Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

domingo, 23 de junio de 2013

El estereotipo de la chica lectora

Lee. Quizá tiene pocos amigos, pero los libros la acompañan a todas partes. No le gustan las fiestas y los viernes no sale porque prefiere quedarse en casa leyendo el último libro que le compraron e insiste en que es «diferente». Comparte imágenes por Facebook para demostrar cual diferente es. No le gustan las chicas con cuerpo de Barbie, y dice que su cerebro la hace hermosa (a pesar de que la hermosura viene, directamente, de las proporciones). No tiene  novio y dice que cuando sea mayor va a vivir con muchos gatos porque no encuentra a su amor platónico. Sus únicos ideales de chicos son los galanes de los libros que están específicamente creados para la masturbación mentar de las chicas (acá entre nosotros: no existen ni en pintura). Aun así, denigra a las chicas que no pueden ver la «profundidad» de un libro puramente comercial y juvenil y lo único que hacen son fijarse en los personajes masculinos. Dice que no gasta su dinero en ropa (porque la moda no le apasiona), sino en libros.  Se considera a sí misma un error de fábrica y le encanta compartir el texto de “Cásate con una chica que escriba”. Llega a creerse culta porque sabe de qué trató Romeo y Julieta y está claro que no quiere un amor así porque duró pocos días y acabó con muchos muertos. A veces llega a declarar que es depresiva y casi siempre parece estar melancólica. Grita a los cuatro vientos que se «enamora» de todos los personajes que ve y se queja de que ningún chico de carne y hueso es así. Odia los estereotipos y lo más irónico, es que ella es uno.
                                   
¿Quién no conoce a una? ¿Quién no ha visto una en las redes sociales? Ponen toda su alma en demostrar que son buenas lectoras (¿según nos estándares de quién?) y algunas veces declaran a los cuatro vientos que sin tan pobres que tienen que leer en PDF’s (chica, si fueras tan pobre no tendrías el Smartphone ni me preguntarías como leer ePubs ahí), no como las gringas, que son como diosas, porque las gringas no tienen que esperar que la traducción salga (aprende a leer en inglés, o mejor, lee a hispanohablantes), las gringas obvio obvio no tienen por qué descargar PDF’s para leer (¿y tú qué sabes si lo hacen o no?, ¿les has preguntado?)… Publican las mismas frases en Twitter, las mismas fotos en Facebook, re bloguean las mismas cosas en Tumblr. Su mayor pasión —de casi todas— es el olor del papel, de un libro recién abierto. ¿Conoces a una? Quizá sí, quizá las has visto merodeando por ahí, intentando convencer al mundo de que son mejores personas por el hecho de leer y no ir a fiestas, ni salir con sus amigos. Pero, tristemente, leer no te hace culto, no te hace mejor persona, no te vuelve la madre Teresa de Calcuta.

Una chica lectora no puede ser aficionada a vestirse bien, ni a usar vestidos para gustarle a alguien. Es tachado de «superficial» al momento, como delito. Generalmente son ese mismo tipo de personas que denigran a otros lectores porque «sólo leen sagas de moda», «no ven más allá del personaje masculino», «no entendieron el verdadero mensaje del libro», y otro miles de ejemplos. Parece que lo que verdaderamente disfrutan es presumir los libros que han leído (que van desde sagas de moda hasta Marquéz y Shakespeare, no vaya a ser que no se vea una lo suficientemente culta), ya no el acto de leer verdaderamente, ya no el acto de angustia cuando le va a pasar algo a tu personaje preferido.

También son sensibles. A quien no llora con El Diario de Noah, Bajo la misma estrella, Tres metros sobre el cielo o cualquier libro parecido le dicen que es insensible, qué cómo puede ser, porque es imposible que eso pase. Prefieren el libro sobre la adaptación, obvio, y les cuesta entender que la adaptación es eso: una adaptación; y que los actores no están hechos a la medida de su imaginación. ¿Las has visto vagando por ahí? Dicen que los directores que dirigen las películas basadas en sus libros favoritos son unos idiotas porque borraron dos segundos del libro que obvio obvio son súper esenciales para entender la trama.  


