Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

miércoles, 19 de julio de 2023

Tsunami 2 y mi relación con el feminismo

Portada de Tsunami 2, varias autoras
Sinopsis: ¿Cómo respondemos? ¿Con la voz entrecortada? ¿Con el cuerpo? ¿Con la lata de aerosol? ¿Con un coctel molotov? ¿Con toda nuestra rabia? ¿Con nuestra inteligencia? ¿Con todo lo que tenemos y somos? ¿Cuántas formas posibles de respuesta hay? Tantas como nosotras. «Nuestra arma es la voz», dijo Marichuy en la toma reciente del INPI y ya había mencionado Gloria Anzaldúa que la responsabilidad es nuestra habilidad de responder: con la boca, la voz, y en las puntas de los dedos cargamos y enunciamos esa responsabilidad. Las voces aquí reunidas cuestionan el amor tradicional entre una hija y su madre, las relaciones posibles y el deseo en una comunidad zapoteca; reflexionan sobre las historias que nos han contado sobre la identidad, sobre los cuerpos normados, las periferias, las disidencias; se preguntan por las luchas de izquierda que hacen jerarquías entre los cuerpos, por la «sororidad» entre unas a costa de otras; cuestionan nuestra participación en el juego de la estupidez desde la valentía adolescente; se duelen por el extractivismo que penetra nuestros cuerpos-territorios; ponen en entredicho las teorías racistas, clasistas y discriminatorias de ciertas manifestaciones radicales del feminismo, e imaginan las posibilidades de un futuro alegre después del hartazgo y el dolor, desde las perlas-cicatriz o los monumentos vueltos archivos íntimos, y las voces que la historia quiso borrar hablan fuerte y claro. Escriben para un nosotras que se vuelve un bosque de mujeres —metáfora potente de la diferencia y la equidad—. Porque si el feminismo y las luchas de las mujeres no son de todas y para la emancipación de todas entonces no son para ninguna.

A ver, antes de cualquier otra cosa, creo que es justo que aclare algo: el movimiento feminista mexicano no me parece especialmente brillante en los últimos tiempos. Yo salí de ahí en 2018, más o menos, rumbo a otros lados y fui rompiendo poco a poco con todo lo que él implicaba. Me molesta el interclasismo, la falta de análisis, el anticomunismo rampante, ese sector que se la pasa pactando con la derecha, la transfobia, el racismo y el desprecio a quienes no nos nombramos feministas. No tengo claro cuándo se produjo mi ruptura oficial, pero sí el día que me empecé a alejar: me dijeron que cuidaba pijas de los muertos, refiriéndose a Marx y a Engels. Con los ojos de esa experiencia leí este libro. De buena fe, pero con ojos que no esperan más que lo que ya han conseguido el movimiento: desprecio a la cosmovición que una admira y se esfuerza en comprender y lástimas porque cómo va a ser que una mujer ande entre los comunistas. Es sincero reconocer ese resentimiento, porque forma parte de mis lecturas

Por lo demás, el libro como libro me parece lamentable y no hay mucho que decir al respecto. Cada tanto se ponen unas cuantas mujeres de moda (y unas cuantas tienen suerte, otras mucha enjundia para abrirse paso a codazos, y las últimas simplemente tienen todos los contactos posibles) y las invitan a que den su opinión de todos los moles o las encasillan en su solo tema del que parecen ser las representantes únicas (como ejemplo, una mesa de escritoras y maternidades en la FILO Oaxaca 2022 en la que se dijo: a la mejor ya nos conocen, no es la primera vez que nos invitan a estas mesas, siempre nos encontramos, como si de tanto buscar los organizadores no más tuvieran tres o cuatro tokens). Todas tienen cosas importantes qué decir, pero creo que la edición se les está quedando corta.

Todo es un ciclo hasta que encuentran nuevas y vuelve a pasar lo mismo, porque el sistema es el sistema y aunque a veces logremos brillar un ratito, el sistema nos tira para abajo (curiosamente, no hay autocrítica a este sentido casi ninguna y muchas partes del movimiento siguen muy jerarquizadas). Algunas mujeres son muy brillantes, otras tienen mucha enjundia y ganas de aprender y escuchar a otras, algunas no más para figurar, otras porque si no dicen que sí, las instituciones tampoco invitarán a nadie más, la verdad es que cada quien sabe por qué va a donde va y hace lo que hace y me consta que en la gran mayoría de los casos hay muy buenas intenciones (no más que de buenas intenciones no se hace el mundo, ojalá, me ahorraría leer esto y decir chale, qué malos ensayos). Quién sabe. Pero si se fijan, el patrón estará allí. 

¿Pero y los ensayos? Mientras estaba leyendo hice una lista. Ensayo por ensayo, porque la calidad es variable; de todos anoté lo que pensaba, poco a poco, mientras lo iba leyendo. Esta la lista, refinada, estilizada, un poco más analizada. Vamos allá.

