Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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lunes, 1 de junio de 2020

Nuestro mundo muerto, Liliana Colanzi | Librosb4Tipos

Sinopsis: Una mujer en una misión de colonización en Marte, un joven poseído por el impulso asesino de un indio mataco, un chico que dice comunicarse con gente del espacio, una nana ayorea a la que le gusta comerse los piojos y asegura que los muertos nunca se van. En los bordes de la ciencia ficción, lo fantástico y lo pesadillesco, estos cuentos exploran, con una mirada alejada de todo exotismo, la idea de la muerte en las grietas del mestizaje, allí donde la idiosincrasia indígena y su historia de explotación chocan con la vida moderna y urbana.

Seguro que si están por este blog ya conocen a Libros b4 Tipos porque hablo mucho de nosotras. Resumen rápido: somos una colectiva de trece morras mexicanas que nos dedicamos a leer y promocionar literatura escrita única y exclusivamente por mujeres. Esa es una de las razones por las que en el blog las mujeres siempre tienen preferencia (aunque curiosamente leo muy 50/50 sin fijarme en el género de los autores, siempre con las mujeres por arriba, pero bueno, conozco a quien no lee ni una sola mujer escudándose en el "no me fijo en el género). Aquí en el blog, dejando de lado mis lecturas, son las más reseñadas, las más promocionadas y las más todo. Además, en Libros b4 Tipos este años estamos explorando distintos géneros y corrientes de la literatura del imaginario (la ficción) en países como América Latina y en mayo leímos fantasía. O sea, leímos Nuestro mundo muerto, de Liliana Colanzi.

Al principio esta reseña iba a salir antes de que lo comentáramos en vivo, pero luego se acercó la fecha y preferí esperar. Platicar los libros siempre me da otra perspectiva sobre ellos y las charlas con las beforas siempre son super interesantes. Por eso la espera.

Quiero empezar la reseña haciendo un paréntesis (apenas al principio y yo ya me estoy yendo por la tangente): por qué leer a las latinas. ¿Saben? Me ocurrió algo muy curioso ayer. Pedí recomendaciones de escritoras de fantasía (cualquier subgénero dentro de) haciéndo énfasis en que era mejor si eran latinas (porque es algo que estoy buscando activamente). Sí me hicieron varias recomendaciones, entre ellas autoras que ya leí y que no he leído (ya anotadas), pero fueron pocos los que recordaron a escritoras latinas y mayoría los que recomendaron a gringas y europeas (eso sin contar a los que directamente no leyeron el tuit principal y me dejaron escritorOs). ¿No conocemos más? ¿Se publican tan poco las escritoras en los márgenes que no las vemos? (No sólo hablamos de latam, sino de África, Asia). Este párrafo es un llamado a que veamos más allá. Europa tiene tradiciones fantásticas increíbles (no todo es la tradición inglesa, que ya de por sí es muy vasta y maravillosa) a las que prácticamente no se mira (Europa del Este, por ejemplo). Y si a esas no las vemos, pues Latinoamérica, con una tradición fantástica enorme, acaba en el olvido

(Como quien dice DESCOLONICEN SUS LECTURAS, LÉANOS A NOSOTROS Y SOBRE TODO, A NOSOTRAS).
  

Ahora sí, vamos ha hablar de Liliana Colanzi. Esa introducción era necesaria para mí porque creo muy puntual decir que si vienen buscando la fantasía urbana clásica (de épica hablamos luego, en marzo fue que leímos a Liliana Bodoc) de los libros de moda, aquí no la van a encontrar. Los cuentos de Liliana Bodoc son cuentos basados en el propio folclore de Bolivia, en su cotidianidad, en sus experiencias. De nuestras experiencias, en las que se mezcla el ser "el otro" (que fue colonizado y todavía vive con las consecuencias de ello, por lo cual resulta insensible decir "superen la conquista"), las propias estructuras de poder en América Latina (que son parecidas de país a país, pero no iguales), el género (ser mujer en nuestros contextos, muchos y variados, muchas veces en la misma periferia), la raza (latino no es una raza, aclarando, pero sí nos define mucho el color de piel, especialmente en convivencia con la clase) y, por supuesto, la clase.