Las he visto: pueblan el mundo como las barbies rubias, copia una de otra. Esgrimen el «soy diferente» como lema y Twittean frases «profundas», cada una más cliché que la otra, sacadas de Tumblr. Son el estereotipo de la chica lectora, poco sociable e incomprendida por una sociedad superficial. 

viernes, 21 de junio de 2013

«Entre las dos aceras» en Potterfics

Publiqué «Entre las dos aceras» en Potterfics con motivo del Día del Orgullo LGBT, por su actividad «Entre frases e imágenes», con la inspiración de una frase de Metanfetamina, que Blaise Zabini hace suya:

«En mi opinión es absurdo especializarse, ¿para qué ir por un lado de la acera cuando puedes caminar entre ambas?»
 Te encantaba hablar. Hablabas así, no'más, por hablar. Porque tus demonios los escondías bien adentro, dónde nadie los pudiera ver. Te quejabas del mundo, como si el mundo se fuera a cambiar a sí mismo por tus quejas.  Me acuerdo de casi todo acerca de ti. De lo que no me acuerdo es de tus ojos. ¿Eras verdes y raros? ¿Marrones y comunes? ¿Azules muy claro? ¿Parecían ojos de gato? ¿Eran cafés claros, tan claros que se veían como miel, esos ojos que «se derriten» según los poetas y sus metáforas gastadas? No guardé ni una foto de ti. Las quemé todas con un encendedor color verde casi sin gas que también dejaste tú en el departamento, y cuando se acabó el gas del encendedor, las quemé con un cerillo, con dos, con tres, con los que hizo falta. Vi tu cara arrugarse y marchitarse y sentí un malévolo placer al quemar todas las fotos, una tras otra, oliendo el aroma a papel quemado que se quedó pegado en el departamento.

Lee el cuento completo aquí

jueves, 20 de junio de 2013

Todos somos lectores

Ya van a empezar otra vez. Que sí el que lee «Cien años de soledad» es más lector que el que lee «Crepúsculo», y que si tiene más valor leer «La región más transparente» que leer «Hermosas Criaturas» y a le revés. Que si sólo leen las sagas de moda por curiosidad, que si no son cultos si no leen a Borges a Shakespeare, a García Márquez o a Vargas Llosa. Que si lo único que conocen de libros es a Suzanne Collins con «Los juegos del hambre», o que si la literatura juvenil es menor literatura por ser para jóvenes. Hace poco vi que una chica decía «ya se creen que han leído todos los clásicos porque han leído Romeo y Julieta». Me dieron ganas de preguntarle si lo había leído ella, cuántos supuestos «clásicos» había leído. Porque hace doscientos años también existían los refritos: Jane Austen escribía telenovelas (bien escritas), Louisa May Alcott intentos de lecciones morales y Salgari libros de aventuras bastante entretenidos de dudosa calidad literaria para los puristas de la literatura.

Y empiezan a chillar como cerdos sus distinciones, quién es lector y quién no. Si te gusta Crepúsculo (una novela bastante plana con una bonita redacción) debes ser estúpido (porque obvio no puedes ser inteligente con semejantes gustos) y si ya leíste a García Marqués obvio, obvio, tienes que ser cultísimo. A los hipsters les gusta Battle Royale y no Los juegos del hambre, porque la segunda es una copia de la primera y no entienden que cada una aborda el mismo tema de maneras completamente diferentes.  Y luego vienen los que no pueden imaginar que un adulto pueda disfrutar la fantasía como se debe, porque eso es para chicos. «Eso son tonterías y un adulto con un mínimo de inteligencia no lo puede disfrutar».

Cacarean siempre sus distinciones (tú sí eres lector, tú no, tú no puedes serlo; es como un club de niños de primaria en el que el jefe decide quién puede entrar y quién no) al mismo tiempo que despotrican contra la RAE y sus cambios (fascistas de la lengua, que no se imaginan que la lengua cambia, y que hace mil años se estarían horrorizando de cómo hablamos ahora). A ninguno se le ocurre ir y abrir un diccionario (y hasta el básico funciona), para averiguar que carajos es un «lector» según su preciado español, que defienden, según ellos, hasta de la misma RAE.  

Lector, ra.
(Del lat. lector, -ōris).
adj. Que lee o tiene el hábito de leer.

Ahí está el significado según la RAE, para quien pregunte y para quien no se le haya ocurrido. Y leer va desde leer el periódico hasta leer las novelas de Nicholas Sparks y las de Blue Jeans, las novelas eróticas, los clásicos, Isabel Allende (a quien llaman imitadora de García Marqués), a los premios nobel, a Danielle Steel, a Fuentes y a Juan Rulfo. Leer lo engloba todo, sin distinciones o discriminaciones. Para distinguir y discriminar ya está la raza humana bastante sobrada.

Así que sí. Todos somos lectores si tenemos el hábito de leer. A los puristas de la lengua, lo fascistas que quieren decidir qué te hace culto o qué no, que vaya y lea a sus clásicos y a su buena literatura y deje de molestar. Que los demás leemos. A secas.


Que cada quien lea lo que le dé la gana. Que para eso tenemos libre albedrío, mal que nos pese y no vamos a llegar a ningún lado si a los ocho años nos dicen que leemos basura, que deberíamos leer Guerra y Paz (y luego que preguntan por qué odio a Tolstoi). 

