Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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martes, 20 de marzo de 2018

Los libros del premio hispanoamericano de poesía para niños | Mini reseñas

Cada año, el Fondo de Cultura Económica, junto a la Fundación para las Letras Mexicanas convoca al premio hispanoamericano de poesía para niños. Yo, cada año, al menos una vez al año, intento, en el marco del Día Internacional de la Poesía (mañana, 21 de marzo), escribir algo sobre poesía, para compartirles lo que he leído en este género. A pesar de todo, siempre, siempre, siempre que lo hago, la entrada resulta un fracaso total porque la gente no está interesada en libros de poesía, parece que tengo otras cuatrocientas entradas más interesantes o yo que sé. El caso es que aquí sigo, otra vez, otro año, en el que voy a intentar enseñarles algunos libros de poesía. Esta vez voy a dedicar la entrada a la poesía para niños, género invisible dentro de los géneros invisibles. 

¿Por qué es tan invisible el pobre? Nadie lo quiere, todos lo odian, si fuera una persona y no un género literario ya se estaría comiendo un gusanito... Yo creo que tiene que ver con muchas cosas. Primero, que la poesía es vista como aburrida y a los niños se les inculca, muchas veces de manera indirecta, esta idea de que la poesía es aburrida (y ergo, es difícil, complicada o incomprensible), también tiene que ver que muchas veces la poesía se empieza a disfrutar cuando se puede oír en voz alta y muchos papás no tienen muchas ganas o mucho tiempo de leerle a sus hijos. Yo no sé. Yo les vengo a contar que sí existen libros apasionantes, a la vez que divertidos, de poesía para los más pequeños y que si tienen hijos, sobrinos, primos pequeños o lo que sea, pueden probar a leerles algo de estos poemas. Las reseñas que les voy a enseñar son muy cortitas, puesto que estos libros son breves y creo que unas pocas palabras bastarán para explicarles por qué son libros muy buenos.

Lunática, Martha Riva Palacio Obón


Sinopsis: Por culpa de un lengüetazo de luna, una niña se convierte en niña-loba. Todos sus días son días de lobos. Y por más que su papá ruja: "Eres una niña, no una loba", y por más que su mamá la mande castigada a su cuarto; sigue estrellándose contra el piso con su bicicleta intentando alcanzar la luna. Ella conoce de sueños y de vuelos altos, sabe invocar a los espíritus de la tarde y ser un aullido que gira en la llanta que rueda jardín abajo; pero también conoce el dolor cuando te pica una abeja en el brazo, o cuando tu estómago se vacía porque no siempre te gusta estar sola. Un libro de poesía que habla con las palabras, pero también con los silencios; ganador del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2014.

Este es un poema sobre una niña-loba y el universo y la independencia y la libertad de una niña-loba. Martha Riva Palacio no suelta la fascinación que le tiene al universo en ningún momento y en ninguno de sus libros. Creo que es un elemento que la define muy bien, que sabe explotar y que en ningún libro de ella es igual al anterior (en el blog ya hemos repasado Ella trae la lluvia, Frecuencia Júpiter, Buenas noches, Laika y Orfeo). Martha escribe este poema precioso, protagonizado por una niña en la que, estoy segura, muchas otras niñas van a poder verse un poquito retratadas.


Además, Martha como escritora no es condescendiente con los niños y eso es algo que me encanta (de hecho, creo que en parte esa es la razón de que su poemario es de los pocos que siempre acaba en el área de juveniles). Los considera seres pensantes e inteligentes, capaces de entender lo que está escribiendo o, al menos, de aprender algo nuevo a partir del poema que ella les está dando. Las palabras raras abundan, acompañadas de las diferentes estructuras de las que se vale para hacer el texto como ella quiere. Sin embargo, para mí lo que es casi lo mejor de este poemario son las ilustraciones de la española Merce López. Ver el libro solamente es algo hermoso. Las ilustraciones acompañan perfectamente las palabras, es todo precioso.

Escalar
sin que te importe
que se rasgue tu vestido.
Porque es sólo tela
y lo que importa
es alcanzar la cima.

