Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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viernes, 1 de febrero de 2019

¿Sexo contra sexo? o ¿clase contra clase? | Ensayos de Evelyn Reed

Sinopsis: Las mujeres de la sociedad precivilizada eran tanto económicamente independientes como sexualmente libres. En la sociedad comunitaria trabajaban junto con otras mujeres y otros hombres en beneficio de toda la comunidad, y dividían los resultados de su labor sobre una base igualitaria. Según las costumbres, decidían ellas mismas autónomamente acerca de su comportamiento sexual. No eran objetos que se pudieran poseer, oprimir, manipular y explotar. Como productoras y procreadoras eran la cabeza reconocida de una sociedad matriarcal, y eran tenidas en el más alto honor y respeto por los hombres. Sin embargo, cuando estos hechos fueron descubiertos por primera vez por los antropólogos del siglo pasado, estas versiones de las formas primitivas de organización social ofendieron y alarmaron a los guardianes del statu quo, exactamente como sucede todavía en nuestros días. Sus objeciones han tenido efectos negativos sobre el desarrollo sucesivo de la ciencia de la antropología, y han servido incluso para impedir y retardar la elaboración de una historia de la mujer que fuese auténtica y completa.

Hoy vamos a hablar de Evelyn Reed. Ella fue miembro del partido socialista de los trabajadores en los Estados Unidos y escribió para el periódico del partido mucho tiempo. Sospecho que varios de los ensayos y artículos que vienen en este libro fueron publicados allí. En general tengo algunas quejas sobre estos, pero bueno, vamos por partes. Primero las partes buenas.

El libro empieza con su ensayo titulado La mujer: ¿Casta, clase o sexo oprimido? donde analiza precisamente qué es lo que une o no une a todas las mujeres. A pesar de que difiero con Evelyn Reed en muchas cosas respecto a otras políticas, este ensayo me parece muy lúcido y muy bueno. Muchas teorías dentro del feminismo sostienen que las mujeres son una clase o casta aparte. Un ejemplo de ello, es, por ejemplo, el feminismo radical. Evelyn Reed refuta esa afirmación pues como muy bien dice, hay que situar el origen de un sistema patriarcal en la historia para hacer un análisis (puesto que es algo social, no es algo natural, ni surgió por osmosis). Para ello se remonta al surgimiento de la sociedad de clases y usa como ejemplo a los antiguos sistemas de castas:
Ni en el sistema de castas ni en el clasista –y ni siquiera en la combinación de los dos- las mujeres han constituido una clase o casta aparte. Las mismas mujeres han estado divididas en las distintas castas y clases que han formado el sustrato social.
De estos ejemplos, que muestran efectivamente como las mujeres siempre nacieron en distintas castas y tuvieron distintas obligaciones y distintos derechos, se mueve hacia el sistema de clases en el que vivimos en el capitalismo y, efectivamente, muestra como las mujeres están separadas por clase, refutando que, en efecto, sean una casta o clase aparte y dice que un término más correcto sería "sexo oprimido". Hoy, yo creo, que sería mejor decir "género oprimido" (el ensayo fue publicado en el 70, la manera de hablar ha cambiado desde entonces).
¿En qué relación se encuentran las mujeres con estas dos clases opuestas? Pertenecen a todos los estratos de la pirámide social. Las pocas que están en la cima pertenecen a la clase de los plutócratas; algunas pertenecen a la clase media, la mayoría al proletariado. Existe una enorme diferencia entre las pocas Rockefeller, Morgan y Ford, y los millones que viven con subsidios de todo tipo. Resumiendo, las mujeres, como los hombres, son un sexo interclasista.
Finalmente, niega que la opresión de la mujer tenga causas naturales. En lo que estoy de acuerdo con ella es que es, finalmente, un mensaje esperanzador. ¿Cómo cambias lo natural o lo que, efectivamente, ha existido siempre? Es poco menos que imposible. Pero lo social sí puede ser cambiado, derrumbado, reconstruido. Y eso es precisamente lo que es la opresión de las mujeres: no es natural ni tiene causas biológicas per se, sino que, finalmente, es uno de los pilares en los que se sostiene la sociedad de clases. Y el capitalismo, claro. 


En el segundo capítulo, que le da título al libro, retoma varios debates que conciernen a las mujeres y al capitalismo. Habla de la industria de la moda y de la belleza con perspectiva de clase y aunque creo que no me convence del todo su análisis completo, me gusta que se voltee a ver a estas industrias con una perspectiva de clase. Quienes imponen el canon de belleza y llevan a las mujeres a consumir en cosméticos, cirugías, moda, etcétera, se llevan unas ganancias millonarias. El canon de la belleza es dañino para las mujeres, pero lo peor son quienes se llevan el dinero a costa del sufrimiento y las inseguridades de... básicamente, la mitad del mundo.

 Dentro del mismo capítulo analiza si la competición o la rivalidad entre el sexo masculino y femenino es algo natural o social, algo que retoma a lo largo de varios capítulos, puesto que es el tema central del libro. Algo interesante porque le da una perspectiva histórica, pero no creo que sea en análisis más completo que haya entre estas páginas.

El siguiente capítulo es un discurso pronunciado por ella, que le da una visión histórica a la opresión de la mujer y que enfatiza en la necesidad de las mujeres de conocer nuestra historia. También se hace eco de cómo la antropología y la ciencia ha contribuido activamente a crear el mito de que la inferioridad de la mujer es algo natural. No tengo mucho que comentar sobre ello, porque es algo que retoma en los dos capítulos siguientes y hace análisis mucho más extensos. Habla de las mujeres en la antiguedad y del trabajo que estas realizaban, precisamente en la necesidad de hablar de la historia, de hacer visible nuestra historia.

Sin embargo, mi parte favorita de estos tres capítulos es el último, donde analiza de manera más extensiva si es o no es el factor biológico el que ha condicionado a la mujer (pista: no lo es).
Las mujeres, por naturaleza, no están obstaculizadas, respecto a los hombres,  por  sus  funciones  biológicas.  Y  en  la  sociedad  preclasista,  las  mujeres  no  fueron  inferiores  a  causa  de  su  papel  materno.  Se  las  tenía  en gran consideración por su doble función de procreadoras-productoras. La posición de la mujer en la sociedad, por lo tanto, ha sido determinada y   predeterminada   por   notables   condiciones   históricas.   [...]. Fue al surgir la sociedad de clases patriarcal cuando la estructura biológica de la mujer se convirtió en el pretexto ideológico que justifica proseguir con el alejamiento de las mujeres de la vida social y cultural, y el mantenimiento de las mismas en un estado de servidumbre.
Creo que a Reed aun le faltaba ser más clara con su estrategia, pero la parte en la que analiza los factores biológicos y sociales es la mejor de todo el libro. En cuanto a su recuento histórico, es el enésimo que he leído y no lo rescataría por entrañable, pero no es malo (aunque prefiero a Kollontai, con todo respeto, me parece todavía más claro). Recomiendo el libro, que pueden encontrar de manera gratuita en internet (concretamente, en el Marxist Internet Archive). Una lectura crítica de este puede ser bastante interesante. Si alguien lo lee, puede comentarme acá abajo que le pareció.

martes, 22 de enero de 2019

Nuevas perspectivas para la liberación de la mujer de Stefan Engel y Mónika Gärtner

Sinopsis: Las mujeres han desarrollado una nueva conciencia de sí mismas, particularmente debido a su inclusión en la producción social y en los diferentes movimientos sociales. Esto ha reforzado nuevamente la lucha por su liberación en la conciencia pública. Con su escrito polémico los dos autores Monika Gärtner-Engel y Stefan Engel quieren contribuir a esta discusión social tomando consecuentemente partido por la liberación de la mujer en una sociedad liberada de explotación y opresión.