Qué tipo de lector sea cada quien, eso ya es otra cosa. Pero dejen de intentar meternos sus opiniones (tanto si son fans de Meyer como de Borges) por las narices como gallinas que cacarean siempre las mismas palabras.

miércoles, 19 de junio de 2013

Top Ten Marauders


Los merodeadores están lejos de ser mis personajes preferidos, pero han dado bastantes fics interesantes. Personalmente son los chicos con los que yo nunca me juntaría en el colegio y que me caerían de la patada. Pero admito que me gustan los matices de Sirius, sus partes más oscuras, y la paciencia de Remus con ese medio a que sepan que es un licántropo. De Peter me llegó a interesar su instinto de supervivencia, convirtiéndose en rata y traicionando, una y otra vez, y de James, nada de nada. No entiendo como Lily no le dio dos tortazos y se marchó (con Sirius, por ejemplo). Así que aquí el top ten de los merodeadores. Está excento de mi mayor pasión, porque la estoy guardando para otro: los Sirlys.

10° lugar
—Necesito que me beses.
—¿Qué?
—¿Queréis que os dejemos solos? —una mirada homicida clavada en su rostro hizo a la pelirroja cambiar de idea—. Vaaaaaleeee... Nos quedamos.
Remus se giró de nuevo hacia Sirius.
—Vamos a ver¿qué es eso de que necesitas que te bese? —preguntó, armándose de paciencia, en un tono de voz aparentemente calmado. Aparentemente.

9° lugar
Aquella lágrima hirió toda posibilidad de que estos pequeños gestos quedaran siempre. Y siempre y para siempre fuesen dirigidos a él.
Aquella lágrima arrancó del rostro de la chica aquellos pequeños placeres que Remus había cultivado desde sus once años tan cuidadosa y secretamente.
Aquella lágrima arañó el corazón del chico, de forma más profunda y más dolorosa que la mordedura de Greyback.

8° lugar
—Lily…
—Remus…
Ambos hablaron al mismo tiempo, como si lo hubiesen ensayado. Quizás sus corazones estaban sincronizados.
—Lily —retomó él la palabra mientras la joven mujer lo miraba tiernamente—… yo, eh… Lily… creo que no fue buena idea venir —dijo mientras tomaba la capa y comenzaba a ponérsela.
—No, Remus, espera… —pidió Lily.

7° lugar
Cuando se lo metió en la boca y lo mordió, James sintió que multitud de sabores atacaban sus papilas gustativas. Pensó que en realidad sólo eran dos: el amargo y duro del chocolate negro y el dulce y suave de la marihuana. Una combinación perfecta. Sin embargo, su cerebro reconocía muchos más: el de las tartas de chocolate que su madre hacía por su cumpleaños; el de la tableta de chocolate con naranja que le llevó Remus a la enfermería, cuando se cayó de la escoba en un partido de Quidditch y se hizo una herida desde la rodilla hasta la mitad de la pierna; o el de la primera vez que Sirius y él probaron un porro: en Las Tres Escobas, cuando Mundungus Fletcher lo apoyó descuidadamente en el cenicero.
—Dios… es como tener un orgasmo en la boca -oyó decir a Sirius.

6° lugar
[…] Cuando los dos Merodeadores por fin le pudieron ver el rostro al chico que estaba a sus pies, el aliento se atascó en sus gargantas.
Sirius miró a James con los ojos abierto de par en par por la sorpresa y trató de hablar.
—James —empezó diciendo Sirius en un susurro horrorizado—,  es igual a…
Sin embargo, no terminó su oración. Estaba demasiado shockeado e impresionado por lo que estaba viendo.
—A mí —terminó diciendo James, mientras veía a su doble ensangrentado que estaba en el piso.

5° lugar
Que tiene esa cara porque ya se imagina lo que dirá su madre cuando le diga y que francamente, prefiere no decirle nada. Que tiene ganas de levantarse de ahí y decirle a McGonagall que le ponga de nuevo ese sombrero de mierda para que le ahorre todos los problemas que seguro llegarán por la mañana.
Pero en vez de eso, responde. Lentamente responde:
—Es que creo que recibiré la primera vociferadora el año.

4° lugar
—Ey, Evans, ¿te interesaría dar un paseo por los jardines? Hace un clima precioso —comentaba James, fingiendo desinterés.
—Sería una magnífica idea, Potter. Pero temo que tu cabeza llena de egocentrismo no resista las altas temperaturas —replicaba ella, y se marchaba con la cabeza bien arriba y los libros apretados contra el pecho. Entonces Sirius soltaba una carcajada y Peter era el encargado de palmear la espalda de su decepcionado amigo.