Tigres de la otra noche, María García Esperón


Sinopsis: Los tigres saltan de bajo del pupitre, de la caja de colores, de la puerta del armario, nos acompañan en nuestros paseos en bicicleta y de vez en cuando nos dan una manita de gato.
Hay un tigre
Bajo mi almohada,
Todas las noches
Estrena rayas.
María es otra autora que es común ver en este blog. Es de mis escritoras mexicanas favoritas de todos los tiempos, a la que admiro a la hora de hablar de mitología y de historia. Seguro recordarán que ya he reseñado libros de ella antes en el blog (El anillo de César, Dido para Eneas, El disco del tiempo), pero nunca poesía, aunque siempre supe que también escribía poesía. En este pequeño libro que ganó el premio hispanoamericano, los tigres son los grandes protagonistas de los poemas. Ideal para niños que aman los animales y, sobre todo, ideal para niños que aman los felinos.


Este texto está ilustrado por Alejandro Magallanes y cada ilustración nos regala tigres y rayas con elementos bastante sencillos. Mi única queja es que he notado que a los niños no les gusta tanto a primera vista en algunas páginas porque los colores tienden a verse medio apagados y si hay algo que a los niños les guste de los libros ilustrados es, precisamente, la explosión de color. De todos modos eso varía de niño a niño, pero en general más o menos aprendes qué cosas les gustan más en general después de intentar venderles libros varias veces. Tigres de la otra noche es, también, un excelente poemario para practicar la lectura en voz alta, de verdad se los recomiendo.


Esto que brilla en el aire, Cecilia Pisos


Sinopsis: Con un exquisito juego de lenguaje, Cecilia Pisos nos sitúa frente a escenarios maravillosos donde existen estrellas que desean calzarse guantes para estirar sus puntas, sapos que llueven y agua que salta, un mar que sale a juntar caracolas y toma la siesta a lomo de ballena, o nubes que cuentan niños porque no pueden llover. Las poderosas ilustraciones de Ana Pez invitan al lector a buscar detrás de las palabras las muchas imágenes que esconden. Esto que brilla en el aire es una propuesta fresca, muy apetecible para cualquier lector, donde los poemas y las ilustraciones propiciarán un desbordante diálogo y hondos estremecimientos.

Este es el libro que se publicó más recientemente del Premio Hispanoamericano de Poesía y, de hecho, es novedad en el Fondo de Cultura Económica. La argentina Cecilia Pisos juega con las imágenes y los escenarios de sus poemas para crear juegos de palabras bastante interesantes, como dice la sinopsis. Un mirlo que es, a su vez, un desperador, por ejemplo, es lo que puede uno encontrar entre las páginas del libro. Cecilia Pisos también hace ilusiones al sonido o la música de los poemas (y los silencios de estos). Seguro alguien que sí haya estudiado literatura les diría todo esto de manera menos coloquial, pero bueno, vinieron conmigo, ¿no?

El poemario está ilustrado por la ilustradora Ana Pez y, de los trabajos que le conozco (puesto que ha ilustrado otros libros en el Fondo de Cultura Económica) este es, sin duda, el mejor de todos para mis ojos que realmente no saben de ilustración. Les juro que en este momento me siento como los señores que opinan de todo sin tener ni idea, pero en este caso yo tengo la buena intención de que la poesía para niños llegue más lejos y la conozcan y conozcan estos libros que merecen ser conocidos, no opinar porque sí, nada más. Creo que, de los poemarios que ya les he hablado, este es de los más accesibles para los que le tienen un poco del miedo al género y si le dan una oportunidad, seguro encontrarán algún poema que les guste mucho.



Ema y el silencio, Laura Escudero Tobler


Sinopsis: Este poemario tiene como eje central el personaje de Ema, y está compuesto por varios poemas que evocan a su tremenda imaginación y a las aventuras que vive en su entorno cotidiano, desde el momento en que despierta hasta que llega la hora de dormir. Con un lenguaje exquisito pero sencillo, la autora nos describe los diversos escenarios que Ema recorre acompañada de peculiares personajes. Las coloridas y enternecedoras ilustraciones de Roger Ycaza complementan los poemas para enriquecerlos y darles otra lectura.