Leí este libro gracias a Ana (que tiene un blog llamado Cien Flores de Colores, donde pueden encontrar material de formación marxista y de mujer y marxismo). No es el primero que leo gracias a ella, pero es de los que me han gustado. Nuevas perspectivas para la liberación de la mujer fue un soplo de aire fresco cuando sentía que me estaba estancando un poco con lecturas culeras, o con lecturas que no me estaban dejando lo que buscaba precisamente. El libro fue publicado originalmente en Alemania en el año 2000 y es una coautoría entre Stefan Engel, el presidente del partido Marxista-Leninista de Alemania y Mónika Gärtner-Engel, que sé que es un miembro importante del partido, pero como la información está toda en Alemán practicamente no pude averiguar nada más de los dos. (Lo sé, que insight les doy). De todos modos, lo importante es realmente el libro. Así que vamos a él.

El libro consta de tres partes. La primera se dedica a los fundamentos sociales de la explotación y opresión específicas de la mujer en el capitalismo y es básicamente la base teórica de prácticamente todo el libro, la segunda se refiere al movimiento de mujeres proletario y burgués, haciendo especial énfasis en que la clase separa a las mujeres (algo que yo he mencionado en diversas ocasiones ya, al hablar de Alexandra Kollontai, de La mitad del cielo y al realizar la crítica a Por qué no soy feminista de Jessa Crispin). Si no eres alemán esas son las más interesantes, pero la tercera también es muy buena, ya que recupera la historia y habla de la lucha por la liberación de la mujer y el socialismo, pero se enfoca mucho en Alemania y los últimos capítulos están muy enfocados a la situación durante la guerra fría y después de ella en Alemania y quizá si no están tan interesados o tienen mucho contexto no sean los más interesantes del mundo.


El primer punto que quiero tratar es justamente la primera parte. Ahí recupera los fundamentos de la explotación de la mujer en el capitalismo (sí, Andrea, ya lo dijiste arriba) y expone la doble explotación de las mujeres en el capitalismo. ¿A qué nos referimos cuando decimos doble explotación? A la dimensión del trabajo doméstico no remunerado que realizan las mujeres trabajadoras (además de la jornada laboral común) comparándola con el trabajo doméstico no remunerado que realizan los hombres. Hablan de la situación específica en Alemania, pero aquí abajo hasta tienen un cuadrito para que se note
.
El libro me parece muy valioso por ese análisis que hace. Quizá este hable de la situación específica en un país, pero esa misma situación se puede extrapolar al presente y a otras áreas del mundo. La doble explotación no es algo de Alemania. Existe en todo el mundo. Y existe desde hace mucho. La misma Alexandra Kollontai recupera la idea de doble explotación/doble carga en El comunismo y la familia (que no me parece de sus textos más aplicables al día de hoy, pero que sí tiene un fragmento de análisis que vale la pena rescatar):
La mujer casada, la madre que es obrera, suda sangre para cumplir con tres tareas que pesan al mismo tiempo sobre ella: disponer de las horas necesarias para el trabajo, lo mismo que hace su marido, en alguna industria o establecimiento comercial; consagrarse después, lo mejor posible, a los quehaceres domésticos, y, por último, cuidar de sus hijos.
Precisamente se habla de esto porque el libro habla de la opresión específica de la mujer en el capitalismo. Si analizamos la historia de las mujeres (algo que hace Alexandra Kollontai en La mujer en el desarrollo social y Simone de Beauvoir en El segundo sexo, aunque personalmente creo que a De Beauvoir le faltó analizar el papel de las mujeres en las revoluciones de la clase obrera y obviamente no es marxista, sino existencialista), nos damos cuenta de que la opresión nunca se ha manifestado de la misma manera. En el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, la mujer trabajadora ha sufrido de opresión, pero esta nunca ha sido igual. Entonces, este libro nos transporta al aquí, al ahora, al sistema capitalista, para exponer la opresión específica de la mujer en el capitalismo.
Ahí mismo recupera la idea de que no todas las mujeres son iguales, sino que sufren una opresión específica con base en su clase. Las mujeres no somos una masa homogénea: las hay burguesas y las hay proletarias. Y el libro, por supuesto, aborda la diferencia. De aquí me voy a agarrar para irme al segundo punto del libro: cómo analiza y muestra los movimientos de mujeres burgueses y proletarios. Porque claro, cada uno tiene intereses diferentes. 

En ese sentido, Clara Zetkin escribió lo siguiente para definir al movimiento de mujeres burgués (y viene citada en el libro): 
El movimiento de mujeres burgués es —como el movimiento de mujeres considerado como un todo— el hijo del modo de producción capitalista, que crea la base económica y es la fuerza motrizz y sustentadora de las aspiraciones por la completa igualdad social del sexo femenino con el masculino. [...] El movimiento de mujeres burgués tiene los pies en el suelo de la sociedad burguesa y lo defiende contra el proletariado en avance. Lucha sólo por reformar la sociedad burguesa eliminando las ataduras jurídicas y sociales que encadenan el sexo femenino en provecho del hombre.
El libro analiza como muchos de estos movimientos sólo se movían en pos de los intereses de la clase burguesa, mujeres que buscaban obtener los mismos privilegios que sus contrapartes masculinas y que se beneficiaban materialmente de la explotación de los trabajadores. Habla de cómo el movimiento de mujeres burgués nunca fue uniforme: "en la mayoría de los casos unificó un amplio espectro de diferentes, y a veces hasta contradictorias, posiciones que iban desde las aspiraciones abiertamente reaccionarias hasta los deseos más progresistas". Es por eso que dentro del feminismo existen ramas que se contradicen a sí mismas (la liberal y la radical, por poner un ejemplo), por qué existen grupos de mujeres que creen que se puede ser pro vida y estar en favor de las mujeres, por qué hay "feministas conservadoras" (que son, usualmente, abiertamente reaccionarias). Esto nunca ha sido homogéneo

El libro recorre el movimiento de mujeres en Alemania específicamente y hace un análisis muy amplio del movimiento de mujeres de la pequeña burguesía que recomiendo ampliamente. Finalmente, esta es una lectura que no puedo dejar de recomendar. No sé en qué países se edite en físico, pero sí conseguí, gracias a Ana (amor para ella) una copia escaneada en PDF que fue la que estuve compartiendo en tuiter cuando lo leí (hace ya bastantes meses). Los invito a conocer el libro, para mí se ha vuelto una de las lecturas escenciales para conocer la cuestión de la mujer desde el marxismo. Se los dejo disponible en este link. A cualquiera que lo lea, me gustaría platicarlo, mis comentarios siempre están abiertos.

domingo, 20 de enero de 2019

Crítica a Por qué no soy feminista de Jessa Crispin

Sinopsis: Con una franqueza descarnada, Crispin escribe una mordaz oposición al feminismo contemporáneo. ¿Piensas que las mujeres son seres humanos y que merecen ser tratadas como tales? ¿Qué las mujeres merecen los mismos derechos y libertades que los hombres? Si es así, entonces eres feminista… o eso dicen las feministas. Pero en algún lugar del camino, el movimiento para la liberación de las mujeres sacrificó su significado en pos de la aceptación, y nos dejó con una pose banal, educada e inútil que apenas desafía al status quo. En este fiero e inteligentísimo manifiesto, Jessa Crispin pide más.

