Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

miércoles, 14 de marzo de 2018

Amelie Nothomb | Mini reseñas

Hace nada les estaba hablando de esta autora belga en mis recomendaciones para la #TravesíaFeminista de Libros b4 Tipos y aunque este mes ya no esté dedicado a Europa Occidental, sino a Norteamerica (que también tiene unas escritoras increíbles, al final del mes haré mi lista de recomendaciones), pensé que bien podía traer estas reseñas. En realidad, la primera ya ha sido publicada en internet, pero la página en la que fue publicada (Plusbits) ha cesado de existir forever and ever así que la voy a repostear por aquí.  


Como me pareció muy poca cosa releyéndola, pensé en agregarle contenido nuevo hablando de otro libro con el que Estupor y Temblores está muy relacionado. Así que hoy, además de hablar de Estupor y Temblores, vamos a aprovechar también para reseñar Ni de Eva, ni de Adán. Si ustedes supieran hace cuanto leí este libro y hace cuanto estoy diciendo que lo voy a reseñar (no tenía ni kindle, es más, no había ni empezado la carrera), se ríen de mí. Pero bueno, no hay plazo que no se cumpla y hoy por fin traigo esta reseña.

Estupor y temblores


Sinopsis: Esta novela con declarada carga autobiográfica, que ha obtenido un éxito impresionante en Francia, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas. Con «Estupor y temblores»: así es como el emperador del Sol Naciente exigía que sus súbditos se presentaran ante él. En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble handicap de ser a la vez occidental y mujer –extraviada en un hormiguero de burócratas, subyugada además por la muy japonesa belleza de su superior directa, con la cual tiene unas relaciones de franca perversidad–, sufre una cascada de humillaciones. Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, superiores sádicos, la joven Amélie empieza en contabilidad, luego a servir cafés, pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un despego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos... masculinos.

Siempre he dicho que todo el mundo debería conocer a esta magnífica escritora belga. Creo que este, Estupor y temblores, uno de sus primeros libros, es el libro perfecto para conocer a Amélie Nothomb y conocer también su peculiar sentido del humor. Estupor y temblores es una novela autobiográfica en la que Amélie narra sus aventuras trabajando en una empresa japonesa, intentando adaptarse a un ambiente muy diferente al que conoce.  Para ponerlos en contexto, Amélie nació en Japón (en la ciudad de Kobe, más concretamente) puesto que su padre era diplomático. A los cinco años, abandonó el país y no volvió hasta 1989 para perfeccionar su japonés y conocer, de verdad, al país de sus amores.


Esta historia comienza en enero de 1990, Amélie acaba de conseguir empleo en una empresa japonesa muy tradicional donde Amélie empieza a ganarse enemigos desde el primer día. Su inmediata superior, Mori Fubuki, empieza primero como una aliada que parece entenderla en su desconcierto de cómo se maneja una empresa japonesa. Y en la larga cadena de sus superiores, el señor Omochi le hará la vida especialmente imposible. Entre sus tareas están sacar mil veces fotocopias del reglamento del club de golf del señor Omochi (y repetirlas, porque la primera vez no están correctamente centradas según él), escribir cartas adivinando asunto, contenido e intenciones y servir cafés. Todo aderezado con la peculiar visión de Amélie, que lo cuenta todo de manera muy amena e interesante.

Estupor y temblores es un libro muy cortito: apenas pasa de las 120 páginas. Además, se va volando. Amélie adora la cultura japonesa y adora Japón (es el país de sus amores), sin embargo, no se tienta el corazón para hacer una crítica de las empresas japonesas y la manera en que exprimen a sus empleados y mucho menos se tienta el corazón a la hora de intentar analizar la vida de una mujer japonesa y con qué roles se supone que debe de cumplir. Amélie se centra en los trabajos que le encomiendan y los líos en los que se mete por tener iniciativa, uno de los peores crímenes en la empresa.


El libro, escrito con el agudo sentido del humor de Amélie, hace que el libro sea muy divertido (¿quién pensaría que un libro sobre abusos laborales sería entretenido?). Para mí, es el mejor libro para conocer a la escritora belga, además de que sirve para conocer más del sistema jerárquico japonés y entender un poco su filosofía de trabajo. En resumen, es un libro cortito, entretenido, de trama y premisa muy sencilla que es muy recomendable si tienen interés en la cultura japonesa o en la escritora.