Una de las cosas que más me gusta de los libros para niños es la continua celebración de la imaginación de los niños. Los libros que les des tienen que estar a la altura de su imaginación, los niños son el público más dificil de todos, no se van a conformar con cualquier cosa. Ema y el silencio, en este caso, es un poemario que es una celebración a la inagotable imaginación que tenemos y a la poesía. Este es un poemario hermoso en todo sentido, que para leer en voz alta es perfecto, sobre todo para disfrutar el sonido de los poemas.



Las ilustraciones son del magnífico Roger Ycaza, del que ya les he hablado porque ilustró un libro de Martha Riva Palacio llamado Ella trae la lluvia que ya mencioné más arriba. La ilustración de Roger Ycaza es maravillosa siempre (si tienen oportunidad de ver su albúm ilustrado, Los días raros, nos e van a arrepentir) y acompañan perfectamente a todos estos poemas que evocan perfectamente a la imaginación y las aventuras de Ema, con personajes increíbles en todas las páginas. Se los recomiendo mucho, es creo que de mis favoritos. Además, la autora, Laura Escudero, tampoco es nada condescendiente con los niños a la hora de escribir poesía, se nota que admira su imaginación y todas sus ocurriencias y eso es hermoso.


sábado, 2 de septiembre de 2017

Nashville o el juego del lobo, Antonia Michaelis | Reseña

Sinopsis: Svenja acaba de mudarse a Tubinga para estudiar medicina. Está muy ilusionada por su vida independiente y por descubrir lo que significa hacerse mayor. Cuando llega a su nuevo departamento, descubre en la alacena de la cocina a un niño parado de cabeza, lleno de arañazos y hojas en el cabello, que la mira fijamente. Él no pronuncia una palabra, pero se instala con Svenja, así que ella decide llamarlo Nashville, como se lee en el estampado de su desgastada camiseta. La libertad que imaginó tener se ve frustrada por la presencia de este chico que desaparece una y otra vez sin ninguna razón aparente. Ahora Svenja tiene que combinar las responsabilidades escolares con el cuidado de Nashville, pero cuando una serie de asesinatos de indigentes pone a la ciudad en crisis, Svenja se inquieta, pues sospecha que tienen que ver con las desapariciones de Nashville y los ataques de pánico que sufre. Pronto se dará cuenta de que sus vidas están en peligro y de que todo es un juego de apariencias donde el lobo busca en silencio a su víctima.

¡Hola! Volvemos a la programación más o menos normal del blog... que es que tengo un montón de reseñas atrasadas estos días, así que estoy haciendo lo posible por escribirlas. Nashville es uno de los libros que leí más recientemente, de la autora Antonia Michaelis, alemana. En español sólo están publicados dos de sus libros por el Fondo de Cultura Económica en la conlecció A través del espejo. Pero bueno. Es que muchos de sus libros ni siquiera están traducidos al inglés, así que creo que vamos bien y que el FCE está haciendo un buen trabajo. En este caso, la traducción es una colaboración directa con el Goethe Institut. De Antonia Michaelis he leído, además, El cuentacuentos. Acabando ahora sí con la pausa publicitaria, vamos a pasar a la reseña.

Y, como dijo Jack el Destripador, vamos por partes (el chiste es tan viejo ya en este blog que ni al caso, caray). Bueno, por partes.

Nashville es una historia llena de personas que no saben arreglar su vida, de hecho, en vez de vida, tienen un desastre y no saben que hacer. Svenja acaba de llegar a estudiar la universidad, vive sola por primera vez y quiere disfrutar de esa tan ansiada libertad. Libertad que no lo es tanto cuando descubre que en la alacena de su departamento recién rentado hay un niño parado de cabeza que no habla y la mira fijamente. Svenja, sin saber que hacer, hace lo mismo que él: le devuelve la mirada de cabeza. Al final, ella decide llamarlo Nashville, porque así dice un estampado en su playera sucia y, poco a poco, se acostumbra a convivir con él. No habla, vive en la alacena, pasa demasiado tiempo parado de cabeza, no lee y no escribe y duerme abajo de la mesa. Va y viene a su antojo, desordena la vida de Svenha aún más de lo que ya estaba, impide que llegue a sus clases temprano, le hace huevos revueltos, desaparece y vuelve a aparecer y odia la idea de meterse debajo de la regadera.