1. La rebelión de las Casandras. Marina Azahua tiene, quizá, uno de los ensayos más vacíos de todo contenido de todo el libro. Lista consignas, se la pasa metida en los lugares comunes: cosas que las lectoras de este libro ya saben, ya intuyen, simplismos exagerados. Lista las consignas de las marchas como adorno del ensayo y, entiendo, pretende lograr algo con eso, pero sólo me parece que quedan vacías de contenido, allí, adornando. Esa manera de repetir consignas que nos convence que estamos del lado de los buenos con una rabia absoluta. Triste, en sí, pero da vueltas sobre todos lados y no llega a ninguno. Vacío: no puedo decir nada más de él. Abrí el libro, lo leí y pensé: ¿cuándo me volví tan cínica sobre el movimiento? ¿Por qué me causa tanta desprecio esto? Pero es que no tiene alma, ¿cómo puede interesarme algo así?

2. Fragmentos del diario de una feminista. Lydia Cacho tiene una carrera. No puedo pararme y negar el legado: consiguió una de las primeras condenas por explotación sexual infantil en México e hizo una de las investigaciones más completas que existen en el país sobre trata de mujeres con fines sexuales. Ahora, no por eso me voy a sentar y voy a decir qué chido ensayo, que padre, porque escribió de lugares comunes, pero tomó un camino relativamente seguro, hiló una idea, siguió una tesis y, en general, me dio uno de los ensayos más gratos de leer. Innovador cero, y hay que reconocer que tampoco es nuestro deber innovar todo el tiempo, así que el problema, como quien dice, soy yo; después del primero tenía la barra en el subsuelo, tampoco pedía tanto. 

3. Feminismo sin cuarto propio. De este sólo puedo decir: la ignorancia es atrevida. Es del único que tengo una nota a la mitad y es porque Dahlia de la Cerda intentó mentar a Marx y, en una especie de gotcha moment rarísimo decir que obvio leyéndolo no se podía aprender igual que trabajando doce horas. Se puede estar parada doce horas y defender a los patrones y actuar en contra de tu clase (da tristeza, pero se puede, hay gente en Monterrey y en el Bajío que lo hacen todos los días).  

Pero Marx no escribía para los burgueses, ni para la pequeña burguesía; Marx también escribía para el proletariado y se negaba a considerar estúpidos a los obreros y a los trabajadores y algo que siempre me he topado en el feminismo es esta insistencia a encontrarlos, encontrarnos, pendejos sin querer siempre con sus frases esas de yo aprendí en la fábrica no leyendo, porque desprecian el saber, la teoría y cómo se une a la praxis y se niegan a considerar que alguien en ese contexto lea a Marx (y por eso Domitila Barrios de Chúngara los sorprende a todos, capaz). 

El marxismo es una cosmovisión, pero qué va a saber de eso gente que te dice, de frente y claro, que no entiende qué es el proletariado. Cita textual: Los de arriba y los de abajo, y que burgueses son «los que tienen los medios de producción». A esto le llamo fragilidad burguesa, que es la incapacidad de las clases sociales privilegiadas para reconocer sus privilegios de clase bajo un argumento teórico. Suscribo el concepto de que los burgueses son de la clase media acomodada hacia arriba. El marxismo no dice eso, pero a la mejor lo sabría la autora del ensayo si hubiera investigado, y sí, si no tienes medios de producción, no eres burgués y la burguesía no va a ver por ti cuando te vaya de la verga (pero esto se arreglaría si uno supiera qué se categoriza dentro de la pequeña burguesía y por qué existe ese término). Pero bueno, mi conclusión de todo el ensayo fue que la ignorancia es audaz y la puedes adornar bonito si sabes hilar frases bonito y sabes de estructura y tienes buen ritmo al escribir. No más que es eso: puro adorno, las mamadas ignorantes no se van porque lo adornes

4. Hacer(nos) casita. Una de las críticas más agudas de comunistas hacia el feminismo de principios de siglo era que las burguesas se acercaban a las mujeres y les decían: somos todas iguales, somos hermanas, nos une el ser mujeres y sobre esas bases fundacionales se construyó gran parte del movimiento; Kollontai les reclamaba ese interclasismo: ¿cómo van a ser las trabajadoras iguales que las mujeres burguesas? Todavía es vigente esa crítica cada que leo ensayos como el de Diana del Ángel que, insisten, en alguna parte, que no importa de donde vengamos, las mujeres somos iguales. No, que me perdonen, pero yo no soy igual a una señora burguesa, yo apago el cerebro cuando intentan decirme que sí. (Por lo demás el ensayo es cursi, no llega a ninguna parte clara y no tengo nada más qué decir sobre él).

5. A mares sobreviviremos: metáforas del dolor trans. De todo el libro, probablemente uno de los ensayos mejor formados es el de Lía García. Sabe qué quiere escribir y por qué. No se mete en lugares complicados, es clara, es concisa y si bien en algún lado acabó metida en los mismos lugares comunes cursis de este movimiento, en general el ensayo fue de los únicos decentes de este libro; realmente disfruté leerlo, preguntarme hacia donde iba, qué planeaba. 

6. Agua negra (fragmento del ensayo sonoro Echoes from the Borderlands). Yo no voy a negar que Valeria Luiselli me parece una mamona porque yo igual soy una mamona cuando se trata de las estructuras al escribir (y este juicio dice más sobre mí que pienso que soy una mamona que sobre ella, a la mejor ella simplemente es y ya), pero no todo puede serlo la estructura: no siento que consiga que su tesis llegue a ninguna parte porque sólo estoy leyendo un pedazo de algo que a lo mejor si se sostiene en otro medio. No tengo nada más que decir: ni siquiera es un ensayo completo. El tema que trata (la libertad reproductiva y sexual y cómo la atraviesa brutalmente la clase) es importante y da un poco de rabia que quede tan diluido entre el performance que propone. Creo que se pudo haber equilibrado mejor. 