Ni de Eva ni de Adán


Sinopsis: Amélie Nothomb se sube en Tokio a la montaña rusa de una hilarante educación sentimental en brazos del muy delgado y muy oriental Rinri, un ávido lector que sueña con entrar en la orden del Temple. Amélie, decidida a aprender japonés enseñando francés a los autóctonos, conoce a Rinri en un bar. Pero, pocos días después, la relación entre maestra y alumno dará paso a una hermosa historia de amor. Distintos episodios nos sitúan, una vez más, ante una rica y peculiar visión de Japón, la de alguien nacido allí pero cuyos orígenes son occidentales, y donde la percepción de la alteridad cobra los más variopintos matices. Nothomb analiza sus experiencias desde una perspectiva casi antropológica, nunca exenta de ironía. La diversión está asegurada, pero también la ternu-ra e incluso la melancolía…, porque cuando Nothomb escribe en primera persona fascina, divierte, hace pensar y hace reír.

La sinopsis es mentirosa. No le crean. Eso no es una bellísima historia de amor. Creo que el afán de catalogar este libro dentro del género romántico es porque, sí, tiene una relación entre sus páginas y nuestra obsesión con las relaciones románticas. Esta es una novela autobiográfica y más que nada, es una historia sobre Amélie Nothomb. La belga está decidida a perfeccionar su japonés y, bastante frustrada con las clases de japonés a las que asiste y el sistema educativo japonés, al que no duda en criticar, se dedica a enseñar francés entre los japoneses. Así es como conoce a Rinri, un universitario, empieza a darle clases y acaba teniendo una relación con él.

Así, de la nada, chance y si parezca una novela romántica. A mí me van a perdonar, pero dejando de lado que sí tiene romance, se me hizo una novela bastante introspectiva de Amélie. La escritora se cuestiona una y otra vez el amor y su manera de sentirlo. Habla de las clasificaciones del amor según las ve ella y como las siente. Analiza su relación con Rinri mientras habla de la cultura japonesa (y qué cultura) y vive en el país de sus amores. Amélie ama a Japón más a que casi todo en el mundo y se nota por como habla del país. Lo critica, lo expone, nos cuenta todo. Creo que sé más cosas de Japón que de Rinri, la verdad (que no es mal protagonista y de hecho es un chico bastante tierno, pero again, creo que aunque es una pieza muy importa del libro, el libro no es de él ni de su relación). Este libro es anterior a Estupor y Temblores. Antes de que Amélie entrara a trabajar en una empresa salida directamente de los círculos del infierno. 

Monte Fuji
De Amélie Norhomb uno puede esperar casi cualquier cosa. Este libro a veces es pesado porque sus divagaciones parecen irse por las ramas en todo momento. A pesar de todo, su prosa al hablar de Japón es hermosa y una de las partes más impresionantes del libro es la excursión al Monte Fuji, que todos los japoneses deben realizar al menos una vez en su vida. Les juro, me pareció hermoso. Es un buen libro para complementar el anterior, aunque la verdad es que no lo considero por encima de la obra magistral que me parece Estupor y Temblores (e incluso la Metafísica de los tubos, que aún tengo pendiente reseñar).

lunes, 12 de marzo de 2018

Casas vacías, Brenda Navarro | Reseña

Sinopsis: Casas vacías habla del dolor de las mujeres ante la desaparición de un hijo y de su propia vida. Es una novela que también cuestiona la maternidad y abre la posibilidad de un diálogo sobre cómo se enfrentan las maternidades no solicitadas y que son impuestas socialmente. Casas vacías es la primera novela de Brenda Navarro y el primer libro editado por Kaja Negra. Es el primer paso de nuestro proyecto editorial.

Esta es una novela que puede leer todo el mundo, sólo necesitan descargarla. Ya les puse el link al proyecto editorial en la sinopsis, pero si no, también la pueden encontrar en Bookmate de manera totalmente gratuita. Ahora sí, quiero pasar a contarles un poco del libro y de lo que me pareció, porque me parece que es un libro con tantos temas, con tanta profundidad, que no acabaré nunca de hablar de él. Casas vacías es una novela que agarró mi corazón, lo estrujó, lo hizo pedazos y después me lo regresó todo maltratado, es un libro que tuve que darme tiempo para digerir, puesto que no sabía exactamente como sentirme al acabarlo, es un libro impresionante. Ya verán, espero convencerlos con esta reseña.