Hace dos años ya (creo, puede ser más) publiqué un ensayo en un libro llamado Infiltradas (que pueden comprar en lektu en digital o siempre pueden escribirme si no tienen posibilidades de comprarlo; está apenas a 77 pesos y Palabaristas es una editorial independiente que se portó muy bien con nosotros) en el que hablaba como la literatura de género (fantasía, ciencia ficción, terror) en la mano de las escritoras latinas tendía a reflejar nuestras realidades. Hable, por ejemplo, de Liliana Bodoc retratando la violencia conquistadora en La saga de los confines (en el área de la fantasía), de Mariana Enríquez con su cuento de Las cosas que perdimos en el fuego y las mujeres quemadas de Agentina y de Martha Riva Palacio y la crisis de feminicidios retratada en Frecuencia Júpiter. Fueron sólo tres ejemplos pero sigo muriendo en la colina de que leer a las escritoras de este lado del charco nos mueve muchas perspectivas. 

Con Liliana Colanzi me pasó lo mismo. El primer cuento, El ojo, me voló la cabeza. La relación madre/hija, sin ser algo que yo haya experimentado, si es algo con lo que vi a muchas identificarse. La culpa narrada. Nuestro mundo muerto (el cuento) me recordó a la desesperación con la que se persigue el sueño de irse al extranjero, en ese caso, el espacio (además que abre un debate muy cañón sobre la idea de la posibilidad de colonizar el espacio). Pero no es sólo eso. Alfredito fue uno de los cuentos que más gustaron colectivamente porque a todas nos recordó a los funerales que nos ha tocado vivir (lamentablemente, para quienes nos ha tocado). Las leyendas e historias de Bolivia, las tradiciones, las creencias acompañan los cuentos de Liliana Colanzi, del primero al último (en menor o mayor medida). El colonialismo y los temas de género están allí, presentes, en las historias.

Suele ser calificado como un libro raro y difícil de entender (aunque creo que el propósito no es entender de pé a pá cada cuento, sino disfrutar de la atmósfera que deja la escritora con sus palabras). Es algo que he visto repetido y repetido cuando se trata de escritoras de este lado del charco (y luego lo dice gente que igual leyó a Cortázar que no se queda detrás siendo raro y les mama, en fin la hipotenusa) pero con esta reseña les quiero pedir que no se asusten ante lo raro o lo diferente. Exploren dentro de la literatura, es vasta, hay de todo. Uno de los más grandes placeres que me ha dado leer es conocer un chingo de cosas y visiones del mundo.

¿Les recomiendo los cuentos de Liliana Colanzi? Sí, mil mil veces. Especialmente si les gustan las cosas raras o los híbridos entre la fantasía, la ciencia ficción y el terror, si quieren conocer qué cosas escribimos en América Latina, si quieren conocer a una autora Boliviana (en mi caso es la primera dentro de la ficción que leo, aunque ya antes leí el testimonio hablado de Domitila Barrios de Chúngara). ¿Dónde lo pueden conseguir? En México lo publica Almadía, en Argentina lo publica Eterna Cadencia, en Perú, Santuario Editorial (si no me equivoco) y en Colombia, El Cuervo. No sé más. Si no son de alguno de esos países e igual quieren conseguirlo pueden escribirme y vemos alguna manera (hablando del acceso a los libros...). 

Para acabar la entrada, les dejo la transmisión en vivo de Librosb4Tipos sobre el libro. Dura una hora y media así que pueden ponerla de fondo mientras hacen algo más.
   

sábado, 10 de marzo de 2018

Si me permiten hablar, testimonio de Domitila Barrios de Chúngara

Sinopsis: Esposa de un minero y madre de siete hijos, Domitila fue la única mujer de la clase trabajadora que asistió a la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, organizada en México en 1975. Ahí surgió la idea de este testimonio que contiene elementos para un análisis histórico profundamente innovador porque expresa una interpretación de los hechos a partir de una visión popular. 

De este libro, Domitila no está acreditada como la autora, sino otra mujer. La verdad, es que aunque otra mujer haya compilado el libro, creo que Domitila se lleva casi todo el crédito por este libro y todo lo que narra en él. Domitila Barrios de Chúngara es una de las mujeres que más admiro y que más he admirado en mi vida. Antes de hablarles en sí del libro, quiero hablarles de quien fue Domitila y lo que significó esta mujer para la historia de Bolivia. 

