene sentido, y porque las máquinas de escribir tienen pantallas, entre otras cosas (un claro guiño a George Orwell y 1984). Pero yo la amo, precisamente por lo mismo