Oh, boy, this is gonna be a ride. Una de las cosas que más defiendo en el mundo es leer lo que me salga de los bajos fondos porque me sale de los bajos fondos y porque quiero hacer una lectura crítica. No es la primera vez que le hago una crítica a un libro feminista (ya tengo historia con el infame Teoría King Kong de Virginie Despentes y con El feminismo es para todo el mundo de bell hooks, que no me pareció que estuviera a la altura). Por qué no soy feminista: un manifiesto feminista, de Jessa Crispin, es la lectura con la que Libros b4 Tipos abre el 2019. Con la que abre una nueva dinámica, llamada #LeemosJuntas, en la que estaremos discutiendo temas que atañen a la liberación de la mujer desde la literatura (ficción, no ficción, etcétera).


Pero bueno, vamos a hablar ya de este libro Porque no soy feminista de Jessa Crispin. Es un libro corto de ensayos muy inconexos (primer error) y no lo considero para nada un manifiesto de ninguna clase. Creo que hay mucho rant en este libro como para que sea realmente productivo. Sí, hace críticas al feminismo, pero apenas las fundamenta y, para eso, hay material mucho más amigable. ¿Introductorio? De ninguna manera, no explica ni medio concepto y tiene bases diría yo que muy pobres (por más válidas que sean sus críticas). Además de que la estructura de los ensayos es confusa, no parece haber demasiadas cosas que los conecten (además del rant de la autora) y tiene la mala manía de contradecirse a sí mismo.


Hay mucho rant en este libro y poca crítica fundamentada. Esto es lamentable porque las críticas que hace, por ejemplo, sobre como el feminismo es funcional al capital y ha ayudado a las mujeres burguesas a luchar por los intereses de su clase, no están incorrectas. Sin embargo, tampoco están bien fundamentadas. ¿A qué me refiero? Durante todo el libro, Jessa Crisín da vueltas en torno a la idea de que las mujeres no somos iguales porque nuestra posición económica nos separa, nuestros recursos. Y nunca jamás menciona que, efecticamente, a las mujeres nos separa la clase. Da los ejemplos, pero no se atreve a decirlo: "no somos todas iguales". (Paréntesis para decir que tampoco se atreve a condenar al capitalismo). Me hubiera gustado que se atreviera, hubiera sentido que el libro daba menos vueltas en círculos.

Por ejemplo, menciona lo siguiente, con lo que debo decir que estoy de acuerdo:
Lo peor de todo, sin embargo, es la tendencia del feminismo contemporáneo a ver a las mujeres en el poder como un bien en sí mismo; mujeres como Hillary Rodham Clinton, que siendo senadora anuló programas de bienestar social con graves perjuicios para las mujeres y niños pobres y apoyó intervenciones internacionales que provocaron la muerte y el sufrimiento de miles de civiles; como Mary T. Barra, la CEO de General Motors, que supervisó el encubrimiento de los problemas de seguridad en los productos de su compañía, lo que causó más de una docena de muertos; y como otras mujeres destacadas cuyo comportamiento se ganaría la condena de las feministas si su género fuese otro.
Mi problema (el único) con esa frase es que esto no es producto del feminismo contemporáneo. El feminismo se ha distinguido durante muchos años y muchas décadas por ser un movimiento interclasista que llama a todas las mujeres (de todas las clases) a unirse para acabar con su opresión. Sólo que había un problema: las burguesas luchaban por sus intereses, las proletarias por los suyos. Y nunca fueron los mismos. Ya lo dijo Alexandra Kollontai hace muchísimos años cuando crítico al feminismo burgués en Rusia, que veía como un fin en sí mismo el hecho de que las mujeres consiguieran los privilegios de los hombres (que, para la clase trabajadora, sólo significaba conseguir el derecho a ser más explotadas) en Los fundamentos sociales de la cuestión femenina
Mientras que para las feministas la consecución de la igualdad de derechos con los hombres en el marco del mundo capitalista actual representa un fin lo suficientemente concreto en sí mismo, la igualdad de derechos en el momento actual para las mujeres proletarias, es sólo un medio para avanzar en la lucha contra la esclavitud económica de la clase trabajadora. Las feministas ven a los hombres como el principal enemigo, por los hombres que se han apropiado injustamente de todos los derechos y privilegios para sí mismos, dejando a las mujeres solamente cadenas y obligaciones. Para ellas, la victoria se gana cuando un privilegio que antes disfrutaba exclusivamente el sexo masculino se concede al “sexo débil”. 
De lo que habla Jessa Crispin no es nuevo. Lamentablemente, no es un mal de "terrible" feminismo contémporaneo. La lucha de las mujeres siempre ha dependido de los intereses de sus clases. Ya lo dijo Cecilia Toledo hace casi veinte años en El género nos une, la clase nos separa, las políticas de género dirigidas por la burguesía representan a los intereses de la burguesía, que es justo de lo que habla Crispin arriba al mencionar a Clinton (aunque no se atreva a mencionar a la clase, por Dios):
Las políticas de género, al no asentarse en la clase trabajadora, tienen que asentarse en alguna cosa. Por eso, están siempre dirigidas a los gobiernos burgueses, a los organismos del imperialismo, ONU y FMI, como hacen las organizaciones que ahora dirigen la Marcha de las Mujeres 2000. Tienen siempre al frente una primera dama o una ONG que aportan su “esencia femenina”, su iniciativa personal para salir de los dilemas, el “toquecito femenino” para resolver los conflictos. La política de género pide a la mujer que vote una mujer, no importa cual sea. El objetivo es aumentar la representación femenina en el Parlamento, no derribarlo, ya que no se llama a la mujer trabajadora a votar por mujeres trabajadoras. Es como si no existiesen mujeres burguesas y proletarias, intereses burgueses y proletarios, como si un Parlamento mayoritariamente femenino votase sólo políticas favorables al pueblo.
Así que Jessa Crispin (que sólo da vueltas en círculos en torno a una idea que no llega a concretarse del todo) no descubrió ningún hilo negro. En su defensa, no la he visto decir que lo ha hecho, sólo a algunas personas que recomiendan su libro.
 

Pasando a otro tema, encuentro extraña su manera de rescatar a las teóricas radicales. Las menciona varias veces, especialmente para mencionar como el feminismo (liberal) de hoy las desprecia, pero no hace demasiado por rescatarlas o recuperarlas. No es su obligación hacerlo, debo decir, pero si me gustaría crear más consciencia en que me gusta que la gente que está en la lucha sea «insaciable en aprender, infatigable en enseñar». En este caso, énfasis en el infatigable en enseñar. Especialmente en este caso porque Jessa Crispin critica los métodos de las feministas contémporaneas para atraer a más mujeres (métodos que a mí tampoco me gustan, como el mentado empoderamiento individual que a la lucha colectiva le sirve un carajo y nada). Creo que, si queremos acercar a las mujeres a la lucha por la liberación de las mujeres, hay que trabajar en ello. No basta con decir que lo que se está haciendo ahora está mal, sino que es increíblemente necesario proponer. No es una obligación, pero me gustaría que se fuera más consciente en ese aspecto. Yo, por ejemplo, quizá no tengo interés en dialogar con nadie que no quiera dialogar conmigo en internet (pelearse a través de un montón de pixeles es increíblemente incómodo), pero sí me interesa brindar material para quienes sí quieren, para quienes tienen preguntas. Por eso, quizá, los libros que no van más allá de la crítica y que, además, no tienen fundamentos tan sólidos como me gustaría, ya no me parecen tan atractivos, ni siquiera como material introductorio.
 