3° lugar
Para empezar, Sirius se ha puesto un poco molesto conmigo. No lo sé, siempre fuimos muy unidos y de... ¿juguetear? Nos molestamos mutuamente desde hace tiempo, en cuanto uno da pie, el otro aprovecha. Pero últimamente me molesta aunque yo no le dé el más leve indicio de estar jugando. Eso me llama la atención, pero como no pasa a mayores, no ha traído discusiones.
Peter, en cambio, sí es insoportable. Siempre me pareció que era un idiota, pero nunca tanto como ahora. Ya lo había dicho en el diario anterior, me parecía que él andaba con nosotros por conveniencia, pero James lo conoció antes de que me uniera a ellos en tercer año. Ya eran amigos en aquel entonces y si James confía en él, por algo es. Pero me incomoda un poco cuando cruzo miradas con Peter. Quizá sea el hecho de que se me queda mirando con esa cara de rata que tiene.

2° lugar
«Fui al bosque porque deseaba vivir deliberadamente, quería vivir profundamente y extraer toda la esencia de la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera la vida, para no descubrir en el momento de la muerte, que no había vivido».
James le sonrió con calidez como rara vez lo hacía:
—¿Quién lo escribió?
Él examinó la portada para encontrar el nombre del autor:
—Henry David Thoreau.
—Henry David Thoreau —repitió James—. Nos debió conocer muy bien.

1° lugar
—¿Dónde están Black y Potter? —preguntó, buscando sus dos cabezas negras por toda el aula.
Un brazo se alzó en un extremo de la clase, y otro en el lado opuesto. La profesora se quitó las gafas y sus ojos pasaron de un muchacho a otro, varias veces. Algunos alumnos rieron.
—Por Merlín —musitó con la boca abierta—. Potter… y Black… Jamás pensé que vería esto. —La clase rió más—. ¿Qué puede haber obrado tal prodigio?
[…] Fue Sirius quien habló:

—Yo no me siento con traidores.

martes, 18 de junio de 2013

La rebelión de Atlas, Ayn Rand | Reseña

Sinopsis: Entre 1933 y 1982 Ayn Rand lanzó al mundo su filosofía objetivista con una claridad de razonamiento que la convierte en una figura gigante de la filosofía. Su precisión y sencillez son singulares. Su sistema filosófico racional, basado estrictamente en la lógica y en la realidad, carece de contradicciones y resulta coherente con la naturaleza del hombre.Dijo Ayn Rand: "La libertad y la razón son corolarios. Su acción es recíproca. Cuando los hombres son libres triunfa la razón, cuando los hombres son racionales la libertad se impone. La libertad intelectual no puede existir sin libertad política y la libertad política no puede existir sin libertad económica. Una mente libre y un mercado libre son también corolarios".

No comparto las ideas de Ayn Rand, ni su filosofía, de hecho, las odio bastante. Pero leí La rebelión de Atlas un día que no había qué leer en mi casa (donde también odian a Ayn Rand). La rebelión de Atlas es la materialización de su filosofía, del individualismo y de sus ideas (que pueden ser consultadas en la sabelotodo Wikipedia si no quieren leer nada más). Y me encontré con algo que parecía… bueno y malo a la vez. 

Los personajes de Rand están divididos en dos grandes categorías, de las que no saldrán en ningún momento: los que están de acuerdo con ella y los que no. Los que no están condenados al papel de los chicos malos y los que sí, supuestamente individualistas, repiten las mismas ideas toda la novela, sin mayores cambios. Son como copias, como robots programados para pensar igual que Ayn Rand. Hay algunos rescatables, como Dagny Taggart, y, por supuesto, John Galt, pero los demás acaban difuminados, encasillados en un mismo colectivo, sin nada que los distinga. 

La Rebelión del Atlas llega al límite el capitalismo, olvidando que no todo en el capitalismo es miel sobre hojuelas, y ridiculiza al socialismo, olvidando que en el socialismo no todo es malo. Ayn Rand lo vuelve todo a su modo, como le conviene a ella y a su trama. Se vuelve todo un blanco y negro, donde los malos quieren meter el humanismo a los directores de las empresas que mueven Estados Unidos, y los capitalistas, que no piensan más que en su empresa. Parecen robots programados, todos con la misma aversión a las fiestas y a lo social, todos con los mismos pensamientos, con la única obsesión de hacer más y más dinero. Ayn Rand se olvida que también son humanos y los pone por encima, como dioses. Lo irónico es que ella, que aboga por el individualismo, dibuje unos personajes tan iguales unos de todos, como una serie de robots que piensan lo mismo y lo repiten para sí mismos una y otra vez. Dagny sólo piensa en ferrocarriles, mientras que los hombres no le preocupan, Rearden lleva ocho años casado con una mujer insípida a la que no atiende y que parece no importarte. 

Las relaciones sociales se marchan al segundo plano, como si no importaran, como si lo único que importara es el dinero. 