7. Temblores en el corazón: crónica de una geografía emocional. El ensayo de Fernanda Latani M. Bravo tiene alma y eso me gustó, me hizo preguntarme qué seguía, querer saber su opinión, escucharla. Esta bien. Decente. Hagan con esa información lo que gusten. 

8. ¿Quién apagará los incendios? También este fue de los mejores del libro. Lo escribe Luna Marán. Me desespera un poco que aterrice en lugares comunes que ya resultan muy estériles a la lucha de las mujeres, pero también siento que tiene un buen punto de partida. Es una lástima que en algunas partes de tantas vueltas para no decir nada en absoluto y que yo esté dispuesta a concederle el título de los mejores del libro habla de mi decepción general. Lo importante del ensayo, me parece, es el tema y, aunque yo no esté de acuerdo con todo el enfoque, sí creo que es algo que sigue siendo muy invisible en la lucha de las mujeres. 

9. Un bosque de mujeres: carta a las zapatistas. Para quien no lo sepa, Sylvia Marcos escribió un libro donde hablaba del movimiento zapatista y, especialmente, de las mujeres en él. Lo leí en su tiempo y me pareció muy interesante, sobre todo porque ofrecía una perspectiva humana a un movimiento muy mitificado. Este ensayo no me da nada nuevo. Sylvia repite las palabras de las mujeres zapatistas, palabra por palabra y esa es la parte que resulta más interesante, incluso sobre sus propios comentarios. Es hasta triste que las palabras de otras (a las que supuestamente respondes y comentas) brillen más y opaquen las tuyas. Además, las supuestas respuestas a veces se pueden leer muy aleccionadoras y eso me resultó hasta extraño, tratándose de Sylvia Marcos, que tiene una historia muy larga con el movimiento zapatista, al que conoce, admira y ha acompañado muchos años. Sin embargo, aunque esta sea una respuesta a las mujeres zapatistas, ¿quién lo está leyendo?

La pregunta es genuina, porque yo no tengo ni idea. No quiero tenderle una trampa a nadie ni hacer un gotcha moment. ¿Para quién es este libro? ¿Este ensayo? ¿Quién lee Tsunami? ¿Por qué leemos Tsunami? ¿Quién conoce Tsunami? He visto que compran las que ya son feministas, las que ya están enteradas, las que quieren aprender, las que sólo quieren darse palmadas en la espalda (no me vengan a decir que no existen: las he visto), las que queremos ver el panorama; pero mi círculo es cerrado, limitado y una burbuja y no puedo ver más. Se me escapan cosas.

Es un libro relativamente caro (como todos los de Sexto Piso, que por alguna razón a pesar de ser uno de los sellos más poderosos por debajo de los monopolios sigue insistendo que es una pobrecita editorial independiente; no tendrá cómo compararse con PRH o Planeta, que se la pueden comer el día menos pensado pero definitivamente, aunque independiente, no está en la situación de todas las que han cerrado los dos últimos años). ¿Cuál es su distribución? ¿Cuál es su público? Las preguntas son honestas, no lo sé. Puedo suponer, pero me haría más feliz saber con certeza a qué mujer se imaginan venderle este libro. Así, quizá, podría hacer un juicio más certero de este ensayo.

Si tuviera todas las respuestas, no me tambalearía pensando si se exotizó a las mujeres zapatistas cuando ocurrió el encuentro o si el diálogo es genuino. Porque lo leo y digo: parece que las están usando de token y, con ellas, también a Sylvia Marcos. Pero no sé. A quién imaginan leyendo esto, quién imaginan qué es quien se encuentra este supuesto diálogo (supuesto, porque se ve muy unilateral y me gustaría tener la certeza de que no lo fue, como no lo fue el encuentro). No era yo, eso sí me queda claro

10. El hambre soy yo. Admito con todas las letras que le tengo resentimiento al movimiento feminista porque es un movimiento anticomunista casi todo el tiempo; es inocente de mí, quizá, pedirle cosas al feminismo que nunca me pudo dar. Broyelle lo dijo en La mitad del cielo: el feminismo nos dio todo lo que podía darnos... y es tan poco. Creo en la honestidad de las mujeres, en su lucha, pero no creo en el movimiento feminista. No cuando leo ensayos que, mentando referentes, dicen, sin cortarse los dedos, que Marx y Engels no consideraron a las mujeres. Ytzel Maya lo puso en su ensayo. Cuando le reclaman a Marx la (supuesta) (y también incomprobable) omisión de las mujeres en la cosmovisión marxista, ¿qué creen que es la definición de proletariado? ¿Por qué creen que Marx lo definió sólo definiendo a los hombres? ¿Lo han leído? ¿Han leído a Engels, que en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado detalló un montón de cosas referentes a la cuestión de la mujer? Y ya no sólo a ellos. Después de ellos hubo un montón de mujeres y de hombres que siguieron teorizando y construyendo y luchando. ¿Cómo pueden escribir sin que les tiemble la mano que fallaron en considerar a las mujeres cuando tengo la evidencia de que no enfrente? Como dije en el ensayo de Dahlia de la Cerda, la ignorancia es poderosa.