Me imagino leyendo este libro cuando apenas acababa de declararme como feminista y me imagino sumida en la confusión. Lo veo con muchas lectoras del libro hoy. Si no me confunde y sólo me frustra, reconozco que es por una evolución ideológica que fue a aventarme a las fauces de Kollontai y del marxismo. Lamentablemente para los libros que leo, esa misma evolución ideológica me hace buscarle cinco patas al gato todo el tiempo. Defiendo la lectura crítica por encima de todo en el proceso de autoformación de cada quien: no se lee por leer, se lee para analizar, para debatir. Y es por eso que no me molesta, pero sí me deja ligeramente insatisfecha, el hecho de que Jessa Crispin no le proporcione herramientas a sus lectores, especialmente, lectoras. Pretende reivindicar a Andrea Dworkin, a Kate Millett, a Catherine McKinnon diciendo que las feministas de hoy (liberales, supongo) las desprecian en busca de la aprobación masculina. No quiero una guía para leerlas (no es obligación de Crispin), pero sí me gustaría alguna clase de invitación a leerlas, sobre todo para entender por qué elige reivindicarlas a ellas. (De las que mencioné, leí a dos de tres, no son mis favoritas, pero aliento la lectura crítica de sus libros).
 

Por otro lado, quizá peco de no entender la crítica a volver al feminismo universal. O sea, entiendo la crítica al hecho de volver el feminismo una cuestión individual, pero no entiendo el rechazo a hablarle a las masas que parece tener Jessa Crispin. Evidentemente, los métodos del capital y del feminismo liberal no son los más eficientes, pues vuelven al feminismo una lucha individual y lo vuelven la única alternativa de liberación que tienen las mujeres. Pero la lucha por la liberación de la mujer debe hablarle a las masas. La revolución no va a ser porque unos cuantos intelectuales sepan en dónde está el origen de la opresión de la mujer. No hay que desechar la idea de hablar con las masas, simplemente cuestionar qué es lo que se les está diciendo. En esa parte le puedo decir a Jessa Crispin que sí acierta: reivindicar la lucha individual no sirve de un carajo.
La segunda manera de engrosar las filas feministas es convencer a las mujeres de que sus vidas serán mejores si se declaran feministas. De este modo, el feminismo se convierte en un nuevo método de autoayuda, en otra voz que les dice a las mujeres que deberían tener mejores orgasmos, ganar más dinero, incrementar su dosis de felicidad y ejercer más poder en sus casas y sus lugares de trabajo. La meta aquí es el empoderamiento —un término muy en boga entre las feministas últimamente—: la capacidad para vivir la vida que hemos escogido sin centrarnos en qué podría o debería ser esa vida.
Finalmente, quiero decir que me parece terriblemente malo que un libro se contradiga (primero dice que los hombres no son problema de las mujeres, luego que los hombres acusados falsamente de abuso deberían de ser problema de las mujeres), pero no planeo comentar nada en ese sentido fuera de gritarle a la pared que el libro se contradice, porque ni sé cuál es la idea que últimadamente defiende Jessa Crispin. El hecho de que se contradiga a sí misma ya habla por sí solo.
  
Ahora, ¿les recomiendo el libro? Sí, les recomiendo leerlo de manera crítica y formar sus propias conclusiones. Cualquier comentario que quieran dejarme sobre el libro, acá abajo es bienvenido. Si no pueden conseguirlo, lo pueden contrar en bookmate en este link. Si no lo han probado o no tienen para pagarlo, pueden usar el código NEAPOULAIN para obtener un mes gratis en la plataforma (canjeándolo en este link). Tampoco se pierdan el hangout de Libros b4 Tipos el 3 de febrero a las 12 del día, estaremos discutiendo el libro y me verán retomar esta crítica, lo más probable.

domingo, 18 de marzo de 2018

Crítica a Do Muslim Women Need Saving? de Lila Abu-Lughod

Sinopsis: Frequent reports of honor killings, disfigurement, and sensational abuse have given rise to a consensus in the West, a message propagated by human rights groups and the media: Muslim women need to be rescued. Lila Abu-Lughod boldly challenges this conclusion. An anthropologist who has been writing about Arab women for thirty years, she delves into the predicaments of Muslim women today, questioning whether generalizations about Islamic culture can explain the hardships these women face and asking what motivates particular individuals and institutions to promote their rights.
In recent years Abu-Lughod has struggled to reconcile the popular image of women victimized by Islam with the complex women she has known through her research in various communities in the Muslim world. Here, she renders that divide vivid by presenting detailed vignettes of the lives of ordinary Muslim women, and showing that the problem of gender inequality cannot be laid at the feet of religion alone. Poverty and authoritarianism--conditions not unique to the Islamic world, and produced out of global interconnections that implicate the West--are often more decisive. The standard Western vocabulary of oppression, choice, and freedom is too blunt to describe these women's lives.
Do Muslim Women Need Saving? is an indictment of a mindset that has justified all manner of foreign interference, including military invasion, in the name of rescuing women from Islam--as well as a moving portrait of women's actual experiences, and of the contingencies with which they live.

La autora, Lila Abu-Lughod
¿Se imaginan que van a construir una casa bien chingona, la casa de sus sueños? Bueno, imagínenselo. Le ponen los mejores cimientos para que ni el más fuerte temblor se las tire. Ni el más fuerte. Lo malo es que para el piso y las paredes le ponen ahí cualquier cosa que se sostenga aunque sea pajita y el techo no es ni de lámina porque ya no les alcanzó. Bueno, eso es este libro; agárrense, que la crítica va para largo.

Este libro tiene algunos aciertos (está sustentado sobre algunas bases bastante decentes) y algunos desaciertos (muchos, a decir verdad, es superficial, no se basa en la estadística sino en los hechos aislados), sin embargo, va sobre una idea principal que la autora menciona en la conclusión: el propósito del libro era hablar de si las mujeres musulmanas necesitaban salvación O tenían derechos (y sonaba bastante como un o exclusivo, donde sólo se debía cumplir una de las dos cosas). Por supuesto, con esa idea, el libro no podía llegar muy lejos porque esa oración es trampa. Uno podría decir que las mujeres musulmanas tienen algunos derechos; en principio, porque las mujeres musulmanas no son una masa uniforme, sino que dependen de la legislación de países de todo el mundo. Y en algunos países mayoritariamente musulmanes, las mujeres, tienen, por ejemplo, derecho a votar, a estudiar, a manejar un carro (y en otros no como... Arabia Saudí). Pero las mujeres en general en todo el mundo no están completamente emancipadas económicamente, ni son libres sexualmente. Y eso no es exclusivo de los países mayormente musulmanes, sino de todo el mundo. Entonces, obviamente, aunque tengan derechos (los pueden tener), no están liberadas (así que considero que sería más apropiado hablar de la liberación de las mujeres).

Mujeres de Líbano en una protesta por sus derechos
Por otro lado, eso de necesitar salvación, al modo de los white saviors, pues no. Los evangelizadores en América creyeron que estaban salvando a los nativos de las llamas del infierno por herejes y henos aquí, quinientos años de colonialismo después. Los comúnmente conocidos como white saviors se caracterizan más por buscar hacer algo para su paz moral que por ayudar a alguien, son fans del reformismo, tienen ideas de salvación capitalistas y les encanta ayudar directa o indirectamente al imperialismo a joder al tercer mundo. Entonces obvio nadie los necesita. De la pregunta inicial nada se cumple. 