El resto de los personajes también son caóticos en su mayoría. Friedel, estudiante de medicina junto con Svenja, consigue trabajos casi tan rápido como lo despiden, no le gusta la carrera que está estudiando y se emborracha la mitad de los días. No sabe que hacer, en realidad. Su papá es médico y parecer que llegó a la carrera de rebote, porque querían que el también fuera médico. Le enseña a Nashville a escribir, al menos a escribir su nombre. Gunnar es un médico comprometido con una estudiante guapa, bonita y rica. No parece contento con el arreglo, pero es la clase de persona que manda un montón de mensajes contradictorios. Ordenado hasta morir, su vida es la que parece estar más ordenada. Él y Friedel orbitan alrededor de Svenja, son sus amigos, intentan arreglar su vida. Y entre los demás personajes tenemos a los compañeros de casa de Friedel (que están okupando una casa y tienen una conexión para agarrar la electricidad de los vecinos), al Gato Carlo (Karl, en realidad) y a Thierry (un francés que estudia con ellos). Katleen es vecina de Svenja. Encuentra rara a Svenja, demasiado excéntrica quizá, pero aún así la ayuda. 

Y en medio de todos, Nashville. Todos se vuelcan en su cuidado, intentando averiguar de donde salió, de donde viene, por qué no quiere formar parte del sistema, porque huye, a donde va. Tubinga es la ciudad de fondo, donde ocurre todo. Hasta nos la podemos imaginar, de como la describe Michaelis, con todo y sus indigentes: el hombre que da de comer a los trenes, un joven que vive entre líneas y Nancy, una mujer que va a todos lados con una guitarra.


El libro me encantó, Michaelis, igual que en El cuentacuentos, escribe de manera melancólica y parece que todas las escenas son la antesala a una tragedia. Me encanta ese estilo que tiene, tan melancólico, como describe las cosas y, sobre todo, los sentimientos de las personas. Me encanta como nos muestra lo que siente Svenja una y otra vez, y lo que sienten todos los demás personajes. Me encanta como narra y como muestra las relaciones humanas, todas ellas creadas entre un montón de personas contradictorias e imperfectas. Esta es la historia de todas las personas que buscan algo. De las personas que buscan afecto desesperadamente, de las personas que se quedan juntas porque la adversidad los dejó así, de las personas que aun están descubriendo cómo funciona la vida y buscan compañía. Este es el libro de los que buscan algo y no lo encuentran. Y de fondo, claro, el misterio.

El libro no se llama Nashville o el juego del lobo por nada. En el fondo, alguien está asesinando a todos los indigentes de la ciudad. Me gusta el misterio porque muestra que son totalmente invisibles, que la gente que tiene un techo sobre sus cabezas no se preocupa por ellos. Ni por como viven, ni por como mueren. Svenja se topa con los asesinatos gracias a Nashville y se los topa de frente y, entonces, se da cuenta de que existe todo un mundo ignorado sistemáticamente al que están asesinando. Es como el juego del lobo. ¿Han jugado El Hombre Lobo de Castronegro? Si no matas a los lobos, los lobos matan un aldeano cada noche. Durante el día, los aldeanos, llenos de miedo, linchan a alguien. Nada más que siempre corren el riesgo de matar al equivocado.