Por otro lado, este ensayo no me aportó nada más que ese coraje, chale. El resentimiento también puede ser poderoso. 

11. 4 diatribas y media en la Ciudad de México. Debido a que no tengo ni idea de qué me quiso decir Brenda Navarro o si este ensayo tenía tesis (no parece ensayo, pero el ensayo es también el caos, así que es un ensayo), no puedo decir nada más. Ni negativo, ni positivo. 

12. Las historias que nos construyen. El de Jumko también es de los mejores escritos, a mi parecer, en todo el libro. Aborda cosas muy interesantes y me gusta que abiertamente hable sobre no denominarse feminista. Jumko y yo no estamos en luchas iguales, pero esa reflexión pega muy cerca de casa y hace que sienta un poco de parcialidad a querer leer qué tiene que decir al respecto. Sí siento que hay lugares comunes en el ensayo que a mí me generaron cansancio porque ya era el último del libro y eran cosas que se venían repitiendo y repitiendo y repitiendo (a mí no me gusta eso y corres el riesgo de que pase en estos casos, ante eso, la verdad mi sugerencia es no ser yo y leer con calma, porque por suerte, la mayor parte de las veces tiene arreglo). 

Y pues eso fue todo. A mí me decepcionó mucho, no me tranquiliza en lo más absoluto ver que el anticomunismo sigue metido y que se sigue mencionando a Marx sin saber realmente qué dijo Marx. Quizá me enojo, porque yo, para criticar al feminismo como movimiento, me acerco a ver qué está ocurriendo ahí, pero pareciese que nadie se acerca a Marx para ver que dijo Marx (o cualquier comunista que haya escrito en cualquier medio) y repetimos, cual cacatuas, que Marx no consideró a las mujeres. Perdón, yo no puedo con que haya pasado dos veces aquí. 

(Dudo que pase porque ya no dejo que me rodee gente que resuelve las cosas a tuitazos y ahí fue donde ocurrió la situación, pero por si acaso alguien sintiese la tentación de decirme que le estoy cuidando la pija a Marx mencionándolo tanto, dado lo que mencioné al principio de esta crítica: sí a mucha pinche honra). 

Meme de Marx con lentes

Es todo lo que tengo que decir. 

jueves, 15 de junio de 2023

Cloud Strife, SOLDIER: una experiencia en Final Fantasy VII Remake

Final Fantasy VII no es el primer juego que veo por la historia pero sí el primero que pasé yo sola a partir del capítulo dos. Es literalmente lo primero que juego en mi vida de una manera casi obsesiva y desesperada. Ya antes me había enamorado de Zelda cuando mis roomies de la universidad decidieron jugar Majora's Mask en emulador, había visto pedazos de God of War, me había chutado todo GTA V (la historia me sorprendió y uno de los finales me gustó mucho) como espectadora, pero no había jugado nada. Hasta que me pusieron FF VII Remake en las manos con las palabras "dicen que este es el mejor Final Fantasy" y me dejaron ser. Yo sabía tres cosas de él: que Cloud Strife era hermoso (y que se llamaba Cloud Strife), uno de los spoilers más grandes del juego sin contexto, y que existía alguien que se llamaba Tifa. Y bueno, que existía Sephiroth y era absolutamente sexy. 

Final Fantasy VII Remake, Cloud

No es que nunca hubiera oído la historia de Final Fantasy (y para mi desgracia me fui acordando de varias mientras jugaba porque las cosas empezaban a cobrar sentido), pero sí tomé la decisión de jugar el Remake sin saber muchas cosas porque quería ver qué tal se sentía jugar algo de la magnitud de Final Fantasy sin tener ni idea de nada. Creo que fue la decisión correcta para mí.

Sobre Cloud Strife (sobre mí)

Puedo contar personajes con los que me identifique tan completamente que los convierto en una hiperfijación en mi vida. Se convierten en todo mi hiperfoco y sólo puedo pensar en ellos. La protagonista del cuento de Wunderkind de Carson McCullers (quebrada bajo el peso de unas expectativas ajenas que había vuelto propias), Nuria Fernández en El disco del tiempo de María García Esperón (sin explicación alguna: Nuria Fernández soy yo). Algunos se quedan cerca, muy cerca. Otros me apasionan por sus historias, tan diferentes a la mía. Siempre me he reído de que me identifico con más hombres en la ficción que con más mujeres (y por eso no me interesa hablar de la diversidad al escribir como una manera de vernos reflejados a nosotros, sino que me parece más interesante ver reflejados a todos los otros que no somos nosotros). Es una casualidad, porque no tengo a bien separarlos entre hombres y mujeres ni buscar un arquetipo específico; la casualidad quizá se dé por que quizá, aunque no tengo pruebas, hay más protagonistas o a ellos les cuenten más historias: no sé, no tengo una muestra clara para comprobarlo: en literatura, leo a muchas más mujeres; en manga y cómic, la cosa está más igualada; en videojuegos, creo que he terminado de ver unos tres en mi vida. Si quiero responderme por qué me identifico más con algunos personajos, quizá la respuesta ahora mismo sólo puede ser casualidad (dadas por el estado actual de las cosas: está claro que tipos de protagonistas son más recurridos). Ya me verán hablando de Chu Wanning cuando termine The Husky and His White Shizun y quizá de Tantai Jin, cuando termine Till the end of the moon. Ahora mismo, vengo a hablar de Cloud Strife. Cloud Strife soy yo.