La autora es la mexicana Brenda Navarro, a quien pueden encontrar en twitter como @despixeleada, por si quieren conocerla un poco más; también dirige el proyecto Enjambre Literario y es estudiante del Máster de Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía por la Universidad de Barcelona. Yo no la conocía para nada hasta que tuve el libro y empecé a leerlo en mi cuenta de Bookmate y, definitivamente, qué buena carta de presentación. La conocí sólo por sus letras y de verdad me sorprendió, Casas vacías es una novela que habla del dolor sin caer en lo cliché, habla de la pérdida de manera completamente sincera, es un libro impresionante. Decidí, pues, dividir esta reseña en varios tópicos para poder hablar de todo un poco con orden.

Los desaparecidos


México es un país de desaparecidos. Algunos los olvidamos a veces, porque son tantos que contarlos se ha vuelto casi imposible. Pero sus mamás siguen buscando, aunque sea un indicio, lo que sea, siguen exigiendo que aparezcan y que se los regresen. ¿Se han preguntado lo que sienten esas mamás mientras buscan, de manera incansable, aunque sea una pista del paradero de sus hijos? Con los desaparecidos uno no puede tener un duelo como con los muertos, ¿qué tal si están vivos? De repente, están siempre vivos, hasta que no aparezcan, están siempre vivos. En esta historia, Daniel tiene tres años cuando desaparece casi enfrente de los ojos de su mamá, que lo había llevado al parque. Se lo roban casi enfrente de ella y no lo vuelve a ver.


Desde ese momento, ocurre un torbellino en sus emociones. Daniel es su único hijo, no tiene otro, es autista, ¿qué va a hacer sin ella? De repente se siente mala madre, porque se lo robaron cuando se suponía que ella estaba vigilándolo, porque admite, sin muchos remordimientos, que hubiera preferido que fuera su hija adoptiva/postiza, la sobrina de su esposo, la que desapareciera, en vez de Daniel, el único hijo que tenía. Entonces, durante todo el libro, nos vemos obligados a prescenciar su catarsis, ver sus sentimientos que la desbordan y que no siempre son los que uno espera de la madre de un desaparecido (porque ellas parecen siempre idealizadas, una madre abnegada que lo hace todo por buscar a su hijo, a la que los medios ignoran cuando habla, pero refieren siempre que pueden sólo para reforzar las ideas de las madres abnegadas). No tenemos otra que verla romperse, una y otra vez.
Se hablaba de sangre, de asesinatos, de cifras, pero nadie hablaba de nosotras. Nuestros hijos desaparecían al doble, una vez físicamente, otra, con la indolencia de los demás.
¿Daniel estará bien? ¿Comerá bien? ¿Vivirá bien? Todas las preguntas pasan una y otra vez por su cabeza mientras ella se siente incapaz de hacerse cargo de su propia vida y se siente como madre inepta por no poder hacer más para que Daniel aparezca. De verdad, lo que más transmite su historia es la desesperación y una avalancha de sentimientos que, como lctor, de repente no sabes bien dónde meter. Quizá porque estamos acostumbrados a las historias de La Madre idealizada, abnegada, sacrificada, a la madre resignada que le exige a las autoridades que busquen a su hijo, que todo este despliegue de desesperación y de rencor (contra ella misma, contra su hija adoptiva, contra su propia maternidad) nos parece extraño y ajeno.


Las maternidades (semi)forzadas


Como en este mundo estamos rodeados de todo ese discurso que dice que una mujer no está completa como mujer hasta ser madre, quizá no las vemos. Para la sociedad, el ideal de mujer es una incubadora que hace el trabajo doméstico y realiza todos los trabajos de cuidado, además de estar siempre bella y dispuesta a que los hombres te cosifiquen. A las mujeres que no pueden tener hijos no se les considera mujeres completas; a las que no quieren tener hijos, se les trata de tontas porque... ¿por qué no querrían ser parte del milagro de la vida? Cuando una pareja se casa, lo que sigue es que todos te pregunten cuándo chingados vas a encargar. Y cuando nace el primero, no falta quien te dice que para cuando la parejita. No importa que no quieras tener hijos, de repente sólo sirves para eso.