Mueven al mundo, como dice Rearden, pero pocos, por no decir poquísimos, son personajes que vale la pena. Quizá sólo Dagny Taggart, con sus intentos de matices fallidos. O John Galt, el pilar de la huelga de los emprendedores, de los empresarios, de esos que mueven al mundo. Porque mueven, al mundo, y es cierto (el capitalismo es la clave), pero no mueven al mundo siendo algo superior a un humano corriente. Mueven al mundo porque son los dueños de las poderosas y omnipotentes empresas que se encargan de mover Estados Unidos.


Algunas ideas de Rand, son, por supuesto, rescatables (como el 0.000000000001% del libro nada más). Pero sin matices nada sirve, porque Rand pone en el papel las virtudes del capitalismo, que hoy los detractores del sistema parecen olvidar, pero lo vuelve tan perfecto, tan ideal, que se olvida de que el mundo no funciona así. En su mundo sólo hay negros o blancos, ni un solo gris. Y todos los supuestos individualistas se funden en un mismo colectivo que según Ayn Rand es el bueno, porque está de acuerdo con ella. Y los encargados del estado, los que aspiran al socialismo, caen en el ridículo más profundo, porque Ayn Rand los caricaturiza de manera que no quede en duda su maldad. 

Pero por supuesto, se olvida de los matices. No todo en el capitalismo es perfecto. No todo en el socialismo es una porquería. 

Y ese es el irremediable error de la "obra maestra" de Rand, de más de mil páginas de relleno: la falta de grises, que son infinitos, y diferentes. Pero sobre todo, individuales.

miércoles, 12 de junio de 2013

Cómo subir una historia a Fanfiction.net o a Fictionpress.net

Para Tanit, mi esposa, que me hace hacer esto

Todos sabemos que publicar en fanfiction.net y en fictionpress.net es el pedo más grande que existe la primera vez que lo intentas (en serio, yo aún recuerdo mi propia cara de “¿y cómo se maneja esto?” la primera vez que lo hice, luego le agarré el chiste, aunque me sigue pareciendo un sistema de pulicación bastante lento).

En fin, si no sabes publicar en ninguna de las dos páginas, que son similares, el tutorial es para ti. O eso espero. Y si conoces a alguien que no sepa publicar en ninguna de las dos, mándalo por aquí.

Pues bien después de que hayas iniciado sesión y estés en tu menú de usuario vas a donde dice «Publish», justo en la parte izquierda y le das un click. Y te despliega un menú con varias opciones: «Info/Guide», «Doc Manager», «New Story», «Manage Stories», «Rules & Guidelines» y «Recovery» (por aquí pongo la imagen como ejemplo).



Bien, lo primero que tienes que hacer es irte a Doc Manager, que es donde debes subir el archivo *.doc o *.docx de tu historia (si es un cuento, el cuento, si es una historia de más capítulos, sube sólo el primero) haciendo click en «Seleccionar archivo».


Finalmente, le das en «Submit document» y voilá!, tu archivo ya está cargado en fictionpress o en fanfiction. Como aclaración, fanfiction borrará las separaciones entre escenas si son tres asteriscos y directamente la ignorará si es un enter de más sin embargo, puedes editarlo (fanfiction te da la opción):


Ya que tienes tu archivo le das click en «New Story» (ve a la primera imagen si no te acuerdas de dónde está). Si es la primera vez que publicas o llevas muchos meses sin publicar te saldrá esto:


Lo único que tienes que hacer es darle en el link y en la página que te despliegue, darle click al botón enorme que está hasta abajo que dice «Yes, I have agreed to the content guidelines» y regresar a «New Story».


En el caso de fanfiction te pide que indiques si es una historia común y corriente o un crossover, pero en el caso de fiction press ese paso se omite. Ambos, sin embargo, te piden que selecciones la categoría:


Le dan en «Select Category» y si no les aparece es que tienen las ventanas emergentes bloqueadas y tienen que ir a desbloquearlas. Allí seleccionas primero la categoría y luego la subcategoría, según tu gusto y le das en «Click to continue» (el botón que está abajo) cuando lo hayas hecho. Finalmente, en tu ventana principal das click en «Continue» y los manda a otra pantalla:


Llenan todos los datos a su gusto, el título, el resumen, los géneros, etc (en el caso de Fanfiction.net también les preguntará los personajes principales). Finalmente en el document seleccionan el documento que cargaron al principio, en el document manager.

Y voilá! tienen una historia.