De lo que mencioné en el último párrafo, sobre los salvadores que ayudan al imperialismo, es sobre lo que el libro tiene sus mayores aciertos (no completamente, porque nunca llega hasta el final de su razonamiento, pero sí algo bastante bueno). Analiza como, durante la intervención militar de Estados Unidos en Afganistán, se usaba una retórica sobre salvar a las mujeres de los talibanes y, en general, de los hombres musulmanes. Dice que no se tomaba en cuenta la cultura ni las voces de estas mujeres (lo último es complicado porque, bajó el régimen talibán, ¿ustedes dónde creen que las mujeres tenían oportunidad de expresarse?), sino que sólo buscaban una excusa para legitimar la invasión frente a grupos, por ejemplo, de mujeres o feministas; muchos cayeron en la trampa inconsientemente y otros simplemente lo apoyaron entendiendo las consecuencias (porque en Estados Unidos hay "feministas" que creen que se puede ser pro imperialista y feminista a la vez, o pro vida y feminista a la vez, o supremacista blanca y feminista a la vez, no entiendo a los Estados Unidos). Entonces, la autora, Lila Abu-Loghod, nos muestra perfectamente como el primer mundo usa a las mujeres (marrones) como arma para legitimarse como salvador (en lugar de como invasor). Porque claro, según ellos, están salvando a las mujeres marrones de los hombres marrones, pero, ¿quién las salva de sus hombres? ¿Acaso son superiores moralmente? El planteamiento es muy bueno, pero sobre el punto, las únicas soluciones de las que la autora habla son de que tenemos que escuchar a las mujeres, aceptar su cultura, etcétera. Para mí la solución más fácil (esto es un decir, porque es increíblemente difícil) y mejor es que existan los medios (o se pongan) para que las mujeres se emancipen económica y sexualmente. Eso les permite tener voz, una voz que sea más escuchada y es un muy buen paso para solucionar la cuestión de la mujer.

Imagen de RAWA (Revolutionary Association of the Women of Afghanistan)
En fin, el planteamiento inicial del que hablo en todo el párrafo anterior está muy bien, y la autora lo retoma varias veces para hablar, precisamente, de la propaganda que se crea en el occidente para mostrar que, efectivamente, el oriente es un mundo bárbaro. Por supuesto que ocurren barbaridades en el mundo, así en general, cuando uno vive en el capitalismo y en el patriarcado, es común que eso paso (y por eso hay que destruirlos hasta los cimientos), pero muchas veces, hay países (Estados Unidos) que se aprovechan de algunas de estas barbaridades (son selectivos, si pasa en el primer mundo se hacen los estúpidos) para justificar sus intervenciones militares (y Dios, en quien no creo, sabe que son muchas). Otros países (algunos en Europa, no voy señalar porque son muchos) usan estas historias tristes para endurecer sus políticas migratorias y hacerlas más racistas y xenofóbicas (sin fijarse en las cosas que ocurren dentro de sus propias fronteras, con la gente que nació dentro de ellas).

Mujeres en Egipto luchando contra el militarismo
Hablando de eso, la autora nos señala el entusiasmo con que el occidente consume las "memorias" (poco o nada verificables) de jóvenes musulmanas que nunca dan su nombre completo y huyen de matrimonios forzados o asesinatos de honor para llegar al maravilloso occidente (donde, siempre, siempre, descubren la libertad). Muchas han sido probadas falsas. Otras son inverificables. Y aunque no se debería dudar de la palabra de las mujeres que son víctimas, es obvio y triste que hay quien se está beneficiando del sufrimiento de otras mujeres para empujar sus agendas. La autora lo denuncia, pero no llega muy lejos después de la denuncia; yo les diré tres cosas sobre el tema: (1) la única memoria hasta el momento que me ha gustado, de ese estilo, es la de Ayaan Hirsi Ali, porque, aunque concuerdo muy poco con sus políticas y su manera de pensar, es bastante honesta; (2) son mucha propaganda de salvar a las mujeres marrones de los hombres marrones, que es falsa, porque no van a ir a liberar a ninguna mujer y (3) todo eso quiere decir que las verdaderas víctimas no llegan ni a poder alzar la voz. No las oímos porque no tienen voz, nadie les ayuda a que la tengan.

Ya que mencioné los dos puntos a favor, partiré con el resto de mi crítica. Este libro es uno que hace una gran gimnasia mental, ni yo podría hacer algunas de las acrobacias. La mayoría de estas acrobacias mentales y varios saltos de extrema longitud la autora los hace para demostrar que las mujeres musulmanas no están tan oprimidas como nosotros, los lectores, creemos. Para empezar eso sólo ya está muy mal porque en el mundo no existen las olimpiadas de la opresión. La opresión es, punto; que se manifieste de distintas maneras en distintos contextos es otro asunto. La primera de estas acrobacias mentales fue intentar contarme que la burka no era tan mala porque permitía a las mujeres salir de su casa y que era su cultura... Mi mente piensa que, mientras las mujeres no tengan opciones y capacidad de elección (es decir, estén emancipadas) no podemos decir algo así nada más porque sí para demostrarle a alguien un punto (y lo mejor sería que existiera una estadística que nos demostrara algo, especialmente porque son lo único que tenemos para demostrarle al mundo que la opresión de la mujer es real y que la cuestión de la mujer es algo importante).

I Am My Own Guardian, protesta contra el sistema de guardianes de Arabia Saudí
A lo largo de la historia, vamos viendo varios razonamientos de este tipo, especialmente basados en anécdotas que nos cuenta la autora y en sus juicios. Vamos de un caso específico a lo general. Lo irónico (lamentablemente) es que la misma autora insiste que no se puede crear un cliché en torno a la figura de la mujer musulmana (pues lo único que comparten todas las mujeres musulmanas en este mundo es única y exclusivamente la religión), pero en estos casos de ir de una anécdota hasta lo general lo hace muy a menudo. Quiero gritarlo que por qué lo hace, ¡¿por qué?! Es algo con lo que ella misma está en contra. Y claro que podemos ir de lo específico hacia lo general y de lo general a lo específico, pero no de un sólo caso específico, porque no nos permite ver un patrón. Muchas mujeres de los Estados Unidos empezaron a darse cuenta que las violencias que sufrían no eran algo individual cuando se formaron los grupos de consiencia (uno de los lugares de donde sabe que lo personal es lo político); ellas no fueron las únicas, a lo largo del mundo, muchas mujeres se han dado cuenta de que viven en un sistema que las violenta de manera sistemática precisamente al juntar todas sus historias y darse cuenta de que no son tan diferentes. Eso, de hecho, está muy bien. Ahora, cuando tenemos un sólo caso para intentar convencernos de que, en realidad, las mujeres no están tan mal, bueno, tiendo a alzar las cejas. Y eso pasa horrores en el libro.