La madre de Daniel explora la idea de su maternidad como una maternidad de la que se arrepiente, que fue (semi)forzada, que creyó que quería porque sentía que debía quererla, pero para la cual nunca estuvo preparada. Hay una parte del libro donde ella misma cuenta como se autoconvenció, mientras estaba en España, que todo iba a funcionar. Que Nagore, su sobrina política, podía ser también su hija después de perder a su madre, que después de la pesadilla del embarazo todo sería un sueño (porque eso le habían vendido con El Milagro de la Vida). Podemos experimentar su desesperación como madre, como siente que las circunstancias la obligaron a tener dos hijos en vez de sólo uno, como de repente no sabe qué hacer con Nagore, porque nadie se toma el tiempo de escuchar a Nagore, que perdió a su madre, a su país y a sus abuelos de tajo porque se la llevaron a México. Como de repente tampoco sabe que hacer con Daniel, que es autista y no logra conectar con él, no logra hacer que su marido conecte con él, que sea el padre amoroso que le contaron que sería.
La lactancia es el reflejo de las madres que quieren ahogar a los hijos ante la imposibilidad de no poder comerlos. Les ofrecemos el pecho no solo por instinto sino por el deseo obliterado de acabar con la descendencia antes de que sea demasiado tarde.


Toda la historia es desgarradora no porque nos haga ver que a veces los seres humanos somos seres horribles, sino que nos enseña, casi con lupa, los sentimientos desesperados de una madre que siente que no le pidió a nadie su maternidad y que quiere a su hijo a pesar de que parece tener arrepentimiento.

La violencia de género


Por supuesto, en una historia de mujeres, la violencia de género siempre se hace presente. Todas las mujeres estamos sujetas a ella siempre. La mujer que se roba a Daniel (y lo renombra) es una mujer que sufre violencia intrafamiliar y se muda con un novio violento para escapar de ella. Sale de una para ir a meterse a la otra, como quien dice. No es una mujer de muchas opciones, no tiene dinero, no tiene estudios. Lo que más desea es un novio que le haga un hijo porque siente que siendo una familia su vida se va a arreglar (o más bien, jugando a la familia). Sufre violencia y es desgarrador porque la tiene normalizada, porque ella misma decide que vivir en un ambiente violento es mejor que vivir en uno más violento.
Supimos, mediante los papeles delgados y escritos con máquina de escribir obsoleta del expediente judicial, que Xavi mató a Amara en un pelea que había durado cinco años de los doce de matrimonio.
Sin embargo, no es la única historia de violencia contra la mujer que se nos cruza en el libro. La violencia sistemática es algo que atraviesa constantemente a todas las mujeres del libro, estén o no presented. La madre de Nagore fue la víctima de un feminicidio. Parece que en el libro nadie sabe bien como lidiar con ello, como lidiar con Nagore, con la historia, ¿cómo enfrentarse a eso cuando te pasa a ti? El libro explora un poco esa idea de la sociedad que las madres de los asesinos tienen la culpa de que sean asesinos. Porque la maternidad siempre está vigilada, hay que ser la madre perfecta y aún así nadie te asegura que, en algún momento, no te señalarán con el dedo y dirán que eres la peor madre del mundo.


Ya concluyendo, les recomiendo mucho este libro, que además es maravilloso que su distribución sea gratuita en digital. Es un libro muy desgarrador, pero es muy hermoso, no puedo dejar de recomendárselos.
¿Por qué les llaman desaparecidos y no se atreven a llamarles muertos? Porque los muertos somos los que los buscamos, ellos siempre, siempre seguirán vivos.
Actualización al 24 de abril de 2020 (que la autora de la reseña debió de haber hecho antes, pero le dio flojera): el libro ya no se encuentra publicado como proyecto gratuito en Kaja Negra, sino que ahora es parte de la Editorial Sexto Piso. Lo pueden conseguir con ellos. ¿Pero qué creen? Está también disponible en Bookmate).


sábado, 10 de marzo de 2018

Si me permiten hablar, testimonio de Domitila Barrios de Chúngara

Sinopsis: Esposa de un minero y madre de siete hijos, Domitila fue la única mujer de la clase trabajadora que asistió a la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, organizada en México en 1975. Ahí surgió la idea de este testimonio que contiene elementos para un análisis histórico profundamente innovador porque expresa una interpretación de los hechos a partir de una visión popular. 