Gif de la primera aparición de Cloud Strife en Final Fantasy Remake. Mira hacia el frente con la espada en la espalda.

Sobresimplificación, pero lo soy. Su aparente apatía, lo que le cuestan las sonrisas, el olvido convertido en laguna mental, su manera de preocuparse por los otros, su inseguridad, ese complejo que lo lleva quizá a sobre compensar quién es, lo introspectivo y lo callado que es cuando está solo, la soledad. Me sé detalles de su historia, no la conozco toda. Pero veo a Cloud y digo: en el fondo estamos hechos de lo mismo. Y eso me da esperanza

Jugar Final Fantasy VII Remake es ir descubriendo, poco a poco, quién demonios es Cloud Strife. ¿Sabe él quién es? ¿Dónde ha estado, de dónde viene? Se introduce como un mercenario dispuesto a ayudar a AVALANCHE (por un precio) a explotar uno de los reactores con los que Shinra, la empresa que controla Midgar, extrae mako del planeta (y se entiende que el planeta está muriendo por esta sobreexplotación, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia y, aunque sí, entiendo la existencia de la lectura alegórica fácil que sale de ahí, Final Fantasy VII es mucho más: sólo pregúntense por qué crear todo esto si sólo querían hablar de la crisis ambiental y encontrarán ese mucho más). Entiendes que antes fue parte de SOLDIER (SOLDADO), una organización militar dentro de la misma Shinra y que desertó. No sabes por qué, no sabes qué pasó, no sabes nada. Supones que, con el tiempo, el mismo juego lo irá respondiendo. 

Arte de Cloud Strife y Sephiroth por Awanqi
Arte por awanqi.

Excepto que en algún punto te das cuenta de que quizá, fuera del discurso aprendido (Cloud Strife, SOLDIER, First Class), Cloud tampoco tiene idea de quién es. Y no lo digo literalmente (aunque si ya se saben la historia de FFVII, bueno, entienden), sino también en un modo mucho más espiritual. Le cuesta conectar con el discurso para salvar al planeta, no entiende muy bien qué está haciendo o a donde va, tiene porte de héroe pero le cuesta actuar como uno (es muy revelador el puchero, la cara cansada o los constantes suspiros que suelta cuando le piden que haga cosas) y parece que está compensando por sabrá dios qué. Me he sentido así tantos días de mi vida que no podía dejar de jugar. Me daba esperanza que, a pesar de ver a Cloud sentirse tan inadecuado en el mundo tan seguido, fuera encontrando amigos y un lugar (especialmente notable es lo torpe que es hablando con Tifa, lo mucho que se sorprende de que Jessie, Wedge o el resto de los miembros de AVALANCHE lo consideren un amigo, lo torpe que es con Aerith aun cuando es obvio que la mira y lo lento que es respondiendo a los gestos de otros porque no los reconoce). Cloud me llega al alma cada suspiro que da, se los juro. Me da esperanzas de que hay un lugar para mí, que hay una manera de caminar hacia adelante e ir arreglando todo lo roto y lo olvidado. 

Render 3D de Cloud Strife por silverelitist
Render de silverelitist.

Ah sí, ¡sorpresa!, además de Final Fantasy VII, venimos a hablar de mis traumas.

Para mí, el mayor atractivo de Final Fantasy fue ese. Verme y ver a Cloud Strife. Verlo y verme a mí. Esa aparente tranquilidad. Dijo Xavier Velasco en La edad de la punzada, su libro autobiográfico, que nadie se imagina los alaridos que se escoden tras el silencio de los tímidos; dejaríamos sordo al mundo si nos lo propusiéramos. Alguna vez puse esa frase como prompt en un Amigo Invisible de un foro de fanfiction y recuerdo dos personas que no la entendieron (uno solo dijo: pues que hablen, es su culpa; y otro escribió la historia más literal y simplista posible; supuse que no era su culpa, aunque ninguna de esas dos personas me caía bien: simplemente nunca habían estado en una situación que los hiciera sentir esa frase hasta las entradas). Y me pasa con Cloud: porque puedo escuchar su grito desde la primera vez que se encuentra con una visión de Sephiroth. Por qué está vivo alguien que debería estar muerto; alguien que Cloud asegura haber matado, por qué el rostro de Cloud es siempre una mezcla de terror y determinación al verlo. Qué oculta el silencio de aquello que no cuenta. Lo veo y me veo y al verlo sé que hay esperanzas.

Un planeta al borde del apocalipsis

Una de las primeras cosas que Barrett dice en el juego es que el planeta sufre y que se pueden escuchar sus lamentos. ¿Acaso tú no lo escuchas?, le pregunta a Cloud. (A lo que Cloud, en el modo más Cloud posible, responde: get help). 

Vista áerea de Midgar como aparece en Final Fantasi VII Remake

Es imposible no notarlo: Midgar es una plataforma de metal, los barrios de abajo tienen poca vegetación (el jardín de Aerith es una excepción, el manto de flores de la iglesia también), dependen de la extracción de mako, el cuál no es un recurso que vaya a durar hasta el infinito y es tan benéfico como puede ser letal (es increíble lo simple del contraste: te recuerda que la naturaleza no es buena ni mala, simplemente es y puede sernos letal tanto como dependemos de ella).