Les recomiendo el libro si les gustan los libros llenos de misterio o si les gustan los libros que están narrados con un deje melancólico y un poco trágico. Me encanta como habla de las relaciones humanas, como el narrador no hace ningún juicio sobre nada y deja que el lector sea el que se sorprenda y decida, sobre todo cuando se trata de relaciones complicadas entre un montón de personajes que se complican por su forma de ser, por su personalidad, por la historia que están viviendo, por su trasfondo y por lo que les han enseñado. Como lector hay que ser muy listo para analizar criticamente todo eso, y con Michaelis siempre se puede hacer. Sus personajes a menudo son victimas que no se comportan como lo esperaríamos. Tienen traumas sin superar y se autojustifican una y otra vez. Es un libro muy interesante. Si lo leen, ¡ojalá les guste! Mientras tanto, yo los dejo con un gif:


jueves, 3 de marzo de 2016

El cuentacuentos, Antonia Michaelis | Reseña

Sinopsis: Anna y Abel no podrían ser más diferentes. Ambos tienen diecisiete años y están en su último año de secundaria, pero mientras que Anna vive en una bonita casa vieja de la ciudad y proviene de una familia acomodada, Abel, el traficante de drogas de la escuela, vive en un gran edificio de concreto, similar a la torre de una cárcel en las afueras de la ciudad.

Leí algo en una reseña en goodreads cuando acabé el libro que me hizo darme cuenta hasta que punto este era un libro triste e iba más o menos así: "Hay historias sobre gente que se sobrepuso a tragedias y superó sus traumas. Esta no es una de ellas. También hay historias sobre como el amor lo puede todo. Tampoco es una de ellas." Digo que iba más o menos así porque estaba en inglés y ahora no recuerdo exactamente las palabras que usaba, pero es completamente cierto. Este es un libro que destroza completamente esa tesis que dice que el amor lo puede todo y nos demuestra que como humanos somos mil veces más complicados que el blanco y el negro, porque entre el blanco y el negro hay muchos grises, razones y por qués y a veces nos cuesta racionalizar las cosas. En fin, me estoy echando esta parrafada porque antes de que lo empezara a leer Alejandra (del canal Sputnik), ya me había dicho que quería comentar una escena conmigo, sobre todo desde una perspectiva de género. Me dio curiosidad y lo leí también porque había hablado muy bien de él. Así que lo compré en un impulso y a los cinco días lo había terminado (o antes, realmente no me fijé).

Bueno, voy a empezar y como dijo Jack el Destripador, vamos por partes.

Esta vez, en vez de empezar por los personajes como siempre, voy a partir de la prosa de Antonia Michaelis. El libro tiene una atmósfera que desde el primer momento se siente melancólica y de algún modo, nostálgica. El inicio involucra a un muerto, así que eso te da la pista del ritmo de la novela, el tema y la constante atmósfera trágica que rodea a los protagonistas. Todo esto está perfectamente manejado porque Michaelis combina la realidad con los cuentos y en los dos, hay algo melancólico presente la mayor parte del tiempo. Aun cuando la mayoría de las situaciones no son trágicas, tenemos la constante idea de que los personajes están viviendo la tragedia de su vida y que el cuento que cuenta Abel no es un cuento con final feliz, sino con un final totalmente funesto. Las metáforas no son esas metáforas gastadas y re gastadas que ya nos sabemos de memoria y Michaelis imprime algo poético en sus palabras.

Así van a acabar cuando lo terminen
Si sigo hablando de cómo está narrado el libro me dirán que me pagaron para hacerlo, seguro. O quedaré como una reseñadora totalmente ridícula. Una de dos y como no quiero que ninguna de las dos pase, iré directamente a mi parte favorita de casi toda reseña y de analizar los libros y re analizar los libros: los personajes. Tenemos un elenco muy grande y empezaré, por supuesto, por los protagonistas. Sin duda, humanos. Tienen conflictos morales, algunos muy complicados que trataré más abajo y son contradictorios, como humanos, aunque quizá a un nivel bastante lejos de lo aceptable. Sin embargo, Michaelis no los juzga, me pareció a mí, ni para bien, ni para mal. Los deja ser, contar su historia, justificarse o no hacerlo y los deja cometer errores.