De este libro, Domitila no está acreditada como la autora, sino otra mujer. La verdad, es que aunque otra mujer haya compilado el libro, creo que Domitila se lleva casi todo el crédito por este libro y todo lo que narra en él. Domitila Barrios de Chúngara es una de las mujeres que más admiro y que más he admirado en mi vida. Antes de hablarles en sí del libro, quiero hablarles de quien fue Domitila y lo que significó esta mujer para la historia de Bolivia. 

Domitila Barrios de Chúngara era la esposa de un minero y vivía en Siglo XX, una comunidad minera de Bolivia. Tenía siete hijos y participaba activamente en los comités sindicales. Domitila nunca tuvo una vida sencilla, los rigores el ritmo de vida minero acabaron con su madre cuando ella era apenas una niña, su padre estaba metido en política y tratabajaba como sastre de la policía minera. Ya casaba, viviendo en el pueblo que la había visto nacer, fue parte del Comité de Amas de Casa del Distrito Minero Siglo XX, junto con otras muchas mujeres, esposas y viudas de mineros, que sostenían que ellas también trabajaban, tanto como todos en la comunidad, sólo que su trabajo doméstico no era remunerado y lo que habían para apoyar el sueldo de sus maridos no bastaba. 

Domitila fue famosa y conocida por oponerse a las dictaduras de René Barrientos Ortuño y de Hugo Banzer Suárez. Fue víctima de la represión y torturada por militares, por lo que perdió a un hino nonato (esto ocurrió durante lo que se conoce como la Masacre de San Juan). Vino a México a la Tribuna por el Año Internacional de la Mujer instituido por Naciones Unidas en 1975 y fue casi la única, si no es que la única, mujer de clase obrera que asisitió (y donde tuvo una discusión de Betty Friedan, puesto que la estadounidense no comprendía que sus planes no se podían aplicar a las mujeres de los mineros en Bolivia, y que sus circunstancias no eran las mismas) al eventó. En 1977, tal como narra Galeano en su libro Mujeres, inició una huelga de hambre junto con otras cuatro mujeres mineras contra la dictadura. Eran cuatro mujeres contra toda una dictadura. Y sin embargo, le dieron la vuelta a la historia: a estas cinco mujeres se unieron más tarde miles de personas y al régimen militar no le quedó más remedio que renunciar en favor de la democracia.


En pocas palabras, esa es Domitila Barrios de Chúngara, líder minera y mujer extraordinaria. Por lo que menciona en Si me permiten hablar, era marxista o socialista (una de las dos, porque menciona las dos corrientes), abogaba por la liberación de la clase obrera, diciendo que sólo así las mujeres como ella podrían encontrar una liberación real (porque ellas, obviamente, no querían la igualdad con sus maridos, sino que reclamaban mejores condiciones para toda la clase obrera en conjunto). Para conocerla, creo que lo mejor es leer este libro testimonial, Si me permiten hablar. No es un libro muy largo y, ahora sí, voy a pasar a hablar de él. 

El libro Si me permiten hablar, habla primero de la realidad de los mineros bolivianos y sus jornadas de trabajo, junto con las jornadas de sus esposas y de sus hijos. Como dice Domitila, allí todos trabajan, porque es la única manera que tienen de subsistir. Después Domitila nos habla de su historia personal, pero lo que me llama la atención es que Domitila tiene un gran sentido de comunidad a lo largo de todo el libro. Llega a rechazar becas para sus hijos por parte del gobierno porque eso sólo era una manera de comprarla y de silenciarla (puesto que era a cambio de que dejara de hacer bulla), mejores pocisiones para su marido (con las mismas condiciones) y ella misma dice que ella no quiere una mejor vida sólo para ella, que eso sería egoísta, que ella quiere una mejor vida para toda su comunidad, que quiere mejores condiciones de vida para todos los mineros, que si no, no tiene caso


El libro está contando como un testimonio oral, lo cual en cuestiones de narrativa es muy bonito, pero pues, en este libro es lo de menos. La autora original eligió preservar todos los modismos de Domitila (lo cual es, definitivamente un acierto, puesto que muchas veces, en un intento de universalizar el mensaje, se hace neutro el idioma y entonces tenemos algo escrito en un idioma que nadie habla). Bueno, entonces, quiero contarles primero un poco de que me hace amar tanto a Domitila. Ella es de las primeras mujeres que conocí que cuestionaban qué tanto podían ser las mujeres iguales entre sí sólo por su condición de mujeres y que hacía notar que, por mucho que pudieran tener en común, una mujer de clase alta no iba a tener las mismas necesidades inmediatas que una mujer de clase obrera. 