Ya saben, dudas en los comentarios (no soy la mejor persona haciendo tutoriales). Si les gustó y le entendieron se lo pasan ese amigo que no sepa subir historias en esas dos plataformas y si no se lo pasan al sucesor de Perla Shumajer. 

sábado, 8 de junio de 2013

Los «críticos» que han perdido la capacidad de disfrutar

Hace ya mucho tiempo fui parte de un foro de crítica de fanfiction bastante más desconocido que los monstruosamente famosos Los malos fics y Los malos fics y sus autores (ambos con diseños agresivos, que no pretendían agradar al lector, si no asustarlo). No recuerdo la razón que me llevó a unirme (fuera de que el tema «Cosas que te joden», era lo mejor que podía existir), pero sí sé lo que pasó después,  y es lo exactamente lo que he visto en esos dos foros en los que se junta la «crema y nata» del fandom: te conviertes en un crítico automático.

Cuando te conviertes en una de esas criaturas que pululan por el llamado fandom, lees por el puro placer de destrozar un escrito al que sólo le buscas los fallos y ya no los puntos fuertes. Enumeras los mismo errores una y otra vez: personajes OOC (out of character), mary sues, mala ortografía, pésima redacción (y todo lo dices sin mirar los errores que tú cometes, porque allí, como crítico, eres algo parecido a Dios).

Las críticas ya no se enfocan en el autor, que generalmente se la pasa por los huevos y las ignora porque le da reverendamente igual que tú pienses que escribe basura. Esos «críticos», que se han dado el título como si el escribir con buena ortografía les diera la oportunidad de realzar los errores de los demás y ridiculizarlos (aunque insistan que no lo hacen). Leen cosas que ya saben que van a ser malas y torturan sus ojos con la misma historia de siempre, los mismos clichés y los mismos errores, con la esperanza aun de que los autores corrijan. ¿Tiene razón? No lo sé. No me importa. ¿Su causa es desinteresada? Tampoco me importa.

Pero lo que estos «críticos» han olvidado ya es que se lee por placer, y que muchos de esos escritores de fanfiction son adolescentes que no aspiran a convertirse en autores profesionales. Y que, además, son una plaga, por lo que no sirve de absolutamente nada seguir buscando malas historias, que sabes que van a ser malas, y acosar al autor con comentarios, a ver si le da la gana ir y ver sus errores señalados una y otra vez.

Si un día cuando entran en una historia ya no leen, sino que sólo buscan los errores de manera mecánica, dejen de leer. Salgan de esa página, porque ni siquiera están disfrutando la que dicen que es su mayor pasión: leer.


Leer es para disfrutar. No para sufrir viendo los mismos errores de siempre. 

viernes, 7 de junio de 2013

La esposa del dios del fuego, Amy Tan | Reseña

Sinopsis: Durante más de cincuenta años Winnie y Helen ocultaron sus peores secretos. Pero, cuando Helen está a punto de morir, Winnie decide contarle todo a su hija Pearl, incluso la terrible verdad que ignora la propia Helen. Así despega esta fabulosa historia que nos conduce desde Shanghai en los años veinte, a través de una China envuelta en guerras, hasta Estados Unidos, adonde llega Winnie en 1949. Ignorando que Pearl oculta también su propio secreto, Winnie le confiesa cómo confundió el amor con el abandono de sí misma.
Winnie desentierra la caja de secretos de su corazón cuando Helen amenaza con contarle a Pearl, su hija, sus secretos si no se los cuenta ella misma. Abre la caja y nos transporta a una China llena de tabúes, a una historia de guerra, de mujeres de soldados, de costumbres que en américa nos parecen lejanas y extrañas para convertirá en su historia más personal, aquella que ha guardado en lo más profundo de su alma desde que pisó tierra estadounidense.
Le dice a su hija por qué la lealtad no debe confundirse nunca con el sometimiento y lleva su historia, la de esposa de un hombre que parece no tener alma, hasta el punto en el que la esperanza no es otra cosa más que el más crudo instinto de supervivencia. Las otras mujeres rezan para que sus maridos vuelvan del campo de batalla, en donde se enfrentan a los japoneses, mientras que Winnie lo hace esperando que no vuelva nunca, esperando que el escuadrón regrese un día y le digan que su esposo ha muerto.

Es la segunda vez que leo una novela de Amy Tan, y utiliza la misma fórmula de siempre, ese choque entre dos generaciones de mujeres chinas, ambas sumergidas en un mundo completamente diferente, incapaces de comprender a la otra. La fórmula, sorprendentemente, da resultado y el contraste de dos generaciones cada una con su trasfondo, y su historia, te llega al corazón. Sus personajes, golpeados por la guerra y la desgracia, buscan sin detenerse cualquier esperanza para cambiar sus circunstancias.

Winnie nos enseña, a todos, por qué a veces la vida está llena de contradicciones, y Amy Tan nos lleva hasta lo más profundo de su personaje principal. Nos lleva a explorar su historia, llena de porqués, para comprenderla y entenderla.