Ese alejamiento que tiene la escritora de sus personajes le suma al libro porque obliga irremediablemente a pensar. Siempre he defendido la idea de que las cosas no están en los libros porque sean buenas, correctas o ejemplos a seguir. Y este es uno de esos libros con los que hay que tener mucho cuidado porque nadie pinta la línea de lo moralmente correcto y creo que muchas críticas le cayeron a este libro porque se cree que todo lo que nos presenta y nos arroja a la cara es, justamente, algo "correcto" o "justificable"; entre comillas, porque, como digo, la moralidad de los personajes es gris completamente.

Antonia Michaelis
Entre los secundarios tenemos a Micha, la hermana de Abel, una niña. Algo que me ocurre muchas veces cuando veo a personajes de tan corta edad que tienen tanta importancia en la trama de un libro es que los escritores tienen muchos problemas para construirlos de manera creíble. Micha no es perfecta, pero aparenta la edad que tiene. Obviamente, al ser criada casi enteramente por Abel y vivir el entorno en el que vive, esa mentalidad  despierta que tiene resulta muy creíble.

Gita, de entre los amigos de Anna, es mi favorita. Para Anna, es la voz de la razón (y que razón tiene casi todo el tiempo), pero también esconde algo que no debería y lo hace para proteger a Anna. Esa lealtad es increíble. Muchos escritores no se fijan tanto en las relaciones de amistad de sus personajes, relaciones que muchas veces que en nuestra vida son mil veces más duraderas que el romance (y que todo buen romance está basado en una buena amistad) y Gita es precisamente una buena amiga. Hannes se desdibuja un poco entre el resto de los personajes y Bertil, el último, definitivamente, no lo consideraría yo un amigo. Hay una dinámica entre él y Anna que me dejó bastante mal sabor de boca, porque Bertil me causó miedo casi desde su segunda o tercera aparición: tiene conductas controladoras y suele creer que Anna debería quererlo porque él le ayuda y se preocupa por ella. Bertil es justamente esa persona que cree que los favores se pagan con amor y es tan real que seguramente mucha gente lo encontrará terriblemente real.

Los padres de Anna son extraños, distintos... No parecían padres, quizá. Pero los vemos siempre desde la perspectiva de Anna que está en una época complicada, así que no me pareció tan mal. Después tenemos a los antagonistas que no son realmente antagonistas, sino que para Abel representan todos los obstáculos que tiene que sortear para poder quedarse con Micha. Abel tiene diecisiete años y no puede mantener a su hermana, pero así no la quiere en las manos de una familia de acogida como la que tiene su vecina, que sólo se dedica a acoger niños por el dinero que le da el estado o en las manos de su padre biológico o la casa de sus familiares lejanos a los que, literalmente, el destino de Micha les da igual. Eso vuelve antagonista a un trabajador social que sólo intenta hacer su trabajo. Anna, desde su propia visión, es mucho más indulgente, pero Abel lo condena sin ninguna clase de perdón en sus cuentos y es allí donde nos damos cuenta de que los dos personajes son diferentes piensan diferente con base en sus circunstancias y que Micahelis, distanciándose de ellos, lo muestra muy bien.


La trama es muy simple: Micha tiene que abandonar su isla, sortear mil peligros para proteger su corazón de diamante y llegar a tierra firme. Al menos, ese es el cuento que le cuenta su hermano. Abel quiere quedarse con ella, protegerla de todos los peligros pero tiene diecisiete años y muchos problemas para llegar a fin de mes. Tiene un poco de dinero gracias a lo que los servicios sociales le dan a su mamá, la única materia que se le da bien es Alemán y en la escuela le llaman el mercader polaco porque vende drogas. Por lo demás, Anna no tiene ni idea de qué hace, pero sí mucha curiosidad. Anna es el contrario: buena chica, buena alumna, vive dentro de una burbuja y quiere desesperadamente salir de ella, así que Abel es su manera de salir de la burbuja y tropezarse con el mundo real. La trama parte del cliché (o parece partir de él): chica buena e inocente y chico malo, pero como dicen, mejor que parta de un cliché a que llegue a él y en este caso lo destroza. El amor no lo puede todo y nos damos cuenta en una parte cuando Abel le dice a Anna "no trates de hacer de mí lo que no soy". Y es cierto: las cosas realmente jodidas no se arreglan con amor de dos días.