Domitila Barrios de Chúngara era la esposa de un minero y vivía en Siglo XX, una comunidad minera de Bolivia. Tenía siete hijos y participaba activamente en los comités sindicales. Domitila nunca tuvo una vida sencilla, los rigores el ritmo de vida minero acabaron con su madre cuando ella era apenas una niña, su padre estaba metido en política y tratabajaba como sastre de la policía minera. Ya casaba, viviendo en el pueblo que la había visto nacer, fue parte del Comité de Amas de Casa del Distrito Minero Siglo XX, junto con otras muchas mujeres, esposas y viudas de mineros, que sostenían que ellas también trabajaban, tanto como todos en la comunidad, sólo que su trabajo doméstico no era remunerado y lo que habían para apoyar el sueldo de sus maridos no bastaba. 

Domitila fue famosa y conocida por oponerse a las dictaduras de René Barrientos Ortuño y de Hugo Banzer Suárez. Fue víctima de la represión y torturada por militares, por lo que perdió a un hino nonato (esto ocurrió durante lo que se conoce como la Masacre de San Juan). Vino a México a la Tribuna por el Año Internacional de la Mujer instituido por Naciones Unidas en 1975 y fue casi la única, si no es que la única, mujer de clase obrera que asisitió (y donde tuvo una discusión de Betty Friedan, puesto que la estadounidense no comprendía que sus planes no se podían aplicar a las mujeres de los mineros en Bolivia, y que sus circunstancias no eran las mismas) al eventó. En 1977, tal como narra Galeano en su libro Mujeres, inició una huelga de hambre junto con otras cuatro mujeres mineras contra la dictadura. Eran cuatro mujeres contra toda una dictadura. Y sin embargo, le dieron la vuelta a la historia: a estas cinco mujeres se unieron más tarde miles de personas y al régimen militar no le quedó más remedio que renunciar en favor de la democracia.


En pocas palabras, esa es Domitila Barrios de Chúngara, líder minera y mujer extraordinaria. Por lo que menciona en Si me permiten hablar, era marxista o socialista (una de las dos, porque menciona las dos corrientes), abogaba por la liberación de la clase obrera, diciendo que sólo así las mujeres como ella podrían encontrar una liberación real (porque ellas, obviamente, no querían la igualdad con sus maridos, sino que reclamaban mejores condiciones para toda la clase obrera en conjunto). Para conocerla, creo que lo mejor es leer este libro testimonial, Si me permiten hablar. No es un libro muy largo y, ahora sí, voy a pasar a hablar de él. 

El libro Si me permiten hablar, habla primero de la realidad de los mineros bolivianos y sus jornadas de trabajo, junto con las jornadas de sus esposas y de sus hijos. Como dice Domitila, allí todos trabajan, porque es la única manera que tienen de subsistir. Después Domitila nos habla de su historia personal, pero lo que me llama la atención es que Domitila tiene un gran sentido de comunidad a lo largo de todo el libro. Llega a rechazar becas para sus hijos por parte del gobierno porque eso sólo era una manera de comprarla y de silenciarla (puesto que era a cambio de que dejara de hacer bulla), mejores pocisiones para su marido (con las mismas condiciones) y ella misma dice que ella no quiere una mejor vida sólo para ella, que eso sería egoísta, que ella quiere una mejor vida para toda su comunidad, que quiere mejores condiciones de vida para todos los mineros, que si no, no tiene caso


El libro está contando como un testimonio oral, lo cual en cuestiones de narrativa es muy bonito, pero pues, en este libro es lo de menos. La autora original eligió preservar todos los modismos de Domitila (lo cual es, definitivamente un acierto, puesto que muchas veces, en un intento de universalizar el mensaje, se hace neutro el idioma y entonces tenemos algo escrito en un idioma que nadie habla). Bueno, entonces, quiero contarles primero un poco de que me hace amar tanto a Domitila. Ella es de las primeras mujeres que conocí que cuestionaban qué tanto podían ser las mujeres iguales entre sí sólo por su condición de mujeres y que hacía notar que, por mucho que pudieran tener en común, una mujer de clase alta no iba a tener las mismas necesidades inmediatas que una mujer de clase obrera. 