Cuando la leí, comprendí por qué la segunda novela de Amy Tan resultó un éxito equiparable al de la primera.

jueves, 6 de junio de 2013

Últimas reseñas en Plusbits



Escribí dos reseñas de dos libros completamente opuestos y diferentes para Plusbits.Mx la última semana y vengo a compartirlas con ustedes, como siempre.

Copo de algodón

En este libro se narra la historia vista desde los ojos de Copo de Algodón, una niña, hija del gran Tlatoani, que es testigo del choque brutal entre dos culturas muy diferentes que hoy, en este tiempo, nos resultan difíciles de comprender. Copo de Algodón nos sumerge de lleno en su manera de ver la vida y de entender su cultura llena de dioses que hoy sólo son enormes esculturas de piedra y ritos que no creemos posibles, como todos los sacrificios humanos dedicados al dios de la guerra…
Lee la reseña completa aquí.

Bajo la misma estrella

Había escuchado maravillas de John Green y sobre todo de este libro, que trata sobre dos chicos con cáncer. Trágico, ¿no? Hazel Grace tiene que llevar a cuestas un tanque de oxígeno a cada momento porque sus pulmones apestan siendo pulmones y Augustus Waters no tiene una pierna, sino una prótesis. Se conocen en un grupo de apoyo contra el cáncer, al que Hazel acude para complacer a sus padres y Augustus acompañando a un amigo y pronto nace algo entre ellos. «Algo» que no es romance, porque Hazel tiene miedo de morir en cualquier momento, de crear lazos que después no pueda romper.

Lee la reseña completa aquí.


La emperatriz de los etéreos

Bipa es extremadamente racional, cree que los cuentos de hadas son una pérdida de tiempo en las cuevas y tampoco le interesa lo que pueda haber allí afuera, en ese mundo helado. Aer, por el contrario, se pasa la vida soñando con esa estrella azul que marca el camino hasta el deslumbrante castillo de la Emperatriz de los etéreos y Bipa no hace más que señalarle que eso son solo sueños y fantasías. Pero Aer se obstina, recordándole que su padre no era originario de las Cuevas, diciéndole qué tiene que haber algo más allí afuera, y parte hacia lo que parece una muerte segura, en busca de la Emperatriz de la que casi nadie ha oído hablar.

Lee la reseña completa aquí.


miércoles, 5 de junio de 2013

It's over

Aquí ya hemos terminado amigo mío, se acabó, 
acércate dame un abrazo, que este infierno remitió, 
esperadme aquí un momento, cuida de esta posición, 
comprobare que terminamos la misión.

martes, 4 de junio de 2013

La edad de la punzada, Xavier Velasco | Reseña

Sinopsis: Esta es la historia del peor alumno del colegio. Corrección: de la historia del colegio. Con casi catorce años, unos cuantos apestados sociales por amigos y el boletín de calificaciones constelado de círculos rojos, nuestro protagonista sobrevive a un instituto sólo-para-varones soñando a toda hora en esas vecinitas a las que nunca ha osado saludar. Si otros inadaptados no saben lo que quieren, él lo tiene tan claro como su timidez: una moto y una chamarra negra. Decidido a contradecir al retrato embustero del niño con su afgano que preside la sala de su casa, el narrador busca la mejor fórmula para fabricar pólvora, combate a sus vecinos con un rifle de diábolos y bombas incendiarias, roba huesos en sus visitas al panteón, acaba con los nervios de dos padres querúbicos y de paso se deja enardecer por toda suerte de antojos secretos. Esta novela cuenta la historia de una de esas adolescencias en picada donde todo parece salir mal, en medio de una prisa por vivir que invita a acelerar y cerrar los ojos, hasta que cualquier día se despierta en lo hondo de un auténtico infierno para adultos: allí donde la risa es un mero recurso de sobrevivencia.

Unos meses después de acabar Diablo Guardián en una lectura maratónica, mi papá me convenció de leer La edad de la punzada, libro que acabo regalándome en la feria del libro del INAH (una feria del libro bastante decepcionante). Y me gustó. Empecé a leerlo sin demasiadas pretensiones, sin entender por dónde iba su trama, mientras un chico que yo hubiera odiado conocer en el colegio  nos contaba cómo se convertía en el campeón de las materias reprobadas al tener el boletín completo en rojo.