Abel Tannatek me recordó a uno de mis personajes (Randall Bennett en Acónito y Verbena) porque los dos tienen a alguien a quien proteger cueste lo que cueste. Y la cantidad de cosas que están dispuestos a hacer son casi infinitas. Me recordó lejanamente, porque hay algo en lo que definitivamente no se parecen, pero la verdad es que los dos están jodidos y corriendo de sus errores hasta que estos los alcancen. Siempre me llamó la tensión que la gente que leía la historia apoyaba a Randall mientras que yo me dedicaba a tejer la telaraña de sus errores que iban a acabar alcanzándolo quisiera o no. Y un poco así es Abel Tannatek: hay momentos en los que sientes que no puedes evitar apoyarlo, sobre todo al principio, pero no puede huir eternamente de todo lo que ha hecho.

Definitivamente recomiendo el libro, sé que no a todo el mundo le va a gustar, pero lo recomiendo. Porque me hizo pensar y pensar tanto que voy justo a la parte que sólo pongo en unas cuantas reseñas: la de los spoilers. En este caso, me voy a spoilear muy chungamente todo así que de verdad les recomiendo que huyan ahora. si tienen interés en leer el libro.


SPOILERS. INTENTÉ USAR BOTÓN DE SPOILERS PERO NO FUNCIONÓ ASÍ QUE QUIEN AVISA NO ES TRAIDOR.

En la historia, la violencia sexual es una constante. Abel asegura que Rainer, el pare biológico de Micha, es un pederasta. No lo dice tan cual: lo da a entender sutilmente, lo más sutilmente que puede. Durante muchas páginas nos puede parecer que es sólo producto de su imaginación, pero él está totalmente seguro y esa es de hecho, su excusa para mantener a Micha alejada de él. Volveré sobre el tema un poco más adelante, pero bueno, por hacer un punto y empezar en alguna parte, esto parecía lo adecuado.

Hay un momento en la novela que representa un punto de inflexión para Anna y para nosotros como lectores. Ella lleva tiempo pensando que a la mejor es Abel quien ha perpetrado los asesinatos (el de Rainer y el del trabajador social) y llega un punto donde se dice algo así:
«[...] Un disparo en la nuca y una dentellada mortal en el cuello. Todo coincide. ¿Y si estoy besando a un asesino? Y qué si es así. Un asesino, un lobo, un padre, un inocente, un cuentacuentos.»
Siempre que empieza a dudar de Abel, acaba aterrizando en su fase de cuentacuentos, porque es la que menos miedo da, pero también la que le cuenta toda la verdad escondida en los cuentos. Quizá porque es la parte de Abel que más se puede entender y con la que más puede empatizar. Sin embargo, el punto de inflexión es un punto de shock, cuando van a la playa a ver si el asesino del trabajador social vuelve sobre sus pasos y Anna empieza a intimar con él. Empieza. Lo remarco en negritas porque Anna volverá sobre ese punto una y mil veces, justificándose y justificándolo (a Abel), intentando encontrar una explicación a cosas que sencillamente no la requieren. Abel se niega, le advierte cosas. Sin embargo, hay un punto que Anna misma se da cuenta que hay algo que en Abel hace click. Y lo que empieza como una interacción totalmente normal acaba en una violación.


Odio las violaciones gratuitas. Esta no lo parece. No se siente así. te deja preguntándote por qué Abel es de esa manera o por qué le advirtió a Anna. Irremediablemente, te hace preguntarte si ha pasado antes. Antonia Michaelis, como autora, no dice ni pío. Se limita a dejarnos con los pelos de punta, porque jamás romantiza la violación y nos describe perfectamente el estado de Anna y lo hace de manera tan sutil que no suena vulgar nada. Es ya después que Anna vuelve sobre sus pasos una y otra vez que nos damos cuenta que hay algo mal en Anna, también. No sé que piense la autora. No sé si piense como Anna, me da igual. Porque Anna vuelve sobre sus pasos intentando explicarse e intentando perdonar lo imperdonable, explicar lo inexplicable. La voz de su conciencia que toma la forma de Gita le dice una y otra vez que ella no tiene ninguna culpa, que lo que hizo Abel es imperdonable. Y lo es. Sin embargo, pasamos un capítulo entero viendo a Anna explicándose e, indirectamente, culpándose. 