Respecto a eso narra una de sus experiencias en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer en México en 1975, después de una discusión que ocurrió.
Entonces yo pedí la palabra. Pero no me la dieron. Y bueno, yo me paré y dije:
—Perdonen ustedes que esta Tribuna yo la convierta en un mercado. Pe-ro fui mencionada y tengo que defenderme. Miren que he sido invitada a la Tri-buna para hablar sobre los derechos de la mujer y en la invitación que me man-daron estaba también el documento aprobado por las Naciones Unidas y que es su carta magna, donde se reconoce a la mujer el derecho a participar, a orga-nizarse. Y Bolivia firmó esta carta, pero en la realidad no la aplica sino a la bur-guesía.
Y así, seguía yo exponiendo. Y una señora, que era la presidente de una delegación mexicana, se acercó a mí.
Ella quería aplicarme a su manera el lema de la Tribuna del Año Interna-cional de la Mujer que era “Igualdad, desarrollo y paz”. Y me decía:
—Hablaremos de nosotras, señora... Nosotras somos mujeres. Mire, señora, olvídese usted del sufrimiento de su pueblo. Por un momento, olvídese de las masacres. Ya hemos hablado bastante de esto. Ya la hemos escuchado bas-tante. Hablaremos de nosotras... de usted y de mí... de la mujer, pues.
Entonces le dije:
—Muy bien, hablaremos de las dos. Pero, si me permite, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la co-nozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y pei-nada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y pue-de gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante, en un barrio tam-bién elegante, ¿no? Y, sin embargo, nosotras las mujeres de los mineros, tene-mos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle.
Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Ten-go yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad va-mos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo so-mos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?'

Domitila defendía la necesidad de trabajar junto a los hombres obreros para lograr la liberación de los trabajadores, sin embargo, se quejaba también de las injusticias que esos mismos hombres cometían contra sus esposas. Una vez, antes del Año Internacional de la Mujer, las mujeres del Comité de Amas de Casa de Siglo XX convocaron a una manifestación para pedir mejoras laborales para los mineros y para la comunidad. Muchos hombres se oponían a que las mujeres se metieran en la política, puesto que les parecía que eso no era propio de ellas, sin embargo, a esa manifestación acudieron más de 1500 mujeres en total. Después de la manifestación, sin embargo, algunos hombres, enojados, golpearon a sus mujeres por haberlos desobedecido. El Comité no dudó en condenar el hecho a través de la emisora de los mineros, diciendo que esos hombres que habían golpeado a sus esposas debían ser ajentes del gobierno, pues de otro modo no se podía explicar que se opusieran a que sus mismas esposas buscaran mejoras laborales para ellos. Me pareció un momento muy bonito dentro de la historia de Domitila.

Con el tiempo, dice Domitila, los hombres se fueron acostumbrando a que las mujeres se metieran en la política y con los Comités. Ya no lo cuestionaban tanto. Cuando ella vino a México, invitada, y no le querían dar la visa, varios dirigentes mineros se plantaron con ella en La Paz, amenazando con hacer huelga y quejarse en las mismísimas Naciones Unidas, diciendo que no sólo las esposas de los ricos tenían derecho a ir a la Tribuna, sino que también sus esposas, las esposas de los mineros, tenían derecho. Y Domitila vino a México. Cuando estuvo presa y logró hacerlo saber, hubo huelgas de los mineros para apoyarla.

Las huelgas de hambre de las mujeres fueron decisivas en Bolivia
En fin, para mí, este Testimonio de Domitila es básico para entender las circunstancias de las mujeres obreras, trabajadoras y las esposas de los obreros y de los trabajadores. Para leerlo y comprenderlo. Además, este libro le puede quitar a muchos la idea de que las mujeres pobres no tienen conciencia política o no pueden entender de política. Domitila es una mujer con gran conciencia política, que se educó como pudo y con los medios que necesitó para entender las circunstancias de su vida y, sobre todo, de su país. No puedo recomendarlo más, de verdad. Además, como soy de la idea de que hay que colectivizar la información y el conocimiento, este libro está en mi Biblioteca personal de libros sobre feminismo y la cuestión de la mujer y lo pueden encontrar en este link.