Shinra usa mako para todo, incluso para experimentar con criaturas que después acaban sueltas por todos lados y te obliga, eventualmente, a preguntarte cuánto sufrimiento hay detrás de toda esa experimentación, cuántas vidas, cuánta ética, cuál es el punto. Todos los SOLDADOS pasan por duchas de mako, lo que vuelve sus ojos reconocibles a simple vista; el proceso los hace más fuertes y resistentes, pero también los vuelve gente más extraña. (Cuando Tifa dice: Cloud, me asustas, y él responde: es el mako). Roche, un SOLDADO de tercera clase que sale al principio (lo detesto, tengo pesadillas con los minijuegos de las motos): lo dice, todos somos un poco extraños (no fui consciente de cuánto hasta que no jugué Crisis Core, pero de eso hablaremos en otra ocasión). Y no sólo eso: son proclives a degeneración más temprana. El mako que Shinra le va quitando al planeta cobra su precio, tarde o temprano. 

Arte de Cloud y Aerith en la iglesia, sobre la cama de flores, por Joanne Tran
Arte por Joanne Tran.

La naturaleza es uno de los grandes temas del juego: desde los vistosos paisajes en el jardín de Aerith, hasta Tifa diciendo, al recibir una flor real: hacía tiempo que no veía una. Los descampados debajo de Migdar están llenos deshechos de metal y tierra árida. Te hace preguntarte si hay algo más afuera, otros lugares donde el despojo a la tierra no sea tan egoísta (sé que ya me lo responderán en Rebirth y más o menos sé que mi pregunta tiene una respuesta, pero pues, es la primera vez que juego Final Fantasy VII). Después de un montón de horas, no queda más remedio que recordar las palabras de Barrett: se pueden escuchar los lamentos del planeta, ¿acaso no los escuchas?

Como dije arriba, en la otra sección, sé que es muy tentador ver el juego e irse sólo por la lectura más sencilla: la alegoría. Pero como suelo decir, si queríamos que los dragones fueran sólo una representación de nuestros más profundos miedos y no dragones, ¿por qué escribimos sobre ellos? Final Fantasy no es una cautionary tale, no es un relato de aquello que nos espera. Al final, Final Fantasy es también sobre los héroes: lo que nos construye en uno, lo que nos fuerza a volvernos uno, las historias que los hicieron; sobre los héroes que, de alguna manera, escucharon el grito de ayuda de un planeta muriendo y atendieron al llamado, por las razones que se les antojen. No me gustan las lecturas alegóricas: significan simplicar la poética de las historias, ir sólo al fondo a buscar el significado escondido, el simbolismo secreto

Party de Final Fantasy VII Remake: Red VII, Aerith, Cloud, Barrett y Tifa.

Quiero pararme allí, en ese planeta al borde del apocalipsis; al principio no lo escuchaba, pero Final Fantasy VII lo vuelve especialmente difícil de ignorar. Después de todo, ¿no les dije que soy como Cloud Strife?

Al borde del apocalipsis, todavía queda esperanza.

Tifa, Aerith y la amistad

No sabía cómo titular la última sección de todo esto, pero supe que tenía que hablar de la amistad. Desde la primera vez que vi a Tifa me crushee terriblemente y me aprendí su nombre. (Además tiene un nombre muy sonoro y muy fácil. Ti-fa). Cuando la conocí, sólo supe: quiero que ella sea mi amiga. Y cuando poco después Cloud cae sobre las flores de la iglesia y conoce a Aerith, también dije: quiero que Aerith sea mi amiga (diosanto, en verdad soy Cloud), se ve como una persona increíble. No me equivoqué. Las quiero mucho a las dos y me parecen ambas sendos personajes: los dilemas morales de Tifa, la ternura que desborda Aerith, ese contraste entre ambas porque Tifa es mayormente transparente con sus afectos (sus miradas confundidas es lo que siempre te da esa pista de que algo anda mal), el hecho de que con Aerith siempre sabes que sabe mucho más de lo que cuenta o dice.

A la izquierda, Aerith, a la derecha, Tifa. Final Fantasy VII Remake

Me gustó verlas conocerse y aunque su tiempo juntas es relativamente breve y jamás en tranquilidad y verlas interactuar y pensar, damn, son las amigas que quiero, que quise, que ojalá hubiera tenido cuando no tuve amigas. Fui una niña solitaria. Era muy tímida y, aunque compartía la mayoría de los gustos de otras niñas (tuve barbies y otras muñecas, cosas muy de niña, etc.) el ruido siempre me aturdió y no me gustaba mucho jugar cooperativamente porque me gustaba inventar a mí las historias de mis muñecas y no sabía cómo tomarme las sugerencias de alguien más (todavía sucede y eso es por lo que escribir a cuatro manos me hace querer arrancarme las manos a mordidas y acabé por dejar ir el rol narrativo, la escritura es un ambiente solitario para mí: soy la dictadora de mis propios textos), así que tenía pocas amigas. Además, mis amigas siempre terminaban por mudarse o cambiar de amigas porque ya no nos llevábamos tan bien, o cambiándose de escuela. Yo permanecía y ellas se iban. Luego llegué a prepa y sí, tuve amigas, pero en mi grupo tenía conocidas. Terminamos siendo tres. En un grupo de más o menos cuarenta. Cosas de decir: sí, voy a estudiar físico-matemáticas. Mis mejores amigos siempre fueron ellos porque eso era lo que había; también en la carrera. A veces pienso y digo: ojalá hubiera podido tener más amigas. Pero las circunstancias son las circunstancias, ver a Tifa y a Aerith sólo me hizo recordar aquello. 