Hasta que lo perdona porque ella cree que lo ama. No se puede amar a nadie en tan poco tiempo, pero ella, como personaje, está convencida de que lo que está haciendo está bien. Es un tema delicado porque podría dar la sensación de que se está justificando una violación. Anna sin duda lo está haciendo (porque es algo que Abel ni siquiera se atreve a hacer) pero... ¿el libro? No parece. El libro lo pone así, tal cual, pero no nos dice que ese sea un comportamiento deseable, ni siquiera entre líneas. Ni siquiera lo justifica.

Después, mientras la historia sigue, acabamos descubriendo porque Abel merodea en los bares y parece que en realidad no vende droga o por qué estaba tan seguro de que Ranier era pederasta. Bertil es quien se encarga de destaparlo todo ante toda la escuela, cometiendo un error y descubriendo el secreto que Gita no dijo desde un principio para no lastima a Anna. Abel necesita dinero y si ni siquiera las drogas le dejan ese dinero, se dedica a apretar los dientes, o dicho vulgarmente: de prostituto con hombres mayores. No tiene nada que ver con su orientación sexual, simplemente lo hace porque necesita dinero y porque, como ya dije arriba, esta dispuesto a todo con tal de proteger a Micha y darle la vida que él no tuvo. 

A Anna se lo explica, al menos como lo entiende él. Anna es, finalmente la única a la que le cuenta la verdad. Ranier, el padre de Micha no parece haberle hecho daño a su madre. Pero a Abel sí lo encontró sólo y, como dice Abel, si Ranier nunca le hubiera hecho eso, años más tarde, a los quince, no se le habría ocurrido apretar los dientes. Cuando dije allá arriba que había historias de gente que había sufrido tragedias y se había sobrepuesto a ellas, pero que este libro no era uno de ellos, me refería a Abel, a Anna. Porque Abel convive directamente con sus demonios sin buscar ayuda y Anna hasta los perdona en la creencia de que está haciendo lo correcto. Los dos son tan contradictorios y tan humanos que llega un punto en que los entiendes, pero no quieres ser como ellos.  

Como dije arriba, Abel le dice toda la verdad a Anna, aunque sea en medio de cuentos. Le dice donde está su madre, que lleva semanas "de viaje": en el bosque donde florecen las anémonas. Y efectivamente, allí está Michelle y descubrimos por fin el principio del libro. Michelle está muerta porque se cortó las venas sin preocuparse por sus hijos y Abel sólo la mantiene viva para cobrar el dinero, para que no lo molesten demasiado. Cuando Anna descubre esa pequeña verdad, también se da cuenta de otra: dónde está el arma. Abel también se lo dijo. Finalmente, Abel es un asesino, un lobo, también ha violado a Anna y él mismo se ha sometido a vejaciones por mantener a Micha; es, además, un perfecto hermano mayor para Micha y un cuentacuentos. ¿Cómo es posible que sea la misma persona? Es una persona dañina, que acabará dañando todo a su alrededor y creo que incluso él lo sabe. Anna no, Anna siempre intenta separarlo. Al final le dice que elije quedarse no con el asesino, sino con el cuentacuentos, pero es imposible separarlos: son la misma persona. 

Creo que Abel lo sabía. Y por eso se dispara antes de que puedan ponerle la mano encima. La última frase que Anna le dirige es algo así como: "Lo amó hasta el final". Pero el amor no lo puede todo: lo que está jodido, jodido está y no se va a arreglar. El cuentacuentos es, finalmente, un libro con la moralidad turbia, que no se puede aceptar así como va y que, finalmente yo acabé analizando hasta la saciedad como se han dado ya cuenta en esta biblia. Muchas gracias por leer. Este libro me destrozó el kokoro.