El protagonista, que se llama Xavier —lo que sabemos por unos cuantos diálogos—, es aficionado a reprobar materias, tiene unos padres que son la viva imagen de la irresponsabilidad paterna (¿quién le daría una moto a ese crío?, ¿o un carro?) y unos verdaderos rechazados sociales por amigos. El sueño de su vida es encontrar al amor de su vida, o ya mínimo que una chava le haga caso, porque se vuelve presa de una timidez crónica si una fémina se planta delante de él.
Nadie imagina todos los alaridos que se ocultan tras el silencio de los tímidos. Dejaríamos sordo al universo entero si nos lo propusiéramos.
El libro, que va dando tumbos por una vida donde siempre acaba pasando lo peor es la historia de la Adolescencia con mayúscula. La historia de un niño rico que no está preparado para el futuro que acaba por írsele encima y que sólo está preocupado por ver bajo la falda de la sirvienta. Le salen cuernos mientras no hay nadie para verlo y se entrega al libertinaje adolescente como si fuera el rey de la colonia.
Ya me cansé de esperar que me quieran, ahora nomás espero que me aguanten. Y si no que se jodan
Xavier Velasco te provoca ganas de llorar y de reír a carcajadas en un solo párrafo y va dando tumbos por la vida de un protagonista aficionado a la música de David Bowie, acostumbrado a manejar como conductor de pesero prófugo y a imaginarse cómo se va a casar con cada fémina que le presta atención. Hila ceros en física en un resort con fachada de escuela para niños ricos, pero se da a sí mismo un diez en pornografía. Colecciona infracciones que ve en los parabrisas de los coches y no escucha al drama hasta que ya está por encima de él.

Negado a madurar, ha olvidado que la vida no espera. Entra por la puerta sin tocar y la derriba.
Mi vida está muy cerca de partirse en dos y yo sigo creyendo que es y será la misma, por qué habría de pasar otra cosa. Mi soberbia de hijito de familia debería recordar que la desgracia se manda sola. Cualquier noche la encuentras recostada en tu cama o guardando su ropa en tus cajones o amargando la cena antes siquiera de que la preparen, como un dolor de muelas inmune a los dentistas que bien puede durar el resto de tu vida. Unas veces punzándote, otras martirizándote y algunas otras disimulándose por la dulzura de cierto buen momento, pero siempre ahí detrás, respirando en tu nuca con ese aliento a azufre que amarga hasta un pastel de fresas con betún.

De los mejores libros que he leído, quizá. Aunque eso pienso ahora. Y la gente siempre cambia de opinión. 

lunes, 3 de junio de 2013

Si no despierto: el fracaso de Lauren Oliver | Reseña

Leí este libro después de Delirium, porque me habían dicho que Lauren Oliver era increíble, y Delirium me había convencido allí donde muchos libros me habían decepcionado infinitamente. Pero no, quizá llegué con las expectativas demasiado altas, y «Si no despierto», se convirtió en otro de esos libros que me decepcionaron.

Sinopsis: Imagina que solo te queda un día de vida. ¿Qué harías? ¿A quién besarías? ¿Hasta dónde llegarías para librarte de morir? Samantha está a punto de averiguarlo: el viernes doce de febrero será su último día. O, mejor dicho, sus últimos siete días, porque todo va a repetirse una y otra vez hasta que se dé cuenta de que cambiar las cosas... está en su mano.

La prosa de Lauren Oliver es correcta, todas las oraciones bien hiladas. Parecida a la manera de narrar Delirium, y sin embargo, es algo completamente diferente.

Samantha es el arquetipo de chica que detesto y por eso tuve dificultades para empatizar con ella. Empatizar con un tipo de personaje que me desagrada no es imposible (Ron Weasley, Jack, Rebekah Mikaelson como ejemplos), sin embargo, con Samantha y sus tres amigas me resultó completamente imposible: en ningún momento me transmitieron nada. Quizá no son huecas, pero a mí no me dieron otra impresión que la de Caroline Forbes en la primera temporada de Diarios de Vampiros: la de rubia tonta (pero Caroline evolucionó después).

Las cuatro chicas son superficiales, leales a ellas mismas, unidas por unos lazos increíbles de amistad. Sin embargo, nunca entendí sus porqués. Puedo tragar a cuatro chicas populares, que saben que van a recibir muchas rosas en San Valentín  si comprendo un poco de su ser. Pero no entiendo sus porqués. No entiendo la animadversión a Juliet, aun cuando Sam, por algún motivo que tampoco comprendo, de esfuerza tanto en descubrir porque Lindsay la odia.

No entiendo por qué Sam rechaza al mismo chico mono una y otra vez, o por qué sale con un chico que se emborracha y que sólo la ve como un mero objeto para quitarle la virginidad. En ellos no hay nada romántico, no hay ni un solo vínculo y es extraño. No hay más que un «luv ya» y una rosa y nada más. No parece ni siquiera una relación por conveniencia.

En fin, Samantha se analiza a sí misma, sin demasiada profundidad para acabar llegando hasta un final que se anuncia desde la primera frase y que no ofrece ninguna sorpresa, ni ningún sobresalto, y en mi caso, tampoco me hace empatizar con ninguno de los personajes de todo el libro. Ni siquiera con el chico mono rechazado, o con Juliet, o con nadie.

Pésimo libro en mi opinión.