Protesta contra la ocupación de Palestina en el marco del Día Internacional de la Mujer, mujeres palestinas
Hay una parte del libro que habla específicamente de Egipto y de las mujeres allí. Habla de su lucha y me encantaría poner todo esto entre comillas porque las cosas que cuenta la autora son ínfimas y pretende, con ellas, pintar todo el panorama. Para ofrecer un panorama de la cuestión de la mujer en Egipto ya existe Nawal el-Sadaawi, que investigó durante muchos años sobre temas de salud de las mujeres y otras cuestiones y escribió un libro con todo lo que descubrió sobre ello (no olviden leer La cara desnuda de la mujer árabe, que la verdad, es una mucho mejor manera de entender la lucha de la mujer en esos lares del mundo y nos muestra lo bueno y lo malo). Siento que la misma Abu-Lughodparte con un bias y nos cuenta sólo lo que le ayuda a sostener su punto, cosa que, por ejemplo, el-Sadaawi no hace.

Bueno, ahora, para acabar y no hacer esto más largo que nada, diré que me hubiera gustado que fuera un libro más proactivo y propusiera, si no soluciones, al menos un plan de acción algo claro. Y sobre las "soluciones" (que no puedo considerar exactamente como tal) que propone, hubiera preferido que fueran menos reformistas porque no le puedes poner parchecitos rositas y violetitas al patriarcado y decir que lo derribaste. En fin, eso es todo. Si fuera ustedes, me ahorraría el libro; pero si quieren leerlo, los invito a hacerlo para formar su propia opinión.

martes, 6 de febrero de 2018

Crítica a Teoría King Kong de Virginie Despentes

El Dios en el que no creo sabe lo mucho que he cambiado de perspectiva desde la primera vez que leí Teoría King Kong y el día de hoy. Cambiaron muchas cosas dentro de mí. Me di cuenta de muchas cosas. Leí muchas cosas. Supongo que el mayor cambio entre el día de hoy y la primera vez que leí Teoría King Kong es que escuché hablar y leí una entrevista a Sonia Sánchez, ex prostituta que aboga por la abolición de la prostitución y leí a Florencia Guimaraes, trava también ex prostituta que este año se sacó el secundario en Argentina (en México eso equivale a secundaria + preparatoria). Pasaron otras cosas, pero esas fueron las dos principales. Creo. Bueno, también es que decidí hincar los codos y ponerme a leer. Me considero con autoridad de criticar este libro por el simple y sencillo hecho de que soy mujer y he leído lo suficiente como para formarme una opinión sobre lo que Virginie Despentes escribe. Y porque tengo ganas de escupir todo lo que me ha hecho pensar este libro a manera de una entrada que quizá pueda ayudarle a alguien a formarse una opinión, empezar algún debate o cuestionarse algo.


Así que, vamos a hablar de Teoría King Kong. Y creo que vale que les de un poco de contexto, empezando por la sinopsis del libro y quién es Virginie Despentes.

Sinopsis: La diva destroy punk de las letras francesas, escritora de novelas en las que las protagonistas ocupan posiciones tradicionalmente reservadas a los hombres (sangre, sexo y rock-and-roll) y de la controvertida y censurada película Fóllame (2000), nos ofrece un ensayo en primera persona en el que se ataca a los tabúes del feminismo liberal: la violación, la prostitución y la pornografía.

Me estoy riendo porque eso es, de hecho, lo que aparece en la contraportada del libro y no sé si ya desde ahorita ponerme a reír o a llorar. Quiero ser seria y que esta crítica parezca seria aunque yo no lo sea, pero es que no se puede cuando la sinopsis me está hablando que habla de atacar a los tabúes del feminismo liberal. Lo de tabúes no sé si sean, pero pretender que este libro es un ataque al feminismo liberal, o si quiera una crítica, es ser bastante optimista cuando básicamente todo lo que defiende, es, precisamente, lo mismo que defiende el feminismo liberal (aka el neoliberalismo sexual). Podemos ponernos a debatir por horas, sobre todo porque puede parecer que si lo está "atacando" (no me gusta esa palabra porque los ataques no propician la critica sana, pero eso dice la sinopsis y estoy segura de que la escribió un vato) cuando critica al capitalismo, pero al final sus pocisiones respecto a prostitución y pornografía son pocisiones que benefician al capitalismo y por ende a los explotadores. (Les juro que abajo explico por qué, ténganme paciencia, esto va a ser largo).


Ahora, hablemos un poco de quien es Virginie Despentes. Es una escritora francesa, definida como diva destroy punk (whatever that means porque yo estoy fuera de onda) y según esto una feminista incómoda (no sé de donde, porque su pocisión pone muy cómodos a los hombres) que pertenece a una nueva generación de narradores franceses. También es ex prostituta. Y listo, ella es la escritora. Ahora sí, sin más que añadir, que ya llevo un buen rato escribiendo, vamos a hablar del libro.

A Teoría King Kong le reconozco, con bastantes reservas, su primer capítulo (no el prólogo), su primer capítulo. Con reservas porque tiene cosas en las que evidentemente no estoy de acuerdo, pero tiene algunos aciertos más o menos: por ejemplo, el reconocimiento de que los trabajos de cuidado, la crianza de los niños y las labores domésticas siguen siendo actividades asociadas a lo femenino y además vistas como actividades "benévolas": que hacemos por lo buenas que somos. De todos modos el análisis respecto a ese punto me parece más o menos superficial y luego luego le nace la idea de capitalizarlo todo (cuando realmente, el capitalismo nos sirve como mujeres de nada y lo mismo); total, que exploten a otro, pero no que te exploten a ti. Eso nunca funciona.

Bueno, vamos a hablar del segundo capítulo, que habla al principio de violencia sexual. Virginie Despentes fue violada cuando hacía autostop, una de sus amigas también. Habla de su proceso como víctima, cosa que no juzgo ni comento porque cada víctima tiene sus propios procesos y la sociedad sólo tiene una imagen posible de víctima. Sin embargo, en algún punto, reconoce a Camille Paglia como feminista (what the fuck) que es, por si no la conocen, La verdadera feminista que destroza a las feministas en el video que le encanta compartir a los machos pendejos. Tiene opiniones de mierda sobre la violencia sexual, aunque si quieren usar un eufemismo, pueden decir que tiene "opiniones controvertidas". Una de ellas, directamente impresa en Teoría King Kong:
Verano de 2005, Filadelfia, estoy frente a Camille Paglia, realizando una entrevista para un documental. Asiento con la cabeza entusiasmada escuchándola: «En los años sesenta, en los campus universitarios, se encerraba a las chicas en los dormitorios a las seis de la tarde, mientras que los chicos podían hacer lo que querían. Nosotras preguntamos: “¿por qué esta diferencia de trato?”. Nos explicaron: “porque el mundo es peligroso; corréis el riesgo de ser violadas”. Respondimos: “entonces dadnos el derecho de correr el riesgo de ser violadas”».
Si se preguntan qué carajos acaban de leer, bueno, yo también me lo pregunto. Aludir a darle libertad a las mujeres pero que los hombres mantengan su supremacía en la que pueden violar mujeres es... un poco inútil. Las mujeres deben ser libres de salir y de no correr el riesgo de ser violadas. Pero bueno, hablamos de Paglia, yo no espero nada de ella y siempre logra decepcionarme; lo que realmente me dio a entender que algo no se cocía bien en Teoría King Kong es que Despentes suscriba la opinión de Paglia (y la considere algo beneficioso por alguna razón).