Veo a Cloud con ellas y, dejando del lado el ship (me gustan ambos de Cloud con ellos, son... lindos, pero por favor, por favor, les juro que no es su nombre lo que voy a decir cuando hablemos de Cloud y con quien lo shippeo más), digo: sí, le hace bien tener amigos. Sí, me hace bien tener amigas. Que belleza en general toda la party: incluso Barrett acabó cayéndome bien, aunque me aturde porque es muy ruidoso y yo soy muy aguantar todo el ruido o no aguantar nada y mis momentos de jugar Final Fantasy eran de los úiltimos (no les quiero juntar el estrés que me da oír One Winged Angel porque sabía que ya se había ido todo al demonio, qué gran OST). Que gran party, el verdadero los amigos son los que haces en el camino. 

Conclusiones

Acabé con el horror de saber que acabaría por comprar una PS5 (Remake lo jugué con la suscripción de PlayStation en una PS4) y acabaría por jugar Rebirth. Necesito saber que Cloud sigue y persiste. Él soy yo. Necesito saber que hay esperanza, saber que sigue caminando por el mundo, un pie delante de otro, con sus pedazos a medias, reconstruyéndolos poco a poco. No siempre un personaje me causa estas cosas, pero Cloud Strife me pegó duro.

Inicié Remake y, aunque creí tener las respuestas, terminé Remake de la misma manera: Cloud Strife, ex SOLDIER, primera clase, ¿quién eres?

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Gif de Cloud y Zack, escenas finales de Final Fantasy VII Remake

sábado, 1 de abril de 2023

Scum Villain Self-Saving System, Mò Xiāng Tóng Xiù | Reseña

Sinopsis: El medio demonio Luo Binghe surgió de un comienzo humilde y un pasado tormentoso para volverse incomparable en fuerza y belleza. Con su harem de más de trescientas esposas y su dominio sobre el reino humano y demoníaco, es realmente el protagonista más poderoso… ¡de una serie de novelas web de mala calidad! Al menos, eso es lo que cree Shen Yuan −alias en línea "Pepino Sin Igual"− cuando termina de leer el capítulo final de "Camino del orgulloso demonio inmortal". Pero cuando una combinación de rabia y una mala elección de comida lo llevan a la muerte, Shen Yuan se encontró renacido en el mundo de la novela web, en el cuerpo de Shen Qingqiu… El hermoso, pero cruel maestro de un joven Luo Binghe. Pese a que Shen Qingqiu ahora tiene un poder y habilidades increíbles como cultivador, también está destinado a ser horrorosamente castigado por crímenes contra el protagonista, por lo que este nuevo Shen Qingqiu solo tiene un curso de acción: ganarse el favor de Luo Binghe antes que el joven ascienda al poder. ¡Esa es la única forma en que escapará del terrible destino de un verdadero villano escoria! (Sinopsis de la versión oficial; traducción en español por KIYO).

Esta reseña marca el fin de un ciclo de lecturas que me tomó bastante tiempo, pero que disfruté mucho. Conocí el danmei por adaptaciones de obras de MXTX y lógicamente quería leer las tres novelas que tenía disponibles. Primero leí Mo Dao Zu Shi (The Grandmaster of Demonic Cultivation) porque a MXTX la conocí porque todo mi tuiter estaba obsesionado con The Untamed y luego leí Tian Guan Ci Fu (Heaven Official's Blessing) porque así se fue dando el orden en el club de lectura de danmei en el que estoy. Al final, le tocó a Scum Villain y la verdad es que estoy convencida de que lo leí en el momento adecuado. Su fandom estuvo super activo el año en que lo leí y eso me ayudó a seguir y me hizo interesarme. Como me tardé tantísimo acabé leyendo las traducciones oficiales en inglés de Seven Seas ilustradas por Xiao Tong (Velinxi): me lo tomé con calma. Leí la primera novela publicada por Moxiang a lo largo de todo 2022 (la empecé en enero, al terminar el Guadalupe Reinas 2021 y la terminé durante el Guadalupe Reinas 2022) y debo decir: me divertí mucho. Vamos a hablar de ella.

Luo Binghe y Shen Qingqiu con un gato, arte oficial.

Scum Villain Self-Saving System (traducido como El sistema de autosalvación del villano escoria, más o menos) es una novela de transmigración a un mundo xianxia. Transmigración, ¿qué demonios es eso? Para explicarles un poco y explicar por qué me interesa tanto este libro, tengo que hablar de isekai y de novelas de sementales.