Respecto a eso narra una de sus experiencias en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer en México en 1975, después de una discusión que ocurrió.
Entonces yo pedí la palabra. Pero no me la dieron. Y bueno, yo me paré y dije:
—Perdonen ustedes que esta Tribuna yo la convierta en un mercado. Pe-ro fui mencionada y tengo que defenderme. Miren que he sido invitada a la Tri-buna para hablar sobre los derechos de la mujer y en la invitación que me man-daron estaba también el documento aprobado por las Naciones Unidas y que es su carta magna, donde se reconoce a la mujer el derecho a participar, a orga-nizarse. Y Bolivia firmó esta carta, pero en la realidad no la aplica sino a la bur-guesía.
Y así, seguía yo exponiendo. Y una señora, que era la presidente de una delegación mexicana, se acercó a mí.
Ella quería aplicarme a su manera el lema de la Tribuna del Año Interna-cional de la Mujer que era “Igualdad, desarrollo y paz”. Y me decía:
—Hablaremos de nosotras, señora... Nosotras somos mujeres. Mire, señora, olvídese usted del sufrimiento de su pueblo. Por un momento, olvídese de las masacres. Ya hemos hablado bastante de esto. Ya la hemos escuchado bas-tante. Hablaremos de nosotras... de usted y de mí... de la mujer, pues.
Entonces le dije:
—Muy bien, hablaremos de las dos. Pero, si me permite, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la co-nozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y pei-nada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y pue-de gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante, en un barrio tam-bién elegante, ¿no? Y, sin embargo, nosotras las mujeres de los mineros, tene-mos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle.
Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Ten-go yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad va-mos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo so-mos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?'

Domitila defendía la necesidad de trabajar junto a los hombres obreros para lograr la liberación de los trabajadores, sin embargo, se quejaba también de las injusticias que esos mismos hombres cometían contra sus esposas. Una vez, antes del Año Internacional de la Mujer, las mujeres del Comité de Amas de Casa de Siglo XX convocaron a una manifestación para pedir mejoras laborales para los mineros y para la comunidad. Muchos hombres se oponían a que las mujeres se metieran en la política, puesto que les parecía que eso no era propio de ellas, sin embargo, a esa manifestación acudieron más de 1500 mujeres en total. Después de la manifestación, sin embargo, algunos hombres, enojados, golpearon a sus mujeres por haberlos desobedecido. El Comité no dudó en condenar el hecho a través de la emisora de los mineros, diciendo que esos hombres que habían golpeado a sus esposas debían ser ajentes del gobierno, pues de otro modo no se podía explicar que se opusieran a que sus mismas esposas buscaran mejoras laborales para ellos. Me pareció un momento muy bonito dentro de la historia de Domitila.

Con el tiempo, dice Domitila, los hombres se fueron acostumbrando a que las mujeres se metieran en la política y con los Comités. Ya no lo cuestionaban tanto. Cuando ella vino a México, invitada, y no le querían dar la visa, varios dirigentes mineros se plantaron con ella en La Paz, amenazando con hacer huelga y quejarse en las mismísimas Naciones Unidas, diciendo que no sólo las esposas de los ricos tenían derecho a ir a la Tribuna, sino que también sus esposas, las esposas de los mineros, tenían derecho. Y Domitila vino a México. Cuando estuvo presa y logró hacerlo saber, hubo huelgas de los mineros para apoyarla.

Las huelgas de hambre de las mujeres fueron decisivas en Bolivia
En fin, para mí, este Testimonio de Domitila es básico para entender las circunstancias de las mujeres obreras, trabajadoras y las esposas de los obreros y de los trabajadores. Para leerlo y comprenderlo. Además, este libro le puede quitar a muchos la idea de que las mujeres pobres no tienen conciencia política o no pueden entender de política. Domitila es una mujer con gran conciencia política, que se educó como pudo y con los medios que necesitó para entender las circunstancias de su vida y, sobre todo, de su país. No puedo recomendarlo más, de verdad. Además, como soy de la idea de que hay que colectivizar la información y el conocimiento, este libro está en mi Biblioteca personal de libros sobre feminismo y la cuestión de la mujer y lo pueden encontrar en este link.