Ella es Paglia. Si les enseñan un video donde "destroza a las feministas", ¡HUYAN!
Despentes habla de su experiencia y de lo que penso (again, cosa que ni puedo ni quiero juzgar, porque una vivencia individual no engloba a una realidad colectiva y porque son experiencias de cada quien) y en un momento afirma: "la violación fabrica las mejores putas". Y aquí es cuando empezamos a hablar de prostitución. Despentes cuenta su propia experiencia en el mundo de la prostitución que se resume en "tuve una buena experiencia, hagamos esto legal, es revolucionario" (lo cual es en todo sentido, un horror). Hablar de una realidad colectiva con base en una sola experiencia es inconcebible, más cuando uno comprende que Despentes vivió una realidad muy diferente a la de la mayoría de las prostitutas (sin proxeneta, ya para empezar), con la opción de salirse en el momento en que quisiera y conseguir un trabajo (no como miles y miles y miles de mujeres cuya única opción es, literalmente, eso o morirse de hambre). Pero bueno, si vamos a atacar el tema de la prostitución, quiero hablar de diferentes fuentes, en el debate regulación vs abolición (ni voy a tomar en cuenta el prohibicionismo, porque todos sabemos que es una pocisión que se caga en las mujeres y no hay mucho que debatir) se repite unas cuantas miles de veces que hay que escuchar a las putas.

 Y yo escuché (leí) a Despentes, así que la voy a criticar con la otra parte de la moneda. Sonia Sánchez, activista feminista, ex prostituta, que fue explotada sexualmente y ahora es abolicionista de la prostitución. Trabaja con mujeres que buscan salir de la prostitución, escribió un libro con María Galindo (Ninguna mujer nace para puta, disponible en mi carpeta de drive). Tiene una entrevista muy completa en feminicidio.net que les pongo aquí: Sonia Sánchez: 'Ninguna mujer nace para puta', la historia de una sobreviviente de trata y prostitución. En una parte de la entrevista habla de como mucha gente describe el concepto de "trabajo sexual" sin entender realmente que implica o sin definirlo, si quiera. Lo voy a copiar y a pegar aquí:
—¿Cómo defines el trabajo sexual?
—Eso mismo me pregunto: ¿qué es trabajo sexual? ¿Penetración de boca, vagina y ano? ¿Eso es trabajo sexual? Una mujer que realiza un trabajo sexual no es una mujer sino una boca, una vagina y un ano. A eso nos reduce ese trabajo, no somos personas, no tenemos un cuerpo las putas porque un cuerpo es un todo. [...]
Doy talleres a jueces y policías y les digo: “definamos juntos qué es el trabajo sexual y qué produce una puta”. Llamemos a las cosas por su nombre, le choque a quien le choque. En Argentina las que defienden el trabajo sexual dicen que hay que inscribirse como monotributista (autónoma). ¿Contribuir todavía más al Estado por ser explotada sexualmente? Y cuando se factura, ¿por qué concepto? ¿Cuáles son los servicios sexuales? ¿Te digo cuáles son los servicios sexuales en Argentina que se deberían facturar? Hablo con ejemplos del lenguaje fiolo, un lenguaje que tapa, maquilla y distorsiona la realidad. [...]. Ahora, te pregunto, ¿eso puede ser considerado un trabajo? Lo que me hicieron a mí, tan frecuente, un bautismo: ¿eso se puede considerar un derecho? Todo el mundo que defiende el trabajo sexual no describe a qué se le llama trabajo sexual. 
 

Aprovecho para apuntar que el abolicionismo no considera que el trabajo sexual exista, sino que habla de explotación sexual (puesto que la mujer no es el medio ni el trabajador, es la mercancía). Sonia Sánchez es sólo una voz dentro de todo el asunto que se opone a la postura de Despentes. En Teoría King Kong se habla de que una mujer debe tener libertad para prostituirse si quiere. Mi problema con esa afirmación son dos cosas: (1) si hablas de que una mujer tiene derecho a venderse (dicho de manera muy burda) estás afirmando que un hombre tiene derecho a comprarla (como un objeto) y (2) la realidad es que en el mundo de la prostitución la idea de la libre elección es un poco irreal, considerando que muchas mujeres sobrevivientes consideran que no tuvieron elección.



De todos modos, mi mejor manera de criticar la pocisión de Despentes es poner la evidencia sobre la mesa: los derechos y la realidad de las mujeres en países con modelos abolicionistas y países con modelos regulacionistas. No puedo tomar el enfoque de Despentes como algo válido para esto porque por mucho que su experiencia haya sido buena, es una sola experiencia en un mundo lleno de ellas. Es todar un enfoque individualista, más que nada, en el que sólo está preocupada porque a ella le fue bien. Diferentes países han implementado el modelo nórdico, que consiste en castigar al hombre que accede a la prostitución y garantizar los derechos de las mujeres para salir de la explotación. Qué países y qué resultados han tenido se puede consultar aquí: Modelo Nórdico en Traductoras Abolicionistas. Hay en especial una investigación que me interesa mencionar que demuestra que la violencia contra las mujeres disminuye en este modelo.

Pero bueno, también mostraré el otro lado de la moneda. La misma página anterior se ha dedicado a compilar una serie de artículos publicados en distintos medios, pero traducidos por ellas, que hablan sobre la realidad de los países donde se ha legalizado la prostitución. Se pueden encontrar aquí: Legalización (en Traductoras Abolicionistas). Por si acaso alguien me menciona que no vale utilizar los datos de una página abiertamente abolicionista, tengo otra fuente más, en Spiegel, un medio alemán, fue publicado este artículo que expone el fracaso del modelo en Alemania: How Legalizing Prostitution Has Failed?, lo que más me interesa resaltar es que en la tercera parte del artículo se habla de que la trata ha aumentado, siendo las víctimas un tercio más que 10 años atrás (Germany's Human Trafficking Problem).

Con la pornografía el argumento es más o menos el mismo y mis contra argumentos no varían mucho, mucho menos en la parte que alude a la explotación sexual. Aquí considero muy importante mencionar que no considero el hecho de que haya mujeres dirigiendo porno o siendo directoras de playboy nada positivo ni empoderante ni que le está dando una visión femenina a nada (y mucho menos feminista) porque (1) los hombres siguen siendo los clientes (que creen que tienen derecho a comprar el cuerpo de una mujer como si fuera un objeto) y como tal mantienen su supremacía y (2) estas mujeres en situaciones de poder están explotando la sexualidad de otras mujeres, no abogando por ellas, como menciona Ariel Levy en su libro Female Chauvinist Pigs (un libro muy básico, pero que trata bastante bien el punto que hago). He de mencionar aquí que tampoco me importa demasiado la inclusión en el mundo del porno (dejando de lado el canon de la belleza occidental de la mujer blanca y rubia) porque ¿qué? ¿Estamos hablando de la cosificación inclusiva? ¿En serio? ¡No! Cosificación y explotación para nadie, mejor.

La entrada ya me quedó larguísima, pero creo que ataca los puntos que considero importante tratar cuando se habla de Teoría King Kong: para mí es un error tratar a la prostitución como empoderante, también al porno. Me da la impresión de que le estamos haciendo el juego al sistema y al patriarcado. Me gustaría atacar algunos otros puntos, pero me parece que lo haré después porque no quiero saturar a nadie de información. Este libro lo leí el año pasado porque justamente fue una lectura de Libros b4 Tipos (facebooktwitter, instagram goodreads) y al terminarlo me dejó con los sentimientos encontrados, pero no sabía explicar por qué y tampoco sentía que tuviera los argumentos claros como para criticarlo. Bueno, unos bastantes meses después, creo que los tengo y se los comparto.