El isekai es un subgénero, usualmente de la fantasía, aunque también lo he visto un poco en historias que van más hacia la ciencia ficción, que es muy popular en japón y que yo conocí en el anime, pero que es mucho más popular que cualquier otra cosa en las novelas ligeras. En estas historias el protagonista suele ser una persona común, en nuestro mundo que, por alguna razón, acaba en un mundo secundario, fantástico y vive aventuras. Usualmente sigue el camino del héroe y muchas veces es un vato rodeado de mujeres que lo adoran aunque su personalidad sea la de un pedazo de musgo y su profundidad la de una hoja del menor gramaje posible (te estoy viendo a ti, Kirito). No siempre, pero reconozco que es algo que me llevó a alejarme de ese tipo de historias, o a filtrar con mucho cuidado, porque me cansé de ver a mujeres floreros, mujeres en refrigeradores, mujeres cuyos traumas sólo importan en el mismo nivel en que el protagonista (vato) puede crecer a través de ellos. Es cansado. 

Así que un día le cerré la puerta al género y no la abrí hasta mucho después, cuando descubrí la transmigración en los manhwas (corea) y los manhuas (china). En la transmigración, un personaje literalmente transmigra a otro mundo y se convierte en un personaje de ese mundo (usualmente transmigran en ciertos arquetimos: esposas de los héroes, intereses amorosos, villanos) y la historia se trata, muchas veces, de jugar el papel, sobrevivir y cambiar la narrativa a tu favor. Scum Villain es una novela de transmigración: el protagonista, Shen Yuan, es un ávido lector de novelas publicadas en la web por entregas que acaba en el mundo de una de ellas. ¿Qué novelas lee?

Fantasías eróticas y de poder. Novelas de sementales. Historias que los hombres heterosexuales leen porque quieren ser el protagonista, con un harem de mujeres florero a sus pies, y que las mujeres se asoman a ver si el contenido erótico está bueno (no suele estarlo). Moxiang vio estas novelas y dijo: quiero hacer una parodia y hacer todo homosexual. E hizo que, Shen Yuan, en un arrebato de coraje contra la novela, que considera llena de hoyos y mal escrita, se atragante de un bocado y despierte en el cuerpo del villano principal. Misión: que el héroe, el único personaje que admiras, no te mate. Pero tienes que convencer a todos que no están actuando fuera de personaje porque hay un sistema que te da y te quita puntos e incluso te impone castigos. 

Luo Binghe y Shen Qingqiu, arte oficial de tencent.

Shen Yuan, convertido en Shen Qingqiu, es mi personaje favorito. Se sabe la novela, a pesar de que dice que la odia, de cabo a rabo, se emociona como fangirl con Luo Binghe, el protagonista y se esfuerza lo más posible en no acabar con todas las extremidades amputadas metido en una vasija (como acaba el personaje original). En el camino jura que es heterosexual aunque se ofende muchísimo si alguien osa decir que Luo Binghe no es el hombre más hermoso del mundo y se encuentra muy confundido cuando, en todas las escenas planeadas para que una de las esposas florero de Luo Binghe lo ayude o llame su atención, acaba él sustituyendo el papel. No ayuda descubrir que el autor, también haya transmigrado en uno de los villanos y no recuerde absolutamente nada de lo que escribió (Shan Qinghua, te queremos)

Hay muchos temas que tocas sobre el libro: la obvia burla (bastante final) a las novelas con harems inmensos y protagonistas sementales (especialmente al descubrir que Luo Binghe es un personaje muy sentimental y bastante llorón, lo que es especialmente irónico pensando que en la novela original era visto únicamente como una fantasía de poder masculino), el aprovecharse de los clichés de nombrar todo de maneras ridículas y ofrecernos sólo la perspectiva de Shen Qingqiu que, no importa lo obvio que sea Luo Binghe, se tarda en entender que el interés amoroso es él. 

Felicidades, Shen Qingqiu, el harem eres tú

Boda de Luo Binghe y Shen Qingqiu

Ya había hablado un poco en la reseña de Golden Stage sobre mi disgusto contra el romance mainstream, pero leer esta novela mientras leía otras dos de priest (otra autora de danmei, hice la reseña de Faway Wanderers) cimentó mi idea que otro de mis problemas era el cinismo ante el amor. Yo sí quiero para siempres en las historias que leo y quiero creer que son posibles, a veces ese sentimiento de que el amor siempre se acaba me resulta agotador. Quiero romances trascendentales, historias que me abran de par en par (como dijo Kafka, historias que sean el hacha que rompa el mar helado que llevamos dentro) y de repente todo este cinismo respecto a que el amor no es tan importante (sí lo es, romántico, platónico, familiar, especialmente cuando hablamos de familias que se encuentran, lo es, mueve el mundo) me cansa mucho. Por eso volteo al danmei, porque, por absurdo que suene, el amor en muchas de sus representaciones, incluida la sexual, puede salvar al mundo

En resumen.

Scum Villain es un libro muy divertido, con personajes muy divertidos, con drama y comedia, pero que también tiene pasajes muy hermosos sobre cómo elegimos aquellos a quienes amamos y cómo nos aferramos a ellos de muchas maneras (véase a Luo Binghe y a Shen Qiongqiu en sus totalmente incompatibles modos de aproximarse al otro gran parte de la historia). Si además, han sentido frustración por esas novelas de harem donde los intereses amorosos no son más que adornos sin personalidad, seguro la aguda burla de Moxiang les va a gustar. Con este libro terminé de leer a Moxiang por el momento y tengo que decir, me la pasé muy bien. Fue un gran viaje. Ojalá se animen a venir también.