Nos vemos en el próximo rant feminista.

domingo, 21 de enero de 2018

Autoformación feminista (I): Textos introductorios

Adendum a 2022: Ya no me nombre feminista, pero he decidido dejar testimonio de lo que fue mi formación. Todavía creo que sobre el texto de Chimamanda se pueden abrir conversaciones, por más básicas que sean, aunque no pase de allí. Creo que Nuria Varela tiene una buena introducción a la historia de las mujeres, aunque si nos vamos por feminismo prefiero la que El segundo sexo de Simone de Beauvoir (libro que nunca comenté, ya será el momento algún día) pero definitivamente sobre el tema de la historia de las mujeres les recomendaría la primera parte de La mujer en el desarrollo social de Alexandra Kollontai. Sin embargo, sí, sin tapujos, les recomiendo el tercer texto nombrado Philosophical Trends in the Feminist Movement (tengan en cuenta que hace una distinción entre feminismo radical y feminismo cultural por la época en la que fue escribo y que hoy lo que conocemos como feminismo radical salió del feminismo cultural de aquella época y finalmente fueron dos corrientes que prácticamente se fusionaron y cambiaron algunas posturas).
 
Mucho he escrito sobre feminismo en muchos blogs. En la página de Feminismos pueden ver, de hecho, toda mi evolución por escrito. O mejor no la vean, porque les va a dar pena ajena. Muchas mujeres mencionan cómo entraron al feminismo por corrientes pop, liberales, sin autocrítica y luego se radicalizaron. Bueno, en mi caso, esa evolución la pueden ver en vivo y en directo (o como dije, mejor no la vean, me voy a morir de pena ajena). A menudo, en mi proceso de aprendizaje, me encontré con toneladas de información que no sabía cómo procesar. Tampoco sabía muy bien por donde empezar. Mi aprendizaje fue atravancado, me di de zapes muchas veces, me desesperé otras tantas. Es por eso que hace ya meses cree una biblioteca digital (una carpeta de drive) donde compilo todo lo que llegue sobre temas de género y feminismo a mis manos (al igual que otros libros que considero de interés para el asunto) y distribuyo de manera libre (pues considero que el conocimiento debe serlo), pero muchas veces me preguntan por dónde empezar a leer. Precisamente esta entrada es un intento de ser una guía (made in Poulain, lo admito) sobre varias lecturas feministas y lo que van a encontrar en ellas.


El propósito de la sección que estoy inaugurando es, precisamente, ayudar a más mujeres en autoformación feminista. Lo hago porque considero que es muy importante crear comunidad y ayudar a otras a darse cuenta (Amiga, date cuenta), porque considero que la autoformación es muy importante y porque considero que la teoría feminista y el trabajo de muchas teóricas ha hecho parte del movimiento lo que es hoy. Por supuesto, que la teoría sin salir a la calle sería nada, pero está aquí para darles los fundamentos que necesitan para hacerlo. Hoy voy a empezar con algunos textos que yo considero introductorios y que las pueden ayudar a meterse en el tema (pásenselo a quien lo necesite, compártanlo si les gusta). 

Como aclaración, diré que yo no tengo ninguna autoridad académica, y básicamente hago esto porque soy mujer y soy feminista. Y punto. Todo lo que recomiendo aquí yo ya lo leí, lo analicé, lo recomendé por otros lados. 

Todos deberíamos ser feministas, Chimamanda Ngozi Adichie


Este es un texto básico allá donde los haya. Es una transcripción prácticamente sin muchos cambios de una TED Talk que les voy a poner aquí abajo para que la vean si quieren que dio la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. No es su único texto sobre feminismo (también escribió Querida Ijeawele: Cómo educar en el feminismo, que también leí ya) ni es lo único que ha dicho sobre el tema. Yo vi primero la TED Talk porque me la pasó una amiga (hola, Anita) para convencerme de por qué debía leer más cosas de esta autora y después el libro porque fue la lectura con la que se formó Libros b4 Tipos. Ahí fue cuando me di cuenta de su poder en hacer que las mujeres se dieran cuenta de que vivimos en un sistema de desigualdad. El libro no profundiza demasiado en nada, no especialmente en las causas sociales por las cuales vivimos en desigualdad, pero expone numerosos ejemplos que dejan ver el doble rasero con el que se juzga a hombres y mujeres, la doble moral con la que vivimos a diario y las situaciones a las que se enfrentan las mujeres que los hombres no enfrentan.


Es apenas, como quien dice, una introducción. Es un libro muy pequeño que rescata hechos cotidianos y deja ver las desigualdas. No profundiza, como ya dije, pero es muy buena idea para despertar la curiosidad y plantear el debate. Funciona muy bien en grupos de mujeres (nos funcionó en Libros b4 Tipos como lectura inicial) y sospecho que también en cursos y talleres, porque, como ya dije, es muy bueno para plantear el debate y desperar la curiosidad. La idea leyéndolo es precisamente que después se busque más información. Si les quieren vender que un libro es la biblia del feminismo, ustedes no hagan caso de eso: el feminismo no es dogma. Hay teoría que lo sostiene. Lo pueden encontrar aquí.


Feminismo para principiantes, Nuria Varela


Ahora vamos a hablar de otro libro que a menudo es recomendado por todas partes. Y es por una muy buena razón: es muy bueno para aclarar términos y conocer historia. Curiosamente para mí, yo leí Feminismo para principiantes ya que había planeado esta sección, después de pasar por Simone de Beauvoir, por La dialéctica del sexo, hasta por la (confusa) Teoría King Kong, por Angela Davis. La leí ya que había pasado por todo. Nuria Varela habla en 400 páginas (más o menos, poco menos) de la historia de los movimientos de mujeres, empezando por aquellos que nacieron como los hijos no queridos de la Ilustración y la Revolución Francesa y los que nacieron como consecuencia del movimiento abolicionista de la esclavitud en Estados Unidos. Recupera textos, figuras importantes, qué se dijo y que no se dijo. Quizá le falta un poco de crítica a la falta de inclusión de estos movimientos (pero, como bien dice el libro, hablamos de historia para principiantes) y recorre las corrientes del feminismo. Mi crítica es que quizá le falta hablar un poco más de feminismos tercermundistas (aunque sí lo hace, pero de manera breve), pero compilación histórica, me pareció muy interesante y muy acertado.

Como Nuria Varela es española, evidentemente, este libro cubre la historia del feminismo español. Entiendo que a quien no sea de España le pueda resultar un poco menos interesante, pero yo admito que, como ñoña que soy, no me aburrí ni un poquito de que me hablaran de historia. Yo encuentro admirable a las mujeres que han investigado y a las académicas, porque nos abrieron las aulas hace tan poco tiempo si lo comparamos con el tiempo que han pasado los humanos en la tierra, que me encanta leer del tema.

 

Después de toda la historia, Nuria Varela habla de términos básicos, como Patriarcado, Sexismo... etcétera. Habla de la violencia hacia la mujer, sobre la distinción entre violencia de género y violencia doméstica. Este libro, es, obviamente, un principio. No lo cubre todo como desearíamos que lo hiciera porque tiene que abarcar muchos y diversos temas. Explica diferentes posturas adoptadas por movimientos feministas ante diferentes problemáticas. Una de las cosas más interesantes del libro es que, además, sus anexos rescatan varios importantes documentos históricos para el feminismo, como la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls. Excelente para introducirse en la historia de los movimientos de mujeres y a partir de él seguir investigando (no sirve de nada quedarse con un sólo libro). Lo pueden encontrar aquí.

Philosiphical trends in the feminist movement,